San Dinero, Dios de Dioses

…..Ni dios, ni amo, ni marido, ni partido, ni patrón, ni dinero.

DineroEsta aportación, es más un sueño que una reflexión. Todos hemos escrito mucho sobre las religiones en particular sobre la católica, la más aberrante y dañina que hayamos palpado en la mente y en la piel durante muchos siglos y en cada generación. Así como otras muchas que han mutado a lo largo del tiempo con el mismo denominador común, creer en la existencia de lo que nunca se ha visto con la única razón de someter al ser humano con la más absoluta obediencia pagando bonos de sacrificios para el último viaje hacia la muerte.

El ser humano no ha hecho más que entorpecer la propia existencia desde el momento que se nace hasta la última exhalación de aire. Todas las cadenas que nos han puesto y nos hemos impuesto, prueba la ignorancia de lo que somos capaces de hacer, la inteligencia solo es un ejercicio de dominación unos sobre otros. No existe otro animal en la tierra que sea capaz de destruir y auto-destruirse así mismo, en términos generales hemos inventado un sin fin de leyes para ser gobernables desde todos los ámbitos de nuestras vidas, aceptando todas las contradicciones al margen de las leyes naturales relegándolas a un plano que nadie se plantea.

Las subyugaciones son infinitas, de tal manera que hemos elaborado un sutil engranaje con un mecanismo a priori irreductible, un mecanismo que tiene más que ver con la estructura mental alienada llegando ha extremos de estandarización como si se tratara de una cadena de producción donde cada uno de nosotros pasamos por una cinta transportadora verificando nuestra sinapsis neuronal donde todos tenemos el mismo código del hipotálamo, transformando las glándulas hormonales a la obediencia y resignación. Hacernos creer todo este montaje aunque saltemos y bailemos al son de la samba del gran hermano, hemos caído en otra creencia mucho más terrenal y palpable pero no menos dañina, poner precio a nuestra existencia con códigos de tarifas que van desde mínimos establecidos en función del grado educacional, pasando por tarifas de lujo de aquellos que con instinto predador domina y subyuga a la inmensa mayoría.

Este engranaje tridimensional se puede apreciar la enorme estructura en la que estamos ubicados, muchos dibujos que se han publicado hablan por si solos, la verticalidad de la sociedad global nos muestra el sostenimiento del sistema, cada brazo encadenado, cada grillete en los pies, cada cara desencajada, es el esfuerzo brutal que tenemos que soportar, no deje espacio al pensamiento para cuestionar los pasos que hay que dar para derrumbar semejante estructura. Mientras sostenemos el engranaje, estamos pagando precios a modo de tributo financiero simplemente por estar ahí sujetando la estructura para no sentirse «excluidos». Esta patraña del sistema es su mejor baza para adulzorar nuestra existencia, porque el precio establecido forma parte de los beneficios en sus estructuras financieras, no al contrario. El control preconcebido de antemano no trastoca los intereses de sus razones.

El tejido estructural se ha ido elaborando como la biblia de innovadísimo testamento, con párrafos de obligado cumplimiento donde la sociedad pasa por la criba de los templos financieros, con sucursales en todas y cada una de las pequeñas y grandes ciudades, pequeñas ermitas con cajeros automáticos donde depositar los catecismos llamados tarjetas de créditos o débitos; he visto gente santiguarse al entrar cuando introducen las cartillas en sus bocas devorando los cuatros chavos con el peculiar ruido del lector chirriando, quedándose todo el sudor de la explotación estructural. El resultado negativo es como leer los diez mandamientos del catecismo, «no protestarás a tu dios en vano, no tendrás malos pensamientos de liberación, no matarás a tu patrón, no desearás los bienes de tu amo, no difamarás tu anulada vida, no gritarás en contra de las fuerzas que nos protege».

Esta sacro-santa inquisición tiene el vicio de interferir en el control absoluto de todos los movimientos que realizamos en las etiquetas tarifarias de nuestras vidas, es decir en el precio que llevamos colgado como una medallita o escapulario en forma de nómina con la esfinge de la empresa donde prestamos nuestros servicios para subsistir, pero el dinero es como dios pero con matices diferenciados, se ve pero no se toca pasando como un espejismo subliminal  pero con una dependencia brutal, hasta extremos retorcidos capaces de matar por el.

El valor que le hemos otorgado es tan elevado y sublime, ha hecho de nosotros los siervos mas fieles sin pensar que hoy en día es nuestro peor enemigo por muchas razones existenciales. Los grandes templos han reinventado su valor en si mismo, han trasformado lo que fuera una moneda de cambio a pasar a ser un producto de primera necesidad como un bien de consumo pero sin trastocar su verdadero sentido; un juego de valores acuñando divisas capaces de comprar países denominadas empresas mercantiles comprando y vendiendo «deudas» estatales incluyendo a toda la población. Por desgracia el dinero es el medio perverso para la subyugación global, la finalidad es el objetivo para conseguir el poder absoluto, el dios terrenal.

Es muy difícil desterrar de nuestras vidas semejante sometimiento, no valen reformas pero si procesos de concienciación y análisis como desestructurar lo establecido tan enquistado en nuestras neuronas con el ADN en el código de barras, la simpleza de creer que trabajamos a cambio de un salario, ha pasado a la historia como el antiguo testamento; es mucho más complejo de lo que parece, es un modelo de existencia dependiente y esclavista.

Cuantas veces he soñado vivir sin dinero, no con el sentido de la autosuficiencia si no equilibrar todos los recursos reduciendo al máximo la superfluoridad de los bienes de consumo, la gratuidad de todo, elaborando y creando con racionalidad lo que necesitamos para vivir, entrar en un super como almacén de bienes coger lo que se necesite, el transporte, el ocio, la cultura…la vivienda, la sanidad etc… sin negar los avances tecnológicos y científicos, pero la productividad sin excedentes mercantilistas, jornadas laborales reducidas colectivizadas para el abastecimiento, sin comprar y sin vender nada, porque la finalidad es el ser no el tener u obtener….en todo caso aflorar la verdadera libertad esa que aún desconocemos, esa que le pusieron precio como moneda de cambio en las mal llamadas revoluciones, esa que se utiliza como material político y de consumo, esa que siempre ha estado encarcelada en las mazmorras de las mentes que nunca ha podido expresarse de verdad por vetos y cotos de caza contra la propia existencia de nuestra supuesta humanidad.

Hoy por hoy puede ser impensable pero no imposible, aunque la imaginación es gratis, hay que derrochar imaginación, sacudirse las limitaciones mentales y sacar el esclavo que llevamos dentro vomitarlo sin miedo, ser conscientes que nuestras vidas no tiene precio alguno, somos la finalidad de la existencia, no el medio para los opresores que nos dominan en nombre del dios dinero, porque los medios y los recursos los obtenemos mediante las riquezas del planeta y el ingenio de la inteligencia supuestamente equilibrada, daría paso al ecologismo para mantener la supervivencia de todo bicho viviente sin agredir lo que realmente nos amamanta. 

Demos el paso todos juntos, para derrumbar el peso que sostenemos..si nos apartamos caerá sobre su propio peso!!

Salud y anarquía!!! 

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