El anarquismo campesino en Rusia

Thomas Garrigue Masaryk (1850-1937). Masaryk nació en Hodonin, Moravia, de padres pobres, y comenzó a trabajar muy joven como aprendiz de un herrero. Más tarde logró realizar estudios en Viena y llegó a ser profesor de filosofía en la Universidad de dicha ciudad. Estaba especialmente versado en filosofía inglesa. Participó en la política austro-húngara como federalista, oponiéndose a la germanización de Bohemia ya la política antinacionalista de la burocracia austríaca. Durante algún tiempo, tras declarar su simpatía por los aliados en 1914, vivió exiliado en Londres. En su juventud fue un gran investigador de Cuestiones rusas, y como resultado de sus estudios publicó en 1913 una importante obra histórica titulada El espíritu de Rusia. La versión inglesa de la misma apareció poco después de la guerra, Cuando Masaryk era presidente de la recién creada Checoslovaquia. Algunas de sus obras en inglés son Modern Man and Religion [«El hombre moderno y la religión»] y The ideals of Humanity: How to Work [«Los ideales de la humanidad: cómo trabajar»].

Las grandes esperanzas a que habían dado lugar, tras la catástrofe de Crimea, la liberación de los campesinos y las reformas administrativas se vieron rápidamente defraudadas, y como resultado de ello se desarrolló un movimiento revolucionario que culminó en el asesinato de Alejandro II. La historia pública de ese movimiento es conocida: la libertad parcial estimuló los deseos de una libertad total. Ahora tenemos que examinar las opiniones que hallaron expresión en ya través de dicho movimiento, y que discutir el problema difundido por las prensas clandestinas y las sociedades secretas ilegales, tanto en Rusia como en otros lugares.

CAPÍTULO 1

BakuninEn 1862 se creó en San Petersburgo la primera sociedad secreta, conocida con el nombre de Zemlia i Volja (Tierra y Libertad). Tenía relaciones con los revolucionarios polacos y, a través de Bakunin, mantenía también correspondencia con Herzen, aunque este último desconfiaba de ella.

El programa del Comité Central del Pueblo Ruso defendía el derecho y el deber de hacer la revolución, como defensa contra la opresión y la crueldad del absolutismo; oponía claramente los intereses del pueblo a los del absolutismo zarista y solicitaba la colaboración de aquellos a los que ningún peligro podía atemorizar. Declaraba que la meta última de la revolución era la convocatoria de una asamblea nacional que decidiría libremente la organización social de Rusia; las actividades de esta sociedad cesarían cuando estuviese garantizada la libertad de elección para la asamblea nacional.

Otra sociedad secreta a la que ya se ha hecho referencia era Velikorus (Gran Rusia}. Se decía que Chernishevski participaba en las actividades de ambas sociedades.

La organización secreta de los elementos revolucionarios radicales comenzó simultáneamente en varios lugares y adoptó muy diversas formas. En Moscú surgió una sociedad secreta que, hacia finales de 1865, se había consolidado bajo el nombre de La Organización. En ella se manifestaban dos tendencias: una relativamente moderada, cuyo objetivo era simplemente la difusión de un programa socialista, y otra más radical, que deseaba provocar la revolución mediante la acción directa y, en caso de necesidad, el tiranicidio. Karakozov, que pertenecía al ala izquierda, llevó a cabo el primer atentado contra la vida de Alejandro el 17 de abril de 1866. Tanto él como sus compañeros eran partidarios de Chernishevski, pero Karakozov llevó a cabo el atentado por propia iniciativa y contra la voluntad de la organización.

La agitación se extendió a círculos más amplios mediante proclamas publicadas por las prensas clandestinas de reciente creación. Su objetivo no era tanto formular un programa como ser un instrumento de propaganda política y fomentar el despertar político del pueblo. Las proclamas eran a veces obra de autores y publicistas conocidos, o les eran atribuidas con o sin razón. Estaban dirigidas a la comunidad en su conjunto, o a capas concretas de la sociedad, a las personas cultas y los estudiantes, a los soldados, a los campesinos, a los obreros.

Ya en 1854 se publicaban proclamas (por Engelssohn); pero no constituyeron un medio eficaz de propaganda política hasta que el movimiento radical de los años sesenta estuvo en plena actividad.

Atrajo mucha atención la proclama antes citada Joven Rusia (mayo de 1862}, que amenazaba con una sangrienta y despiadada revolución; según ella, Rusia sería transformada en un estado republicano y federal; habría parlamentos nacionales y locales, órganos judiciales designados por elección popular, impuestos justos, fábricas y tiendas «sociales», una educación «social» de los niños; se emanciparía a las mujeres, se aboliría el matrimonio y la familia, se suprimirían los monasterios, se tomarían medidas destinadas a atender a los inválidos ya los ancianos, se aumentaría la paga de los soldados, etc. Si el zar y sus partidarios, como podía preverse, atacaban a la Joven Rusia, entonces: «Inspirándonos con plena confianza en nosotros mismos, en nuestras energías, en las simpatías populares, en el espléndido futuro de Rusia, predestinada a ser el primer país del mundo que haga realidad el socialismo, haremos sonar la llamada del clarín: ‘Coged las hachas.’ Entonces acabaremos con los miembros del partido zarista, les destruiremos sin piedad, como ellos nos han destruido despiadadamente a nosotros, los mataremos en las plazas, si se aventuran a salir a los espacios abiertos, los mataremos en sus moradas, en las estrechas callejas de las pequeñas ciudades, en las anchas calles de las grandes capitales, en los pueblos y en las aldeas. Cuando amanezca ese día, el que no esté con nosotros estará contra nosotros, será nuestro enemigo, y nuestros enemigos han de ser destruidos de raíz. Pero con cada nueva victoria y en la hora de la lucha, no olvidéis nunca repetir: «¡Viva la República rusa social y democrática!»

Se daba a entender que la proclama procedía del «Comité Central Revolucionario».

Este audaz documento provocó una intensa excitación. Al igual que las autoridades, los liberales se encolerizaron más allá de toda medida, ya que en él se les estigmatizaba como secuaces del zar. El mismo Bakunin la recibió con desagrado, porque consideraba que los que la habían publicado no comprendían la situación, que no tenían una meta concreta y que les faltaba disciplina revolucionaria. Herzen, al que la proclama atacaba personalmente, la criticó, pero no la tomó demasiado en serio, y dijo que era una ebullición de radicalismo juvenil, que sus autores habían querido instruir a políticos y funcionarios que veían más lejos que ellos. La proclama, dijo, no era rusa; era un mixtum compositum de Schiller mal digerido («El bandido Moor»), Gracco Babeuf y Feuerbach.

La proclama es un testimonio interesante del carácter de la época. Vemos en ella que la joven generación radical se inclinaba hacia el socialismo, que consideraba inadecuado el liberalismo y sus fórmulas constitucionalistas, y que estimaba que la sociedad había de ser reconstruida desde sus cimientos con arreglo aun proyecto socialista.

Según la filosofía de la historia de los autores de la proclama, la sociedad se componía de dos clases: los miembros del partido zarista y los revolucionarios desprovistos de propiedad, ya que el orden existente se basaba únicamente en la propiedad privada. El zar no era más que el hombre que se encontraba en el peldaño más alto de la escalera, cuyos escalones más bajos estaban ocupados por los terratenientes, los comerciantes y los funcionarios -todos ellos igualmente capitalistas. Debía abolirse la propiedad privada; sobre todo, la tierra debía pertenecer a todo el pueblo, por lo que se aceptaba el mir con su división provisional de la tierra; pero la propiedad, que hasta entonces había sidó propiedad privada, se tendría sólo en usufructo y, tras la muerte del usufructuario, revertiría al mir. Como todos los individuos pertenecían a una comunidad local, la república social y democrática rusa adoptaría la forma de una unión federal de comunidades locales.

La federación sería voluntaria, y por tanto, los «hermanos» polacos y lituanos podrían constituir Estados independientes, si no deseaban formar parte de la Federación rusa.

Herzen se equivocaba al describir la proclama como no rusa. No sólo podemos considerar a Sten’ka Razin y Pugachev como sus precursores, sino que también contiene ideas de Pestel, de quien aprendieron algunas cosas sus autores, los mismo que de Chernishevski y Bakunin. Se percibe asimismo con ella la influencia de los Socialistas franceses y quizá también la de Marx.

La perspectiva política de la proclama es indudablemente oscura en cuanto a las vías y los medios; y esto resulta evidente en su llamamiento al pueblo, a los «millones» de viejos creyentes, al ejército y sus oficiales, a los polacos ya los campesinos, y sobre todo, a los jóvenes ( «muestra mayor esperanza» ). Una perspectiva similar reflejaba la proclama A la joven generación, que hasta ahora se ha atribuido a Mijailov, quien fue condenado por ella y enviado a Siberia. En realidad fue escrita por Shelgunov2.

La proclama presenta a los miembros más jóvenes de «todas las clases» como sucesores de los decembristas y hostiles a los lamentables economistas «de los libros de texto alemanes» y al individualismo de mentalidad estrecha, y rechaza el intento de convertir a Rusia en una Inglaterra. Podemos leer en ella, en apoyo de la tesis de Herzen y Chernishevski según la cual Rusia podía saltar algunas etapas del desarrollo europeo: «¿Quién puede sostener que tenemos que seguir necesariamente las huellas de Europa, las huellas de Alemania, Inglaterra o Francia? Los Gneists, Bastiats, Molhs, Raus y Roschers nos sirven masas de excrementos, queriendo convertir la basura de siglos muertos en leyes para el futuro. Tales leyes quizá les sirvan a ellos, pero nosotros hallaremos otra ley para nosotros. No se trata sólo de que podamos encontrar algo nuevo, sino que es esencial que lo hagamos. Nuestra vida se guía por principios totalmente desconocidos para los europeos». La proclama describe a los rusos, al modo de Chadaev y Herzen, como atrasados, pero considera que por esa misma razón pueden seguir una evolución diferente, no económica y peculiar. Estamos retrasados en nuestro desarrollo y «en ello reside nuestra salvación». La burguesía rusa, fabricada artificialmente por Catalina II, será barrida porque los burgueses no son sino campesinos, sólo campesinos sin tierra.

Además de estas proclamas, circulaban memoriales dirigidos al zar y al público en general. A veces estaban escritos por radicales, pero más a menudo por liberales, en especial por algunos zemtsvos liberales. Por ejemplo, el zemtsvo de Tver hizo público un documento de ese tipo en 1862. También circulaban peticiones impresas clandestinamente con fines propagandísticos. En lo que se refiere alas peticiones políticas, dichos escritos no solicitaban sino reformas constitucionalistas3.

CAPÍTULO 2

Bakunin tiene una importancia crucial para el desarrollo posterior del movimiento revolucionario. Por ello, es necesario examinar un programa bakuninista, y con este fin hemos elegido el programa del año 1868, tal como se formula en Narodnoe Velo [«La Causa del Pueblo»], órgano de Bakunin en Ginebra. En él se afirma que la libertad de la mente es la base de la libertad social y política. Se condena la fe en Dios, en la inmortalidad y en los «idealismos de todo tipo», se proclaman como objetivos declarados del movimiento la difusión del ateísmo y del materialismo, y se afirma que la religión produce esclavos, que paraliza las energías y que impide que se obtengan los derechos naturales y la verdadera felicidad.

El programa afirma que la condición económica del pueblo es la «piedra angular» que «explica la existencia política», con lo que se introduce una formulación un tanto oscura del materialismo económico. El Estado se basa esencialmente en la conquista, en el derecho de herencia, en la patria potestas del esposo y del padre, y en la consagración religiosa de todos estos principios. La consecuencia necesaria de la existencia de tal Estado es la esclavitud de la mayoría trabajadora y el dominio de la minoría explotadora, de la llamada clase culta. Para abolir esos privilegios, es necesario que desaparezca la herencia de la propiedad, que se garantice la igualdad de derechos a las mujeres, lo cual implica la abolición de la patria potestas y del matrimonio, que la sociedad mantenga a los niños hasta la mayoría de edad y les proporcione una educación que les haga igualmente competentes para el trabajo «muscular» y el «nervioso».

En último término, la organización económica debe descansar sobre dos principios: que la tierra pertenece a los que la trabajan, a las comunidades locales; y que el capital y todos los instrumentos de producción pertenecen a los trabajadores, son propiedad de las asociaciones de trabajadores. El organismo político general será una federación voluntaria de asociaciones agrícolas e industriales (artels); el Estado será destruido. Los pueblos independientes de Rusia podrán unirse, si lo desean, para formar una federación voluntaria y convertirse en miembros «del pueblo ruso», y éste se asociará a las sociedades igualmente libres de Europa y del mundo entero.

CAPÍTULO 3

Tuvo gran importancia para el desarrollo posterior de la propaganda revolucionaria clandestina la Sociedad del Tribunal del Pueblo, sociedad secreta fundada por Nechaev en 1869. Nechaev, discípulo de Bakunin, logró amplia notoriedad gracias a su Catecismo de la Revolución. La obra era una introducción a la conspiración y a la propaganda por la acción, y suponía la aceptación del programa de Bakunin4.

En el Catecismo se describe el arte de la conspiración clandestina con consumado «jesuitismo», entendiendo ese término en su sentido más peyorativo como «maquiavelismo político». Los miembros de la sociedad secreta tienen que obedecer en todo a su dirigente, y en la mayor parte de los casos no se conocen unos a otros; el conspirador revolucionario debe ser un instrumento ciego, debe renunciar a todos sus intereses y sentimientos personales, debe romper todos sus lazos familiares y abandonar incluso su nombre para dedicarse por entero al combate a vida o muerte; el verdadero revolucionario olvida todo romanticismo; incluso el odio y los sentimientos personales de venganza se subordinan ala idea revolucionaria. El conspirador secreto puede y debe hacer todo lo que sea necesario para la causa; puede mentir si la mentira facilita la tarea de las fuerzas revolucionarias; debe establecer adecuadas relaciones con las prostitutas, con la policía, con «los llamados criminales», etc. Nechaev divide a los miembros de la sociedad, contra la que traza su plan de campaña, en seis categorías. La primera está compuesta por los individuos que los revolucionarios han condenado a muerte y que deben ser eliminados sin dilación, mientras puede dejarse con vida a la más vil de las criaturas si sus crímenes estimulan el desarrollo de la energía revolucionaria. La segunda categoría está formada por personas alas que puede perdonarse la vida provisionalmente. En la tercera, están incluidas las «bestias situadas en posiciones elevadas», individuos adinerados que personalmente no tienen ninguna importancia, pero que pueden ser explotados en beneficio de la revolución. En la cuarta clase, se encuentran los aspirantes a funcionarios y liberales de diversos niveles. Con ellos, el revolucionario mantiene aparentemente relaciones amistosas para enterarse de sus secretos, comprometerles, hacer que les resulte imposible retroceder y obligarles a servir a la revolución. En quinto lugar, están los doctrinarios, aquellos que son conspiradores y revolucionarios sólo de nombre, y otros charlatanes semejantes; estos deben ser incitados a actuar y convertirlos en auténticos revolucionarios. Las mujeres forman la sexta categoría, la más importante de todas, que se divide en tres subclases: a) Las que no tienen ninguna importancia deben ser explotadas como los hombres de las categorías tres y cuatro; b) las entusiastas, que, no obstante, todavía no han sido ganadas por completo para la causa, deben ser tratadas como los hombres de la quinta categoría; c) las convencidas, las mujeres auténticamente revolucionarias, «deben ser consideradas como el mayor de nuestros tesoros, sin el cual no podríamos hacer nada».

El verdadero objetivo de la sociedad secreta es lograr la libertad pedecta y la felicidad absoluta de los trabajadores. Pero Como esa libertad y esa felicidad sólo pueden conseguirse mediante una revolución que lo destruya todo, llevada a cabo por el pueblo en su conjunto, el objetivo de la sociedad secreta ha de ser el aumento de los males existentes para que el pueblo pierda la paciencia y pueda ser incitado a levantarse en masa.

En 1869 y 1870, Nechaev dirigió en Ginebra un periódico que se titulaba Narodnaja Rasprava [«El Tribunal del Pueblo»], del que sólo se publicaron dos números. En él se predicaba la negación absoluta y la destrucción total. Condenaba la formulación de planes para el futuro, y por tanto; toda actividad exclusivamente teórica y racional. Sólo podía tolerarse el conocimiento directamente encaminado a la práctica, a la práctica de «la destrucción total radical y universal». En cuanto a la reconstrucción, «construir no es tarea nuestra, sino de aquellos que vengan después de nosotros». El objetivo concreto e inmediato era «barrer al zar con toda su familia». Si, no obstante, todavía se permitía vivir a Alejandro II, era sencillamente porque su proceder estimulaba el desarrollo entre el pueblo del movimiento revolucionario. Nechaev estaba dispuesto a confiar al Tribunal del Pueblo su condena y su castigo. El pueblo ruso tenía derecho a imponer la pena capital al hombre que le había engañado con sus mentirosas reformas.

En 1869, Nechaev organizó una sociedad secreta entre los estudiantes de Moscú, que, bajo su dirección, pronto iba a derramar sangre. Un supuesto traidor, un estudiante llamado Ivanov, fue condenado y asesinado; la revolución bakuninista comenzaba siniestramente con el asesinato de uno de sus propios partidarios. Nechaev tenía otras razones para permitir ese derramamiento de sangre: deseaba intimidar a sus seguidores, lograr que su unión fuera más estrecha, y estimular la difusión de la idea de destrucción total mediante la excitación provocada por aquella muerte.

Bakunin condenó a Nechaev en términos vigorosos -aunque sólo después de la «acción» de éste. En 1870 Bakunin se refirió a Nechaev llamándole traidor, y en 1872 censuró su maquiavelismo y su jesuitismo. Es difícil determinar hasta qué punto tiene razón Nettlau cuando afirma que Nechaev engañó a Bakunin y a Ogarev. Desde luego, era una característica de Bakunin que sus planes de destrucción mundial le expusieran a ser engañado por personas como Nechaev. Herzen desconfió de Nechaev desde el primer momento. En 1872, Rusia consiguió la extradición de Nechaev de Suiza como criminal de derecho común, éste fue condenado a veinte años en una penitenciaría, pero fue confinado en la fortaleza de San Pedro y San Pablo, donde murió en 1882. Incluso aunque no hubiera acabado de este modo, no habría podido conservar su posición en el mundo revolucionario. Como demuestra Kropotkin en sus Memorias, el programa de Nechaev fue pronto rechazado por los partidarios de Tchaikovski. Además, en el programa de Lavrov se denunció su postura. Sobre todo, los miembros posteriores de la Narodnaja Volja no estaban de acuerdo con sus métodos, y tampoco los anarquistas seguidores de Nechaev y Bakunin, como Tcherkessof, el adversario del marxismo, aceptaban ese aspecto del anarquismo de Nechaev5. Kropotkin no rechazaba la idea de la revolución armada, pero se oponía a todo engaño, se practicara contra un amigo o contra un enemigo.

Sólo mucho más tarde, cuando la joven generación había olvidado las acusaciones demostradas por Herzen contra Nechaev en 1871, se hicieron algunos intentos de idealizarle.

En una sola ocasión se aplicó en la práctica el método de Nechaev, en la revuelta campesina de 1877 en el distrito de Chigirin, en la que se puso como señuelo ante los ojos de los campesinos una falsa «Carta secreta promulgada por la autoridad suprema».

CAPÍTULO 4

De muy distinto tipo eran los programas de aquellas organizaciones que se dedicaban a fomentar la cultura revolucionaria de las masas, como requisito previo para la revolución definitiva. Podemos examinar, por ejemplo, el programa de los discípulos de Tchaikovski, que se organizaron en el año 1871 6.

Para los discípulos de Tchaikovski la revolución social era la meta final de toda organización y debía ganarse para la causa el mayor número posible de campesinos y obreros. Los obreros afiliados, al volver a su pueblo, fomentarían la difusión de las ideas revolucionarias entre los campesinos. No aprobaban los disturbios locales que propugnaban los grupos bakuninistas, ya que sostenían que distraían la atención del pueblo de la meta final, la revolución definitiva. Pero no se oponían a los disturbios y a los actos de resistencia locales cuando surgían espontáneamente.

Los discípulos de Tchaikovski simpatizaban con la Internacional Obrera de tendencia bakuninista y con los exiliados rusos, a los que atribuían una influencia independiente y peculiar sobre el pueblo ruso.

CAPÍTULO 5

El programa de los lavrovistas, partidarios de Lavrov, influyó en gran medida en los acontecimientos revolucionarios de la década de 1870. Puede encontrarse en el periódico V pered [«Adelante»], que se publicó en Zurich y en Londres, bajo diversas formas desde 1873 a 1878.

El programa lavrovista reconoce la existencia de dos tareas universales, de dos combates en los que debe participar todo hombre consciente: la lucha de la perspectiva «realista» contra la teológica y metafísica, es decir, la lucha de la ciencia contra la religión; y la lucha del trabajo contra el disfrute ocioso de las cosas buenas de la vida, la lucha por conseguir la igualdad total de los individuos, la lucha contra el monopolio en todas sus formas. El programa afirma que la primera casi ha terminado, y que no es especialmente importante en Rusia (!). En cuanto a la segunda, la lucha principal, debemos preparar el terreno y crear una base realista. La base realista a que se refiere Lavrov es el socialismo positivo o científico.

Lavrov se opone a los conservadores y seudoliberales, pero se opone también a Nechaev ya Bakunin, rechazando la utilización de la mentira como arma en la campaña para lograr instituciones sociales más justas. Hay que superar la mentira, como todos los instrumentos y métodos de la antigua injusticia. El nuevo orden no puede basarse en la explotación, ni en el dominio dictatorial de unos pocos, ni en la apropiación por la fuerza de riquezas no ganadas. Contra un enemigo (Lavrov subraya la palabra) estará, sin duda, permitido, en momentos de necesidad extrema y temporal, utilizar la mentira; pero el empleo de tales métodos entre iguales y entre personas de opiniones similares es un crimen. Respondiendo a Bakunin y Nechaev, señala que incluso aquellos que consideran que el fin justifica los medios, añadirán siempre: salvo los medios cuyo uso puede impedir per se que se alcance el fin.

Lavrov afirmaba que la cuestión social era la primera  y la más importante de todas. Subordinaba expresamente el problema político al social, y sobre todo, al económico, e insistía en que, dada la importancia de la lucha Social, debíamos alejar de nuestras mentes todo pensamiento relativo a las nacionalidades. Aceptaba la teoría marxista de la lucha de clases y su primer objetivo era, por tanto, la organización del movimiento de «toda» la clase trabajadora, que incluía tanto a los campesinos como a los obreros industriales rusos. Era esencial que existiese una organización que abarcase a todos porque las luchas aisladas eran irracionales e inútiles, dada la poderosa organización del enemigo.

Lavrov estaba convencido de que la meta final no se alcanzaría de una sola vez: habría etapas intermedias. Por ello, sostenía enérgicamente que durante el desarrollo de la lucha no debía dejarse de obrar nunca con arreglo a las posibilidades y de elegir los medios adecuados para alcanzar los objetivos.

Consideraba inadecuados los programas y partidos políticos de tendencia constitucionalista y liberal. Lavrov era tan poco partidario como Herzen de la sustitución de la monarquía burguesa por una república burguesa, porque consideraba que todo sistema burgués era defectuoso. Sin duda, resultaba esencial hacer el mejor uso posible de las instituciones liberales, en la medida en que éstas podían utilizarse para servir a los fines socialistas (Lavrov se refería a la libertad de conciencia, al derecho de libre asociación, etc.). Pero el socialista no debía pensar en hacer causa común con el liberal, aunque quizá de vez en cuando se encontraran ambos del mismo lado.

En cuanto a las nacionalidades, según el programa de Lavrov, sólo debía reconocerse la existencia de seres humanos y de objetivos comunes a toda la humanidad; todas las naciones debían, por consiguiente, unirse para la tarea común, sin tener en cuenta las tradiciones lingüísticas. La rivalidad entre los rusos y los hombres de otras nacionalidades no era socialista.

En Rusia, los campesinos constituían la inmensa mayoría de la población, y en consecuencia la labor con las masas campesinas era la misión esencial del socialista ruso. El pueblo ruso no sólo debía ser el objetivo de la revolución, sino también su instrumento. Era misión del revolucionario ruso, del intelectual, explicar al pueblo la doctrina socialista; el revolucionario no debía intentar ejercer su autoridad sobre el pueblo porque su única función era llevar a la práctica las aspiraciones universales. La misión del intelectual era infundir al pueblo confianza en sí mismo como individualidad, e instruirle acerca de sus propios fines y actividades; su tarea consistía en preparar el camino para el advenimiento de un futuro mejor para Rusia. «Sólo cuando el curso de los acontecimientos históricos indique que la revolución se aproxima y que el pueblo ruso está preparado para ella, estaremos justificados para lanzar un llamamiento al pueblo para que realice la gran transformación.» Las revoluciones no pueden provocarse artificialmente porque son una consecuencia de una larga serie de procesos históricos complicados y no el resultado de las voluntades individuales. No obstante, todo intento de revolución popula, aunque no tenga éxito, es un medio de educación social. «Pero, sea útil o perjudicial una revolución concreta, la historia recorre el camino que conduce a las revoluciones con inevitable fatalismo.» Lavrov incluye que, también en Rusia, la vía revolucionaria era «la más probable».

También Lavrov consideraba al mir como la base social y económica sobre la que podía fundarse la transformación socialista de la sociedad en su conjunto. Pero era necesario, como requisito previo, que los campesinos recibiesen instrucción, ya que en el caso contrario, incluso aunque triunfara la revolución, serían explotados por una minoría.

Marx y Comte contra Bakunin, tal es la esencia de este programa revolucionario. Teniendo en cuenta la sed de lucha que animaba a los jóvenes revolucionarios bakuninistas, Lavrov les da este consejo: «¡Mirad antes de saltar!» Oponiéndose a los hombres de las sociedades secretas (buntari), subraya las ventajas de la propaganda, por lo que los adversarios de los lavrovistas les designaron despreciativamente con el nombre de «progresistas».

CAPÍTULO 6

Nabat [«El timbre de alarma»], periódico publicado en Ginebra y dirigido por Tkachev, era el órgano de los adversarios de Lavrov. Tkachev era un blanquista que participó en las primeras manifestaciones políticas de comienzos de los años sesenta, y fue condenado en el proceso de Nechaev. Su objetivo era prolongar y superar el radicalismo de Bakunin y Nechaev, de tal modo que no sólo Lavrov, sino también Bakunin, eran para él «burgueses seudorrevolucionarios», en el sentido que daba a ese término el Catecismo de Nechaev. Tkachev denominaba a su sistema jacobinismo. El fin inmediato de la revolución es tomar el poder, pero esta conquista del poder no representa la revolución propiamente dicha, sino sólo una etapa preliminar. La revolución comenzará con el Estado revolucionario, que realizará sus objetivos positivos y negativos.

El Estado revolucionario se fortalecerá convocando una asamblea nacional (narodnaja duma), y hará propaganda política, lo que significa que dirigirá la educación de acuerdo con los principios del nuevo orden. Mientras Lavrov daba mayor importancia a la educación del pueblo para la revolución, Tkachev enseñaba que la destrucción del antiguo orden sería anterior a la propaganda revolucionaria.

En cuestiones de detalle, Tkachev resume los ideales de Bakunin. El mir existente, que conserva la propiedad privada, se transformará en una comunidad local enteramente comunista; se expropiarán todas las herramientas y máquinas para la producción que sean de propiedad privada, y el intercambio de productos se realizará directamente, excluyendo a los intermediarios. Se suprimirá gradualmente la desigualdad física, mental y moral, y todos recibirán la misma educación, inspirada en un espíritu de amor, igualdad y fraternidad. La familia actual, con su subordinación de la mujer y su indulgencia ante el egoísmo y la arbitrariedad masculinos, será abolida, y el Estado centralizado sustituido gradualmente por el autogobierno de las comunas.

Puesto que el objetivo inmediato de los revolucionarios es tomar el poder político, éstos deben organizarse formando una «conspiración estatal». Tkachev se refiere a algo similar en esencia a la «organización de masas» de los lavrovistas. Condena expresamente las explosiones revolucionarias aisladas de pequeños círculos y exige, como Bakunin, una rígida subordinación jerárquica a la «dirección general», porque sólo eso «puede hacer que los objetivos sean claros y que exista una unidad en la actividad de todos los miembros». Para Tkachev, el programa único e inmediato de la actividad revolucionaria es «la organización como medio de desorganizar y aniquilar el poder del Estado existente».

Tkachev continuó siendo director de Nabat hasta 1887, y el periódico se siguió publicando hasta 1881 con otros directores. La Narodnaja Volja negó toda relación con él, como había hecho respecto a Nechaev, porque sus espeluznantes apologías de la acción terrorista eran demasiado comprometedoras.

La influencia de Nabat en Rusia no parece haber sido muy grande, pero Tkachev exponía también sus opiniones, bajo seudónimo, en periódicos radicales autorizados. Aunque tenía que elegir cuidadosamente las palabras, debido a la censura, se le entendía perfectamente, al igual que a otros escritores radicales. Tkachev tenía un estilo eficaz como publicista y crítico literario e histórico, y sus escritos ejercieron una influencia revolucionaria sobre la juventud7.

CAPÍTULO 7

En 1877 se creó una nueva Zemlja i Volja, cuyos órganos eran partidarios de la propaganda política pacífica. Consideraban que el problema agrario era el problema social más importante de Rusia. El problema industrial podía «dejarse en la sombra», ya que en Rusia no existía realmente, sino que era el problema social de Occidente. En Rusia, la exigencia suprema había sido siempre la tierra y la libertad. La tierra tenía que ser propiedad de los que la trabajaban y, por tanto, debía despojarse de ella a los terratenientes. Para los cosacos, libertad significaba el libre autogobierno de las comunas en las que las personas elegidas para ejecutar la voluntad popular pudiesen ser revocadas. Las opiniones de la sociedad secreta Zemlja i Volja eran muy semejantes, dado que era la sucesora de los socialistas revolucionarios y hombres del pueblo, Pugachev y Razin. No se intentó formular un programa más concreto; el futuro cuidaría de sí mismo. Por el momento, era necesario realizar «la revolución del pueblo», es decir, revolucionar a las masas para hacer posible la organización socialista de la nación rusa.

La sociedad estaba organizada en función del logro de estos objetivos. Tenía una dirección centralizada, aunque no según las prescripciones de Bakunin y Tkachev. Cuando había que decidir sobre cuestiones importantes, los dirigentes llevaban a cabo una votación en el consejo, y en asuntos de suprema importancia votaban todos los miembros de la sociedad. El consejo estaba compuesto por los miembros residentes en San Petersburgo, centro de la organización. Esta se subdividía en cuatro grupos: intelectuales (dedicados a la propaganda ya organizar a los estudiantes); obreros; grupos de los pueblos (que era el más numeroso), y grupo de desorganización. Este último era el más importante, porque tenía poder de vida y muerte sobre los miembros. Su misión era ayudar a los camaradas encarcelados, lograr su libertad cuando era posible y protegerlos contra la violencia de la Administración. De vez en cuando, estos deberes llevaban a la sociedad a una situación de conflicto abierto con el gobierno, aunque el recurso habitual al conflicto no constituía un elemento de su programa. Para precaverse contra la traición, se podía dar muerte a los traidores en caso de necesidad. El grupo de desorganización guardaba rigurosamente en secreto los detalles de sus planes y actividades, y sólo los comunicaba al consejo en líneas generales. Además de estos cuatro grupos, existían ciertas secciones dedicadas a tareas especiales; la más importante era la «cancillería celeste» del comité ejecutivo central, encargada de suministrar pasaportes, etc.

CAPÍTULO 8

El fin de la Zemjla i Volja era la revolución pacifica, aunque los heraldos de esa revolución pacifica pasaron a utilizar métodos terroristas; el terror blanco provocó el terror rojo. En julio de 1877 se aplicó en la cárcel una pena corporal a Bogoljubov, un revolucionario, y las autoridades llevaron a cabo una serie de actos de venganza. Como consecuencia, Trepov fue muerto a tiros por Vera Zasulich (1878), Mezancev a puñaladas por Stepniak, y se cometieron -o se intentaron cometer- otros atentados terroristas.

En junio de 1879 se organiz6 un partido abiertamente terrorista, el Narodnaja Volja [«Voluntad del Pueblo»], que sustituyó a la Zemlja i Volja. El fin de este nuevo partido era aterrorizar al gobierno ya los elementos reaccionarios de la sociedad.

El partido se declaró socialista, en el sentido de los narodniki. Sólo la voluntad del pueblo legitimaba las formas sociales; toda idea que hubiese de realizarse política y socialmente había de «atravesar primero la voluntad y la conciencia del pueblo». A esta voluntad popular, que nos recuerda en gran medida a Rousseau, contraponían el Estado capitalista y opresor. De acuerdo con los principios del bien público y de la voluntad popular, la Narodnaja Volja deseaba devolver el poder al pueblo mediante una revolución política. A continuación se reuniría una asamblea legislativa que se encargaría de la reorganización de la sociedad. Los principios socialistas esenciales estaban todavía vivos en Rusia, pese al proceder arbitrario de la monarquía. Esos principios eran: la conciencia del pueblo de que era el verdadero dueño de la tierra, el autogobierno comunal y local, los rudimentos de una organización federal y la libertad de palabra y de conciencia.

El programa político de la Narodnaja Volja contenía los siguientes puntos: representación nacional constante; autogobierno local; independencia del mir como unidad económica y administrativa; propiedad popular de la tierra; entrega de todas las fábricas y empresas industriales similares a los obreros; libertad de conciencia, palabra. Reunión, asociaci6n y agitación electoral; sufragio universal, y sustitución del ejército permanente por una milicia.

Más importante que el programa era la organización y la actividad de la Narodnaja Volja. El comité ejecutivo ostentaba la dirección del partido. La actividad se dividía en la difusión popular de la concepción de la revolución democrática y la agitación que había de expresar la insatisfacción del pueblo y la sociedad ante el orden existente. Las actividades terroristas consistían en el asesinato de las personalidades más nocivas del gobierno. Otro deber terrorista era matar a los espías.

Con el fin de realizar este objetivo, se organizaron en todas partes pequeñas sociedades secretas, afiliadas al comité ejecutivo y dirigidas por él. Los miembros del partido debían hacer lo posible por conseguir una posición y relaciones influyentes en la Administración, en el ejército, en la sociedad y entre el pueblo.

El partido, consciente de que una organización secreta, cuyos miembros no constituían sino una minoría infinitesimal de la sociedad, no podía expresar y defender adecuadamente la voluntad del pueblo, concentraba sus energías en las tareas preliminares, en los preparativos del levantamiento. «Si, en contra de nuestras previsiones, el levantamiento no fuese necesario, nuestras fuerzas acumuladas podrían dedicarse a tareas de paz.»

Estos principios generales se incluían en diversos programas especializados que enumeraban las tareas a realizar entre los obreros urbanos, en el ejército, entre la inteligencia y entre la juventud. El partido tenía que intentar despertar también las simpatías de los europeos respecto de sus fines, y se consideraba que la mejor manera de conseguirlo era mediante una actividad literaria adecuada.

La Narodnaja Volja dirigió todos los atentados y empresas terroristas, y en especial fue responsable de los atentados contra la vida del zar. Tres de éstos se habían realizado antes de que se organizase la sociedad, y ésta nevó a cabo otros cuatro. Pese a su objetivo terrorista expreso -«romper el encanto del poder administrativo» mediante el asesinato de sus nocivos representantes-, la Narodnaja Volja condenó la ciega campaña de destrocción que propugnaban Bakunin y.Nechaev; y rechazó los métodos de este último tachándolos de charlatanería. Después del 13 de marzo de 1881 (día del asesinato de Alejandro II), cesaron las actividades terroristas de la sociedad. Según creencia general, este cambio de táctica se debió a que la Narodna;a Vol;a perdió las simpatías populares, pero según Stepniak no fue ésta la causa determinante del cambio. La Narodnaja Volja,. afirma, dejó de llevar a cabo atentados individuales porque había decidido dedicarse exclusivamente ala tarea preliminar de revolucionar a las masas.

La sociedad siguió existiendo, pero pocas veces desempeñó un papel público. (Publicó una proclama tras la muerte de Turguenev en 1883, y dio algunas otras muestras de actividad. Durante el movimiento revolucionario de 1905, se reorganizó con el nombre de Partido Socialista Revolucionario.)

CAPÍTULO 9

Además de la terrorista Narodnaja Volja se creó, en 1879, a partir de la Zemlja i Volja) el partido Chernyi Peredel («Redistribución Negra», es decir, redistribución o reparcelamiento de las tierras negras). El fin de este partido era fomentar la agitación entre los obreros y campesinos. Plejanov, que era su dirigente en el plano teórico, condenó en términos vigorosos los métodos de la Narodnaja Volja.

El Chernyi Peredel se declaró asimismo representante de los narodnichestvo de la sección revolucionaria del movimiento, ya que sus miembros consideraban que la solución del problema agrario constituía la esencia del problema social y llegaban a esa opinión movidos por las mismas razones que guiaban a los narodavolcy. Afirmaba que el socialismo era la última palabra en sociología y que el colectivismo era la meta del «reformador radical». El radicalismo tenía que ser «económico», lo cual significaba que el reformador radical debía hacer todo lo posible para conseguir la mejora de las condiciones económicas, ya que éstas constituyen la base real de todas las demás condiciones sociales y políticas (materialismo histórico). En 1879, Plejanov opinaba que el socialismo podía desarrollarse en Rusia a partir del mir y del artel, sobre todo teniendo en cuenta que el capitalismo estaba preparando la agricultura y la propiedad de las tierras para la socialización, ya que en Rusia y en Europa el capitalismo preparaba el camino hacia el socialismo. Plejanov y sus compañeros del Chernyi Peredel creían que el capitalismo concentraría la propiedad de la tierra en Rusia y facilitaría por ello la «redistribución negra» esencial para el mujik.

El Chernyi Peredel era también revolucionario, pero tenía una idea muy distinta de su misión a la de los narodavolcy. Los miembros del Chernyi Peredel consideraban que las revoluciones políticas nunca habían dado al pueblo la libertad económica, y ni siquiera habían garantizado la libertad política. La burguesía explotaba en todas partes las constituciones en contra del monarca y de las masas trabajadoras, y lo mismo ocurría en Rusia. Daba igual que Alejandro II o Alejandro III sirviesen esos «festines sociales» (la Constitución}; se los comería la burguesía, mientras los revolucionarios miraban. Sin duda, la intelliguentsia y el pueblo también querían la libertad política, pero la libertad del mujik estaba íntimamente ligada a las condiciones económicas, y éstas representaban el primer objetivo que el mujik debía tomar en consideración. En Rusia, la tarea de un partido revolucionario auténtico era lograr el despertar intelectual de las masas y preparar los instrumentos de la lucha. Por lo menos, esa era la tarea en tiempo de paz. Cuando estallase la revolución, el partido tendría que regular el movimiento y determinar su tendencia. La función específica de la intelliguentsia consistía simplemente en la iniciación del movimiento; el pueblo haría lo demás por sí mismo y produciría sus propios dirigentes. Pero la función de la intelliguentsia no se reducía a la transmisión de cultura con arreglo a los métodos legalmente autorizados, sino que debía fomentar una activa agitación revolucionaria clandestina.

En 1881, el Chernyi Peredel se vio obligado a suspender por algún tiempo sus actividades periodísticas, pero en 1883 el partido se reorganizó con el nombre de «Grupo para la Liberación del Trabajo», y a partir de entonces se desarrolló siguiendo una línea marxista y en relación constante y directa con los movimientos marxistas y socialistas de otros países, en especial de Alemania. Plejanov definió en 1883, y más detalladamente en 1884, la actitud de su partido frente a otros partidos y tendencias, condenando desde la perspectiva marxista el socialismo de Herzen y Chernishevski, el anarquismo de Bakunin y el blanquismo de Tkachev. Trataremos más a fondo esta cuestión cuando examinemos la historia del marxismo.


* De The Spirit of Russia, de Thomas G. Masaryk. Nueva York: The Macmillan Company, Copyright 1919. Londres: George Allen & Unwin, Limited, 1919. Versión castellana: Sofía Yvars Femández.

2 En el año 1873, Dostoyevsky se refirió a una proclama, A la joven generación, que había mostrado a Chernishevski y sobre la que éste había expresado una opinión desfavorable. Si la afirmación de Dostoyevsky de que la proclama era bastante corta responde a la realidad, no puede tratarse de la atribuida normalmente a Mijailov (la nota es de Masaryk, como todas las demás de este texto).

3 Debiera mencionarse a este respecto el proyecto de petición al zar, escrito en su totalidad o en parte por Chernishevski, que se reprodujo en sus líneas generales en una proclama hecha pública por la sociedad secreta Velikorus (1861). En 1862, Herzen y Ogarev redactaron un documento de este tipo, que fue condenado por Turguenev y nunca llegó a circular.

4 El Catecismo se reproduce en la edición de la Correspondencia de Bakunin hecha por Dragomanov (p. 371). Muchos creían que el Catecismo era obra de Bakunin, y éste no lo negó nunca. Dragomanov no resuelve la cuestión, que todavía no ha sido solventada. En el artículo «Anarquismo», del Handworterbuch der Staatswissenschaften, 2.a edic., p. 308, G. Adler presenta ciertos pasajes como doctrinas y manifestaciones de Nechaev, tomadas del Catecismo, cuando en realidad se trata de declaraciones de Bakunin que no figuran en el Catecismo. Cf. Dragomanov, op. cit., pp. 353 y 363.

5 Cf. W. Tcherskesof, Pages d’historie socialiste, I, «Doctrines et Actes de la Sociale Démocratie».

6 N. Tchaikovski vivió en el exilio a partir de 1871, pero volvió a Rusia en 1905. Su programa fue revisado por Kropotkin.

7 Tkachev era un expositor consecuente del materialismo económico. Rechazaba en su totalidad la literatura aristocrática rusa, con sus incursiones por el mundo de los humillados y ofendidos. Debido a los nuevos acontecimientos, dice, la posición económica de los escritores se ha hecho insegura, y esta inseguridad se refleja en su trabajo creador en forma de Weltschmerz. Por ello, todo escritor aristocrático tiene dos caras: Tutguenev, Goncharov y Pisenisky, por ejemplo, son grandes escritores, pero «por otra parte no ve más allá de sus narices»; una parte de Tolstoy ama al pueblo, pero la otra sólo ama el parloteo; Dostoyevsky no merece que se le mencione, etc.

Thomas Garrigue Masaryk
Fuente: http://puertoreal.cnt.es/es/actividades-no-sindicales/1446-el-anarquismo-campesino-en-rusia.html
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