El Custodio Familiar (o la Psicosis del «querer gobernar»)

Para las decenas de miles de jóvenes que han limitado 

sus sueños y aptitudes ante el designio del custodio familiar.

 

Hasta que la familia no se entienda como un conjunto revolucionario

de confianzas e intercambios mutuos, deberá ser abolida.

 

La cuestión de la identidad sólo se suscita en la exposición de las comunidades de segunda categoría, es decir, en la relación de la línea de identidad individuo-comunidad. La falsa identidad es plantearse una para obtener una pertenencia como destino, no como alternativa a nuestras acciones. A la edad de los 10 años, el niño comienza a formar su propia identidad, y no de forma concreta desde la percepción mediática y cultural, sino con la influencia de la prohibición como fisiología del vivir.

La paternidad resulta muchas veces como un proceso de detenimiento, en el cual el desenvolvimiento educativo y social del niño se frena a sus anhelos ya de coherencia lógica.En los adultos, un deterioro radical de la confianza básica y un predominio de la desconfianza externa se expresa en una forma muy particular de extrañamiento grave que caracteriza a los individuos retraídos cuando se disgustan consigo mismos o con los demás, añadiendo la complicación de la estabilidad emocional al vivir bajo jornadas laborales extensas, o en la totalidad del trabajo que no es deseado. Dicho retraimiento es muy notable en los individuos que hacen una regresión a estadíos psicóticos que apuntan a generarauctoritas artificiales: ser gobernado dirige al individuo a una necesidad psicótica del querer gobernar.

A diferencia del inconsciente del Yo de Freud, retomamos la explicación de Erik Eriksson sobre la identidad: «un sentirse vivo y activo, ser uno mismo, la tensión activa y confiada y vigorizante de sostenerlo que me es propio; es una afirmación que manifiesta una unidad de identidad personal y cultural» (1) . ¿Cómo lograr una dinámica de interacción social cuando el jefe de familia lo prohíbe o limita?

Manifestamos la importancia de que la familia sea vista como una alianza anti-autoritaria, basada en individuos Libres y no en el paternalismo de la prohibición. Decidir sobre los demás es oprimir, generar decisiones conjuntas es fortalecer el apoyo entre familiares. ¿Y a qué viene todo esto?, en que el joven visualiza a sus padres como una hacienda del permiso, como instituyentes de la ley familiar, cuando sólo son los guías hacia lo intrapersonal (2). Desde una salida de ocio hasta la elección de la carrera académica, los padres generan actitudes psicóticas y de controlación. Son la contrariedad y no la confianza en cuanto a gustos y actitudes. So pretexto de propiciar el “mejor futuro”, habrán de crear sistemas de moral y vigilancia que obliguen a mantener lealtad a la familia y no al Yo. Esto es de gravedad; imponer horas de llegada, controlar y espiar las amistades de los hijos, instaurar culturas de la obediencia religiosa-moral, rechazar los gustos sexuales y la sexualidad Libre son algunos de los mecanismos de opresión que suelen darse más seguido, sin embargo, hay nimiedades totales como el arte del amendrentmiento ante las ideas contrarias a la de los padres,  el castigo como arma punitativa (que incluye el encerramiento, el hostigamiento y los insultos en lugares públicos o el despojo material y de los medios de comunicación), en casos más lastimosos; la violencia física o psicológica. Si traemos un Ser al mundo, ¿es paragolpearlo o para amarlo?

Del lado contrario, los padres regularmente piensan en la recompensa material como un pago a las buenas calificaciones en la institución educativa del niño, ¡terrible consentimiento burgués!, si bien las necesidades de lujo son inherentes a todo individuo, las acciones comunitarias y éticas tienen más peso que el número que se plasma en un examen aprobado. Dentro de la realidad –que tanto le falta al adulto resignado a la explotación- lo que mantendrá a su hijo será el trabajo renumerado o la profesión especializada, y no la repetición de patrones o la obtención de notas de excelencia (3). ¿Desde cuándo nuestras acciones se rigen por un diploma o una calificación?

Ante la sociedad capitalista, el pater buscará la mejor preparación del joven ante los mismos mecanismos decompetencia desarrollados por el capitalismo; los padres prefieren una lucha de «habilidades» (Charles Darwin, ilústremente justificando al capitalismo) que una lógica de solidaridad y apoyo mutuo (Piotr Kroptkin musicalizando la sociedad del bienestar) bajo el lema “quiero que tengas una mejor vida que la mía”, ¡pobres!, ¡sus lamentaciones privan de la Libertad social a sus hijos!, el ya mencionado estadío psicótico de la resignación. Dentro de los hogares deben existir normas de acuerdo al “trabajo igual al valor”, claro está, pero no deben existir jueces que dicten lo que es bueno o malo para el hijo, sino guías del saber, en relación al desarrollo de las comunidades.

Los jóvenes deben convertirse en personas por derecho propio y radical (4), no aceptar el se reprochados hasta el más mínimo detalle de su vida social del adolescente. ¡No harán caso al complejo de la resignación y el hermetismo moral! Si tanto tedio por definir la vida de los hijos, ¿qué dolor les acontece cuando hablan de dignidad y estirpe!, si en conjunto somos parte de una clase social marginada que no ha querido (y se oculta tras las telarañas del «no se puede») transformar su realidad.

¡Que muera la familia como institución jerárquica!


Apéndice I: ¿Por qué la Familia es Contrarrevolucionaria?

Actualmente (y desde el avance informático de la guerra de clases en el sector servicios), son los jóvenes y el estudiantado quienes han dado mucho que hablar en las protestas del nuevo siglo. Sería una forma parcial el describir únicamente a la familia como una forma de oposición a la lucha de los movimientos estudiantiles por el hecho de conceder o no las decisiones por sobre de la estadía, el tiempo y los lugares a los cuales el joven «puede» o no frecuentar, y en el caso de las protestar, asistir con toda confianza.

Retomando lo escrito en la primera parte, es la transmisión inconsciente de todos los valores (o anti-valores) y el anacronismo de vida que se busca para los hijos, teniendo como base la ‘empiria’ que se vivió entre 3 o 4 décadas antes que ellos, épocas donde los golpes a las organizaciones proletarias, la guerra sucia y la incrustación de la mass-media como medio cultural cotidiano se volvieran reglas más rígidas en la vida de las personas.

Ahora bien, la exageración del paternalismo se proyecta en la relación permiso-deber, es decir, obstaculizando todo tipo de actividad revolucionaria, sabiendo que éstas necesitan de una gran preparación para golpear fuertemente sus objetivos mediante una ardua organización, estancia fuera de casa, material y dinero gastados para propaganda, etc. Michel Onfray en el 2012 impartió en varios rincones del planeta la conferencia El postanarquismo explicado a la abuela donde pone en hincapié que las decisiones de vida de un familiar por sobre de otro no sólo es prueba directa del autoritarismo psicológico que provoca el capital mediante el brazo del trabajo asalariado, sino una forma de que surja un «rebaño anarquista» o «rebaño activista» que dogmatice la idea de los proyectos anti-capitalistas o métodos de destrucción de la sociedad moderna, pues la falta de interconexión y experiencia con otros militantes, grupúsculos, los pueblos en resistencia y con la organización popular misma, deja entre-abiertas las posibilidades de extender el libre conocimiento teórico-pragmático, en lugar de liberarlo hasta sus más grandes expresiones.

Los hijos (y posibles militantes de la próxima revuelta social) ya no sólo se juegan dentro de casa su papel ideológico en sociedad, sino la Libertad misma de poder expresar una intención de cambio que hoy es más que necesaria para las nuevas generaciones.

Si la familia te impide revolucionarte… ¡habrás de salir inmediatamente de allí!

Apéndice II: ¿Eres un Maestro de Enseñanzas para tu Hij@ o un Custodio Familiar? (5)

– ¡Niñ@ estate quiet@!
-¡No te muevas!
-¡No hagas eso!
-¡Qué te sientes!
-¡Qué comas!
-¡Come, que te doy!
-¡Hasta que no te lo termines, no hay postre!
-¡No toques ahí!
-¡Quita de ahí!
-¡A la cama!
-¡A tu cuarto!
-¡Déjame en paz!
-¡No incordies!
-¡Vete a jugar y no molestes!
-¡Iros de aquí!
-¡Fuera de aquí!
-¡No os peleéis!
-¡Deja a tu hermano!
-¡No chilles!
-¡Cállate!
-¡Estáis castigados!
-¡A estudiar!
-¡Si apruebas te compro la bici!
-¡No te van a traer nada los Reyes!
-¡No me levantes la mano!
-¡Cómo tienes tu cuarto!
-¡Tú tienes la culpa!
-¡No te lo doy!
-¡Si sigues llorando te doy un guantazo!
-¡Los hombres no lloran!
-¡Qué inútil eres, hij@!
-¡Si tú no entiendes!
-¡No saltes en el sillón!
-¡Deja de arrastrarte por el suelo!
-¡No te manches!
-¡Que te vas a poner perdid@!
-¡No juegues que te mojas!
-¡No me lo pidas!
-¡Soy tu padre (o soy tu madre, etc.)!
-¡Ven aquí!
-¡Aquí mando yo!
-¡Sé valiente!
-¡Sé buen@!
-¡Eres más burr@ que un ‘arao’!
-¡Das más que hacer que un/a hij@ tont@!
-¡Cuando yo hablo tú te callas!
-¡Eres un/a tont@!
-¡Eres un/a idiota!
-¡Cómo he podido tener un/a hij@ tan tont@!
-¡No te toques ahí! ¡No seas guarr@!
-¡Serás lo que yo diga!
-¡Harás lo que yo mande!
-¡Yo, que por ti renuncié a los mejores años de mi vida!
-¡Yo, que me he pasado la vida trabajando para ti!
-¡Si se entera tu padre!
-¡Déjale que llore!
-¡Es muy consentid@!
-¡Da las buenas noches!
-¡Da las gracias!
-¡Da un beso a tu abuelo!
-¡Dale un beso a «menganita»!
-¡Eres muy caprichos@!
-¡A las diez en casa!
-¡¿Dónde has estado?!
-¡¿Qué horas son estas de llegar?!
-¡Qué pintas llevas!
-¡Vas como un/a gitan@! 
-¡A ver si te cortas el pelo!
-¡Vas haciendo el ridículo!

 

Demián Reyes


(1) Erik Eriksson, Infancia y Sociedad, Buenos Aires, Paidós, 1983.

 

(2) Consúltese «La Psicología de la Norma Jurídica» en mi Hermenéutica de las Prisiones, México, Revuelta Epistémica, 2015 pp. 67-70

(3) Aunque en la sociedad industrializada del mexicano mediocre, sí llega a tener más valor un currículum vitae que la capacidad laboral o intelectual en cualquier ámbito: “en México el papelito habla”.

(4) Erik Eriksson, Identidad, Juventud y Crisis, Buenos Aires, Paidós, 1974, p. 71.

(5) Extracto de “La Represión de los Sentimientos en la Infancia”, Asociación Antipatriarcal, Pedagogías Libertarias.

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