La creación de micro-mundos y esferas privadas que otorgan seguridad al individuo y a las sociedades más desarrolladas por parte del Capitalismo se lleva a cabo por la aplicación de Éste de una desigualdad planificada (político-social-económica) en el mundo que genera división y por lo tanto conflictos de diversa índole en las zonas más desfavorecidas y menos desarrolladas, es decir, la seguridad o inseguridad (como creación de conflictos) se mide por comparación y se aplica según los intereses del Estado y el Capital.
Donde hay acumulación hay limitación, y por ende inseguridad y desconfianza en un mismo y en el prójimo.
La explicación de que el hombre sólo se siente libre por ejemplo cuando come o practica sexo es sencilla en el sistema de dominación capitalista porque en la inmensa mayoría de las ocasiones su supervivencia está supeditada al trabajo asalariado, es decir, a una forma de trabajo impuesta, dependiente y sumisa que hace imposible o muy difícil hallar algún atisbo de libertad o creatividad en el trabajo que se desempeña.
El grado de manipulación o sumisión viene determinado por la asimilación y creencia que tiene cada individuo o colectivo de la propaganda que emana del Poder. En este contexto la propaganda determina la conciencia del sujeto o como dirían los marxistas, «el individuo es un producto de la sociedad». Si la propaganda como tal no ejerciera el influjo sobre el hombre del que aquella se espera, dejaría de tener la relevancia para modificar el pensamiento y la conducta sobre la sociedad, como vemos, si «el individuo es un producto de la sociedad» no es tanto porque la sociedad tiene una influencia determinante sobre el individuo, sino más bien es porque éste se ha dejado adoctrinar por la propaganda que en este caso ejerce y monopoliza una élite de poder para controlar a la sociedad.
El pensamiento único o unidimensional se impone, asimila y adscribe y por la tanto se consiente, tolera y finalmente también se acaba ejerciendo como dogma de fe por parte del individuo y de la sociedad.