Adiós CNT – Sindicato de Oficios Varios de Vilagarcía de Arousa

La Asamblea del SOV de Vilagarcía de Arousa quiere comunicar las razones que nos han conducido a abandonar definitivamente la CNT.

Antes de continuar es necesaria una breve presentación que ayude a contextualizar. En lo que a esto respecta cabe decir que la CNT fue destruida por la acción de la represión durante y después de la guerra civil, lo que condenó a sus afiliados al exilio, la clandestinidad, la cárcel o la muerte. Durante cerca de 80 años la CNT estuvo ausente en Vilagarcía de Arousa, si exceptuamos los breves periodos de reconstrucción de la organización durante la dictadura. Así, a principios de este s. XXI la presencia de la CNT fue meramente testimonial hasta que en 2012 el número de afiliados se multiplicó rápidamente por 10, y juntamente con esto la actividad sindical comenzó a hacerse mayor y más intensa. Ya en septiembre de aquel mismo año hubo el primer intento de refundar la CNT en Vilagarcía, pero desafortunadamente fue frustrado por la propia organización. A pesar de esto la actividad continuó con campañas de solidaridad con compañeros de otros sindicatos, proyecciones de documentales, conferencias, manifestaciones, piquetes informativos durante las diferentes huelgas, mesas de propaganda, etc.

Ya en 2013, ante la falta de un local que satisficiera nuestras necesidades organizativas, nos planteamos seriamente ocupar un espacio del Patrimonio Sindical Acumulado que no estaba siendo usado, a pesar de que la patronal tenía concedida la cesión de uso por parte del ministerio de trabajo. Sin embargo, y una vez más, la organización se opuso a que hiciéramos la ocupación y esta se demoró hasta julio de aquel mismo año, momento en el que a pesar de las reticencias que encontramos decidimos ocupar el local que hoy utilizamos. Desde entonces aprovechamos las nuevas capacidades logísticas de las que disponíamos para intensificar nuestra actividad y tratar de dar proyección a la CNT en nuestra localidad. Para septiembre de aquel mismo año decidimos fundar nuestro sindicato aunque no solicitamos la federación a la CNT hasta principios del año siguiente.

En mayo de 2014 finalmente nos adherimos a la CNT como un sindicato más dentro de la regional galaica, a pesar de que la solicitud la hicimos con anterioridad y que entonces la organización también intentó impedir nuestra existencia dentro de la confederación. Todo esto resultaba paradójico para quienes hemos puesto todo nuestro empeño en hacer que la CNT sea en esta comarca una alternativa a los sindicatos amarillos, pero a pesar de ello seguimos adelante. Durante aquel verano llenamos el local de actividades, desde conferencias, proyecciones, charlas, coloquios, cursillos y talleres de diferente tipo, jornadas antirepresivas, visita a las fábricas para hablar con los trabajadores, etc.

Así pues, la situación en Vilagarcía es la de un sindicato activo cuya afiliación se moviliza y que ha contribuido a crear una alternativa sindical en la comarca que hasta hace poco no había. Por esta razón consideramos que es importante explicar las razones que nos han conducido a desvincularnos de la CNT, lo que contribuirá a entender la compleja y difícil problemática que se vive dentro de esta organización, algo que suele pasar completamente desapercibido para el público general que por lo demás acostumbra a tener una idea que en nada se corresponde con lo que hoy es la CNT.

Entendemos que la CNT ha evolucionado, o más bien involucionado, hacia un modelo de organización distinto del que históricamente ha representado y que nos ha llevado a una situación en la que su discurso, con son sus principios, tácticas y finalidades, no se corresponde en absoluto con su práctica organizativa cotidiana. Por el contrario comprobamos que se ha instalado un modelo de organización centralizado en torno a los más grandes sindicatos que en los ámbitos regional y confederal tienen la hegemonía decisoria. Esto se debe a un sistema de votación que en nada se diferencia del de la junta de accionistas de un banco o de una empresa capitalista, con la particularidad de que en el lugar de acciones se compran votos. Quizá mucha gente todavía no sepa que en la CNT los acuerdos entre sindicatos son tomados en función del dinero que cada sindicato aporta a la tesorería según su número de cotizantes. La consecuencia ha sido que los sindicatos con más cotizantes son los que mandan, a veces con más votos que todos los demás sindicatos juntos, lo que, como a continuación veremos, no quiere decir en absoluto que sean los afiliados quienes decidan. El resultado de este tipo de sistema decisorio no ha sido otro que haber convertido el dinero en la medida de todo y en un elemento central determinante de las decisiones tomadas, de tal manera que quien más dinero pone encima de la mesa es quien manda.

En la práctica los grandes sindicatos que controlan los procesos decisorios dentro de la CNT están controlados, a su vez, por una minoría dirigente debido a la baja participación de la afiliación en la vida del sindicato. De este modo las estructuras de coordinación entre sindicatos han devenido en estructuras de poder que son utilizadas para controlar y dominar a los demás sindicatos, y por tanto para que estas minorías impongan su voluntad. Así es como se ha eliminado el federalismo de un plumazo al menoscabar la autonomía de los ámbitos inferiores con la imposición de un criterio único para el conjunto de la organización, un criterio que viene determinado por la fuerza del voto de los sindicatos que tienen la hegemonía decisoria. Se ata a los sindicatos a acuerdos tomados a nivel confederal y regional que les impide el libre desenvolvimiento de su acción en sus respectivos ámbitos territoriales. Este sistema decisorio ha introducido el parlamentarismo en el seno de la confederación, y con ello unas dinámicas de competición entre mayorías y minorías. De esta forma se impone la dictadura del voto, nada importa la argumentación y la búsqueda de consensos porque ya se tiene el poder del voto que aplasta cualquier crítica u oposición, lo que hace que el diálogo y el debate sean innecesarios.

No menos grave resulta comprobar que esta forma de tomar decisiones, así como el modelo organizativo que lleva aparejado, implanta la represión y la censura de quienes discrepan o someten a crítica este sistema que niega la autonomía. Una represión y censura que hemos vivido en nuestras propias carnes. Se trata de un sistema con sus dogmas y tabúes que en modo alguno deben ser cuestionados porque ello pone entredicho la estructura de poder e intereses que hoy rige en el seno de la CNT. Indudablemente a todo esto ha contribuido una normativa orgánica que tiene más artículos que la constitución española, y que ha impuesto una enorme, voluminosa y pesada burocracia que no deja de acaparar recursos. Hoy el Secretariado Permanente Confederal cuenta con más secretarías que nunca antes, además de una infinidad de grupos de trabajo a su cargo. Juntamente con esto comprobamos que los comités detentan unas excesivas prerrogativas que hacen que con cada vez más frecuencia actúen de modo ejecutivo, y que en sus reuniones se refieran a la afiliación como a sus bases. Esta burocracia es a día de hoy un grupo escindido dentro de la CNT, una vanguardia dirigente que controla el aparato organizativo y que conoce las complejidades de una normativa orgánica prolija y difícil de entender.

Además de lo anterior nos encontramos con que la CNT se ha introducido en la senda de la profesionalización del sindicalismo y ha renunciado con ello a la acción directa, tal y como lo demuestra la existencia del Gabinete Técnico Confederal. Este gabinete lo componen abogados a sueldo de la CNT. Resulta del todo inaceptable la introducción de lo que en la práctica son liberados sindicales. Y es inaceptable tanto desde el punto de vista moral como desde el meramente económico por el daño que supone para las finanzas de los sindicatos. Tampoco es aceptable que este ente confederal únicamente opere a instancias del Secretariado Permanente Confederal, y que se encuentre fuera del control de los sindicatos. No sabemos qué hacen con el dinero que reciben y que todos, independientemente de si usamos sus servicios como si no, somos obligados a pagar. El modelo organizativo de la CNT se acerca más al de una gestoría, como ocurre con los sindicatos convencionales, y por tanto al negocio de unos pocos.

Lo peor de todo es la importancia desmedida que ha adquirido el dinero dentro de la CNT, tanto en la toma de decisiones como a la hora de alimentar de recursos al voluminoso y pesado entramado burocrático. En la práctica la organización, además de ser un obstáculo para la libre coordinación entre sindicatos, se ha convertido en un enorme yugo económico para los sindicatos cuyos recursos son drenados por las instancias superiores para costear la burocracia que todo lo domina. Así es como los comités se han hecho con un tremendo poder en la organización con la gestión de unos recursos que son sustraídos a los sindicatos, lo que ha llevado a una creciente e inaceptable falta de transparencia que se refleja en el hecho de que ya no se presenten informes de tesorería con los gastos e ingresos desglosados, tal y como estipula la propia normativa orgánica, ni que tampoco se pase copia del libro de cuentas diario de la organización tal y como se hacía antes. La consecuencia de esto es que nos encontremos con auténticas aberraciones como cuentas con descuadres de 200.000 euros, la descapitalización de la CNT, la retirada arbitraria de Fondos de Patrimonio por el Secretariado Permanente Confederal, el despilfarro económico del X Congreso, etc.

El dinero es quien manda dentro de la CNT al ser el criterio rector en función del que se toman las decisiones y el sostenedor de las burocracias y de los incipientes liberados que alberga la organización. Esto ha hecho que se haya implantado un criterio de rentabilidad en el que los sindicatos que no son rentables, aquellos cuyas aportaciones no son suficientes o que simplemente están agobiados por sus gastos cotidianos, son desfederados. Nos encontramos con que cada vez más sindicatos son expulsados de la CNT por no tener dinero, y en muchos casos sus respectivos locales son vendidos para incrementar los ingresos con los que aumentar los intereses recaudados de las cuentas bancarias y de los fondos de inversión, y así costear toda la burocracia, el despilfarro y latrocinio que hoy campa a sus anchas en la CNT. Además de esto se ha implantado un carné confederal, contrario a la normativa orgánica, que está dirigido a drenar los recursos de los sindicatos al obligarles a pagar mes a mes por cada uno de los carnés que posea. Se ha instalado así un afán depredador y recaudatorio en las instancias confederales y regionales ante su acuciante necesidad de disponer de más y más dinero para sostener su aparatosa burocracia. A todo esto hay que sumar la desconfianza generalizada hacia los propios sindicatos que siempre son sospechosos de ocultar sus recursos a estas instancias.

Por otra parte la burocracia, con sus excesivas prerrogativas lo abarca casi todo, lo que ha hecho que la organización se ocupe en los ámbitos superiores, especialmente confederal y regional, de una cantidad creciente de funciones que le correspondería desempeñar a los sindicatos. Esto ha provocado una cada vez mayor dependencia de los sindicatos con los Secretariados Permanentes regionales y confederales que se lo hacen todo o casi todo, lo que aboca a la subordinación y a una creciente incapacidad organizativa entre la afiliación que vive a expensas de lo que los comités hagan o dejen de hacer, así como de las directrices que no dudan en imponer.

No menos preocupante nos resulta comprobar que desde los comités se esté intentando impedir la asistencia de diferentes sindicatos al próximo Congreso de finales de 2015, lo que a nuestro juicio constituye una muestra más de la permanente vulneración de la libre expresión y del libre pensamiento dentro de la organización, lo que augura que dicho Congreso sea no sólo un fraude, sino un simple teatro que servirá para legitimar el proceso de centralización y jerarquización del conjunto de la confederación. De este modo el Congreso servirá para dejarlo todo atado y bien atado, especialmente a la vista de unas ponencias dirigidas a reforzar el poder de los comités y de los grandes sindicatos, y por tanto a consolidar el modelo de organización que instalaron los estatutos confederales del X Congreso. Asimismo, no hay que olvidar la metodología que va a aplicarse pues reproduce los mismos planteamientos capitalistas que rigen en el terreno decisorio, lo que únicamente servirá para hacer de este evento un proceso perfectamente dirigido y tutelado desde arriba.

Este modelo organizativo vigente en la CNT lo ha sacrificado todo en aras de una pretendida eficacia y de un crecimiento numérico de la afiliación. Lo primero nos ha conducido a la fulminación de los principios, tácticas y finalidades con la imposición de una lógica que antepone el pragmatismo y que ignora completamente la ética al convertirla en un instrumento propagandístico, en un escaparate dirigido a captar incautos. Por su parte, el crecimiento numérico como principal prioridad ha reforzado los peores vicios de la organización y ha contribuido a consolidar un tipo de sindicalismo semejante al de una gestoría, en el que hay sindicatos con muchos cotizantes pero con apenas unos pocos militantes que actúan, participan y se mantienen movilizados. Todo esto ha servido para afianzar el delegacionismo como actitud predominante, y con ello una dinámica en la que el autoritarismo se ha asentado gracias a la aparición de vanguardias dirigentes. Ciertamente, y muy a nuestro pesar, vemos que la CNT se ha convertido en un inmenso rebaño que hoy es pastoreado por unos cuantos lidercillos desde sus muy confortables comités.

Este modelo de organización obstaculiza e impide con todo tipo de trabas el libre desarrollo de los sindicatos a nivel local, pues se trata de un modelo en el que el desarrollo de la confederación está controlado desde arriba al estar sujeto a una dirección centralizada en las instancias confederales y regionales, lo que es una clara muestra del carácter unitarista, centralista y por tanto autoritario que ha adoptado la CNT. Esto lo pudimos comprobar cuando desde esas mismas instancias se nos impidió formar el sindicato en 2012, y cuando se trató en varias ocasiones de impedirnos la ocupación del local que hoy utilizamos como sede.

En otro lugar no menos importante comprobamos que la CNT se ha convertido en un espacio en el que se desarrollan innumerables luchas de poder, lo que a nuestro juicio es contradictorio con la ética libertaria, de manera que consideramos que esto es el resultado de la implantación de un modelo organizativo que contradice dicha ética. Así, nos encontramos ante innumerables conflictos que forman parte de una guerra interna mayor que se ha generalizado, y que sólo ha servido para generar desafección, desmoralización, hartazgo y apatía entre la afiliación, y que ha debilitado y diezmado a los sindicatos que ven cómo sus integrantes huyen despavoridos de la CNT. Esta degradación interna se manifiesta a todos los niveles, y en el plano organizativo se plasma en los denodados intentos por coartar la libertad de expresión al impedir la participación de los sindicatos en la vida orgánica, además de expresar sus ideas y puntos de vista en los comicios con su silenciamiento mediante toda clase de artimañas que incluyen la intimidación y la coacción.

Se ha optado por un modelo organizativo que persigue un crecimiento numérico acelerado a costa de la destrucción de la calidad humana de sus integrantes, lo que va acompañado de una progresiva desideologización y pérdida de referentes que se manifiesta en la asunción de un discurso que se ubica fuera de las coordenadas ideológicas libertarias. En la práctica significa reproducir a nivel interno los peores vicios de la sociedad burguesa en la que vivimos. Esta dinámica se expresa claramente en la prensa confederal donde se da pábulo a organizaciones socialdemócratas, donde se difunden planteamientos y mensajes que están en directa contradicción con nuestros principios, tácticas y finalidades, y que demuestran perfectamente la indigencia ideológica de quienes hasta la fecha han gestionado estas publicaciones. Todo parece indicar que se ha optado por asumir muchos de los planteamientos de los partidos de izquierda, lo que se refleja en la participación en plataformas con este tipo de organizaciones, o que determinados sindicatos presten su sede para las reuniones de estos partidos. La CNT viene a ser así el furgón de cola de la socialdemocracia.

El modelo de organización que encarna la CNT actual niega los principios, tácticas y finalidades que le animaron en sus comienzos, pues viola flagrantemente el federalismo, la autogestión, la acción directa, el apoyo mutuo y el asamblearismo. El modelo de organización de la CNT no es el de un anarcosindicato, es otra cosa muy diferente que constituye, como decimos, la negación de los valores y principios que definen el anarcosindicalismo y por tanto un modelo organizativo libertario.

No nos reconocemos en esta CNT cuyas siglas están muy lejos de representar lo que un día fue. En la actualidad nos encontramos frente a una confederación que lejos de querer transformar la sociedad persigue valerse de ella para crecer a toda costa, y con ello alimentar con mayores recursos a la burocracia interna y su elite dirigente. Esta organización no está al servicio de la afiliación, sino que por el contrario ha creado las estructuras con las que ha puesto a la afiliación al servicio de la organización y consecuentemente de quienes hoy la controlan en los comités. De esta forma la dinámica interna está dirigida a reproducir y mantener las estructuras de poder y sus cuadros dirigentes. La CNT ya no es una herramienta válida para la emancipación de la clase obrera.

Nuestra guerra es contra el Estado y el capitalismo, y por esta razón lejos está de nuestra intención tomar partido en las luchas internas que hoy existen en el seno de la CNT, pues además de ser destructivas en todos los sentidos únicamente conducen a callejones sin salida. Tampoco nos interesa lo más mínimo disputar el control de unas siglas que ya no representan nada de valor, y que por desgracia se han convertido para muchos en un gran fetiche al que no dejan de rendirle culto. Por el contrario estamos convencidos de que existe vida más allá de la CNT y de su nauseabunda atmósfera interna, pues la CNT no es una Iglesia que pueda afirmar que fuera de ella no hay salvación para la clase obrera. Por todo esto, y unido a lo antes expuesto, hemos llegado al pleno convencimiento de que constituye un grave error permanecer en una organización que contradice la ética libertaria y que en modo alguno puede ser considerada ya un anarcosindicato. Todo esto ha creado en nosotros la determinación de abandonar la CNT y constituirnos en un sindicato autónomo que está abierto a la colaboración con otros sindicatos que sí hagan suya la ética que hoy escasea en la CNT.

La decisión tomada no ha sido fácil pero es el momento de ser consecuentes y de hablar claro acerca de la situación y problemática real que se vive en la CNT donde se da una falta de transparencia y horizontalidad, lo que refleja claramente que ha dejado de ser un anarcosindicato. Por desgracia todo esto suele pasar desapercibido para un público al que se le presenta una propaganda que nada tiene que ver con los hechos, y que no hace mas que ocultar la práctica perversa que se ha instalado en el seno de dicha organización. En cualquier caso nada de esto impedirá que continuemos nuestro propio camino no sin antes advertir de lo que realmente representa la CNT, algo que se aparta completamente de lo que históricamente fue. Por nuestra parte seguiremos en la lucha diaria tratando de guardar la coherencia mediante una práctica que se corresponda con la ética libertaria que se exige de todo anarcosindicato, y contribuir así en la medida de lo posible a la consecución de la revolución social con la que construir el mundo nuevo al que aspiramos.

Asamblea del SOV de Vilagarcía de Arousa

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