El camino de las bases y otros cuentos

RicosAnte todo, para empezar a dilucidar, necesariamente vamos a aclarar varios puntos para que el lector no se sienta timado ni ofendido, sobretodos aquellos que dependen del alter-ego que llaman “popular” y ciertamente masifican el asistencialismo de las Instituciones sobre sus decisiones, sobre sus mentes.

De una pequeña nota: http://bonk.com.ar/tp/archive/1338/marcelo-fishbein-abran-las-carceles , con bastantes quiebres a mi entender, pero con una puesta en escena urgente y necesaria a visualizar sobre una realidad manoseada de prejuicios, desigualdades, represiones a mansalva y de la constante anulación de la propia existencia.

El tema: nosotros ante la desigualdad, y de ella la visión subjetiva de la cotidiana existencia. De la cultura que compartimos, cultura popular, cultura individual, cultura de un estrato social bajo, medio, alto, cultura del “bienestar”.    Cultura del bienestar suele confundirse con cultura de consumo, un error cotidiano. Por bienestar entendemos todos los elementos básicos que requerimos tanto para existir, como para desarrollar una vida en plena satisfacción, en plena libertad, y en clara consecuencia individual y por ende social.

Ahora bien, encontremos el bienestar en una situación de calle, en una situación de abandono social, de aislamiento, de discriminación constante, de explotación, manipulación, violación, vejación, invisibilizacion, tortura, abuso de poder constante, y ya bastante claro de mutilación sistemática del humano tanto que humano, tanto que persona, tanto que “derechos humanos”.

Esta situación, sostenida por el sistema Capitalista y todos sus participantes del mercado que lo hacen posible, como consumadores de tal situación: Medios de comunicación (Televisión, Radios, Periódicos), medios de formación (Colegios, Universidades), medios de socialización (Club, bares, Colectivos), medios de subordinación (Iglesias, Ejército, Policía, Colegios, el Estado y sus derivaciones). Bueno, todo este trajín de participantes que consecuentemente forman parte de la “norma”, del “sentido común” que se reproduce acriticamente e impera sobre las nociones generales. Sentido común, que valga la pena aclarar, se expande culturalmente por todos los rincones concientes de poco y nada.

El dilema que se encierra es tácitamente la expropiación directa y la justa naturaleza de esta. Justa a claras y anchas, consecuencia del sistema, consecuencia del abandono persistente de la organización Estatal, que lejos de lograr la función que se entiende por administrador de los recursos y pautas sociales, a terminado alienando al individuo en sus filas consumadas, falangistas titiriteros, formando aspirantes hacia las cúpulas financieras, mas burgueses, mas explotación, mas desigualdad. Y sin mencionar el embrutecimiento de nuestras relaciones sociales.

Como desenvolvimiento natural del instinto de supervivencia, y  legítimo grito de resistencia. Apoyar consecuentemente todo acto de expropiación hacia la burguesía, hacia sus símbolos y contra toda su cultura de consumo, de percepción verticalista, y de clara esencia fascista, es sin tabú y sin vueltas, la principal acción para desmoronar al Capitalismo.  Acción, que separada de un claro objetivo, de un claro fin, de una clara conciencia de principios y métodos, termina a la deriva. Perdiéndose en la paranoia colectiva, donde acrecienta en miedo al poseedor y aumentando las tácticas represivas se refuerzan las cadenas del sistema. Acción que termina en manos de los mercenarios, controlada por ellos mismos, la policía.

En fin, nosotros, los desposeídos, los que reformulamos los lasos sociales a fin de alcanzar la igualdad a través de la responsabilidad cotidiana de nuestra libertad (o lo que queda de ella), de una constante solidaridad con los hermanos, con los compañeros, nos queda la hermosa responsabilidad de proteger el camino de las bases, el camino de la revolución, acrecentando la crisis de las cómodas vertientes económicas, organizando la lucha contra la opresión, legitimando la expropiación necesaria de todos los recursos dominados por las elites financieras, llevando así a una distribución de las riquezas cual el pueblo debe realizar día a día.

Turco
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