[Colombia] Ni voto ni democracia

Presenciamos el pasado 9 de marzo las votaciones menos proactivas para la democracia en su ejercicio desde la naciente república colombiana. El malestar generalizado de la población votante -expresado en un amplio sector abstencionista, lo que no sorprende- resultó en la confirmación de la falacia democrática. Lo previsto desde el mes de enero, el asentamiento de curules desde los partidos tradicionalistas y reticentes al cambio, desembocó en un acabose en las sillas del senado, la cámara de representantes y el congreso.

Por su parte, los partidos o movimientos de izquierda escurrieron sus ideas anacrónicas a la población desde el populismo y la reivindicación de la memoria y el no olvido.

no votesPues bien, próximos a unas elecciones presidenciales nos enfrentamos a una tarea extremadamente difícil -quizá equívoca para esos brazos armamentistas- de generar procesos organizativos que propendan por la abolición de las políticas ajenas a la población civil, las políticas de inmensos presupuestos a la defensa nacional, la locomotora minero energética, los tratados de libre comercio y la torpeza de la representatividad en la nación democrática más antigua de Latinoamérica.

De esta manera, nos encontramos ante dos posturas históricas: el empecinado intento de rescatar una enferma democracia representativa, que a lo largo de la Historia ha demostrado su inutilidad a la hora de ejercer el “poder del pueblo por el pueblo”; o finalmente, aceptar que el proyecto moderno ha fracasado y que existen otras vías para un cambio social real.

Si se optase por la primera opción, encontraríamos un sistema electoral ceñido a la ideología de las instituciones estatales, que responden a estructuras discursivas y coercitivas, legitimadas por los votos que ganan dentro de lxs pocxs que votan.

La democracia no es lo que dice ser sino lo que realmente es en la práctica, es decir: el control absoluto de las instituciones sobre lxs sujetos. Pensemos por un momento en la idea de que una sola persona pudiese representar a todxs los individuos de un territorio, comprender las necesidades de estos y resolver las distintas tensiones que se generan a partir de las relaciones sociales propias del ser humano. De acuerdo a lo anterior podemos pillar que el ideal democrático siempre ha sido una falacia, en efecto, el voto se ha convertido en la metamorfosis de la servidumbre; haciendo una transición del colonialismo económico y territorial a una esclavitud política y estatal.

Sin embargo, las  elecciones pasadas afilaron la aguja de la reflexión, pues el abstencionismo fue de nuevo protagonista. Por lo tanto, cabe preguntarse ¿cuál es su implicación respecto a la concepción de la democracia que tienen lxs colombianxs? Y en esa medida ¿qué lógica opera cuando el 56% del caudal electoral no ejerce su tan preciado “poder popular”?

Pues bien, las implicaciones están dadas, en un principio, por el proceso de reflexión y cuestionamiento de lxs no votantes al establecimiento. Con esto se quiere decir que la representatividad de las necesidades colectivas por medio de candidatxs, no hace frente ni recoge los diversos intereses económicos, socio-culturales y políticos.

Por otra parte, vale recordar las diversas y recientes acciones directas en Brasil, Chile, Argentina, México, Costa Rica; en donde la presencia de expresiones anarquistas tiende a aumentar y la propaganda anti-electoral es cada vez más común.

Retomando la segunda opción, al plantearnos nuevos procesos organizativos que rompan con las prácticas representativas, delegativas y autoritarias por las que aboga la democracia, las cosas irían seguramente en otra dirección.

Claramente pensar en una transformación de la organización en la población generaría, en principio, el desconcierto en las estructuras mentales de cada quien. Esto sugiere que los cambios pensados de la noche a la mañana fracasarían en su intento como lo ha enseñado la historia. Por lo tanto, podríamos decir que el cambio debe responder a diferentes procesos de desestabilización a las estructuras actuales; y a la vez propender por la construcción de nuevas estructuras basadas en la libertad individual y colectiva sin ser coaccionadas por agentes externos.

Vemos que el abstencionismo como tal no ofrece soluciones inmediatas a las problemáticas sociales actuales, pues su incidencia real hacia un cambio hace parte de un proceso más complejo. No obstante, es un indicador que refleja el malestar generalizado de la población, por lo tanto, permite ser punta de lanza para abolir los procesos institucionales instaurados en la sociedad moderna.

Consideramos entonces que el abstencionismo activo, consciente, reflexivo y políticamente posicionado daría pie a un impacto real para la resignificación de valores y nociones sobre lo político. Por consiguiente, sería mucho más eficaz querer cambiar la realidad concreta a cuenta de nuestras propias manos; como bien diría Biófilo Panclasta: “La revolución soy yo”.

En pocas palabras, no es pensar el abstencionismo como un fin determinado, sino como la consecuencia de un pensamiento que permite alcanzar transiciones libertarias concretas. Hacer de él una idea que permanezca en el tiempo y en el espacio, en el presente y en la memoria, estimulando puntos de reflexión y de acción, visibilizando las transiciones que generan vuelcos en la vida diaria. Esto visto como un primer paso para deslegitimar la utilidad de las instituciones en las prácticas cotidianas, en vía a transformaciones que propinen un golpe directo a los tejidos sociales tradicionales haciendo innecesario y absurdo el sistema electoral..

Es por esto que hacemos un llamado a la organización pensada por fuera de las sistemáticas formas de gobierno, en las que la representatividad deje de ser primordial como medio de promoción a la corrupción, al consumo desmedido, a la propaganda política impuesta y a la tergiversación de la información desde los medios sirvientes a la democracia-fascista.

Con el espectáculo que se está viviendo es necesaria una auto-reflexión real en que la construcción de personas sea mediante la autonomía en todo sentido, no atadxs a lógicas de poder, de violencia y de sumisión propias del sistema. Por todo esto, invitamos al abstencionismo activo como medio para pensarse un mundo distinto.

La población misma empieza a ser consciente de la inutilidad del sistema electoral y de la corrupción que éste trae,  pero permanece sometida al paternalismo estatal, y no se pueden esperar besos de mantis para luego caer en lamentos de generación en generación.

Colectivo Panklasta
Impulsamos la libre difusión y reproducción de este documento. Colombia, 2014.
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