Centenario del Tratado de Brest-Litovsk

El 3 de marzo se cumplieron exactamente 100 años del infame Tratado de Brest-Litovsk y no podemos dejar pasar la ocasión para recordarlo.

Eran los primeros meses de 1918. En Rusia, contra lo que había vaticinado Marx, había estallado la revolución en febrero y triunfado en octubre de 1917.

Ciertamente la situación en Rusia no era precisamente la mejor: desde 1914 Rusia vivía una situación de guerra que ciertamente no tenía nada contento al pueblo ruso ante una guerra que no tenía más efecto que la muerte en masa de jóvenes rusos.

El clima desde antes de la caída del zar Nicolás había sido de rechazo de una buena parte del pueblo a la guerra, cuyo fin tenía como una de sus principales exigencias.

En 1917, desde febrero hasta octubre, la revolución rusa incrementaba en fuerzas derrotando en octubre de manera definitiva toda oposición a la revolución. El partido bolchevique subió al poder no sin fuertes reclamos de los anarquistas y otros sectores del movimiento social. En febrero de 1918 los alemanes arreciaron en la ofensiva contra Rusia, y el gobierno bolchevique discutió la posibilidad de firmar la paz con los generales alemanes.

Lenin y los bolcheviques prometieron desde los inicios de la revolución rusa dar por terminada la guerra.

Sabían que esta era una aspiración muy sentida por el pueblo y utilizaron estas ansias de paz para ganarse la simpatía del pueblo.

La guerra, sin embargo y en el complicado contexto de la revolución de octubre de 1917, no era solamente la que se sostenía contra Alemania desde 1914 y que se agudizó con fuertes ataques alemanes contra la Rusia revolucionaria en febrero de 1918.

Era también la guerra civil interna que se libraba ante la contrarrevolución que se iniciaba contra los ejércitos de Wrangel, Denikin (rusos), Petliura (ucraniano), etc., y ante este panorama Lenin y su partido sacrificaron al pueblo no solamente con reclutamientos forzados de la juventud rusa, sino también por medio del hambre más terrible agudizada por el llamado Comunismo de Guerra.

Finalmente, la guerra al exterior con los alemanes, pues, fue firmada de manera formal, pero siguió existiendo al interior de Rusia, ya que en las provincias cedidas por los bolcheviques a los alemanes en el Tratado de Brest-Litovsk como vamos a ver más adelante, hubo fuerte resistencia a la ocupación alemana.

Esto les valió bastantes críticas, pues si bien como hemos dicho antes el fin de la guerra era algo pedido con insistencia por el pueblo ruso, no era la firma de paz con los alemanes la forma en la que se concebía el fin de la guerra, pues más que paz se consideraba por el pueblo ruso, los socialistas revolucionarios de izquierda, los anarquistas e incluso por algunos del partido bolchevique como una traición humillante a la revolución.

Se pensaba, y no sin razones, que era posible vencer a los alemanes. Atraerlos hacia el centro de Rusia, alejarlos de sus bases de abastecimiento por la enorme extensión que tiene Rusia y que, sumado esto al frío del país, minarían las fuerzas de los alemanes y se podría vencerlos muy fácilmente.

¿Por qué no se hizo esto?

La experiencia demuestra que la propuesta de continuar la guerra contra los alemanes y vencerlos no era del todo descabellada: durante la Segunda Guerra Mundial cuando Alemania atacó a Rusia les fue posible llegar muy cerca de Stalingrado (Volgogrado) debido a la sorpresa con que se hizo el ataque y que Stalin, amparado en el Tratado de no agresión firmado en 1938 con los nazis, pensaba como imposible una traición de sus aliados del momento.

Los alemanes se acercaron a Stalingrado, pero el abastecimiento de sus frentes se hizo complicado y el frío dejó a cientos de soldados alemanes congelados antes de llegar a conquistar su objetivo.

¿Será que las condiciones en las que Lenin llegó a Rusia hayan sido una de las condiciones por las cuales se dio por terminada la guerra y cedido grandes provincias al enemigo?

Veamos cómo sucedió esto:

En el plano internacional Alemania ampliaba sus dominios hacia el sureste de Europa, y el llamado Imperio austro-húngaro se expandía cada vez más.

Al oeste Alemania batallaba en su empeño por atacar a Francia (luego de cierta resistencia de Bélgica y final vencimiento de esta para continuar el ataque a Alemania por esa frontera), y desde el Este mantenía otro frente de batalla con Rusia.

En este contexto, y con una incógnita que no se puede resolver más que declarando que Lenin, más que tolerado fue apoyado por los generales prefascistas (llamaré prefascistas a los alemanes de esta época porque, si bien no había estallado el movimiento fascista, los carácter absorbentes de los dictadores alemanes y la brutalidad desatada hacia las poblaciones conquistadas permite ver lo que vendría años después con la Alemania de Hitler, de lo que ellos eran los precursores) de Alemania, cruza Vladimir desde Suiza por en medio de Alemania, luego a Suecia, Finlandia y finalmente Moscú.

Una Alemania rabiosamente anticomunista dio el paso libre a Lenin para que se trasladara a Rusia a hacer posible el alto a la guerra con Alemania. Lenin llegaría a Rusia en abril de 1917, dos meses después de los acontecimientos de febrero, con lo que cosecha el trabajo realizado por muchas organizaciones a las que él no pertenecía, llegando con la gloria de la revolución rusa, que él no hizo, a los acontecimientos de octubre.

Más allá de este acto de tolerancia del prefascismo alemán, a Lenin importa visualizar el asunto del alto a la guerra desde el punto de vista estratégico-militar que supo impulsar y realizar Alemania.

La guerra en Rusia, como hemos dicho, era algo a lo que el pueblo deseaba poner fin cuanto antes, y apenas llegado Lenin a Rusia realiza una serie de exposiciones y actos en los que aparte del llamamiento a la revolución que liquidaría los últimos vestigios del zarismo en octubre, llama también a finalizar la guerra.

Una vez firmado el Tratado una parte del pueblo ruso tenía por fin satisfechas sus exigencias de dar por acabada la guerra aunque de una manera que no deseaba y con las consecuencias funestas que trajo la firma del Tratado, como veremos más adelante, pero el prefascismo alemán se veía absolutamente beneficiado teniendo un costado de la guerra que libraba totalmente descubierto, con lo que sus fuerzas tenían la posibilidad de retomar aliento y concentrar todas sus fuerzas en el ataque por el lado oeste con Francia.

Rusia y Lenin, de esta manera, dieron un aire de refresco al prefascismo alemán.

Pero más allá de esta ayuda, voluntaria (por el paso de Lenin en medio de Alemania) o involuntaria (el pueblo ruso exigía también poner fin a la guerra aunque no en las condiciones que se dio), el final de la guerra no fue un pacto de tú a tú con los alemanes: estos trataron a la “patria del proletariado” como verdaderos caciques, exigiendo una rendición total por parte de Rusia y además obtener las provincias de Finlandia, Polonia, Estonia, Letonia, Curlandia, Lituania, Ucrania y Besarabia, además de Ardahan, Kars y Batumi del Imperio otomano.

Trotski fue quien se encargó de capitular de manera total y absoluta en todo lo que se le pedía, y el pacto se firmó con el Tratado de Brest-Litovks de la ciudad bielorrusa el 3 de marzo de 1918, hace exactamente 100 años.

La oposición a la firma de paz en condiciones tan humillantes no era algo exclusivo de los anarquistas como ya hemos indicado: hubo oposición en los anarquistas, en los socialistas revolucionarios de izquierda, en las masas populares e incluso en las propias filas del bolchevismo. Lenin se aferró a la firma del Tratado de paz de una manera fanática, amenazando incluso a su propio partido con dimitir si se le exigía no firmar la paz con Alemania.

Esta actitud no fue confrontada por los bolcheviques que, aun cuando no compartían su punto de vista, eran sumisos ante su mesías y aceptaron complacer al jefe para no perder su dirigencia. Una muestra de la disidencia del bolchevismo a la actitud de Lenin se puede leer en Pravda 31, de febrero de 2018, pero al final se aceptó seguir a Lenin en su empecinamiento por firmar el Tratado.

Lenin podía ser de todo, menos tonto. Sabía perfectamente que las condiciones climáticas de Rusia eran un arma poderosa y que podían ser aprovechadas contra los alemanes (la rapidez del ataque contra Kronstadt en 1921 antes de que se descongelara el hielo y Kronstadt fuera inatacable, hace ver que sabía la importancia del clima ruso).

Su empecinamiento en firmar la paz con los alemanes cuando se les podía combatir y derrotar y que además existía una oposición a firmar en el pueblo, en las organizaciones no bolcheviques y hasta en ciertas fracciones bolcheviques ¿se debe a corresponder el favor a los alemanes por permitirle dejarle pasar de Suiza a Rusia, a un compromiso contraído con el prefascismo alemán? La incógnita quedará siempre en el aire, pero su paso por Alemania y su empecinamiento en firmar el Tratado de Brest-Litovsk darán siempre mucho de qué hablar.

Llama poderosamente la atención el hecho de que en las provincias cedidas a los alemanes el movimiento socialista y anarquista era de mucho interés, tal cual había sido la importante actividad anarquista antes de la revolución rusa en Bialystok y en Krynki (Polonia).

Lenin y Trotski sacrificaron así a miles de revolucionarios a las masacres de los alemanes.

Este Tratado cedía, entre otras provincias, a Ucrania, tierra del célebre anarquista Nestor Majnó, en donde ante la ocupación de las tropas alemanas los revolucionarios tuvieron que ocultarse para, posteriormente y por inspiración de Majnó, agruparse en el célebre Ejército Insurreccional Majnovista.

Los alemanes que ocupaban las tierras de Ucrania fueron combatidos por los anarquistas majnovistas como bien se sabe.

Los bolcheviques alegan que la firma del Tratado de Brest-Litovsk se realizó para obtener tiempo y preparar las fuerzas revolucionarias y al Ejército Rojo por la actividad contrarrevolucionaria.

El argumento es sumamente absurdo, porque posteriormente al Tratado se dieron varios ataques a Rusia planeados por contrarrevolucionarios desde Finlandia y Ucrania. La guerra que habían tratado de dar por terminada con la ignominiosa firma del Tratado de Brest-Litovsk no se finiquitó y los contrarrevolucionarios siguieron intentando dar por terminada la revolución en Rusia y lo que es además significativo: a pesar de la entrega de las provincias mencionadas a los bolcheviques, la resistencia al enemigo alemán continuó existiendo. En otras palabras, ni hubo paz en las provincias cedidas a los alemanes ni tampoco en el interior de Rusia por la contrarrevolución.

La estrategia militar de Alemania era bien clara: permitir el paso de Lenin a Rusia para que éste sacara a Rusia de la guerra, dando a Alemania un flanco de alivio para preparar sus tropas y lanzarlas con más efectividad contra Francia; firmada la paz en el Tratado de Brest-Litovsk y aparte de ganar una extensa región rusa, preparar futuros ataques a Rusia.

De esta manera la revolución rusa sería anulada totalmente. Si se lograba el plan de Alemania el zarismo habría caído, pero la revolución rusa también, y con ello se daría paso a una democracia burguesa que hiciera que la revolución no estuviera en la frontera con Alemania donde, recordemos, estallaba un intento movimiento de inspiración socialista en noviembre de 1918, ocho meses después de firmado el Tratado de Brest-Litovsk.

Erich Ludendorff, el general que facilitó el traslado de Lenin dijo sobre él: “Lenin combatirá a los patriotas rusos, después lo estrangularé a él y a los bolcheviques”.

¡Nada más esclarecedor sobre la táctica alemana! Táctica que, sin embargo, no fue un triunfo pese a la firma del Tratado.

Rusia había cedido provincias donde la ocupación alemana no resultaba fácil y la resistencia continuaba como he indicado antes; resistencia en la que absolutamente nada tenían que ver los bolcheviques. Sin embargo, Rusia no fue dominada por los alemanes como pensaba Ludendorff.

Si no sucedió tal cosa fue porque, entre otras cosas y paradójicamente, Majnó y sus fuerzas detuvieron varias veces la contrarrevolución… aunque como es bien sabido los bolcheviques traicionaran a los anarquistas y se aprovecharan de ellos para después liquidarlos a traición.

La guerra civil fue la mayor prueba de que la paz no se obtuvo con la firma del Tratado, y el llamado Comunismo de Guerra fue además el aumento de la represión hacia el pueblo ruso que, saliendo del despotismo zarista tuvo que soportar el despotismo bolchevique.

El Tratado de Brest-Litovsk no significó en los hechos más que la entrega de varias provincias al despotismo alemán y una humillación a la revolución rusa, una traición a sus principios revolucionarios que Lenin, Trotski y compañía pisotearon para complacer a los generales alemanes.

Pero resulta todavía más claro el panorama sobre el marxismo ruso cuando se ve que mientras en la firma del Tratado los bolcheviques agacharon los cuernos, débiles, sumisos y cobardes, un mes después, el 11 de abril de 1918, atacan 26 centros anarquistas de la capital y la llamada Casa de la Anarquía, asesinando unos 40 anarquistas, no sin la resistencia de estos que mataron a 12 chekistas.

Trotski, a quien Lenin encargó la firma del Tratado, fue quien se encargó de esta operación que era la primera ofensiva seria del bolchevismo a la revolución rusa y a los anarquistas en especial, además de también realizar el ataque a Kronstadt en 1921.

¿Cómo se entiende que supuestamente se firmara el Tratado para tener tiempo de organizar el Ejército Rojo, pero que al mismo tiempo se atacara cobardemente a los anarquistas?

¿Cómo se entiende que el Tratado se hiciera supuestamente para detener el conflicto con los alemanes y que al mismo tiempo se continuaran los combates contra los alemanes en las provincias de Rusia cedidas en el Tratado?

¿Cómo se entiende que se diga que el Tratado permitía tener paz al pueblo, cuando el Comunismo de Guerra traía hambre, el Gobierno bolchevique represión, encarcelamientos y asesinatos de revolucionarios que no deseaban la paz de los cementerios de los bolcheviques?

El Tratado de Brest-Litovsk no significó sino una traición a la revolución rusa de parte de los bolcheviques. La primera vez, después de la designación de los Comisarios del Pueblo, con el que tampoco estuvieron de acuerdo los anarquistas porque ello significaba la creación de un Estado en manos de los bolcheviques, cosa peligrosa que advirtieron siempre; la primera vez, decimos, en que el bolchevismo pasaba por encima de la voluntad del pueblo. La primera, pero no la última, pues los miles de asesinados, encarcelados y deportados a Siberia son la prueba patente de ello.

A 100 años de esta traición, no podemos dejar pasar el momento para recordarlo, afirmando el lema de los marinos de Kronstadt asesinados en 1921: ¡Abajo la comisariocracia!

Erick Benítez

Publicado en el Periódico Anarquista Tierra y Libertad, Abril de 2018

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