La subversión de un mundo sin fundamentos

Nota: El siguiente texto lo escribí originalmente para la revista nada y reune algunas reflexiones sobre la obra de Francisco Varela, la idea de la transvaloración de Nietzsche y la filosofía madhyamaka

“El fenómeno de la vida como un todo quiere decir, precisamente que el acto de vivir precede a la explicación de los orígenes de la vida sobre la tierra. Que el conocer precede a la comprensión del conocer visto como mecanismo biológico y neuronal. Que la experiencia vivida es la base misma de la exploración científica de la conciencia.”

Tomado del libro “El Fenómeno de la vida” de Francisco Varela

El nihilismo expresado por Nietzsche en su obra la voluntad de poder plantea un dilema en el cual la vida es insostenible apelando a los valores socialmente aceptados, y a la vez se conserva la tendencia a apegarse a ellos. Este dilema también se ha expresado en el marco de las ciencias cognitivas al manifestarse la contradicción entre el descubrimiento teórico de la ausencia o des-unidad del “yo”, por un lado, y nuestra experiencia cotidiana de tener algo como una conciencia que se mueve de forma estable a lo largo del tiempo, es decir aquello que denominamos nuestra identidad. Esta discordancia entre la experiencia humana y los descubrimientos científicos ha tratado de ser resuelta por el filósofo y biólogo Francisco Varela, quien resume en cuatro puntos una propuesta para establecer un puente que supere esta contradicción:

La primera idea que plantea es que “la mente no está en la cabeza”, descartando las analogías que presentan metáforas computacionales para explicar el fenómeno de la conciencia y proponiendo que los fenómenos cognitivos necesariamente están “encarnados” o inscritos corporalmente en la actividad sensorio-motriz del organismo, que a su vez es inseparable del mundo con que interactúa, por lo que no captamos los objetivos como si estuvieran ahí “afuera” de forma independiente, sino que los objetos van emergiendo como resultado de cómo nos movemos en el mundo. Esto se denomina cognición “enactiva”

La segunda idea que plantea es que “la mente ni existe ni no existe”. Este enunciado paradógico plantea el descubrimiento de que la conciencia aparece por un fenómeno denominado “sincronía de fase” en que de la actividad grupos de neuronales deslocalizados entre sí adquieren una súbita coherencia global, que de la misma forma abrupta en que aparece se deshace y vuelve a aparecer para deshacerse nuevamente en un proceso continuo, por lo que la aparente continuidad que asumimos tener en nuestra experiencia cotidiana es producto de este movimiento. Estos estados globales que aparecen se denominan propiedades “emergentes”. Una forma simple de entenderlo es imaginar como un hormiguero puede comportarse como un organismo mediante la actividad distribuida de todas las hormigas que lo componen. Esta posición, que implica una vía ascendente en que el todo es más que la suma de las partes, también contempla una vía descendente en que el estado mental que emerge a su vez puede transformar la acción de los componentes locales, lo que se expresa por ejemplo en los fenómenos denominados psicosomáticos. De esta forma las transiciones desde estados locales a estados globales implican que la conciencia no “representa” de forma especifica el mundo, sino que la percepción del mundo emerge como un acto de imaginación para dar coherencia a la relación entre los puntos de emergencia y enacción junto a su acoplamiento dinámico a su entorno.

El tercer punto plantea que “esta mente es esa mente” y quiere decir que la mente se constituye para con los otros mediante la capacidad de interpretar sus estados emocionales, esta capacidad tiene una continuidad en la historia evolutiva de los primates y se puede denominar como “empatía”, y ha puesto de manifiesto en las investigaciones científicas que incluso la expresión de afectos puede incidir en la expresión genética, además de modificar la organización cerebral. De esta forma se rompe el dilema naturaleza/cultura y se sustituye por una idea de proceso activo en que los componentes internos como externos se influyen recíprocamente y que necesariamente la mente emerge de un trasfondo afectivo que resulta pre-reflexivo.

El cuarto punto plantea que la conciencia es un “asunto público”, en el sentido de que un examen detallado de la propia experiencia humana como el realizado en la filosofía madhyamaka, mediante el método de la presencia plena-conciencia abierta, pone de manifiesto la transitoriedad e impermanencia de nuestros estados afectivos y mentales, siendo una reacción condicionada, un mero habito la idea que poseemos algo como una identidad estable en el tiempo y separada del mundo.

Estos cuatro puntos plantean la necesidad de entender la conciencia como un proceso más que como una categoría que tenga una existencia propia, por lo que la genuina expresión de nuestra individualidad pasa a estar ligada tanto a la forma en que nos movemos en el mundo, como al acoplamiento que establecemos con los otros y la naturaleza. Esta posición puede resumirse como una vía intermedia entre el objetivismo y el subjetivismo, en el sentido de que ni el sistema cognitivo capta leyes inmutables del mundo exterior mediante representaciones, ni tampoco el sistema cognitivo “crea” el mundo como un reflejo de las leyes internas del organismo, sino que la experiencia del mundo no está ahí afuera al margen de nuestras aptitudes perceptuales y cognitivas, ni tampoco está ahí adentro al margen del contexto social y biológico más amplio. Esta idea se denomina cognición como acción corporizada y supera la dicotomía mente y cuerpo, expresando una circularidad inalienable entre el acto de vivir y conocer.

Esta idea de las ciencias cognitivas enactivas encuentra afinidad con la filosofía madhyamaka del pensador Nagarjuna, para quien ninguna cosa puede ser comprendida fuera de sus relaciones y condiciones de origen y deterioro, por lo que se encuentran vacias en sí mismas, lo que se denomina “sunya” y a diferencia del descurimiento teórico de la desunidad del yo que plantean las ciencias cognitivas o Nietzsche, implica un hallazgo de corte experiencial basado en una dialéctica de negación de la sustancialidad e independencia de cualquier categoría, poniendo de manifiesto que las distinciones que trazamos en el mundo son producto de nuestra historia de acoplamiento corporizado con el mundo.

¿Que implica en concreto todo esto? La percepción de la falta de fundamentos últimos en la realidad ha conducido a la aceptación de toda clase de dogmas en todas las esferas de la vida y las jerarquías sociales que implican, como una forma de protegerse del sin sentido, sin embargo este descubrimiento de la vacuidad de la realidad en el madhyamaka no tiene la misma connotación negativa que tiene en la cultura occidental y que incluso el propio Nietzsche intento superar con su idea del “nihilismo positivo”. Por ejemplo el filosofo japonés Keiji Nishitani admira el intento de Nietzsche de transmutar y subvertir todos los valores, sin embargo considera que no lo lleva hasta sus últimas consecuencias transformadoras. La percepción de la vacuidad en si misma implica la posibilidad de descondicionarnos por completo de cualquier imagen del mundo de una sociedad jerarquizada, planteando la posibilidad de un pensamiento que equilibra la individualidad genuina con un pensamiento planetario y basado en esta negación radical que supera dilemas morales dualistas por la viabilidad de cada acción en el mundo desde la perspectiva de una comprensión profunda de la interdependencia de los fenómenos.

En conclusión, cada sistema social jerarquizado, al administrar nuestros deseos y coercionarnos, nos impone una forma de movernos en el mundo de la que emerge una experiencia fragmentada entre mente y cuerpo que alimenta, a su vez, la ilusión de un “yo” estable compuesto de las prácticas sociales impuestas y su trasfondo afectivo. Esto socava simultáneamente aquello que nos hace únicos y aquello que tenemos en común, por lo que más que una transmutación de los valores como la propuesta por Nietzsche, se necesita una transmutación de los afectos de los que pueda emerger una sacudida de las descripciones del mundo que nos son condicionadas a medida que crecemos. Es decir, sentir como experiencia el hecho de que somos producto de siglos de condicionamiento social y evolutivo y que, al tocar la textura de ese hecho como una experiencia, se abre una posibilidad de un infinito potencial de transformación de nuestras relaciones cotidianas y una subversión de las sociedades jerarquizadas.

La exposición deliberadamente resumida de estas ideas puede ser profundizada en los libros de Francisco Varela “De cuerpo presente las ciencias cognitivas y la experiencia humana” y el fenómeno de la vida” que pueden descargar completos en estos links:

http://estesis.bligoo.cl/media/users/19/993761/files/231732/88471217-De-Cuerpo-Presente-Varela.pdf
http://cuva.uta.cl/index.php?option=com_k2&view=item&id=1659;francisco-varela-el-fen%C3%B3meno-de-la-vida

Fuente: http://elvirusdelasubversion.blogspot.com.es/2016/01/la-subversion-de-un-mundo-sin.html 
¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio