¿Individualismo o personalismo?

Si atendemos al significado habitual de lo que se entiende por «personalismo», tan rechazado por las ideas libertarias por motivos obvios, máxime cuando la connotación es usualmente política, hablamos del seguimiento o adhesión hacia cierta persona. También podría ser que el papanatismo no estuviera dirigido necesariamente hacia la persona, sino a las ideas que profesa, pero el sentido de «subordinación» o «dogmatismo» que parecen estar siempre detrás le chirría siempre al anarquismo.

Y muy bien que hace. Frente a cualquier «ismo» precedido por un nombre propio, cautela. No obstante, si acudimos a una enciclopedia de filosofía, la cosa cambia algo y da lugar a cierto debate más que interesante (aunque algo denso y confuso). «Personalismo» vendría a ser la superioridad de la persona frente al individuo, a la cosa, a lo impersonal. La cosa podría tomar un cariz «metafísico», alguna suerte de principio trascendente parece estar detrás, que vamos a tratar de eludir (como buenos ateos y escépticos que pretendemos ser). Tenemos la impresión que la oposición entre «persona», reivindicada como he dicho por el personalismo, y «cosa», entendida como entidad individual, se muestra históricamente análoga al debate mantenido entre idealismo y materialismo. No obstante, parece que la cosa es complicada y resulta difícil dar un significado definitivo a conceptos tan complejos. No obstante, vamos a tratar de acercar la complejidad filosófica a lo más cotidiano y vulgar con el objetivo de reflexionar un poco.

El personalismo parece concretarse en la modernidad como una forma de idealismo que acepta a partes iguales el pluralismo y el monismo de la experiencia y que pretende encontrar la clave de la naturaleza de la realidad en la consciencia, en la identidad y en la libre actividad de la personalidad. Tal vez no sean palabras demasiado claras. En cualquier caso, como ya hemos mencionado, detrás del personalismo parece haber continuamente un principio trascendente difícil de asimilar. Podemos insistir en la definición de personalismo (o persona) por oposición a individualismo (o individuo) y la cosa puede resultar más interesante para las ideas libertarias.

En términos muy generales el individualismo reclama una realidad formado por individuos y una sociedad en la que el sujeto individual sería la entidad básica, por lo que aquella se entendería como un «conjunto de individuos». La noción más peyorativa de individuo etiqueta al ser humano como un simple «átomo social» opuesto a determinades realidades (sociedad, Estado, el resto de los individuos…), pero un significado más positivo aludiría a una serie de cualidades irreductibles como inherentes a un determinado individuo. ¿Está esta última acepción más cercana a la de «persona»? No queda del todo claro, lo que si sabemos es que el anarquismo no se enmarca necesariamente en la noción primera, la negativa, o si se le trata de enmarcar se hará de manera reduccionista. Esta concepción negativa del individuo, por «oposición a», se la he vinculado al Contrato Social, al liberalismo, al mismísimo Stirner y a diferentes ideas llamadas anarquistas. No estamos de acuerdo.

No es que todo valga en el anarquismo, es que las ideas libertarias se esfuerzan en conciliar el individualismo con la cooperación social, con diferentes formas de socialismo que no agredan a la libertad individual o que traten al menos de confirmarlas en la justicia social. Resulta curioso que enemigos del anarquismo de diversa índole le reprochen, desde un extremo y desde el contrario, su supuesta condición «colectivista» o «excesivamente individualista». Teorías anarquistas hay muchas en la historia, ninguna que merezca ser considerada como tal niega la libertad individual, ni la justicia, o el equilibrio, social. Hay autores y corrientes que han insistido en converger «individualismo» y «personalismo», una especie de síntesis entre ambas tendencias, en beneficio del bien común sin caer en el totalitarismo. Se le podrá poner la etiqueta, nueva o vieja, que se quiera, se podrá especular filosóficamente de la manera que fuere, pero estamos hablando de anarquismo.

Libertad individual, pluralidad y justicia social son conceptos que únicamente cobran su sentido pleno en un contexto antiautoritario. Si entra en juego el liberalismo (con su aceptación, de la manera que sea, del capitalismo) o alguna suerte de principio trascendente, religioso o político, se sacrifica alguna pieza importante del conjunto. Ser «individualista» resulta hoy algo comúnmente peyorativo, sinónimo de estar «atomizado» debido a la sociedad de consumo y al capitalismo o de convertirse en una persona que solo mire por sus intereses personales. El «individualismo» que reclama el anarquismo atiende a un desarrollo pleno de la personalidad, en cuestiones del intelecto y de la moralidad (llámese si se quiere «espiritualidad»), en los que por supuesto los factores emocionales buscarán siempre un equilibrio sin pedir nunca el sacrificio completo (algo que nos parece clave), y sin perder nunca la posibilidad de cooperar socialmente ni de la solidaridad con el resto de individuos. «Solidaridad» era una palabra que no gustaba demasiado a Stirner, ni a alguno de sus seguidores, pero la adhesión a una determinada causa ajena de manera altruista no supone ningún sacrificio para mi desarrollo individual. Es más, me confirma en el mismo, máxime si trato de mantener cierta lucidez, profundidad y conciencia social. La perfectibilidad moral, el humanismo y el apoyo mutuo son características incuestionables del anarquismo, algo en lo que no nos cansaremos de insistir.

Capi Vidal
http://reflexionesdesdeanarres.blogspot.com.es/
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