Imagen y realidad. Después del 15-O

15-OTras el fin de la jornada mundial de protesta, las calles vuelven a llenarse de coches, los comercios volverán a abrir todos los lunes, volverán las prisas, el despertador que anuncia el comienzo de otro día de curro o de estudio. A excepción de Roma, donde toca limpiar las calles y reparar los daños causados por los disturbios. Luego regresará la rutina y la alienante normalidad vuelve a caer sobre la sociedad. A pesar de todo, las protestas han sido un éxito que ha conseguido reunir a mucha gente y parece que la esperanza haya germinado aun con el frío al acecho. Pero no debemos de descuidarnos y pensar que ya se ha hecho todo porque todavía queda mucho por delante.

No hay presencia de ese cambio estructural en el sistema, a pesar de las acciones de protesta que sucedieron a lo largo y ancho del globo. Las ilusiones puestas en que, a partir del Día D, el rumbo del mundo se transformaría se han disuelto entre la dura realidad, quedándose en unas fotos, unas imágenes para el recuerdo. La imagen puede ser descrita como una copia inmaterial y visible que resulta de la proyección de la realidad sobre un soporte que puede capturar imágenes. Para ciertos críticos -que no de salón- esa cacareada transformación social se ha quedado en un espejismo en que aún no hemos conseguido toparnos con el objeto real.

Quedan pues unas calles que han sido testigos de las protestas en numerosos puntos del globo. Imágenes que, no obstante, han sido hechas por quienes han optado por salir a la calle y representan esas ansias de cambiar el sistema actual, aunque estando muy lejos de ello. Frente a ésta, se presenta la realidad como un gigantesco obstáculo a derribar, un enorme conglomerado de gente pasota, masoquista y conservadora, de toda esa casta de políticos, banqueros y parásitos varios.

Y aquellos que se han quedado en el sofá pueden que hayan flipado si hubieran sabido el seguimiento que tuvo las movilizaciones, aunque para otros les resultará indiferente. Después de la jornada de ayer me replanteo que sería un grave error pensar que quedarse en casa se hacía lo mismo que saliendo de manifestación porque aquel que haya elegido sentarse en el sofá, será quien, o tiene miedo a cambiar las cosas, o simplemente vive demasiado cómodo, o cree que participar en ese tipo de manifestaciones es inútil. Por un lado, no me puedo quitar de la cabeza que este último argumento atine puesto que -ya señalado en mi anteriormente- el ciudadanismo que solo apunta a defender el Estado de Bienestar y el Estado de Derecho, además de pedir reformas, no podrá acabar con este podrido sistema. Por otro, no se puede negar que gracias a este movimiento la gente está despertando y se va dando cuenta de que hay que movilizarse. De hecho, el 15M ha permitido que podamos llevar a las asambleas nuestras ideas e inquietudes, sin olvidarnos tampoco que funciona de manera horizontal y sin jerarquías.

Algo hemos avanzado y solo es el comienzo. El viaje comienza desde el primer paso y no es aconsejable pensar en llegar lo antes posible. Sin prisas pero sin pausas, construyendo poco a poco y disfrutar del paisaje durante la ruta.

Luis Pascual
http://www.mundolibertario.org/secciontumornegro/
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