Por la acción internacionalista y la solidaridad entre los explotados del Mediterráneo

Entre el 27 y el 29 de marzo se celebrará en Túnez un encuentro anarquista del Mediterráneo, organizado por el movimiento libertario «El Común» y por la Federación Anarquista [francófona]. Reproducimos su llamamiento.

Mediterráneo. Una región de libertad en la que, tanto en el pasado como en el presente, se han producido importantes movimientos sociales y corrientes políticas que han intentando conseguir, con revueltas o con intentos de realización de la sociedad anhelada, la igualdad social y la fraternidad humana.

Mediterráneo. Una región de brutalidad, devastada por guerras y estragos causados por gobiernos e imperios, por el oscurantismo religioso, por el nacionalismo, por el racismo, por el Estado. Un campo de batalla en el que se han encadenado conflictos entre grandes intereses y entre potencias estatales, masacrando a la gente en torno a este mar.

Hoy el Mediterráneo está de nuevo en el ojo del huracán entre estos dos mundos opuestos. Los explotados del Mediterráneo deben escoger entre la libertad y la barbarie, entre la lucha y la resignación. Dos son las opciones: luchar por un área en la que la cooperación entre los pueblos y la subordinación de la economía al interés social representen una concreta emancipación social y cultural, o ceder a la prepotencia de Estados, gobiernos, empresas, sacerdotes y fascistas varios en sociedades transformadas en inmensos mercados de esclavos, de trabajadores a bajo precio que se matan entre ellos, de parados amontonados en filas.

La distorsión de las relaciones internacionales y la ruptura de alianzas consolidadas entre Estados, la caída de regímenes antiguos, la crisis económica que crea nuevos ejércitos de pobres, los movimientos migratorios de los países devastados por las intervenciones militares, por las guerras civiles y por la llegada devastadora de las grandes empresas, la intensa competencia por el poder entre los amos del planeta y sus pequeños señores locales, así como muchos otros elemento, forman una mezcla explosiva para el desarrollo político y social.

La brutalidad y la masacre social machacan a las sociedades mediterráneas. La salvaje ofensiva del capitalismo contra la clase obrera, y la consiguiente destrucción de una parte de la clase media, la forma totalitaria que asume la represión del Estado, la constante exasperación autoritaria del cuadro jurídico civil, el aumento de las formaciones neofascistas, las violentes controversias religiosas que tienen como objetivo el exterminio de las minorías… todo esto demuestra que el mundo de la brutalidad capitalista ha impuesto una distopía en la cuenca mediterránea. La pobreza, el paro, los salarios de miseria, la represión, la xenofobia y el nacionalismo caracterizan a las sociedades de la Europa meridional. Por otro lado, el oscurantismo religioso y en general la reacción autoritaria tratan de frenar de manera violenta todo elemento progresista y prometedor que la denominada primavera árabe trajo.

Todavía, en los últimos años, se han producido sucesos insurreccionales de gran calibre, en los que, en algunos casos, se forman o emergen ideas fuertemente radicales: entre ellas está presente, naturalmente, también la perspectiva anárquica de liberación social. Encontrando terreno fértil en esos focos insurreccionales, las concepciones anarquistas se difunden por los países de la cuenca mediterránea de un modo sin precedentes. Pero antes de esto, las prácticas antiautoritarias de democracia directa, la organización horizontal y la acción directa sin intermediarios habían tenido una importante influencia en esta región del planeta.

Por eso, si el mundo de la barbarie estatal y capitalista, y el oscurantismo nacionalista y religioso parecen dominar, por otra parte otro mundo, el mundo de la destrucción del dominio y de la libertad, muestra signos que están emergiendo allí donde pocos podían imaginar que hubiese sucedido, incluso de manera increíblemente radical.

Los anarquistas somos una parte considerable de este mundo de libertad, un mundo que nace, se desarrolla y puede difundirse rápidamente en una explosión social inesperada. Toda lucha, aunque parezca marginal, es importante y preciosa. Se trata de un escalón para el paso sucesivo, es uno de los escalones de la subida hasta el salto para la liberación social.

Los anarquistas consideramos muy importante participar activamente en estos procesos, pero también poner en evidencia las variadas formas de resistencia social, las luchas en la calle y en los barrios de las modernas metrópolis, en cada ciudad y en cada pueblo, en los lugares de trabajo y en los de enseñanza.

Todas estas comunidades de lucha, a través de la horizontalidad y la autoorganización, son capaces de plasmar un Mediterráneo de cooperación entre los pueblos, de solidaridad de clase e internacionalista. Solo la acción cotidiana desde abajo puede crear mundos reales de libertad, y no falsos, como normalmente sucede con los programas gubernamentales.

Luchamos por la destrucción del capitalismo, este sistema de explotación que quiere que la mitad de los proletarios trabajen de sol a sol y que la otra mitad mendigue un trabajo.

Luchamos por la destrucción del Estado, este mecanismo despótico que es absolutamente el guardián de la sumisión y del saqueo de la comunidad a manos del gran capital.

Luchamos por la cooperación y la convivencia entre pueblos, que ven el mar de nuevo como una encrucijada de ideas y de culturas, y no como un área de recursos marinos para expoliar, una zona de industria turística, un retal cortado y cosido con las fronteras de varios Estados y una tumba de emigrantes ahogados.

Luchamos contra la destrucción de este mar y de la zona geomorfológica que lo rodea, volviendo a poner sobre el tapete la cuestión crucial del equilibrio entre actividad humana y medio ambiente.

Luchamos por la libertad, la igualdad, la fraternidad, por el comunismo y la anarquía.

Frente revolucionario contra las fuerzas de la reacción y el oscurantismo.

Frente de liberación social contra los enemigos de la libertad.

Frente común mediterráneo contra quienes destrozan el Mediterráneo, a las tierras que baña y a sus pueblos.

Publicado en el periódico Tierra y libertad núm.320 (marzo 2015)
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