Producción y distribución del capitalismo al comunismo

La parte más importante del Programa Anarquista de Errico Malatesta -imagen- consiste en la concepción libertaria de la revolución, la revolución hecha contra el Estado y no por medio del Estado. Para los anarquistas, de hecho, la libertad es un arma de combate contra el viejo mundo, aparte del calor vital que calentará el mañana.

Punto central de la próxima revolución, que hará que sea una revolución social y no una revolución política como las que se han sucedido hasta la fecha, es la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. La cuestión económica asume por ello un aspecto central en la concepción anarquista de la revolución.

En diversos artículos, Errico Malatesta afronta los aspectos económicos de la revolución, coherentemente con los principios anarquistas, y demostrando un conocimiento del tema que lo revela muy distinto de las reconstrucciones humanistas e interclasistas que han deformado el pensamiento.

En un artículo publicado en Umanità Nova del 15 de abril de 1920, analiza así la situación económica de Italia:

«En los últimos años [los de la Primera Guerra Mundial y los inmediatamente posteriores], Italia ha vivido del crédito (…) ahora es necesario pagar: pagar al contado lo que se compra, y pagar los intereses de lo que se ha pagado a crédito (…) y ahora ¿qué les queda a los trabajadores italianos? La miseria más negra (…). Producir más y consumir menos, hasta que la producción sea suficiente para satisfacer todas las necesidades de la población (…). Esto lo dice incluso Nitti [presidente del Gobierno]; pero Nitti olvida que los trabajadores (…) rechazan intensificar sus esfuerzos para enriquecer a parásitos y para pagar los intereses a los capitalistas que han vendido a crédito al Gobierno (…). Y Nitti sabe bien, y lo calla a causa de su cargo, que para obstaculizar el incremento de la producción está, mucho más que la desgana de los trabajadores, el interés de los capitalistas, la naturaleza misma del capitalismo».

Según Malatesta, mientras esté vigente el capitalismo, la producción será frenada cuando llegue a tal punto que su aumento produzca una disminución del beneficio.

Pero, en el ámbito del aumento de la población, ¿es posible lograr un acuerdo entre capitalistas y obreros sin que sea necesario recurrir a la revolución?

En un artículo publicado en La Rivoluzione Soziale del 20 de febrero de 1903, con el título «Producción y distribución», Errico Malatesta afronta este problema: «De Malthus para acá, los conservadores de todas las escuelas han sostenido que la miseria no deriva de la injusta distribución de la riqueza, sino de la limitada productividad o de la deficiente industria humana». ¿Cómo no encontrar en estas palabras la referencia al aumento de la producción, pedida a los obreros por partidos y sindicatos, por capitalistas y gobernantes?

Malatesta reconoce que los productos actuales son insuficientes para satisfacer las necesidades de todos; incluso si la abundancia de productos ofrecidos por la gran distribución pareciera desmentir esta tesis, que viene confirmada por las crisis periódicas de superproducción. En realidad «lo que consume la masa del pueblo es insuficiente para satisfacer las necesidades más elementales: la inmensa mayoría de la población come poco y mal, está mal vestida, mal alojada, mal provista de cualquier cosa (…). Si de verdad se produjese tanto como para satisfacer a todos, ya que la mayoría no consume lo suficiente, ¿dónde se acumularían los excedentes anuales de la producción? ¿Y por qué inconcebible aberración los capitalistas, que hacen producir para vender y obtener un beneficio, continuarían haciendo producir lo que no podrían vender?» ¿Pero por qué no se produce más? La causa, para Malatesta, reside en el actual ordenamiento económico, basado en la propiedad privada; los medios de producción no están en manos de quienes tienen necesidad de los productos, pertenecen a un pequeño número de personas, las cuales usan los medios de producción para hacer trabajar a los demás, y hacerles trabajar solo cuándo y cómo les permita obtener una ganancia.

«Hoy el hombre no tiene derecho a ninguna parte de los productos por el solo hecho de ser hombre: come y vive solo porque el capitalista, el poseedor de los medios de producción, tiene interés en hacerle trabajar para poderle explotar (…). Por eso, si se quiere que la producción crezca de manera que pueda satisfacer plenamente las necesidades de todos, es necesario que se haga calculando las necesidades a satisfacer, y no por el beneficio particular de algunos. Es preciso que todos tengamos derecho a gozar de los productos; es preciso que todos tengamos derecho a utilizar los medios de producción».

En espera de la revolución social, ¿es posible y deseable que los compañeros den vida a comunidades en las que experimentar relaciones libertarias que sirvan de ejemplo para la nueva sociedad? En un artículo de 1897, publicado en L’Agitazione, Errico Malatesta niega esta posibilidad: «Alguna decena de compañeros escogidos, simpatizantes entre ellos, no solo por ideas sino también por temperamento y carácter personal, pueden llegar fácilmente a acuerdos, y también lograr, en circunstancias favorables, una independencia y un bienestar imposible de conseguir trabajando para un patrón; pero entonces su empresa cooperativa les coloca en una situación de privilegio, como la de los otros privilegiados, frente a todo el mundo exterior». Los colonos «no se explotan entre ellos, no explotan directamente a nadie, pero explotan involuntariamente a toda la masa de trabajadores proletarios, sea en los intercambios, sea aprovechándose de los servicios públicos y de todas las ventajas… que son la obra de otros trabajadores mal pagados. Y por ello su caso no puede servir para demostrar lo que sería una sociedad fundada sobre la igualdad y la solidaridad.

Al contrario, la anarquía para realizarse necesita del concurso de todos, se debe actuar con los individuos como son y en el lugar en que se encuentran; «debe organizar la producción y el cambio a favor de todos y sin el estímulo del interés individual o corporativo; debe proporcionar los grandes servicios públicos (ferrocarriles, correos, agua, etc.) sin necesidad de autoridad»; la comunidad, en esencia, será parecida a la propiedad privada de una asociación.

«Comprendemos que cada uno busque desde hoy mejorar la propia situación, y entre los diversos modos que se pueden ensayar para conseguirlo, preferimos la cooperación igualitaria; y por eso nos alegramos cordialmente de los éxitos de los compañeros (…). Pero la anarquía… es otra cosa».

Estos párrafos nos dan un ejemplo de la contribución aportada por Errico Malatesta a la elaboración de la teoría anarquista de la revolución, y del peso en que esta teoría tiene la reorganización de la producción y de la distribución social. Un patrimonio de ideas y de experiencias que podrá seguramente ser discutido y enriquecido, pero que nos muestra el camino hacia una sociedad en la que no haya espacio para capitalistas y gobiernos.

Tiziano Antonelli Subir

PROGRAMA ANARQUISTA

1.- Abolición de la propiedad privada de la tierra, de las materias primas y de los instrumentos de trabajo, a fin de que nadie pueda tener un modo de vivir explotando el trabajo ajeno y, teniendo todos los humanos garantizados los medios de producir y vivir, puedan ser verdaderamente independientes y puedan asociarse a los demás libremente en función del interés común y conforme a las propias simpatías.

2.- Abolición del gobierno y todo poder que haga ley y la imponga a los demás, o sea: abolición de las monarquías, repúblicas, parlamentos, ejércitos, policías, magistraturas y de todas las demás instituciones dotadas de medios coercitivos.

3.- Organización de la vida social a través de libres asociaciones y federaciones de productores y de consumidores hechas y modificadas a tenor de la voluntad de sus componentes, guiados por la ciencia y la experiencia, y libres de toda imposición que no derive de las necesidades naturales, a las cuales, vencido el hombre por el sentimiento de la misma necesidad inevitable, voluntariamente se somete.

4.- Garantizar los medios de vida, de desarrollo y de bienestar a los niños y a todos los que no estén en estado de proveer a sus necesidades.

5.- Lucha contra las religiones y todas las mentiras, aunque se oculten bajo el manto de la ciencia, e instrucción científica para todos, hasta su más elevado grado.

6.- Lucha contra el patriotismo. Abolición de las fronteras; confraternización de todos los pueblos.

7.- Reconstitución de la familia, de modo que resulte la práctica del amor, libre de todo vínculo legal.

COMPLETO: El programa anarquista, por Errico Malatesta

Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y Libertad, Junio de 2015

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