La ultraderecha y la inmigración

NazisDurante buena parte del siglo XX el comunismo fue considerado la principal amenaza de Europa, Estados Unidos y el mundo libre.

Con la caída del muro de Berlín se derrumbó el principal enemigo de la ultraderecha y le tocó al presidente Ronald Reagan asumir el derrumbe del comunismo. Al no tener un enemigo a quién echarle las culpas, se tuvo que contentar con definir al narcotráfico como el nuevo objetivo a combatir.

Recordemos la época en que México tenía que ser evaluado, certificado, cada año por su participación en la lucha contra los cárteles. Si Calderón hubiera sido presidente en aquella época habría sido un paladín de fama mundial.

Pero la lucha contra el narco no cuajó como modelo antagónico. Hasta los políticos más puritanos de Estados Unidos tuvieron que confesar que en algún momento de sus vidas, especialmente en sus años juveniles, tuvieron algún contacto con las drogas.

Entonces la inmigración se convirtió en la nueva amenaza que necesitaba la derecha. La lucha contra los migrantes, extranjeros, pobres y diferentes podía acoger a múltiples grupos y tendencias. Es el enemigo, el pretexto perfecto, que cumple con todos los requisitos: los extranjeros son una amenaza a la identidad, un peligro para la cultura y las tradiciones, acaparaban puestos de trabajo y son ilegales, no respetan la ley. A todo esto se sumó la catástrofe del 11 de septiembre, que vinculó de manera definitiva el asunto migratorio a la seguridad nacional.

Detrás de las campañas antinmigrantes se esconden los xenófobos que odian a todos los extranjeros; los racistas de siempre que encontraron un campo abierto donde camuflar sus intenciones; los nacionalistas y «nativistas» extremos, como los minuteman, que creen defender la patria contra la invasión extranjera; los neofascistas que reúnen varias cualidades: nacionalistas, racistas, xenófobos y antinmigrantes; incluso los que propugnan y luchan detrás de la consiga del english only.

A ese carro se subieron los políticos de derecha. El tema de la inmigración se convirtió en una fuente inconmensurable de votos, tanto de ultraderechistas y conservadores como del pueblo en general, que se espantan ante cualquier amenaza y se creen todo lo que dicen en la televisión.

Otra consigna que se esconde detrás del tema migratorio es la pugna entre los distintos niveles de gobierno: entre los estados y la federación, entre los agentes de la migra y los policías locales, entre los políticos provincianos y los que gobiernan en Washington. El tema migratorio es de competencia federal y así lo han corroborado las cortes en Estados Unidos, pero eso no ha podido detener la catarata de legislaciones antinmigrantes.

En efecto, se ha dado una verdadera avalancha legislativa en los estados con el objetivo de perseguir la migración irregular, limitar su acceso a servicios básicos y criminalizar al migrante. En el año 2005 se presentaron a nivel estatal 300 propuestas de ley relacionadas con la inmigración y fueron aprobadas 36. Y ese número se multiplicó por 10 para 2009, cuando se presentaron 1405 propuestas y se aprobaron 259.

La persecución oficial de migrantes, liderada por políticos de derecha en busca de votos, ha conducido lógicamente al incremento de los crímenes de odio contra los hispanos. En 2003 fueron catalogados como tales 426 casos y año a año han ido subiendo los crímenes de odio. Hasta que en 2009 se contabilizaron 595 casos, lo que significa 1,6 casos por día en promedio.

En Europa se marcha por el mismo camino. Pero allí, detrás de la lucha antinmigrante se esconden todos los fantasmas del fascismo, totalitarismo, racismo, xenofobia e intolerancia. Lo que antes se expresaba en forma de antisemitismo ahora toma la forma de islamofobia. Obsesión que viene desde del tiempo de las cruzadas, se alimentó durante el periodo colonial y se recrea cada día con el apoyo irrestricto a la política guerrerista de Israel y la declaración de guerra de la yihad islámica.

Para los neofascistas europeos la amenaza del presente es la integración, la raza aria se ve amenazada ya no por los judíos sino por un Estado demasiado tolerante que permite la inmigración, autoriza los matrimonios mixtos y fomenta el mestizaje. El ataque del fanático noruego Andrés Breivik fue contra las instituciones y contra la sociedad noruega que permite esta situación.

La oleada neonazi que crece día a día en Europa es alimentada por políticos como Nicolás Sarkozy y Angela Merkel que ya pregonan el fracaso del multiculturalismo, con la esperanza de ganar votos.

Europa cierra sus puertas a la emigración extranjera y se encierra en sí misma. Se están cerrando la puerta entre ellos mismos, como Dinamarca que ha vuelto a imponer los controles fronterizos. La libre circulación de la zona Schengen en Europa está amenazada, ya no por los inmigrantes, sino por los políticos de derecha que siembran miedo y recelo en la población. También, es necesario decirlo, por los extremistas musulmanes que se han encargado de hacer realidad sus delirios guerreros y su guerra santa.

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