Manifiesto anarquista – Grupo José Domingo Gómez Rojas

Estoy a favor de la pluralidad de posiciones. ¿Se podría formar el partido de los que no están seguros de tener razón? Sería el mío. En todo caso, yo no insulto a los que no están conmigo. Es mi única originalidad.

– Albert Camus, Diálogo en defensa del diálogo.

La idea anarquista, a través de los tiempos, ha demostrado poseer la capacidad para articularse ante diversos escenarios: su amplitud, su corpus nunca del todo definido y su capacidad para reinventarse, permite que tanto las ideas como las prácticas libertarias puedan ser aprehendidas en distintas épocas y contextos sociales. Si bien es cierto que el anarquismo posee una esencia que lo distingue de las demás corrientes políticas, sus preguntas y certezas pueden interpelarnos de acuerdo a las realidades locales. Por esta razón, siempre es necesario preguntarse qué es el anarquismo hoy y, más aún, qué rol cumple o podría cumplir en nuestras localidades.

Ciertamente, para comprender el sentido del pensamiento libertario es fundamental razonar libremente, sin dogmas, ni fórmulas, ni prejuicios. Su conocimiento no está constituido en base a silogismos, sino que se construye gracias a experiencias tanto intelectuales como corporales. En el primer caso, encontramos un sinfín de literatura filosófica, histórica y científica donde figuran desde importantes nombres de pensadores y pensadoras hasta los casi infinitos militantes anarquistas que participaron de la aventura del conocimiento a través de la prensa obrera, la literatura, la música, los folletos y revistas e incluso el cine, pese a la explotación y opresión constantes que han caracterizado los últimos siglos. Sin embargo, la obstinación del anarquismo no es solamente una expresión intelectual. Su expresión en la historia es aquella de los movimientos que aspiran a la libertad, no la de aquellos que, enceguecidos en su intento de guiar la historia, guardan sitiales y construyen monumentos a falsos libertadores, escondiendo sus masacres bajo el eufemismo de la liberación. Por esta razón, comprender los principios anarquistas es también una experiencia corporal, que supone una ética y un modo de estar en el mundo, actuando en él junto a la conciencia de formar parte de un organismo, diluido y maltratado por las consecuencias de las prácticas de dominación y el ejercicio de la servidumbre en distintas escalas.

En otras palabras, este libre razonar determina una cierta óptica, carente de libros oficiales y jueces pero clara en su impulso individual, abarcando desde nuestra propia existencia hasta el sentido que otorgamos a la historia de la humanidad y nuestro lugar en ella, siguiendo las pistas que nos otorga nuestro territorio, nuestras familias y nuestra biología.

Por ello creemos que el pensamiento y la acción anarquista ameritan medirse constantemente con la realidad. No es una pieza de museo, ni una doctrina que ya existió. Su proyección comunitaria impulsa relaciones humanas que no separan sociedad y política, siendo la promoción de la sociabilidad en prácticas de libertad una de las bases fundamentales de la visión anarquista. Se trata de una eticización de la política que se articula como batalla cultural.

Dados a estudiar y aprender de nuestros ancestros de ideas, hemos rescatado ciertas experiencias que se desarrollaron en el siglo pasado. No pretendemos inventar una historia del anarquismo, sino más bien pensar en sus prácticas pretéritas. Específicamente, la lejana generación de los años ’20, que supo levantar las ideas libertarias en contextos donde la confusión política y la multiplicidad de novedosas ideas llegadas desde el viejo continente mantenían en suspenso el porvenir de la sociedad, es un crisol de enseñanzas que hacen más fecundas las ideas libertarias. Tanto la escuela literaria, como el despliegue que llevaron a cabo en el campo de la educación, son instancias cuyo eco es posible oír hoy en día, y que nosotros estamos dispuestos a escuchar y repensar. Asimismo, el desarrollo en el campo sindical que se alcanzó en los años ’50, nos grafica no sólo la importancia de la lucha de los y las trabajadores/as, sino también un conjunto de prácticas cotidianas de  gran valor en la actualidad, tales como la vida natural, la igualdad de género o la lucha contra el alcoholismo.

El interés por estas prácticas no está en relación a la necesidad de una “recuperación histórica”, ni tampoco con el afán de armar una interesante recolección de piezas para la memoria museológica. Más bien, se trata de una cierta “re-vuelta”, es decir, de “re-volver” a determinados hechos que ponen en tensión la actual crisis del siglo XXI.

Así, ante la actual crisis que cruzamos como sociedad a causa de una serie de procesos económicos impuestos, expresados en frecuentes crisis y la voraz transformación de las relaciones económicas, y de las heridas dejadas por regímenes totalitarios que destruyeron la posibilidad de la política, proponemos recuperar una serie de experiencias vinculadas con los principios ácratas que se encuentran agotadas o directamente desaparecidas, como fueron los clubes sociales, la instrucción obrera, o la lucha por el respeto a la mujer; así como valorar e impulsar prácticas nuevas y resignificadas abiertamente opuestas al sistema de producción capitalista, como las cooperativas, producción agrícola orgánica, huertos urbanos, la lucha por la transmisión libre del conocimiento y la propiedad intelectual (como Creative Commons),  la difusión de hábitos de vida sana, experiencias educativas antiautoritarias.

No nos consideramos militantes, en tanto el concepto se vincula estrechamente con la rigidez programática. Estimamos más apropiado aproximarnos a las múltiples experiencias acaecidas tanto en otros momentos del movimiento libertario como en la actualidad. Por esto, sumado a las condiciones del contexto, consideramos mucho más oportuno insistir sobre la idea del trabajo, del hacer, por sobre el apego irrestricto y riguroso de ciertos lineamientos orgánicos. Optamos por el dinamismo de nuestras ideas y acciones, antes que los dictados iluminados de una organización, motivo por el cual tomamos posición como construyentes antes que militantes.

Grupo de Estudios José Domingo Gómez Rojas
Santiago de Chile, 1° de mayo de 2009 (revisado en julio de 2017)

Fuente: https://grupogomezrojas.noblogs.org/manifiesto/

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