[Libro] Los Amigos de Durruti. Historia y antología de textos

Escrito por Agustín Guillamón.

Precedentes de este trabajo:
Balance. Cuadernos de historia, número 3.
Barcelona, diciembre 1994. (Segunda edición ampliada, mayo 1996).
Traducido al inglés (en un primer borrador más reducido y sin anexos) y publicado como folleto: The friends of Durruti Group (1937-1939). AK Press, San Francisco-Edinburgh, 1996
Fundamenta el capítulo 4 de Barricadas en Barcelona. Espartaco, Barcelona, 2007
Los Amigos de Durruti. Historia y antología de textos. Aldarull/Descontrol, Barcelona, 2013
Segunda edición, aumentada y corregida, para las webs Alejandría Proletaria y Portal Libertario OACA
Junio de 2018

Prefacio

Este libro de historia trata cuestiones de teoría revolucionaria. Es un libro de historia local sobre una pequeña organización, durante un período muy breve e intenso; pero plantea las cuestiones fundamentales del proceso revolucionario español, y, por lo tanto, los interrogantes esenciales de cualquier revolución.

Sin la teorización de las experiencias históricas del proletariado revolucionario no existiría teoría revolucionaria. Y sin teoría no hay revolución posible. Este libro intenta teorizar esa experiencia y aspira a ser una lectura imprescindible para la reflexión militante y el pensamiento revolucionario.

La Agrupación de los Amigos de Durruti constituyó una seria y rigurosa oposición revolucionaria a los comités superiores de la CNT y de la FAI, que desde el triunfo de la insurrección obrera del 19 y 20 de julio habían optado por instaurar el Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA). Ese CCMA era, en acertadísima definición de la Agrupación, un organismo de colaboración de clases, sin otro programa que el de la unidad fascista con el objetivo único de ganar la guerra. El balance histórico del CCMA fue catastrófico para los revolucionarios: se pasó de un ejército de milicianos voluntarios a un ejército burgués tradicional; de la expropiación espontánea por el proletariado de fábricas, empresas, campos y talleres a una colectivización que se convirtió, en la práctica, en un capitalismo de gestión sindical y planificación estatal por parte del gobierno burgués de la Generalidad; de unos comités de defensa, de control, de abastos… que detentaban todo el poder local, sustituyendo al Estado en todas sus funciones, a la disolución de esos comités locales en favor del restablecimiento de los ayuntamientos frentepopulistas.

Juan García Oliver, como Lenin en Rusia, quiso imponer la dictadura de una minoría dirigente, de una vanguardia que sustituía al proletariado. Del mismo modo que Lenin implantó la dictadura bolchevique, García Oliver propugnaba una “dictadura anarquista”. El rechazo de esa dictadura por parte de los sindicatos de la CNT, en los primeros días de la revolución, decidió la balanza en favor de la colaboración con las demás fuerzas antifascistas, entre las que se encontraban varios partidos burgueses. Esta colaboración antifascista y gubernamental se demostraría fatal para el proceso revolucionario abierto en julio de 1936.

Mientras tanto, en las calles y fábricas de Barcelona, los trabajadores y el pueblo, en su mayoría de militancia y simpatía confederales, no se plantearon tantos falsos problemas. Actuaron autónomamente, asumiendo todas las tareas del momento: expropiaron las fábricas, formaron colectividades, controlaron la economía, proveyeron y alimentaron pueblos y ciudades, formaron milicias para derrotar el fascismo allí donde había triunfado, profundizando y extendiendo la revolución social en curso, sin renunciar nunca al propio programa revolucionario. Y con su práctica expropiadora y su instinto de clase pusieron en práctica, a nivel local, la inmediata destrucción del Estado y de las relaciones sociales capitalistas […]

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Agustín Guillamón

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