La FAL entrevista a los autores de «Canteros de piedras negras. Adoquines y sindicalistas en la cantera de La Mola (Benissa-Calp, 1926-1936)»

Con motivo de la reciente publicación de Canteros de piedras negras. Adoquines y sindicalistas en la cantera de La Mola (Benissa-Calp, 1926-1936), editado por la Universidad de Alicante, la FAL entrevista a sus autores, José Luis Luri Prieto y Robert Llopis Sendra. El libro se halla entre los fondos de nuestra biblioteca.

—En primer lugar, Canteros de piedra negras… es un trabajo de reconstrucción de una historia cuyas fuentes en buena medida se han perdido o están muy dispersas, y eso me parece muy interesante. ¿Cuáles han sido las dificultades más importantes relacionadas con todo el trabajo con las fuentes primarias?

Canteros es un buen ejemplo de serendipia acumulada. Todo ha sido como seguir el cabo de un hilo que te ha ido conduciendo hasta la sorpresa final de una historia potente. Una historia que ha pasado desapercibida hasta ahora para el observador estudioso, comenzando por la propia existencia y la importancia de las explotaciones de ofitas en estas comarcas de la Marina. Los fondos de archivo al respecto son muy escasos, entre otros motivos porque las primeras canteras de esta roca volcánica no se hallaban sometidas a un control fiscal riguroso. El desinterés administrativo de entonces conduce al páramo documental de ahora, claro. Pero aun así hablamos de empresas mineras comerciales y, por lo tanto, de riqueza y relaciones entre patrones y obreros dentro de un entorno económico general presidido por el sector primario, pesca y agricultura, que se rige por relaciones entre productores bien distintas.

—En esta misma línea, también me ha resultado interesante la recopilación de una muy buena cantidad de testimonios de muchos de esos militantes de a pie, que fueron al fin y al cabo los que construyeron las realidades en cada comarca. Es importante que esos nombres y esos testimonios no se pierdan. De nuevo, ¿cómo han llegado hasta esos testimonios?

El trabajo de campo es esencial en estas investigaciones y con el ejercicio paciente de preguntar, esperar e insistir, acabas por hacer contacto con canteros veteranos, o hijos de estos, que te cuentan lo que saben. En esta labor casi textil se van uniendo los puntos que conformarán la visión del tapiz. No cabe duda de que, por las circunstancias que sean, esta obra ha visto la luz ahora, y quizá dentro de una generación no habría resultado fácil completarla, porque la huella histórica se diluye y acaba por desaparecer. Es muy indicativo que, encontrándose la cantera de La Mola en término de Benissa, apenas existiera memoria de ella en la población. Los antecedentes documentales y bibliográficos de la cantera son muy superficiales, pero los trabajos existentes han servido de umbral a la hora de adentrarnos en nuestra investigación. No podíamos imaginar el trasfondo, la dimensión histórica que ocultaba la explotación de La Mola; en especial en lo referente a los sucesos políticos y revolucionarios experimentados en la comarca durante aquellos años.

—También me ha resultado curioso la forma de enfocar globalmente la situación histórica para comprenderla en su totalidad. Es decir, unir la geografía, la geología, los factores económicos y de desarrollo, y la situación social. No es un enfoque tan habitual y creo que aporta bastante. ¿Qué ventajas y desventajas plantea este planteamiento, digámoslo así, holístico?

Es cierto. No sé puede entender el relato sin acudir a los condicionamientos físicos, históricos y humanos que presentaba el medio. Sin analizar todos los antecedentes que condujeron a que los hombres que habitaron las partidas durante generaciones, sujetos a una economía primaria de mera subsistencia, abandonaran el arado y la azada para agarrar el mazo y un perpal. Por otra parte, no debemos perder de vista las circunstancias favorables del momento, cruciales, esto es el empuje que produjo la gran inversión en adoquinado y mejora de carreteras promovidas por el gabinete de Primo de Rivera entre 1926 y 193. Estas iniciativas oficiales y las obras en infraestructuras encontraron recursos de materiales idóneos en estas explotaciones dispersas de la comarca.

—Otro tema importante es ver cómo afecta la llegada de una actividad industrial a un entorno eminentemente rural y agrícola. Estos cambios afectan a muchos planos, incluyendo la psicología y conciencia colectivas; en cierta forma, se pasa de un entorno de subsistencia y de «pater familias» a uno más independiente, más organizado y que favorece el desarrollo de una conciencia de clase más desarrollada, especialmente en el obrero especializado. ¿Lo creéis así?

Sí. En este oficio de fuerza el joven jornalero cambia de patrón. En el campo quien manda es el padre o el amo. En la cantera manda el empresario que procede del ámbito urbano. La empresa busca el beneficio que se produce tras la asunción de unos mínimos costes. El obrero sabe que él tiene trabajo porque quien lo emplea gana bien. Cuando se paga el destajo muy generosamente el cantero reconoce que su participación en el negocio se convierte en trascendental para los intereses de quien le retribuye. Tira y afloja. En la economía campesina las cosas son diferentes. Si, además, el jornal de un adoquinero multiplica varias veces el de un bracero o podador, el impacto social de este traslado de relaciones es muy grande. El trabajador de la cantera gana dinero metálico, puede independizarse, ofrece un buen partido a la hora de emparejarse; si por otra parte se nutre de los conocimientos profesionales y vientos ideológicos que le ofrecen los compañeros más veteranos, de forma ineludible termina por acuñar ideas propias y una nueva concepción del mundo. No solo pasa a pertenecer a una incipiente clase social obrera, es que comienza a creer en que puede ser dueño de su destino.

—Otro punto sobre el que se podría profundizar un poco más es cómo llega la CNT a implantarse en unos núcleos geográficamente muy aislados. Es obvio que parte de esos trabajadores tenían relación con trabajadores catalanes, pero no sé si hay algún otro factor predominante. ¿Cuál es vuestra visión sobre el tema?

La experiencia profesional de los veteranos canteros de La Nucía fue determinante. No solo conocían el oficio, constituían una referencia personal para los más jóvenes operarios que se iniciaban en la profesión. La CNT se había constituido en La Nucía en 1919, pero la experiencia sindicalista de sus canteros era muy anterior y conectaba con el fenómeno de migraciones temporales a Catalunya dónde conocieron los inicios del anarcosindicalismo. Los ideales anarquistas prendieron pronto en el círculo de mozos de La Mola, quienes habían crecido en ese entorno físico adusto de montaña. La experiencia vital de los canteros nucieros fue decisiva a la hora de concienciar y motivar la constitución del núcleo sindicalista de la cantera.

—Durante la Guerra Civil, los trabajadores crean (entre otras cosas) la Industria del Pórfido Socializada. Sería interesante conocer algo más de su funcionamiento. ¿Podríais explicárnoslo?

En el caso que tratamos de La Mola, la explotación se cerró y los canteros no tardaron en marchar al frente como voluntarios o en incorporarse a tareas de gobierno local. Carecemos de datos de producción y funcionamiento de las canteras adoquineras valencianas con posterioridad al golpe de estado militar. Solo tenemos constancia documental de la constitución de la Industria Socializada del Pórfido en el municipio de La Nucía, pero no así de su trayectoria comercial.  No obstante, de permanecer abiertas, creemos que la propia economía de guerra habría supuesto la cancelación de proyectos y la ausencia de pedidos. En definitiva, la paralización de la producción adoquinera. Por ejemplo, en la Olla de Altea, al final de la Guerra Civil, los almacenes guardaban excedentes de adoquines y materiales de ofita que no se pudieron vender entre 1936-1939.

—Otro punto que me resultó de interés y en el que se puede profundizar algo más es que después de la guerra Manuel Verdú Giner, uno de los patronos para los que trabajaron esta gente, los defendió, los avaló y les ofreció trabajo, haciendo lo que pudo para que la represión fuera menos penosa para ellos. ¿Podríais explicarnos aquí quién era este hombre?

Manuel Verdú, originario del pueblo alicantino de Busot, fue un empresario vinculado al sector de contratas públicas. Se instaló en la Olla de Altea, desde donde administraba distintas explotaciones adoquineras de ofitas. Al final, más allá de los intereses económicos, existen patrones que son capaces de establecer lazos humanos con las personas a las que dan empleo. Verdú conocía bien a los jóvenes canteros de su empresa, sus orígenes, sus sueños e ideales; es obvio que empatizó con ellos en cuanto que existieron entre las partes unas relaciones de lealtad. Otra cosa bien distinta es la propia visión que tuviese el empresario sobre las iniciativas revolucionarias de su grupo de obreros y el sentido de su causa. Manuel tuvo la valentía y la humanidad de, en esos primeros años terribles de la posguerra, avalar a sus canteros y ofrecerles trabajo para sortear los diferentes procedimientos judiciales y represivos en los que se vieron envueltos por las autoridades franquistas. Verdú falleció en València, donde está enterrado. Nos quedamos en puertas de conocer a su hijo, que también faltó recientemente.

—Por último, sí me gustaría saber qué queda en aquellas comarcas de todo esto, qué recuerdo o memoria. Y a raíz de la publicación de vuestra obra, también me gustaría saber cómo crees que influye la publicación de investigaciones históricas tan exhaustivas como la vuestra en la creación de una conciencia histórica entre las clases populares que pueda reconocerse en las luchas de sus antecesores.

La lectura es la madre de la conjetura. No se puede albergar opinión alguna sobre lo que no se conoce. Esta obra ofrece una visión alternativa. No solo alumbra acontecimientos desconocidos hasta ahora; además explica muchos de los sucesos acaecidos en tiempos de República y Guerra en el marco de la comarca. La contribución es muy importante. No se puede entender esta década del siglo XX, dentro del entorno geográfico indicado, sin acudir a las fuentes que hoy ofrece nuestra labor.

Fundación Anselmo Lorenzo
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