La Traición de la Transición

transiciónLos mayores enemigos de la historia son quienes la escriben, de igual manera los mayores enemigos de la democracia son los que dicen crearla, como es el caso de este país de mierda llamado España. Después de Europa y el Euro, la mayor estafa en España ha sido la Transición. La Transición fue un tejemaneje de Estados Unidos para convertirnos aún más en su colonia. No hay más que ver que, cuando el reyezuelo Juan Carlos fue investido Jefe de Estado cuando el genocida Franco estaba moribundo, lo primero que hizo fue firmar un Tratado de Amistad y Cooperación con EEUU. Mejor ni hablar de la traición de Juan Carlos al pueblo Saharaui, vendiéndolos a Marruecos, condenándolos a la tiranía de su rey, y todo ello por mediación de EEUU.

La Transición (más bien debería llamarse Traición) fue un lavado de cara del franquismo y todos sus cómplices, desde la diabólica Iglesia Católica hasta Santiago Carrillo y Felipe González. Incluso antes de que Franco bajase a los infiernos, el mismísimo New York Times publicó que la CIA controlaba a todos los partidos políticos, desde el PSOE, pasando por Alianza Popluar hasta el PCE. Digo cómplices porque si no fuese porque Franco los protegió antes de su muerte jamás hubiesen llegado a donde llegaron, y todo ellos gracias a renunciar a sus principios, si es que alguna vez los tuvieron. Santiago Carrillo fue un farsante, un falso comunista que defendió la monarquía y abrazó la bandera rojigualda (reinstaurada por Franco), una bandera que le costó la vida a tantísimos compañeros suyos de partido.

Otro punto importante de esa farsa llamada “Transición” fue la Justicia. En cualquier país con el más mínimo sentido común jamás hubiesen permitido que el mismo juez que juzgaba y mandaba a la cárcel a personas simplemente por pensar diferente (jueces del Tribunal de Orden Público, por ejemplo) pase a ser juez de un órgano judicial de una “democracia”. Los mismos jueces lacayos del genocida y asesino Franco continuaron siendo jueces en lo que, tras ser el tribunal de “Orden Público” de Franco, se convirtió en la Audiencia Nacional. Muchos de estos jueces ampararon a fascistas asesinos, como por ejemplo aquellos que pusieron una bomba en el Periódico El Papus (murió el conserje),  o policías nacionales disparando fuego real contra estudiantes manifestándose en 1979, los asesinos de Montejurra (1976) (fue el mismito juez quien más tarde dio libertad condicional a uno de los autores de los asesinatos de los abogados de Atocha, ah, por cierto, gracias a este permiso el asesino escapó).

La Ley de Amnistía de 1977 (sobre la cual, Marcelino Camacho, dirigente comunista, dijo:” ya enterramos nuestros muertos, enterremos nuestros rencores”, hablando a su favor, como buen vendido) amnistió a todos los criminales del franquismo, es como si tras la caída del nazismo, en vez de existir los juicios de Nuremberg, hubiese existido la Ley de Amnistía de Nuremberg, dándole la libertad a criminales como por ejemplo Goering (algo así como el Fraga español).  Asociaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional pidieron la derogación de esa pérfida ley, ya que amnistiar a criminales es cosa de “repúblicas” bananeras y salvajes, y, claro, cómo no, España hizo oídos sordos, más o menos como hizo la Iglesia Católica y Pio XII con el Holocausto Nazi.

La Transición se cobró decenas de muertos, muchos de ellos a manos del Gran Rotweiler del Franquismo llamado: Guardia Civil y Policía. Éstos mismos no dudaron incluso en disparar contra los manifestantes (como ocurrió en Vitoria en 1976, con 5 muertos, o en Tenerife, un manifestante muerto por una bala de la Guardia Civil). Otra grandísima y terrible estafa de la Transición fueron los famosos Pactos de la Moncloa.

Los Pactos de la Moncloa supusieron un brutal atropello a los derechos de los trabajadores, pues pusieron topes a los salarios, se facilitó el despido…etc. Para variar, uno de los que más promovió estos pactos fue el mismo que por honor debía atacarlos, Santiago Carrillo. Hasta Carles Navales, de CCOO (CCOO ya vendía su culo al mejor postor en aquellos tiempos) dio las “gracias” a los obreros años más tarde por aceptar perder privilegios a cambio de “obtener democracia”. No fue una Transición, fue una Traición. La Transición aún vive, y, espero, pronto este robo a los derechos fundamentales se convierta en una Revolución. Los vientos ya empiezan a soplar, y los que se opongan serán arrastrados sin piedad.

Marco Mazón Gomariz
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