Biografía del anarcosindicalista Josep Xena Torrent (1907-1988)

Agustín Guillamón. Barcelona, febrero de 2023

Introducción

Josep Xena Torrent nació el 19 de julio de 1907 en Cassà de la Selva, en una humilde familia anarcosindicalista. Fue autodidacta. Trabajó de fontanero y electricista en Palafrugell. Se afilió a CNT y aprendió esperanto. Junto con su compañera Armonía Puig creó una escuela nocturna de esperanto y en 1926 asistió a un Congreso esperantista en Lyon.

Durante la dictadura de Primo de Rivera se negó a realizar el servicio militar, por lo cual se exilió en Perpiñán y luego en París, donde contactó con Los Solidarios. Regresó a España tras la proclamación de la República. Se dedicó a la enseñanza, racionalista y libertaria, primero en la Escuela Libre de Alaior (Menorca) y, desde 1932, en la escuela Ferrer Guardia de Hospitalet de Llobregat.

Se afilió a la FAI. Fue delegado por el Sindicato único de trabajadores de Fígols en el Congreso de la CNT de junio de 1931.

A la izquierda de la foto, Josep Xena Torrent; en el centro Dionisio Eroles Batlle. Palacio de la Generalidad de Cataluña.
Foto de Josep Maria Sagarra (Barcelona, 27 junio 1937)

En el Pleno de Locales y Comarcales del 21 de julio de 1936, reunido en el Salón Rojo de la Casa CNT, Josep Xena votó por la Comarcal del Baix Llobregat contra el colaboracionismo y el ingreso provisional en el Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA).

El 23 de julio, ante la urgencia y gravedad de las decisiones a tomar, la CNT optó por la organización jerárquica en un Comité de comités que, en el Pleno de Locales y Comarcales del 26 de julio, fundó un Comité de Abastos y votó por unanimidad la definitiva permanencia en el  CCMA. Hubo especial interés por acallar cualquier disidencia con la política de unidad antifascista, y muy especialmente la mostrada por Xena y la Comarcal del Bajo Llobregat en el Pleno del 21 de julio..

El resumen de los principales acuerdos alcanzados en este Pleno se editó en forma de Bando[1], para su general conocimiento y acatamiento:

“Bando.

Confederación Regional del Trabajo de Cataluña.

Hoy, domingo, 26, ha tenido lugar un Pleno Regional de Locales y Comarcales de Sindicatos. Los militantes de la CNT, con la responsabilidad que les caracteriza, han examinado la situación y han tomado acuerdos concretos y terminantes, que comunicamos a todos los sindicatos y al pueblo en general para que se atenga a su cumplimiento […].

La CNT en Cataluña, coincide por unanimidad absoluta, en que debe seguir situada en la misma posición. Hoy no hay más problema para el proletariado, no hay más enemigo para el pueblo, que el fascismo sublevado. Contra él todas las energías para aplastarlo; hay que converger con todas las organizaciones coincidentes a su aniquilación total; hay que dedicar todas las actividades y esfuerzos. Que nadie vaya más allá. Que nadie tergiverse la actuación a seguir. Todos los confederados tienen el deber moral de aceptar las decisiones generales, no sólo por interés colectivo, sino incluso por interés individual. Los hechos esporádicos han sido descartados de la organización, por tener tan sólo la virtualidad de producir un desgaste de energías estéril, y frustrar en algunas ocasiones las posibilidades de realizaciones totalitarias. Hoy por hoy, contra el fascismo, sólo contra el fascismo que domina media España, y que hay necesidad de destruirlo para siempre, anulando la influencia de la negra sotana que durante siglos ha dominado España. En consecuencia, nadie está autorizado, ni se debe atender, para lanzar otras consignas, ni enfocar el movimiento de otra forma.

[…] Antes de finalizar, repetimos: Hay un COMITÉ DE MILICIAS ANTIFASCISTAS Y UN APÉNDICE SUYO DENOMINADO COMISIÓN DE ABASTOS. Todos tenemos el deber de acatar sus consignas, forma de regular las cosas en todos los órdenes.

Por la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña, EL COMITÉ.

Barcelona, a veintiséis de Julio de mil novecientos treinta y seis”.

Era una política de hechos consumados, en la que el Pleno del día 26 actuaba como simple altavoz de los acuerdos ya tomados. El acuerdo final no dejaba lugar a dudas sobre la dureza de la oposición que había encontrado la aceptación de la posición colaboracionista de los comités superiores de la CNT-FAI, aunque desconocemos los debates, si es que los hubo. El acuerdo sobre el análisis de la situación revolucionaria existente se cerraba mediante una decisión que había alcanzado la “unanimidad absoluta”, definida como la “misma posición”, esto es, la que ya había aceptado provisionalmente la delegación cenetista que había parlamentado con Companys, la ya aprobada por el Pleno Regional del día 21, la del Pleno conjunto CNT-FAI del día 23. ¿Qué posición?: “no hay más enemigo para el pueblo, que el fascismo sublevado”, y por lo tanto ni el gobierno burgués de la Generalidad ni el republicano eran un enemigo a batir, sino un aliado. La renuncia revolucionaria era ya absoluta: “Que nadie vaya más allá. Que nadie tergiverse la actuación a seguir”. Se apelaba a la obligación moral de aceptar las decisiones generales[2] y se hacía una profesión de fe antifascista: “Hoy por hoy, contra el fascismo, sólo contra el fascismo que domina media España”.

En el Bando destacaban dos cosas: la fortísima identificación del fascismo español con la Iglesia católica y el autoritarismo organizativo de carácter piramidal, que no dejaba vía alguna a la menor discrepancia, que no toleraba oposición alguna a la decisión adoptada de colaborar con el resto de fuerzas antifascistas.

 El comunicado final del Pleno Regional terminaba con una orden tajante e indiscutible de aceptación y sumisión al CCMA: “hay un COMITÉ DE MILICIAS ANTIFASCISTAS Y UN APÉNDICE SUYO DENOMINADO COMISIÓN DE ABASTOS. Todos tenemos el deber de acatar sus consignas, forma de regular las cosas en todos los órdenes.”.

El Bando era además el acta de nacimiento del CC de Abastos, que junto al CCMA y el Consejo de Economía constituyeron los tres pilares sobre los que se sostenía la revolución de julio.

Durante la guerra, Xena ejerció el cargo de concejal (en el área de economía) en el Ayuntamiento de Hospitalet de Llobregat, como representante de la CNT. En diciembre de 1936, intentó aplicar el salario único en esa ciudad.

El 27 de diciembre de 1936 el Sindicato único del Ramo de la Alimentación (cenetista) asaltó las cooperativas “L´Avenç” y “El Respecte Mutu”, incautándose de las existencias allí almacenadas. Como repulsa y protesta a tales acciones, ERC y UGT renunciaron a sus cargos en el consistorio y Francisco Martínez Albés dimitió como alcalde, en favor del primer teniente de alcalde Josep Xena Torrent, de CNT,que asumió el gobierno de la alcaldía sin oposición. Fue alcalde de Hospitalet desde el 29 de diciembre de 1936 hasta el 9 de febrero de 1937.

La valoración de Josep Xena sobre las recientes Jornadas barcelonesas de Mayo de 1937

El 13 de mayo de 1937 hubo una reunión de los comités superiores[3],en la Casa CNT-FAI. Xena informó sobre el Pleno Nacional de Regionales, celebrado recientemente en Valencia, en el que se dio cumplida noticia de “las maniobras de los comunistas” y de la protesta cenetista, “sin premeditación, forzada solamente por las maniobras de Aiguadé y [Rodríguez] Sala”.

Xena explicó en el Pleno valenciano como habían intentado buscar todos los parches posibles para evitar el estallido y luego para normalizarlo todo, “pero no se pudo evitar de ninguna manera”. El Comité Nacional (CN) tuvo una notable intervención, impidiendo que tropas comunistas, y también anarquistas, abandonaran el frente para bajar a la retaguardia barcelonesa. Habló de un telegrama cifrado que demostraba “que todo estaba premeditado”. En Castellón, los compañeros quisieron evitar el paso de las tropas que venían a Barcelona. El setenta y cinco por ciento del tiempo del Pleno se dedicó a explicar detalladamente lo ocurrido en Barcelona. El Comité Nacional procuró “que el movimiento fuera lo más reducido posible”.  Xena advirtió a Marianet, secretario del CN, en dos ocasiones, “que haga lo posible para reprimir sus exabruptos, que a menudo suele lanzar en los Plenos”, y también en su última intervención radiofónica.

Xena comunicó su conversación con Galarza[4] sobre fuerza pública, economía y los sucesos de Amposta, “a cuyos arrozales no quieren acudir los campesinos por temor a la represión desatada por Estat Catalá”: fusilamientos y desapariciones. La próxima cosecha de arroz peligra ante la falta de mano de obra. Galarza le enseñó a Xena un telegrama en el que Companys le decía “Que nosotros [la CNT] fuimos los únicos que intervenimos en la contienda”. Galarza se comprometía “a respetarnos todo lo posible”, pero consideraba imprescindible el “desarme de todas las armas largas”. A Xena le dio la impresión de que disimuladamente nos avisaba que escondiésemos las armas largas, para evitar que nos las quitasen a la fuerza. Galarza también se sentía amenazado por los comunistas. En el mitin del PCE en Valencia se atacó a la CNT como quisieron, “y llegaron incluso a pedir en altas voces [voz alta] nuestro exterminio”.

Dijo Xena que a Galarza le preocupaba un cambio de Gobierno que pusiera a las tropas desplazadas a Cataluña bajo las órdenes de un comunista, porque podría lanzar todas esas fuerzas contra la CNT-FAI. Era preciso retirar esas tropas de Cataluña a la mayor brevedad.

Xena creía que era necesario ganarse las simpatías de Galarza, y “asegurarle que no era nuestra intención la de destruir la Generalidad, que lo que hemos hecho ha sido solamente defendernos”.

Recordó Xena que Galarza le dijo, como advertencia: “Que la CNT y la UGT estén preparadas, pues la conjura no ha terminado aún”. También le explicó que fueron los comunistas los que exigieron la incautación del Orden Público en Cataluña. “Montseny fue la única que lo impugnó. Peiró y López se callaron”.

Xena pasó a detallar los debates en el Pleno Nacional. Explicó al CN, “que si las comarcas y las localidades por hechos insignificantes se levantan en armas es porque no ven la suficiente garantía con los Comités Regionales y demás responsables de la Organización”.

Laborda, de Construcción, informó que el CN “les insinuó que está en quiebra” y que si tuviera unos cientos de miles de pesetas podría comprar una emisora para hacer propaganda en el extranjero, y desbaratar las calumnias del enemigo.

Se estableció un breve debate sobre el origen y constitución de la Agrupación de Los Amigos de Durruti, “sobre los cuales se debe tener mucho cuidado” porque su secretario, Jaime Balius, “es un antiguo comunista[5]”.

Severino Campos dijo que “si el mal [Los Amigos de Durruti] se alarga hablaremos largo y tendido, hay que ir con cuidado porque estos camaradas tienen confeccionado [confeccionan] un semanario[6], y entiendo que el CR y demás deben de intervenir para apaciguar los ánimos”.

La Federación Local informó que “ayer en la reunión que tuvimos de Juntas de Sindicato, acordamos indagar cuales eran los camaradas que componen la Junta de los Amigos de Durruti”, para que una vez informados, “cada uno en su sindicato le llame la atención y le haga responsable de toda su actuación”.

Xena expuso lo ocurrido en Tortosa, “de los compañeros asesinados”, etcétera. Y de lo sucedido en Reus. “De la persecución de los compañeros más significados”. Que las fuerzas públicas asaltaban las sedes sindicales por la noche, y que arriaban las banderas de la CNT-FAI.

Severino Campos constató que no era suficiente tener un aval sindical, como había dicho Federica Montseny, para que nadie molestase con desarmes arbitrarios, y que “se quitan muchas armas”.

Tras acordar el envío de Mora al frente de Aragón, “para reforzar la moral”; se nombró a Valero, Laborda, Xena y Castellote como Comisión que debía representar al CR en el Pleno Nacional. Se aplazó la sesión hasta la tarde.

Xena inició la sesión de la tarde, informando sobre el movimiento protestatario del lunes[7] (día 10).

Distribución preguntó qué posición debía adoptar el CR ante el Pleno.

Xena le respondió que todos los comités debían solidarizarse, y “si hay sanción o censuras, ha de ser para todos, porque todos hemos contribuido”.

Polémica entre Josep Xena y Severino Campos sobre la estructuración orgánica de la CNT y la vigencia del Comité de Comités

El 9 de junio de 1937, se celebró una reunión de los comités superiores[8] extraordinariamente interesante, porque reflejaba el malestar y rechazo por parte de la militancia de base de la actuación de los comités superiores durante las Jornadas de Mayo. Se respiraba un clima de inminente escisión. Casi todos los que ejercían cargos de responsabilidad querían dimitir, porque no resistían los constantes insultos y las peticiones de cese que les hacía la militancia cenetista.

Inició la reunión Dionisio Eroles[9], como secretario del Comité Regional (CR) de la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña (CRTC), declarando: “No quiero continuar más aquí. Esperaba este Pleno de Comités, para presentaros definitivamente mi dimisión irrevocable. Según tengo entendido una reunión de Comités me nombró; pues a una reunión de Comités presento mi dimisión”.

Le respondió Pérez[10] (FAI) diciéndole “el problema no es sólo tuyo, es de todos los comités. La Local, por los mismos motivos que tú alegas, presentaron la dimisión global, que fue aceptada. Las censuras hacia los Comités son para todos igual. El ambiente hostil hacia nosotros va haciendo ambiente por doquier, y por lo tanto sería cuestión de que todos, globalmente la presentáramos”.

La Federación Localde Sindicatos, mencionada por Pérez, matizó que su dimisión había sido presentada con carácter “irrevocable”, y que “por esto fue aceptada”. Anunció que ya se estaban nombrando los nuevos cargos, pero advirtió sobre la necesidad “de reflexionar antes de dejar nuestros puestos, porque probablemente mañana se provocará la crisis de la Generalidad”, y ante tal posibilidad debían obrar con cautela. Se daban razones de oportunismo político externo para una crisis interna.

Ara presentó su dimisión del sindicato que presidía por sus constantes desacuerdos con el Comité Regional. Rillo manifestó que tal dimisión le parecía improcedente, porque “la dimisión se debe presentar cuando las cosas vayan bien”. Pujolprotestó que se hubiera presentado una dimisión global, que individualmente no aceptaba, mientras contase con el apoyo y confianza de su Sindicato: “En este Comité, como en todas partes, hay tendencias moderadas y otras extremistas, o sea derechas e izquierdas, yo, como sabéis, siempre he tendido más por la izquierda; por lo tanto, sin rehusar mi responsabilidad, que me cabe, no por eso estoy conforme con la dimisión. Mi Sindicato por dos veces me ha vuelto a dar la confianza para que yo esté aquí en este Comité como delegado suyo, por lo tanto, yo no presento mi dimisión voluntaria. Si el Sindicato, o la Organización, [quieren] sacarme de aquí, conforme y disciplinado, pero si no es así, no”.

Eroles, ante el cariz que estaba tomando la reunión, y para evitar la previsible cascada de dimisiones, intervino de nuevo: “Yo, todavía no he acabado de explicarme. No quisiera que los compañeros presentaran por mi culpa su dimisión, solidarizándose [con] mi acción. Interinamente se podría nombrar un nuevo Secretario, aunque fuera interino, o si no delegar toda responsabilidad al que es hoy Vicesecretario”. Aguilaratribuyó el malestar existente a meros rumores, que “poco trascienden fuera de la Organización”, que deberían desmentirse en un Pleno en el que participara “la Organización en peso”. Padrol observó que cualquiera “que ha asistido a todos estos últimos Plenos, [puede] haber observado y constatado que no solamente las ofensas van dirigidas al compañero Eroles, sino que son para todos los Comités en pleno. El otro día se presentó la dimisión global de este Comité, y lo aprobamos”.

Xena, muy combativo y agresivo, hizo la defensa de los comités superiores frente a las críticas de la militancia de base: “Aparte de un sinfín de incidentes, los Plenos en sus acusaciones y epítetos, que nos han dirigido, han mostrado ser irresponsables, porque [pese a] todo el incomodo que parece ser que tienen por nuestra equivocada o acertada actuación, no han sido capaces de presentar un voto de censura”. Hábil orador, prosiguió su argumentación tocando ahora la fibra sentimental: “[Al] que quiere a la Organización le duele muchísimo todo lo que pasa”, para proponer un Pleno regional conjunto de la CNT y de la FAI que recabara un voto unánime de confianza de la militancia hacia los comités superiores: “y si esto no se consigue nos marchamos todos en general y aquí se acabó”. La frase era lo bastante ambigua como para preguntarse qué se acababa: ¿la CNT, los comités superiores, o los ataques e insultos contra éstos? Se dirigió Xena directamente, y un tanto teatral, a Eroles, para decirle: “Y en cuanto a ti, secretario, al nombrarte fue porque te queremos, y si se hizo tu nombramiento de una forma anormal, fue debido a las circunstancias que aquel entonces atravesábamos”, y que en todo caso ese Pleno Regional conjunto decidiría el nombre del nuevo secretario regional de la CRTC.

Eroles “que viene ahora mismo del teléfono, nos informa que Laborda, desde Valencia, le ha telefoneado diciendo: “Que la Confederación Regional del Trabajo, está autorizada para poner todas las conferencias que sean necesarias”[11]. Y que el general de Orden Público ha ordenado: Que cese la persecución contra los Sindicatos y demás centros de la Organización. Que lo de Juanel y Clará se ha resuelto con gran éxito”.

La Federación Local se quejó, como ya habían hecho otros, de que el “ambiente de la calle va contra todos los comités; y que éstos […] no podrán obrar sin autoridad, porque […] las primeras palabras que nos suenan a nuestros oídos son de “bomberos”, “vendidos”, vosotros fuisteis los que dijisteis: “¡Alto el fuego!”.”

Eroles comentó un artículo, publicado “ayer por la noche” en El Noticiero en el que se confesaba que ERC se proponía desplazar a la CNT del gobierno de la Generalidad “y empezar la persecución de los elementos de la misma”, consiguiendo la adhesión de UGT y POUM. Para conjurar tal peligro Eroles propuso una reunión del Comité de comités, aunque diciéndolo de otra forma: “hacer una reunión de los Comités, de los compañeros que ostentan cargo, de los compañeros de mayor responsabilidad”.

Vicente Pérez “Combina”, aduciendo que cada cual tenía su fuente de información, dijo que había una perspectiva de desembarco que, unida a los partidos contrarrevolucionarios, podían obligarles a aceptar un armisticio. Preguntó Combina al CR qué había de cierto en las disensiones de la UGT con los comunistas, en Madrid y en Castellón, y qué orientación estaba tomando la UGT de Largo Caballero, “que viene a ser el Lenin de Cataluña”. Erolesle respondió que sobre todas estas cuestiones tendrían información al día siguiente, gracias a la llegada de una delegación procedente de Madrid. Combina informó de la petición de la Minoría de regidores cenetistas en el Ayuntamiento de Barcelona para radiar un programa.

Se acordó un orden del día para la celebración, al día siguiente, de un Pleno de comités regionales y se reiteró el envío de las invitaciones, mediante circular, acompañadas de los puntos de debate, entre los que destacaban el nombramiento de un secretario regional, aunque fuera interino; la actitud a seguir en la actual situación política y social; así como la nueva estructuración comarcal de la CNT.

Xena explicó qué era eso de “la estructuración orgánica de la CNT” con un ejemplo algo extravagante: “que todo cuerpo sin un esqueleto que lo sostenga se desmoronaría”, añadiendo que “a la CNT le es imprescindible una estructuración por comarcas”, que seguramente dejó perplejos a muchos que hasta entonces no habían oído hablar nunca de esa nueva estructura.

Eroles advirtió que “una de las cosas que no podremos decir en la circular es el asunto de las Patrullas, pero en el pleno ya les diremos que no ha habido más remedio que disolverlas, porque habíamos de acatar el Decreto”.

Tras un debate colectivo sobre la financiación de las escuelas racionalistas y el aumento de sueldo en Artes Gráficas, Xena planteó una cuestión burocrática sobre la capacidad del Delegado de Finanzas para firmar tal incremento de gastos, o si éste debería dar explicaciones detalladas del porqué de estos gastos, pidiendo la autorización del Comité de comités: “¿Hay que dar conocimiento al Comité de los Comités?”

Severino Campos y José Xena se enzarzaron en una espinosa polémica “sobre si había desaparecido el comité de comités, por un acuerdo de un Pleno de Comités; lo que levanta el justo incomodo del compañero Xena, el cual dice: “Que esa medida es arbitraria y que si se sigue con ese concepto él presenta la dimisión irrevocable del CR y de todos sus cargos. Alega, y con razón, que este Comité fue creado al calor de la lucha y en justa defensa de los intereses de la Organización. Hubo un Pleno Regional y lo aprobó”.”

Eroles, como secretario, “para cortar el debate y suavizar las asperezas de los contendientes dijo: “otro día lo volveremos a plantear de nuevo, y discutiremos sobre el asunto para ver si ha de persistir la disolución del mismo o su revalorización, ya que por lo que se ve, este Comité representa tres Defensas Nacionales”.”

La trifulca, en junio de 1937, sobre la vigencia o disolución de ese Comité de comités no hace sino reafirmarnos su existencia en julio de 1936: “creado al calor de la lucha”. El enfrentamiento entre Severino Campos, que defiende que ya había sido disuelto, y Xena, que sostiene su permanencia y vigencia actuales, se debía a que era un organismo de carácter excepcional, centralista, elitista y autoritario, más propio de un partido leninista que de una organización sindical como la CNT, o de una organización libertaria como la FAI. Para Campos la excepcionalidad, que lo había justificado, ya había pasado; para Xena el Comité de comités seguía siendo útil. La polémica entre Severino Campos y José Xena se producía en un momento muy crítico para los comités superiores, en el que éstos eran menospreciados e insultados por la militancia de base, por su actuación contrarrevolucionaria durante las Jornadas de Mayo. De ahí la virulencia de la refriega, entre ambos, respecto a la vigencia o disolución del Comité de comités, pese a que había sido citado en diversas reuniones desde el 24 de mayo. Severino Campos patrocinaba, aquí, cierta fidelidad a los principios; mientras Xena se alzaba como campeón de la preponderancia de los comités superiores y de su papel dirigente sobre la militancia de base.

Josep Xena contra la huelga general promovida por el Sindicato del Transporte en agosto de 1937

En la reunión extraordinaria de los comités superiores del 10 de agosto de 1937, Xena denunció que, ayer, el Sindicato del Transporte “ya estaba preparado para impedir con las armas la entrada de los guardias para hacer un registro, y que los grupos y barriadas[12] ya estaban sabedores de esta actitud, y también estaban preparadas para solidarizarse a este movimiento de grandes vuelos. Cosa que antes de preparar este movimiento deberían de haber dado conocimiento al Comité de Enlace, que es quien ha de controlar todos estos movimientos cuando sean necesarios”.

Xena se quejaba, pues, de que no había funcionado el Comité de Enlace, creado después de las jornadas de mayo para controlar e impedir estos movimientos de solidaridad de los grupos anarquistas y de los comités de defensa de los barrios con los sindicatos, porque podían desbordar a los comités superiores.

Se trataba de una auténtica insurrección obrera, promovida por la negativa del Sindicato del Transporte (liderado por Julián Merino) a someterse a un humillante registro policial. La amenaza de Doménech de que se encontrarían aislados era sólo una estratagema de burócrata. La solidaridad combatiente de los comités de defensa de los barrios y de los grupos anarquistas de Barcelona era inmediata e incondicional; la del resto de sindicatos cenetistas muy probable. El Comité de Enlace se presentaba como un dique insuficiente, que no impediría que los comités superiores volvieran a ser desbordados, como ya había sucedido en mayo[AGI1] .

Las intervenciones más destacadas de Josep Xena en el Congreso Extraordinario de la AIT, reunido en París en diciembre de 1937

SESIÓN DEL LUNES 13 DE DICIEMBRE, POR LA MAÑANA

Se abrió la sesión del 13 de diciembre de 1937 a las diez y media de la mañana. Presidía la sesión la delegación portuguesa, que concedió la palabra a los españoles.

Xena, por España, lamentó la ausencia de Chile y Argentina. Dijo que empezaría por contestar al delegado belga su pregunta sobre si las cosas en España podrían haber mejorado, si se hubiera ayudado a hacer propaganda a la AIT, afirmando muy confusamente que la propaganda conjunta de la AIT y la CNT sería más eficaz, pero eso no cambiaría la situación española. Prosiguió su discurso, reprochando a los delegados belgas y holandeses que exigieran a la CNT “una exposición de nuestros proyectos” y afirmó que iba a esforzarse en darles “una respuesta especial”, pero luego se hizo un lío, hablando de la necesidad de traducir la pregunta por escrito del delegado polaco, a quien también quería responder, para acto seguido decir que respondería también a Francia y Chile cuando estuvieran presentes, constatando entonces que el delegado sueco había hecho una larga intervención teórica, pero que carecía de informaciones prácticas. Y porque carecían de esa información práctica, sus deducciones lógicas y filosóficas estaban “condenadas a la ruina. Son lógicas, pero reposan en una base falsa”. Las divagaciones de Xena, que quería responder a todas y cada una de las delegaciones al mismo tiempo, le habían conducido a un discurso incoherente y confuso, sin un hilo conductor, que le llevaba a la deriva, sin rumbo.

Mariposeó, de nuevo, sobre la respuesta que quería dar al sueco y al holandés que sufrían “un error enorme, como también la intervención de Shapiro”. Tras asegurar que iba a responder a belgas y holandeses, al polaco, a franceses y argentinos cuando estuvieran presentes, ahora decía que iba a responder a suecos y holandeses, pero también a Shapiro. Y aquí esbozó una especie de argumento, que nadie sabía ya exactamente a quien iba dirigido, aunque quizás estaba destinado a todos: “El 19 de julio no ha sido el desencadenamiento de la revolución social. Una revolución semejante necesita una preparación, un programa, un objetivo; consiste en destruir y reemplazar las bases de la sociedad actual, del capitalismo y del Estado. En realidad, lo que había era una revolución fascista, nos encontrábamos frente a un golpe de Estado militar. Así pues, no es la CNT quien abrió el fuego, quien dio un objetivo preciso, una orientación general”. Los disparates, que la propaganda de los estalinistas había machacado como dogmas inapelables, se convertían ahora, en un congreso de la AIT, en pruebas y explicaciones de la deriva ministerialista de la CNT: en España no había habido ninguna situación revolucionaria, sólo un intento de golpe de Estado fascista.

Y Xena alargó su esbozo de razonamiento, diciendo que “Nosotros lo sabemos, y hasta los niños españoles lo saben, que la revolución la hace el pueblo en armas. Lo que hicieron los militantes, los núcleos revolucionarios, fue salir a la calle con los demás elementos antifascistas para oponerse al golpe de fuerza militar. Las masas no intervinieron más que como movimiento sindical”. O sea, que el golpe fascista, según Xena, no fue detenido, en la que más tarde se llamó “zona roja”, por el pueblo en armas, sino por algo así como unos pacíficos y desarmados “elementos antifascistas”.

La incoherencia, el confusionismo, los disparates y la oscuridad expositiva de Xena aún no habían alcanzado su cima. Tras regalar a su auditorio con los horrores de lo que llamaba “revolución fascista”, para ensalzar así la necesaria resistencia y unidad de los antifascistas, después de negar y renegar, una y otra vez, que hubiera habido ninguna revolución social en España; por primera vez dio una especie de réplica a la intervención sueca, una respuesta disparatada, pero respuesta al fin y al cabo: “El camarada sueco piensa que en España, la revolución no ha sabido vencer al Estado y, como consecuencia de esto, el Estado ha vencido a la revolución. Nosotros decimos que la revolución no se ha realizado, por lo tanto, no ha podido ser vencida. No se puede vencer una cosa que no existe en su totalidad”. Era la tesis de los estalinistas españoles, repetida, aunque mal expuesta, por el delegado de la CNT.

Xena expuso, acto seguido, lo que dio en llamar las “realizaciones previas” a la victoria en la guerra, alcanzadas ya en España, que no eran otras que el fin del poderío de la Iglesia, que la administración directa y comunal de los campesinos, que la mitad de la economía industrial y agrícola estaba en manos de los trabajadores, que “el proletariado español pasa de la simple colectivización de los talleres y de las tierras a su socialización armoniosa”. Lo cierto es que, en diciembre de 1937, la economía, el trabajo, y todos los aspectos de la sociedad española, estaban sumidos en un rápido proceso de militarización. Xena vagaba por los campos de su fértil imaginación.

Xena continuó divagando ante los congresistas, pidió respeto por “la obra constructiva de la CNT”, desilusionó a sus antagonistas en el congreso, advirtiéndoles que “No hemos venido aquí para discutir sobre principios, que nos son comunes, y sí para poner un término a la difamación que se hace contra las realizaciones y las creaciones de la CNT y del pueblo español”.

Abordó el inevitable y espinoso tema de la militarización, adoctrinando a los congresistas que “se ha creído que podíamos escoger entre dos fórmulas”, que eran la lucha contra los militares sublevados desde la espontaneidad de “bandas irregulares y sin disciplina”[13], o bien, un nuevo militarismo “equivalente al del adversario”. Pues esa opción, continuó instruyendo Xena, “no nos pertenecía, primero porque las condiciones de lucha han evolucionado de una manera independiente de nuestra voluntad y después, porque no estábamos solos y hay que reconocer que los comunistas, a pesar de que asesinan y a veces meten en la cárcel a nuestros militantes, también están presentes en el frente contra el enemigo común, y representan una fuerza con la que es preciso contar”.

Y prosiguió con su lección a los congresistas, enseñándoles que la guerra civil “ha pasado por tres etapas” que, ¿cómo no?, habían sido “impuestas por las circunstancias”. La primera etapa fue la lucha en la calle, que en Barcelona y Madrid fue favorable para la CNT; la segunda etapa fue la de “las columnas volantes, compuestas de camaradas armados o sin armas, muchas veces sin víveres y sin municiones”, que no sabemos si Xena ensalza o ridiculiza, porque llegar a decir que esas columnas milicianas “no tenían frente a ellas, más que esas irregulares o simples avanzadillas del ejército adverso”. La tercera etapa se caracterizaba, según Xena, por un ejército enemigo, organizado y equipado por las potencias fascistas, técnicamente muy superior al ejército republicano; frente al cual era necesario organizar, en la retaguardia, la economía y levantar una industria de guerra, mientras en el ejército era indispensable imponer la disciplina y un mando único. Xena se deleitaba en exponer a los congresistas anarcosindicalistas las consignas y el programa de los estalinistas en la España republicana, que había interiorizado hasta hacerlo propio. Paradojas y/o ventajas de la táctica de unidad antifascista, en aras de la cual el movimiento libertario había renunciado a todo: a un programa propio, a los métodos de la lucha de clases, a los propios principios… ¡a todo!

Por esta razón Xena decía: “Esta necesidad [de la militarización, la disciplina y el mando único] se ha impuesto al mismo tiempo a todos los sectores antifascistas. Todos lo han reconocido, todos lo han reclamado y han aplicado soluciones comunes”.

A la objeción “de que el nuevo aparato militar desposeía al pueblo, y particularmente a los sindicatos, del control de la fuerza armada, haciendo de ella un organización burguesa con contenido reaccionario”, Xena respondía que los militantes anarcosindicalistas “no poseían ninguna preparación técnica”; carencia que, al parecer,  los incapacitaba para levantar un ejército eficaz; y, por otra parte, “por encima de todo, había concesiones [mutuas] indispensables, puesto que las fuerzas existentes tenían orientaciones políticas diferentes que merecían igualmente el respeto y el derecho a la existencia”.

Xena se atrevió a declamar su apología del Ejército Popular, diciendo que no era “idéntico al ejército burgués”, porque sólo lo era entre un cincuenta o setenta por ciento. Cualquier delegado al congreso podría haberse levantado para decirle que un ejército no deja de ser burgués, aunque el ciento por ciento de sus soldados sean proletarios, sino porque está mandado por oficiales burgueses, porque obedece las órdenes de un gobierno burgués, con el objetivo de defender los intereses de la burguesía. Pero quien estaba en posesión de la palabra era el cenetista Xena, el delegado de la comarcal del Baix Llobregat que el 21 de julio de 1936 había votado el “ir a por el todo” de García Oliver, el presidente del comité revolucionario de industriosa ciudad de Hospitalet.Y Xena prosiguió su apología, ahora de la guerra, diciendo que su brutalidad era atenuada por los militantes de la CNT, aunque sin decir cómo. En cuanto a las perspectivas futuras, sobre las que tantos congresistas preguntaban, dijo, por decir algo, que “tenemos más simpatías que nunca entre la masa de los trabajadores y de los combatientes, y es con esto (y no con libros, teorías y con ideas) que se puede conquistar una posición de fuerza predominante”. De ahí se le terció a Xena meterse con el holandés De Jong: “Tanto es así que cuando el camarada De Jong pregunta si nuestra influencia real está a la altura de nuestras posibilidades, creemos poderle contestar que la utilización de nuestras fuerzas es efectiva y que estamos en lo cierto”; y que no era a la CNT a quien había de pedírsele un plan y un calendario “previos de lo que las circunstancias exteriores nos obligarán o nos permitirán hacer, en España y sobre el terreno internacional”, sino que son las distintas secciones de la AIT quienes han de “decirnos hasta qué punto y con qué fuerzas [se prestan] a luchar para ayudarnos, tratando de reducir al mínimo los constreñimientos a que nos somete el bloqueo”. La oratoria de Xena repetía, como tantas veces había hecho ya la delegación española, la táctica de darle la vuelta al calcetín.

Pasó Xena a pontificar, ante el congreso, sobre el carácter de la economía y del gobierno de la Generalidad, colocando un disparate mayor junto a otro peor: “los trabajadores están contentos de haber eliminado a la burguesía de la dirección económica, en aquellos lugares donde la colectivización es un hecho consumado. Lo mismo que el Ejército Popular, el gobierno de Barcelona no es burgués en el sentido completo de la palabra. Ha perdido entre el ochenta y el noventa por ciento de su fuerza”. Xena estaba convencido que la entrada de algunos ministros anarquistas en un gobierno burgués era capaz de cambiar su naturaleza burguesa. Ese enorme error es la clave que nos permite entender su discurso. El pequeño detalle de que se hubiera dado una patada a los ministros anarquistas, tanto del gobierno de la Generalidad como del central, no había amilanado a una CNT que seguía aspirando a volver al gobierno con más ministros.

Xena planteó la pregunta que tantos congresistas habían hecho a la CNT. “¿Qué objetivo perseguíamos al entrar en el gobierno?” para responder, en coherencia con el pragmatismo cenetista, que el objetivo era “ganar algunas posiciones de fuerza que no existían al margen. Si no las hubiésemos tomado habrían caído en manos de Moscú”. Xena añadió que no podía abandonarse a los trescientos o cuatro cientos mil militantes, o simpatizantes cenetistas, a la dirección y control exclusivo del resto de organizaciones y partidos antifascistas. “No había más que dos caminos: o bien, marcharse o tomar una plaza oficial en la nueva organización militar”. El primer caso era la victoria de Franco, dijo Xena. Lo que no dijo era que las milicias de voluntarios de julio de 1936 fueron las que definieron el frente de Aragón, Madrid y Andalucía, y que el Ejército Popular no empezó a formarse hasta octubre de 1936. Lo que no dijo fue que cada partido y cada sindicato organizaron su propia milicia, desperdiciando la ocasión y la fuerza de organizar un ejército proletario único.

Acusó a todas las secciones de la AIT de no haber comprendido el carácter de la participación de la CNT en el gobierno, ni de la crisis gubernamental posterior a mayo del 37. Xena aleccionó sobre esa crisis de gobierno a un congreso anarcosindicalista, que tenía entre sus principios el rechazo al electoralismo y la política parlamentaria, diciéndoles que no habían sido echados de los gobiernos central y autonómico, sino que se habían ido porque pedían tres o cuatro ministerios y sólo les habían dado dos o tres. Y como no cedieron, se quedaron sin ninguno. Por dignidad, dijo Xena. Era una bella lección parlamentaria a un congreso antiparlamentario.

Quiso responder a Shapiro que sus reflexiones reposaban en un fundamento falso, porque él creía en “el principio elemental de la destrucción necesaria de las antiguas bases para reconstruir la sociedad de arriba abajo”. Según Xena, no era esa la cuestión, sin argumentar por qué, salvo una vaga referencia a las circunstancias exteriores, que no explicaba nada.  Quiso responder a De Jong que la CNT se pondría en “marcha hacia adelante” si él se comprometía con el proletariado internacional a responder a las intervenciones exteriores de que sería víctima la CNT, en cuanto se pusiera en marcha. El recurso al exterior lo arreglaba todo y lo respondía todo. Y era además un adecuado reproche a la ineficacia de la solidaridad internacional con España, organizada por la AIT.

Y como el argumento era sólido, Xena no dudó en insistir en el mismo: “Habéis dicho siempre, y nosotros mismos con vosotros, que la Revolución social no puede producirse en un sólo país. Esta situación ha sido comprendida por el conjunto de nuestros militantes, y cuando Besnard y Shapiro se sirven de algunas declaraciones extremistas, no citan ni el pensamiento de la CNT, ni el de la FAI, sino que se trasladan [al] terreno de las polémicas personales que existen en España, terreno que no debe ser abordado en un congreso como éste”. Aunque el argumento era irreprochable las consecuencias que infería Xena no lo eran. La imposibilidad de extensión internacional de la revolución española no era razón alguna para que Shapiro y Besnard dejaran de criticar el ministerialismo de la CNT, ni tampoco para que el congreso no conociera, ni valorara, la oposición revolucionaria a la CNT, surgida en España. La CNT hizo un tabú de la cuestión de esa oposición interna, máxime cuando se aproximaba, o coincidía plenamente, con las posiciones de algunas secciones (como la CGT-SR) o individuos (Shapiro y Besnard) asistentes al congreso de la AIT.

Le tocó ahora al delegado chileno, que había mostrado “una incomprensión realmente hiriente en cuanto “al desarme de la retaguardia”, diciendo que la CNT había publicado, en la prensa, notas amenazantes sobre la obligación del desarme de sindicatos y comunas”. Xena pidió que no se especulara sobre las declaraciones de los periódicos (incluidos los anarquistas), aceptó que “sin duda hemos querido que las armas fuesen movilizadas hacia el frente”, pero sin renunciar a mantener en la retaguardia algún armamento, para protegerse en la retaguardia de los otros partidos antifascistas “con un máximo de discreción que debe ser respetado y favorecido en el extranjero”.

Ocurría con el desarme lo mismo que con los presos extranjeros, dijo Xena; eran cuestiones que sólo preocupaban al congreso y a los extranjeros, no a los cenetistas españoles, “aunque la complejidad de la situación no nos permite tratarlas abiertamente. ¿De qué se trata en suma? ¡De un millar y medio de sindicados en las cárceles, cuando en otros períodos hemos tenido treinta o cuarenta mil! Aun debemos agregar que los revolucionarios han cometido a veces faltas que nada tenían que ver con la Revolución”. Mil quinientos presos no eran nada, ni debían importar a nadie, según Xena. La cantidad no era preocupante. Además, era necesario desprestigiarlos como delincuentes comunes. Sin embargo, Xena había cometido un pequeño desliz semántico, cuando al hablar de los presos los calificó de revolucionarios. Y ahí estaba el quid de la cuestión: esos presos molestaban a los burócratas cenetistas, precisamente porque en su mayoría formaban parte de esa molesta oposición revolucionaria, que había surgido en el seno de la CNT como reacción al ministerialismo y la dejación de principios.

Y Xena expresó de este modo su aversión a los revolucionarios: “En mayo último [las Jornadas de Mayo de 1937], aprovechando los acontecimientos de Barcelona, un puñado de compañeros extranjeros se adueñó de una casa particular y [robó] su contenido: máquinas de escribir, muebles, ropas, etcétera. Fue necesario desaprobar este acto de desorden y abandonar a sus autores a la justicia”. Xena se refería, sin duda alguna, a los militantes franceses, y entre ellos muy concretamente a Felix Danon, que ocuparon el Casal del Metge, edificio situado frente al de la Casa CNT-FAI, desde el que impidieron el tiroteo y asalto de las fuerzas estalinistas y de orden público, durante las Jornadas de Mayo. Danon fue encarcelado, sin ser juzgado hasta un año después, cuando fue liberado sin proceso alguno. En el momento en que Xena hablaba, en París, sobre Danon, sin citar su nombre, éste seguía preso, en Barcelona, sin juicio y gravemente enfermo. La solidaridad de Xena era nula; su odio a los revolucionarios, infinito.

Xena terminó su larguísimo discurso con un llamamiento a los congresistas para que entendieran que la actual CNT no era la de 1936, y que el deber de todos los asistentes al congreso era romper el injusto y grave boicot que pesaba sobre España, no sólo en armamento, sino en alimentos, medicamentos, materias primas. Los cenetistas no necesitaban meterse en nuevas aventuras revolucionarias, como aconsejaban algunos, sino resolver los enormes problemas actuales: “Antes de invitarnos a hacer frente a otras aventuras y otras dificultades, convendría pensar en los problemas trágicos que la hora presente nos plantea”.

SESIÓN DEL MARTES 14 DE DICIEMBRE, POR LA TARDE

El presidente abrió la sesión a las 15 horas y veinticinco minutos, constatando la ausencia de Vázquez, que debía introducir el punto cuatro del orden del día. Propuso pasar a debatir el punto cinco. España dijo que se podía “empezar a tratar el punto cuatro sin Vázquez”. El presidente dio la palabra a la delegación española.

Xena, por España, explicó que tras el congreso de unificación entre la tendencia treintista y la faista, celebrado en Zaragoza en mayo de 1936, la CNT era, en julio de 1936, una organización sin oposición. Dijo, en contradicción con intervenciones anteriores de la delegación española, que “Aún, hoy, no hay entre nosotros ninguna fracción de oposición. Tampoco hay una unidad de vista absoluta; se discute por todas partes, y desde hace algún tiempo vemos que se hacen maniobras de tipo marxista para romper la unidad”. No sabemos si Xena se contentaba con calificar de marxistas a la oposición interna a la CNT, como había sucedido con la Agrupación de Los Amigos de Durruti, calificados falsa e inmediatamente de marxistas, o realmente hablaba de un proselitismo del PSUC y del POUM en las filas anarquistas, realmente inexistente o inapreciable.

La afirmación que hizo Xena de los trotskistas parecía algo más precisa, y no parece que se trate de la tan frecuente confusión entre trotskistas y poumistas: “Los trotskistas, entre otros, que no tienen movimiento organizado en España, procuran crearlo a nuestra costa. No admitimos que esta tentativa pueda hallar un apoyo ni siquiera involuntario, en el secretariado de la AIT, ni que éste pueda ser el sostén del movimiento de oposición contra la CNT “en el caso en que ésta se retirase de la Asociación Internacional de los Trabajadores”. ¿Se refería Xena al falso tópico de la influencia y penetración trotskista en Los Amigos de Durruti?

Xena concluyó su penosa intervención pidiendo al congreso un voto de censura al camarada Pierre Besnard, por su pretendido apoyo a la oposición interna cenetista. Tras afirmar primero que no existía ningún movimiento de oposición, Xena habló del apoyo del secretariado de la AIT al “movimiento de oposición contra la CNT”. La contradicción era tan evidente como absurda. Sin embargo, Xena había realizado un feliz hallazgo, tan sencillo y falaz como contundente: bastaba con denigrar a Los Amigos de Durruti, y al resto de la oposición interna, primero como marxistas y luego como trotskistas, para conseguir no sólo desprestigiarlos, sino incluso que desaparecieran como tal oposición interna. Lo de Xena era auténtica magia de conejo y chistera. Era evidente que, si Los Amigos de Durruti eran trotskistas, dejaban de ser una oposición interna anarquista. Quizás por eso hablaba unas veces de que existía una oposición interna, y otras, que no existía tal oposición. Xena no debatía, hacía propaganda, y la propaganda no atiende a la lógica del discurso, sino que lo distorsiona en aras de vender un producto. Xena vendía el voto de censura a Besnard.

SESIÓN DEL JUEVES 16 DE DICIEMBRE, POR LA TARDE

El secretario general[14] constató que el congreso volvía a estar en un atolladero, y ahora en una de las cuestiones más graves del congreso. Las comisiones se habían mostrado inoperantes: una no había presentado resolución y la otra presentaba un texto que no había obtenido la unanimidad. “Hay que hallar soluciones prácticas, que permitan alcanzar el resultado buscado. No hay que hacer textos que puedan ser rechazados aquí o allá”. Tras estas consideraciones Besnard explicó que había redactado un texto muy simple, que presentaba “en nombre de la CGT-SR”. Se dio lectura a esa resolución.

España aceptó “sin reserva y absolutamente, la proposición de Besnard”. Chile preguntó si eso significaba que se abandonaba la resolución elaborada por la comisión. El secretario (Besnard) respondió que creía que sí, puesto que no permitía llegar a un acuerdo. Xena, por España, opinó que a la resolución de Besnard debería agregarse “un párrafo sobre la unión y la solidaridad en el seno de la AIT, y otro sobre el asunto del boicot”, dirigido al resto de organizaciones obreras.

Alemania intervino incisivamente, para manifestar que la resolución elaborada por la CGT-SR era demasiado imprecisa sobre la “acción internacional” que debería desarrollar la AIT; y además dejaba “en la sombra, el objeto principal del cual se reclama, la cuestión del frente proletario antifascista”. Alemania propuso, ya que su resolución trataba ese tema con mayor claridad, que se aprobasen las dos resoluciones: esto es, la de Besnard y la alemana. Era un intento desesperado del delegado alemán del DAS para conseguir que su resolución fuese aceptada. También era una crítica al oportunismo demostrado por Besnard y la CGT-SR, que habían abandonado sus convicciones y su enfrentamiento ideológico con la CNT, en aras de obtener un consenso, que salvara del naufragio al congreso en curso. 

Vázquez, por España, explicó que los españoles habían analizado la resolución de Portugal-Alemania-Chile, y pensaban que no tenía nada que ver con el orden del día, puesto que se basaba “en la idea del frente proletario anarquista”. Según Xena, esa resolución “rompe todo contacto con las Internacionales autoritarias y el Frente Popular”. Esa resolución excluía además “todos los movimientos antifascistas”, salvo algunos de escasa importancia. Xena concluía que esa resolución supondría la enemistad de la CNT con estas organizaciones, “que le facilitan cierta ayuda”. La CNT se pronunciaba claramente a favor de la propuesta de Besnard y en contra de la propuesta de la comisión Portugal-Alemania-Chile.

Holanda constató que en el congreso había en ese momento diez secciones que representaban situaciones nacionales distintas. Manifestó que comprendía que la CNT se opusiera a una resolución que “condena su política”, y se unió a la propuesta francesa, pero advirtió que ésta no contenía elementos prácticos que facilitasen la constitución de un Frente Internacional, impulsado por la AIT. Hizo también su propia propuesta.

El secretario general propuso que al agregado español relativo al boicot se añadiera una frase que indique “que este plan debe ser puesto en práctica bajo la dirección de la AIT”. Xena matizó que la AIT podía tratar de tomar la dirección, pero sin atribuirse abiertamente ese papel. El secretario retiró la corrección propuesta por esta otra: “sustituir la expresión “obrero” por la expresión “proletario” en el texto considerado”.

Anderson, por Suecia, aceptó la proposición francesa de la CGT-SR y la corrección española, pidiendo que se retirase la alusión a los emigrantes, por parecerle reiterativa. El secretario general le respondió que “las secciones emigrantes tienen una actividad especial. Hay que tener en cuenta su trabajo particular y diferente”. Españamanifestó su acuerdo con Anderson. El secretario general aceptó la supresión del párrafo.

Alemania consideró que existían dos tipos de texto a redactar: los destinados a la propaganda y los internos a la organización.  La resolución francesa de la CGT-SR pertenecía a la primera categoría; “la nuestra a la segunda”. Prosiguió el delegado alemán sarcásticamente: “No hemos creído necesario introducir en ella declaraciones de amor, sino indicaciones precisas susceptibles de guiar a nuestros militantes en su trabajo. Es un hecho que la oposición se despierta en todas las Internacionales. El momento ha llegado (es un signo de la hora) en que ellas no pueden más y no deben más seguirlas y que no saben a dónde ir. Nada más que proletariamente estos movimientos [reunirían] una fuerza diez veces tan grande como la AIT. A título de ejemplo, me bastará nombrar las IWW, el NAS, el BMW, etcétera. Si queremos hacer diplomacia con las Internacionales, ellas no nos reconocerán, y sus oposiciones serán puestas a un lado por nuestro movimiento”. El delegado alemán del DAS ridiculizaba, con toda razón, la resolución que había presentado Besnard, en nombre de la CGT-SR; y la calificaba de propaganda de cara al exterior. La resolución alemana era de otro temple; se dirigía a los militantes anarcosindicalistas, como guía para la acción revolucionaria. Es necesario subrayar, además, que se presentaba como vía para la agrupación de todas las oposiciones revolucionarias (tan denostadas por la CNT), al margen de las grandes organizaciones (anarquistas o no) y de las Internacionales.

Polonia señaló que en la intervención anterior había algo que era “incomprensible o inaceptable”. Si en una resolución se afirmaba que la CNT no podía aliarse, ni con la Segunda, ni con la Tercera Internacionales, “no se puede o no se debe reclamar lo contrario públicamente”. Y afirmó que sólo la proposición de la CGT-SR podía obtener la unanimidad.

Alemania, insistió en que creía que ambas resoluciones podían aceptarse conjuntamente: una para uso público y otra como documento interior. La esquizofrenia, la dualidad de pensamiento (uno externo y otro interno) y el secretismo empezaban a instaurarse en la AIT. Los escasos elementos revolucionarios hacían malabarismos, y equilibrios imposibles, en el seno de unas organizaciones reformistas y antifascistas.

Horacio Martínez Prieto, por España, exclamó impertinentemente que “hay que terminar con esto”.  Acusó a la insistencia alemana de conducir al congreso de nuevo al punto de partida inicial. Comparó la situación con la existente en Asturias, en 1934, cuando se propuso la Alianza Obrera: “la mayoría de las regiones eran contrarias a esta proposición. Y sin embargo la mayoría ha debido inclinarse ante la lógica de los hechos y volver a tomar en cuenta la propuesta de las minorías. Lo mismo ocurre hoy, y sería vano levantarse en contra, tanto más cuanto que la mayoría como representación, representa en realidad una minoría de afiliados. No podemos admitir que se haga obligatoria una proposición totalitaria, que hipoteca nuestra futura actividad forzándonos a romper nuestros compromisos”. De nuevo, la CNT blandía su reivindicación de un mayor peso en las votaciones, como central que disponía de dos millones de afiliados, incomparable con el resto de secciones de la AIT.

HM Prieto manifestó que no estaba dispuesto a “que se descuiden fuerzas, que aporten su ayuda a la guerra o a la revolución”, y que la delegación cenetista no había renunciado a la resolución de un Pleno Nacional de Regionales, que les había encomendado la defensa del pacto de unidad antifascista. Propuso a Alemania que retirase su moción, si quería que España retirase la suya. Y concluyó su parlamento con un llamamiento a la necesidad de “contar con las Internacionales como factores políticos”.

El presidente propusovotar la resolución de la CGT-SR, con el añadido de la CNT. Chileopinó que primero debía votarse la resolución de la comisión, “oficialmente designada por el Congreso”. Dijo que pensaba, como su colega alemán, que ambos textos eran complementarios, ya “que el primero precisa nuestra táctica y el segundo la exterioriza en el contenido, bajo la forma de un llamamiento a la opinión”. El presidente sometió a votación la proposición de la comisión, que sólo obtuvo el voto favorable de Chile, por lo que no fue aprobada. Argentina, pese a que no podía votar, manifestó su simpatía por la proposición franco-española, que fue sometida a votación por el presidente. Shapiro objetó que “la resolución comprende en realidad dos partes, de las cuales, la segunda anula la primera. Hay que votarlas separadamente. Holanda preguntó dónde estaba la contradicción. Shapiro replicó que “lo habría dicho si se me hubiera dejado hablar”. Jensen, por Suecia, expresó su deseo de oír a Shapiro, antes de pasar a la votación.

Shapiro explicó la contradicción: si el congreso decidía impulsar la formación de un Frente Proletario Antifascista, esto es, de un frente político, su organización y consignas no era un asunto de la AIT, sino del congreso; si el congreso optaba sólo por hacer proposiciones a otros sectores ideológicos, estas propuestas debería hacerlas la AIT a las otras internacionales sindicales. Según Shapiro, se trataba de propuestas que no podían yuxtaponerse; había de escogerse entre la alianza obrera política con el Komintern (estalinista) y/o la Internacional Obrera (socialista), o bien la alianza sindical, como las que hasta el momento se habían realizado. Shapiro diferenciaba entre alianza política y alianza sindical, y además aseguraba que ambas alianzas no sólo eran distintas, sino que no podían yuxtaponerse.

Holanda expresó su incomprensión a las sutilezas de Shapiro, aseverando que “es seguro que debe dirigirse a los obreros, y además en su lugar de trabajo”, desechando que hubiera de escribirse a las organizaciones políticas. Aseguró además que no veía, en la resolución, indicio alguno que permitiera la interpretación que le había dado Shapiro.

HM Prieto, por España, espetó que se dejara de jugar con las palabras: “proletario es la misma cosa que obrero y no hay dos proposiciones, sino una sola, la proposición franco-española”. Vázquez, también por España, buscó la bronca: “Es posible que la CGT-SR tenga apego a su espléndido aislamiento. Pero el resto de organizaciones tienen contactos con organizaciones no sindicales (e incluso no obreras). Es un hecho, y Shapiro no puede pretender hacer una resolución sólo para él”. No sólo se negaba el arraigado principio anarcosindicalista del apoliticismo, sino que se consideraba el pacto con partidos políticos obreros y/o burgueses como una práctica común de todas las secciones de la AIT. En un congreso de la AIT (anarcosindicalista), la CNT reprochaba a Shapiro su fidelidad a ese apoliticismo.

Shapiro argumentó que “dirigirse a los obreros es una cosa y dirigirse a un partido es otra ¿Qué quieren en realidad los compañeros españoles? ¿Su idea es tal que pueden unirse internacionalmente con los partidos políticos?”. Explicó que, en Francia, partido socialista y partido comunista habían creado una comisión de trabazón, para preguntar a continuación, a los españoles, si pretendían que la AIT crease un organismo semejante. Advirtió a los españoles que comprendía su necesidad de ampliar el ámbito de su propaganda, pero que ésta debía hacerse siempre en “el terreno estrictamente sindical”.

Xena, por España, refutó a Shapiro: “esta distinción es artificial y no responde a la realidad” y puso el ejemplo de Suecia, con una sindical afiliada a la FSI que combatía ferozmente a la sección sueca; mientras el partido socialista de oposición mantenía relaciones muy cordiales con la sección sueca de la AIT.

Chile indicó que la resolución debía ser más precisa, y concretar qué posición debía sostener la AIT, ante la posibilidad de concluir alianzas internacionales con Internacionales sindicales y/o políticas.

Vázquez, por España, declaró, con su prepotencia habitual, que el asunto era muy sencillo: “El secretariado de la AIT al dirigirse a las otras Internacionales, deberá hacerlo públicamente, con una gran agitación, orientada por todas nuestras secciones hacia la base obrera de estas internacionales. Así se demostrará que, si los jefes no hacen lo que es necesario, no es nuestra culpa, y se agrupará a los elementos que quieren obrar”. Respecto a la diferenciación, expuesta por Shapiro, entre alianza sindical o política, dijo Vázquez que era perjudicial, porque “si se empieza a introducir la palabra “sindical”, ya nada se podrá hacer. Las grandes organizaciones sindicales están dominadas por los partidos, y los sectores de oposición no son organizaciones sindicales”.

Holanda señaló, con gran habilidad, las contradicciones y debilidades de la argumentación de Vázquez: “La delegación española ha hablado al comienzo de este Congreso, de la necesidad de colaborar con la segunda y tercera internacionales. Si esta colaboración se efectúa, será necesariamente con la condición absoluta de no tener ningún contacto con los movimientos de oposición o disidencia, y para servirse de nosotros como escudo contra esos movimientos. Si, por otra parte, reconocéis que seremos conducidos a basar nuestra acción sobres estos opositores y disidentes, no se trata de reconocer las direcciones, que son las enemigas directas. Y ahora os pregunto, camaradas españoles: ¿Qué influencia creéis obtener para la AIT colocándola a remolque de las organizaciones que tienen cuarenta millones de miembros, contando los sindicatos rusos? ¿Cómo podréis creer que tomaremos la dirección de tal bloque, cuando en Holanda, por ejemplo, los sindicatos socialistas tienen cien veces más miembros que los nuestros?”. Holanda había ridiculizado la posición española, con unas preguntas tan sencillas y razonables, como difíciles de contestar.

Vázquez rectificó, excusándose en la errónea interpretación que el traductor había hecho de sus palabras. Explicó que no había ninguna contradicción en sus argumentos, sino “estados sucesivos”. Dijo que se trataba, en primer lugar, de hacer una intervención acerca de las Internacionales; en segundo término, una protesta ante sus bases, si la respuesta es negativa o no responden; y como tercer punto, como continuación de esa agitación, se trataría con las oposiciones que hubieran sostenido nuestras proposiciones. Vázquez concluyó que “no se trata de fusión con las Internacionales, sino de pacto de inteligencia, o de alianza, nada más”.

El presidente preguntó si podía dar por terminada la discusión, y considerar que se había alcanzado la unanimidad. Francia expresó su deseo de obtener la unanimidad, pero que no era posible, porque no podían oponerse al mandato de su organización, “que no admite contacto alguno con las intervenciones políticas”.

Vázquez, por España, propuso votar alternativamente las palabras “obrero” y “sindical”. HM Prieto quiso agregar unas palabras, comparando las posiciones de la AIT con las de la FAI, en España, que se había mostrado remisa a participar directamente en el gobierno, “aunque colaboraba en él”. Eso era un error. Afirmó HM Prieto que “por esta distinción entre “sindical” y “político” extendemos un velo entre nosotros y la realidad: el velo de los principios mal comprendidos. Se trata, por parte de los compañeros holandeses, de un prejuicio irracional, que les pedimos que abandonen para mirar las cosas de frente”. El pragmatismo sin principios de HM Prieto tenía muy claro que los principios eran siempre un estorbo para comprender la realidad, y actuar adecuadamente.

Holanda justificó su posición, aunque era la clásica del anarcosindicalismo: “Deseamos hacer comprender a los obreros que los partidos (muy a menudo los sindicatos también, cuando van a remolque, o detrás de las burocracias) no son organizaciones de su clase. Es por esto que hemos mantenido distancias entre nosotros y los políticos, en lugar de reconocer en ellos, de una manera oficial, a los portavoces de la clase obrera”. Holanda parecía tener la necesidad de justificar las razones de su posición anarcosindicalista, frente al pragmatismo español.

Shapiro propuso “que el término “alianza”, que implica una unión orgánica fuera cambiado en favor de la palabra “entente”.”El presidente sometió a votación las palabras “obrera” y “sindical”, que dio un resultado de empate a cuatro votos. Shapiro, por Francia, para resolver el empate, retiró la propuesta francesa. El presidente dio por aprobada la palabra “obrera”, y propuso pasar a las resoluciones en suspenso de los puntos 3 y 5, preguntando si se aceptaba la declaración de la comisión de resoluciones, y pasar al orden del día.

Vázquez insistió que las actas del congreso debían ser remitidas a cada una de las secciones, pero que no debía hacerse publicidad alguna, salvo aquellas que el congreso decidiera publicar. Shapiro le replicó: “Ningún discurso debe ser publicado”. A lo que Vázquezargumentó que bien sería necesario publicar algunas resoluciones, exceptuando las que podían suponer desacuerdos. El presidente sometió a votación la aceptación de las conclusiones referentes a los puntos 3 y 5, que fueron aprobadas por unanimidad. El secretario general recordó los temas pendientes, como la financiación de la AIT y lugar de residencia del secretariado. Se levantó la sesión a las diecinueve horas y diez minutos.

SESIÓN DEL VIERNES 17 DE DICIEMBRE, POR LA MAÑANA

Se abrió la sesión, a las diez y cuarenta y cinco minutos, presidida por HM Prieto, planteando la discusión sobre el octavo punto del orden del día.

Xena, por España, propuso París como residencia del secretariado de la AIT, y un secretariado de cinco o siete miembros, que deberían ser nombrados en el presente congreso. Sueciaexpresó su deseo de que el secretariado general fuese español. Holanda propuso un secretariado de cinco o siete miembros, si los gastos generados lo permitían. Rüdiger advirtió que, en ese caso, debería discutirse “antes el punto ocho, y al mismo tiempo y conjuntamente el presupuesto de la AIT”. Chileaceptaba cinco miembros y la sede parisina, al tiempo que proponía establecer una lista de candidatos, que fuera votada por correo. Argentina propuso que se eligieran centrales, y que éstas fuesen las que eligieran al representante al secretariado. Italiaaceptaba París, pensaba que un secretariado de cinco miembros era demasiado caro y se oponía a la modalidad de elección propuesta por Argentina. Suecia estaba de acuerdo con un secretariado de cinco, pero en cuanto a la elección proponía escoger primero al secretario general, y el resto del secretariado que fuera escogido entre miembros de la misma Central que el secretario general. Lewin, por Alemania, manifestó su conformidad con la sede parisina y con el secretariado de cinco miembros. Creía que la nominación del secretariado estaba unida a su financiación. Rechazó de plano la propuesta electiva argentina, porque la tarea de nombrar al secretariado y la discusión de su composición incumbía a los congresos de la AIT. Francia consideraba que era acertada la elección de París, a causa de la guerra en España, y también manifestaba su acuerdo respecto a los cinco miembros.

El secretario general resumió las distintas posiciones manifestadas por las secciones, concretando que no había oposición a un secretariado compuesto por cinco miembros, elegidos en este congreso. En cuanto al aspecto financiero “debemos dirigirnos a los compañeros españoles, con las sumas que la central española nos debe, por las cotizaciones no pagadas, el asunto estaría pronto arreglado”. Rechazó la propuesta argentina, porque significaba que la AIT estaría mucho tiempo sin secretario general.

Vázquez, por España, declaró que no veía cómo podía votarse al secretariado en este congreso. Respecto al tema financiero declaró que se destinaría a la AIT el diez por ciento de los ingresos del comité nacional de la CNT. Alemania propuso que, si no era posible nombrar cinco secretarios, a causa de la cuestión financiera, que se nombrasen tres. Holanda opinó que no le parecía práctico el nombramiento de los secretarios por las secciones. La delegación española calculó que el diez por ciento destinado a la AIT ascendería a ciento ochenta mil francos. Manifestó que, si esa cantidad no era suficiente, se harían suscripciones, pero siguió considerando que, aún resuelta la cuestión financiera, no era posible elegir al secretariado en el presente congreso.

El congreso votó qué central estaría encargada de las tares del secretariado general. Sólo existía la candidatura española, que obtuvo cinco votos a favor, dos abstenciones y un voto en contra. Las centrales que debían suministrar los secretarios adjuntos eran: Francia, Alemania, Portugal y España[15]. La delegación de la CNT invitó a los congresistas a la proyección de varios films españoles, a las quince horas. La sesión se reanudaría a las diecisiete horas.

SESIÓN DEL VIERNES 17 DE DICIEMBRE, POR LA TARDE

Presidía Xena, por España. El presidente apeló a la responsabilidad de todas las secciones para resolver el problema presupuestario de la AIT. Polonia preguntó sobre el pronunciamiento del congreso respecto a la ayuda que se debía prestar a la sección polaca. Argentinacomunicó al congresoque el consejo federal de la FORA había decidido hacer todo lo posible para ponerse al corriente de pago en sus cotizaciones, y que una cantidad de 3914 pesos había sido enviada a la CNT-FAI. El secretario general señaló que todo ese dinero recibido de la Argentina era para la AIT. De Jong, por Holanda dijo que, si se quería ayudar a Polonia, debía hacerse algo concreto. Respecto al presupuesto de la AIT, afirmó que era lógico y necesario saber antes “cuántos secretarios habrá y cuánto se les pagará”.

Vázquez, por España, propuso que se destinara para la edición de un periódico polonés la cantidad de quince mil francos por año, sin que eso afectase a otro tipo de ayudas, según posibilidades, y de la misma forma que a otras secciones.

De Jong, manifestó su acuerdo con la propuesta de Vázquez. El congreso votó por unanimidad la resolución polaca, con las modificaciones de Vázquez y de Jong.

Se volvió a la discusión sobre el secretariado. España dijo que, ante todo, era necesario saber cuál era el sueldo de los secretarios, teniendo en cuenta su residencia en París. Francia comentó que “hemos aceptado para nuestros propagandistas y empleados estables la tarifa de sesenta francos por día, pagable seis veces por semana”. El presidente consideró que “sería necesario pagar los secretarios según su situación familiar”. El secretario caviló que no convendría fijar una cantidad demasiado pequeña: “Personalmente tengo mil francos de jubilación, recibo mil francos por mes de la AIT, y aún tengo un déficit de diez mil francos por año”. El presidente (Xena) observó que “los delegados de la CNT, en la Oficina de Prensa, en París, reciben tres mil francos por mes, cada uno”. Francia calculó que “los estables de la CGT tienen un sueldo de mil ochocientos francos por mes”.De Jongopinó que “la AIT no puede gastar más de mil ochocientos francos por mes para pagar a sus secretarios, no teniendo más que cincuenta mil francos a su disposición para la propaganda”. El presidente propuso pagarles cien francos por día, pagables cinco días a la semana. De Jong insistió en que “cinco secretarios es demasiado, cuando se tienen doscientos mil francos de presupuesto, no se pueden gastar ciento treinta mil francos en salarios. No debemos sobrepasar el treinta por ciento del presupuesto en mano de obra”. Vázquez, por España, propuso buscar compañeros que combinasen ser miembros del secretariado con un trabajo pagado, añadiendo “si la CGT-SR hace ese esfuerzo, la CNT hará otro por su lado”. De Jong, por Holanda, preguntó. “¿Qué esfuerzo?”. Respondió España que la CNT pagaría el sueldo del secretario general y del secretario adjunto que enviara, esto es, el sueldo de los dos españoles en el secretariado de la AIT. Alemania exteriorizó su desacuerdo con la posibilidad de combinar un trabajo pagado con la función en el secretariado: “No queremos secretarios de honor, sino secretarios efectivos. No queremos secretarios inactivos que dirán sí, sí, a todo”.

Holanda mostró su disconformidad con el delegado alemán. Expreso en primer lugar que la discusión trataba del destino de la suma dispuesta por la AIT para gastos. Era impensable que se destinara el ochenta por ciento al pago de sueldos de los secretarios, cuando por esa misma cantidad podían financiarse diez periódicos. Razonó que “la AIT debe pagar sus secretarios. Es una cuestión de principios. Pero se debe guardar la proporción justa […] en el presupuesto de la AIT”. Propuso que las secciones interesadas en tener un delegado en el secretariado, lo pagaran, sin “gravar demasiado el presupuesto de la AIT”.

España mostró su sorpresa ante el rechazo de su propuesta de buscar militantes, que combinaran un trabajo pagado con sus funciones en el secretariado. “Nada hay degradante en ello. Nos oponemos al sistema de la burocracia alemana”. Rechazó, por otra parte, que esos funcionarios-trabajadores se convirtiesen en títeres por estar demasiado ocupados por su trabajo.

Jensen, por Suecia, se burló del debate en curso, señalando con sarcasmo que, si el presupuesto apenas daba para pagar un secretario, cómo era posible que se quisieran cinco. Indicó, además, que no había trabajo para tanto secretario, y que se oponía a la creación de una Central burocrática en París. Opinó que bastaba con un secretario general pagado, y a lo sumo dos secretarios adjuntos, voluntarios.

España sostuvo su anterior propuesta de cinco secretarios, pero añadió que no insistiría, si se consideraba que el trabajo de la AIT podía hacerlo un solo secretario general.

El presidente concluyó que “aparte de la cantidad prometida por la CNT, ella puede pagar sus dos secretarios. Esto facilitaría la resolución del problema financiero”. Instó a que la AIT se pusiera al trabajo con plena responsabilidad y presentó el presupuesto del futuro secretariado.

En el apartado de ingresos las cotizaciones de la CNT ascendían a ciento noventa y cinco mil francos, y el resto de secciones cuarenta mil, con unos ingresos totales de doscientos treinta y cinco mil francos. En la columna de gastos destacaban los setenta y cinco mil francos destinados al pago de cinco secretarios, los cincuenta mil destinados a la ayuda de distintas secciones, los quince mil ya acordados a Polonia, y los sesenta y cinco mil destinados a propaganda. El resto se destinaba al pago de alquiler y costes diversos.

Argentina explicó que la FORA no retribuía a sus permanentes, pero que, si se aceptaba el principio de retribuir a los secretarios de la AIT, creía que bastaba con dos por la CNT y uno por Francia. Insistió en que la FORA siempre había sido contraria a la retribución de los cargos.

De Jong, por Holanda, analizó el presupuesto previsto, calculando que la contribución real de los españoles sería de doscientos cuarenta y cinco mil francos, suma a la que habría de añadirse el sueldo de sus dos secretarios en la oficina de la AIT, lo cual hacía un total de doscientos ochenta y cinco mil francos. Esto significaba que el cuarenta y cuatro por ciento del presupuesto sería absorbido por los sueldos de los secretarios. De Jong expresaba su descontento, porque no se había previsto nada para la prensa, viajes, traducciones, etcétera.

Jensen, por Suecia, se adhirió a la proposición del presupuesto, loando el esfuerzo de la CNT por conseguir un secretariado importante.

Tras “un debate bastante violento y confuso”, el Congreso pasó a la votación. Bronca y jaleo, ruido y furia. Votaron a favor: Suecia, España y Portugal; en contra: Holanda; se abstuvieron: Francia, Italia, Chile, Alemania y Polonia; Argentina no vota. El resultado de la votación abrió “un debate igualmente violento y confuso”. Bronca y furia, ruido y jaleo. La discusión terminó con la aprobación de los presupuestos. “Se pasa a puntos diversos”.

El delegado francés notificó, provocadoramente, que “en el curso de la discusión del informe moral, la CGT-SR ha advertido que presentaría diversas proposiciones”, y prosiguió desgranándolas ante el congreso. En primer lugar, la cuestión de SIA, que para la CGT-SR era un error de la CNT, proponiendo a la AIT que se abstuviera de mantener relación alguna con esa organización. En segundo término, recordó que la delegación francesa aún esperaba “una rectificación pública a propósito de Ganin”. En el tercer punto, la CGT-SR pedía que, las personas habilitadas ante la CNT, fueran siempre los representantes regulares de las organizaciones afiliadas a la AIT. La cuarta proposición pedía que el secretariado de la AIT, en París, no tuviera “relaciones con los elementos excluidos de la CGT-SR.

Jensen, por Suecia, pidió al congreso que no se discutieran las proposiciones francesas y pasar al orden del día, advirtiendo que aún no se había discutido los puntos dos y tres. Francia dijo, por provocar, que “en este caso, retiramos los puntos dos y tres”. Vázquez, por España, manifestó su acuerdo sobre los puntos uno y cuatro.

El delegado de la CGT-SR, por Francia, leyó en continuidad con su labor provocativa, “una moción sobre los presos políticos”, que decía así:

“El Congreso extraordinario de la AIT, reunido en París, en diciembre de 1937, protesta contra el gobierno contrarrevolucionario de Negrín, que detiene en las prisiones de la España Republicana a millares de anarquistas y de revolucionarios antifascistas, cuyo solo crimen había sido querer profundizar la revolución antifascista libertaria.

El Congreso confía que la CNT empleará todos los medios de presión que puedan conducir a la libertad de todos los presos políticos a fin que la lucha contra el fascismo pueda ser llevada con más energía que nunca.

El Congreso no puede olvidar, en esta ocasión, a todos los anarquistas y anarcosindicalistas encarcelados en los países fascistas o seudo demócratas, y pide a sus diversas secciones que continúen, sin descanso, la propaganda a favor de nuestros camaradas detenidos.

El Congreso constata además que, más terrible que nunca, la persecución de nuestros compañeros, en la URSS, ha llegado a tal apogeo que no ha quedado uno solo de nuestros compañeros en libertad.

El Congreso pide al secretariado de la AIT, y a todas las secciones de la AIT, que no disminuyan su propaganda contra el bolchevismo, la forma más hipócrita del fascismo, y contra un régimen que ha demostrado la expresión más formidable de la opresión política y social de un pueblo”.

Vázquez, por España, aceptó “esta resolución sin los dos últimos párrafos”, que propuso reemplazar por el siguiente:

“La libertad de los antifascistas abrirá posibilidades a la unidad de acción de los trabajadores del mundo entero para abatir su enemigo secular: el fascismo”.

El propio Vázquez sintió la necesidad de explicar el cambio de párrafos: “Consideramos que es un asunto de oportunidad el no atacar en este momento a Rusia”. La parrafada era errónea, puesto que el fascismo, nacido en 1919, no era secular, ni mucho menos, en 1937; pero sobre todo era cobarde: la unidad antifascista estaba por encima de todo, incluyendo en ese todo, a los propios presos, ya fuera en Rusia o en España. El oportunismo de la burocracia cenetista era manifiesto y despreciable.

Francia replicó a Vázquez que “No puede haber oportunidades ante la represión sangrienta que sufre Rusia. Mantenemos nuestra resolución”. Polonia propuso, con miras a obtener la unanimidad, que se suprimiera el último párrafo y se añadiera al final del penúltimo las siguientes palabras: “y protesta contra”. De Jong, por Holanda espetó: “Es imposible, cuando se habla de represión, no hablar de la de Rusia. El Congreso debe hablar de ella”. España se excusó, diciendo que en un asunto tan importante era necesario obtener la unanimidad, pero si ésta no se conseguía, la resolución debía ser retirada.

Vázquez quiso justificar lo injustificable, argumentando que “en el momento que solamente Rusia manda armas a España, no se puede aceptar esta resolución”. Un antimilitarismo, revolucionario y consecuente, no sólo hubiera rechazado la consigna y la acción de enviar armas a España, porque la alternativa revolucionaria pasaba por extender la revolución a cada país, como único método clasista de solidaridad real y eficaz con la España revolucionaria, sino que jamás hubiera postergado la reivindicación de liberación de los presos, con miras a contentar al proveedor de armamento. Tan contrarrevolucionario era aceptar esa resolución, como rechazarla; los métodos y los objetivos de clase campaban muy lejos del congreso.

Vázquez propuso otra resolución “más general”:

“El Congreso extraordinario de la AIT toma nota, con dolor, de la existencia de millares de presos anarquistas y anarcosindicalistas, encerrados en todos los países y en razón con sus principios de justicia y libertad, exige la libertad de todos los presos sociales, existentes en todos los países, sin distinción de régimen.

El Congreso recomienda a todas sus secciones intensificar sus campañas para la libertad de todos los presos antifascistas, y muy especialmente de los que existen en los regímenes denominado antifascistas”. La resolución de Vázquez era un brindis al sol.

Argentina soltó que la resolución francesa “no es una resolución”. Vázquez, por España, enredó la discusión en curso para afirmar que, si se aprobaba la resolución de la CGT-SR “pedimos que cuando se publique se mencione el voto “en contra” de la CNT”.  Bronca y confusión, ruido y furia.

Se votó, al fin, la resolución francesa, que obtuvo tres abstenciones y tres votos nulos. Ante este resultado, Vázquez presentó entonces, en firme, su proposición, tomando como base la resolución de la CGT-SR, modificada. La CGT-SR lamentó “no poder votar esta resolución con los cambios propuestos por Vázquez”. Sometida a votación, esa resolución fue aprobada. Holanda pidió que, cuando se publicara la resolución, no se hiciera público el resultado de la votación.

El delegado de Alemania dio lectura a una declaración del grupo DAS, pidiendo a la CNT la devolución de “su material que se encuentra en España”; a lo que contestó la delegación española que haría todo lo posible para conseguirlo.

Alemania leyó dos proposiciones para las tareas del secretariado, y luego solicitó al congreso la discusión del tema Souchy. El presidente preguntó al congreso si quería discutir esa cuestión. Bronca y confusión, ruido y furia.

Souchy pidió que se le permitiera entregar al secretariado de la AIT “las piezas acusatorias contra él” y su propia defensa, que el congreso aceptó. Argentina solicitó la traducción al castellano de actas y acuerdos del congreso, para obtener una mayor difusión. El secretario generalsolicitó al congreso un acuerdo para el inmediato envío de circulares a todas las secciones, pidiendo el voto para el secretariado de la AIT, evitando así la ausencia de secretariado durante mucho tiempo. Alemania comunicó que “enviaremos nuestro informe sobre el caso Souchy ante el nuevo secretariado”.

El congreso estuvo reunido toda la tarde y noche sin interrupción. Ante lo avanzado de la hora y la fatiga generalizada de los delegados, Xena renunció a su discurso de clausura.

El presidente cerró el congreso con estas palabras: “La AIT dependerá del concurso moral y material de cada una de sus secciones. Hay que luchar en todas partes por la unidad, como lo hemos hecho en este Congreso. ¡Viva la AIT! ¡Viva la revolución social!”. Cansancio y confusión. Prepotencia de unos y temor de los demás. Aspereza, dudas y desconfianza. Decepción y desesperanza.

El Congreso extraordinario de la AIT fue clausurado el viernes 17 de diciembre, a las veintidós horas y quince minutos.         

Después del Congreso: Josep Xena en 1938

En 1937 y 1938 Xena fue secretario del CR de la FAI. En diciembre de 1937, Josep Xena Torrent, junto a David Antona Domínguez, Horacio Martínez Prieto y Mariano Rodríguez Vázquez, formó parte de la delegación española al Congreso extraordinario de la AIT reunido en París.

El 20 de febrero de 1938 había caído Teruel y el 7 de marzo se  inició una ofensiva nacionalista en Aragón, que llegó rápidamente hasta el Segre. La superioridad artillera y aérea de los franquistas provocó la desbandada del ejército republicano. El 3 de abril las tropas franquistas entraban en Lérida y Gandesa. Hacia el 15 de abril se detuvo la ofensiva sobre Cataluña, pero ese mismo día las avanzadillas nacionalistas llegaron a Vinaroz, partiendo en dos la España republicana y aislando Cataluña. Esta grave situación bélica impulsó la militarización en todos los sectores y organizaciones.

El 18 de marzo se pactó la unidad sindical CNT-UGT. El 31 de marzo se amplió el Frente Popular de Cataluña, con la entrada de la FAI, Estat Catalá y las dos sindicales. El 2 de abril de 1938 se constituyó el Comité Ejecutivo del Movimiento Libertario de Cataluña[16]. Los firmantes que acordaron la constitución de ese Comité Ejecutivo eran diez: J. Joan Doménech, J. Tapia, M. Seva, S. Molero, Julián Merino, F. Rufinelli, Juan García Oliver, Manuel Escorza, J. Giménez y Federica Montseny. En la primera circular de ese Comité Ejecutivo, firmada por su secretario Aurelio Fernández, se daba el nombre de los demás componentes: Josep Juan Doménech, Juan García Oliver, Germinal Esgleas, Fernández Guardamino, Francisco Isgleas, Manuel Martínez, Julián Merino, Josep Xena y Fidel Miró.

Los objetivos fundamentales del Comité Ejecutivo del Movimiento Libertario de Cataluña eran sostener a cualquier precio la guerra contra el fascismo, aceptar e imponer la militarización, intensificar la producción, perseguir a desertores y prófugos, castigar a los disidentes, la participación de la CNT en el gobierno de la República y la permanencia en el Frente Popular Antifascista de Cataluña. En resumen, se trataba de imponer la plena militarización en todos los ámbitos de la sociedad civil y en la propia organización CNT-FAI.

La exclusión más sonada fue la de Josep Asens, ya que ese Comité Ejecutivo acordó “inhabilitarlo para cargos de cualquier naturaleza en el Movimiento Libertario, sanción que le es impuesta por su actuación irresponsable y cobarde”, a causa de su huida a Francia, en el verano de 1937, para evitar su encarcelamiento por la justicia republicana.

El 5 de abril de 1938, el cenetista Segundo Blanco fue nombrado ministro de Instrucción Pública en el gabinete de Negrín, que este eligió de una terna propuesta por CNT, en la que figuraban además Juan García Oliver y Horacio M. Prieto.

 Marianet y Horacio Martínez  Prieto, desde el Comité Nacional, ejercieron una férrea oposición a este Comité Ejecutivo catalán, que (muy desprestigiado) solo duró unos seis meses[17]. La guerra había devorado a la revolución. No había más perspectiva ni horizonte que la unidad antifascista, con el objetivo único de ganar la guerra al fascismo.

Josep Xena en el exilio

En el exilio francés estuvo en la cárcel, detenido en Perpiñán y Montpellier. Gracias a las gestiones de Montseny y Esgleas, pudo refugiarse en América. Primero en Santo Domingo, luego en Nicaragua y finalmente en Venezuela (desde 1945).

En Venezuela fundó un centro cultural y un ateneo libertario. Colaboró con el órgano de la Federación Obrera Regional de Venezuela (FORVE), y en 1963 fue secretario general de los grupos confederales en ese país..

Participó en el Congreso de Limoges de 1960, alineándose tras las posiciones de la pareja Montseny/Esgleas. En julio de 1976 intervino en un mitin en Toulouse representando a la FORVE.

Durante la Transición participó en el V Congreso de la CNT de 1979. Colaboró con el periódico CNT (1986). Dio algunas conferencias en Hospitalet (1982) y Barcelona (1986), pero continuó residiendo en Caracas hasta su muerte, acaecida el 15 de mayo de 1988 en Caracas. Su compañera Armonía Puig falleció en Caracas el 22 de junio de 1989.

Agustín Guillamón

Barcelona, febrero de 2023

Fuentes usadas:

Ateneu Llibertari Estel Negre: entrada Josep Xena, aquí: http://www.estelnegre.org/documents/xena/xena.html

Diccionari biogràfic del Moviment Obrer als Països Catalans. Publicacions de la Abadia de Montserrat, 2000.

Entrada Josep Xena Torrent en Wikipedia

GUILLAMÓN, Agustín: Hambre y violencia en la Barcelona revolucionaria (de julio de 1936 a septiembre de 1937). [Tetralogía: 1. La revolución de los comités; 2. La guerra del pan; 3. Insurrección; 4. La represión contra la CNT y los revolucionarios]. Descontrol, 2015-2017.

GUILLAMÓN, Agustín: CNT versus AIT. Los comités superiores cenetistas contra la oposición revolucionaria interna e internacional (1936-1939). Descontrol, 2022.

IÑÍGUEZ, Miguel: Enciclopedia del anarquismo ibérico. Tomo III. Asociación Isaac Puente, Vitoria, 2018

Nosaltres, L’Hospitalet anarquista. Josep Xena: La CNT a l’ajuntament?, aquí: https://cntlhospitalet.wordpress.com/2020/08/01/1075/


[1] El original de ese BANDO se reproduce en GUILLAMÓN, Agustín: Barricadas en Barcelona, Ediciones Espartaco Internacional, Barcelona, 2007, pp. 224-225.

[2] La mecánica organizativa cenetista de carácter horizontal y federalista quebró rápidamente, convirtiéndose en una mera ratificación formal de los debates y decisiones ya adoptadas por los comités superiores .

[3] “Reunión del Comité Regional de Cataluña, estando presentes todos los Comités responsables, celebrada el día 13 de Floreal [mayo] del año 1937”. [IISG – CNT 39A1]

[4] Ángel Galarza Gago (1892-1966) era Ministro de Gobernación por el PSOE.

[5] Jaime Balius había militado durante algunos meses en el Bloc Obrer i Camperol (BOC), que en 1935 se fusionó con Izquierda Comunista (IC) para formar el POUM.

[6] El Amigo del Pueblo publicó doce números desde el 19 de mayo de 1937 hasta el 1 de febrero de 1938.. No era, pues, un semanario y su salida era irregular.

[7] Ignoramos a qué protestas se refiere. El lunes día 10 no se publicaron ni Solidaridad Obrera ni La Vanguardia.

[8] Reunión del Comité Regional celebrada el 9 de junio de 1937, estando presentes los demás comités responsables. (Barcelona, 9 junio 1937)”. [IISG-CNT 39 A].

[9] A consecuencia de las  Jornadas de Mayo, Eroles había sido destituido de su cargo de Jefe de los Servicios de Orden Público. Dado que Valerio Mas, secretario regional de la CRTC, había sido nombrado consejero de la Generalidad, Eroles le sustituyó interinamente en dicha secretaría.

[10] Manuel Pérez Fernández, autor de un relato biográfico sobre su experiencia en la Mallorca fascista, reeditado por Calumnia Edicions, en 2009: Cuatro meses de barbarie. Mallorca bajo el terror fascista.

[11] Tras las Jornadas de Mayo  la CNT, que estaba fuera del gobierno, había visto controladas y limitadas sus conferencias telefónicas.

[12] Los grupos anarquistas y los comités de defensa de los barrios.

[13] Sólo le faltaba llamar “tribus” a esas “bandas” para usar la misma terminología que los estalinistas. Parecía estar hablando de las columnas de Durruti y Ortiz, que en los primeros días definieron el frente de Aragón.

[14] Pierre Besnard era el vigente secretario general de la AIT.

[15] Finalmente, Horacio Martínez Prieto fue nombrado secretario general de la AIT. Los secretarios adjuntos eran Roca por CNT, Rüdiger por la FAUD alemana, Besnard por Francia y Das Neves por Portugal. Dada la renuncia de HM Prieto, el secretariado interino decidió que Mascarell sustituyera a HM Prieto como secretario general de la AIT  [IISG-61-C3]

[16] IÑÍGUEZ, Miguel: Enciclopedia del anarquismo ibérico. Isaac Puente, 2018 ; LORENZO, César M. : Le mouvement anarchiste en Espagne. Pouvoir et révolution sociale. Les Éditions Libertaires, 2006.

[17] Fundado el 2 de abril de 1938, se autodisolvió en su reunión del 29 de septiembre de 1938, aunque aún siguió agonizando hasta noviembre de 1938, en un lento y penoso proceso de desaparición e inoperancia.


¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 3 Promedio: 5)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio