Biografía de Aida Lafuente «La libertaria»

Aida LafuenteAida de la Fuente Penaos (León, 25 de febrero de 1915 – Oviedo, 13 de octubre de 1934) fue probablemente una militante comunista, aunque otras fuentes indican que pudo ser anarquista, asturiana, que entregó heroicamente su vida durante la fracasada intentona revolucionaria contra la República burguesa de 1931, que tuvo lugar en octubre de 1934, principalmente en Oviedo. En las hagiografías de la revolución de 1934 ha sido rebautizada por algunos como la Rosa Roja de Asturias, hagiografías que tienden además a convertir a Aida de la Fuente en una niña, de 15 ó 16 años, siendo así que en 1934 era una joven dirigente revolucionaria de 19 años, como dejó demostrado de manera irrefutable José Ramón Gómez Fouz, al publicar en su libro Clandestinos (página 241) el facsímil de la partida de nacimiento de Aida, en un pueblo de la provincia de León.

Hija de Gustavo de la Fuente, pintor de carteles y decorados para el Teatro Campoamor, y de Jesusa Penaos. Formada políticamente en una familia de comunistas (su padre había sido fundador del Partido Comunista de España en Oviedo, y sus hermanos militaban en las Juventudes), Aida era una figura conocida en el movimiento juvenil de Oviedo en 1934. El testimonio de Alejandro Valdés la sitúa los días 7 y 8 colaborando en el hospital como enfermera. Otros autores hablan de su labor en la organización de las cocinas colectivas que se montaron en la periferia de Oviedo para abastecer a los combatientes revolucionarios, a los que llevaba café y comida a la primera línea.

El 13 de octubre de 1934, el mismo día en el que los que se habían alzado contra la II República Española incendiaron y destruyeron la Universidad de Oviedo, considerada principal institución reproductora de la odiada ideología republicano-burguesa contra la que luchaban, Aida actúa como enlace entre el Comité Revolucionario de Oviedo y los grupos que controlaban el oeste de la ciudad, en plena actuación del ejército de la República para sofocar la revolución. Aida Lafuente perdió la vida en las inmediaciones de la iglesia de San Pedro de los Arcos de Oviedo, en pleno enfrentamiento con la 21ª Compañía, encuadrada en las fuerzas mandadas por el teniente coronel Juan Yagüe. Estas fuerzas, estaban constituidas por un una Bandera de la Legión, un Tabor de Regulares y una Batería de Artillería. Aida, estaba intentando frenar, casi en solitario, mediante una ametralladora situada en la cota de San Pedro de los Arcos, el avance del ejército (tropas de la Legión conducidas por el General Francisco Franco) en su definitiva neutralización de la Revolución de 1934.

Existían dos nidos de ametralladora, el primero fue silenciado por las tropas de la compañía número 24. La segunda ametralladora, la de Aida, logró detenerlos varias horas. El teniente coronel Juan Yagüe ordena en ese momento al comandante de los escuadrones de sables avanzar hacia el terreno comprendido entre la actual avenida de los monumentos y la iglesia de San Pedro, de esta forma deja entre dos fuegos la posición que estaba siendo defendida por Aida, la 23ª compañía de la Legión progresa a su vez y, con la ayuda de la caballería, penetra en la cota, a pesar de los disparos que siguen saliendo de la ametralladora, la 21ª compañía avanza por la zona de la estación del norte y llega también a la posición de Aida, encontrándola muerta junto con otros combatientes, el resto de los compañeros se repliega hacia la zona de La Argañosa, perdiendo la posición. Según relatos de la época se la encontró con un vestido manchado de pólvora con un compañero, también muerto, al lado suyo. El cadáver de Aida de la Fuente fue encontrado en la fosa común que se cavó junto a una tapia de la iglesia de San Pedro de Los Arcos.

Iniciada la Guerra Civil, el Partido Comunista de España convirtió a Aida Lafuente en una de sus principales referencias simbólicas. En octubre de 1936 llevaban su nombre el Batallón Asturias número 1 «Aida Lafuente» y una calle en Gijón. Su simbolismo también comenzó a ser aceptado por el PSOE. En el discurso organizado por el Departamento de Propaganda del Frente Popular, en el Teatro Dindurra de Gijón, para conmemorar la fecha del 16 de febrero, interviene el socialista Moreno Mateo en nombre del Partido Socialista Asturiano, y señala que Aida Lafuente es una de las «dignas las heroínas que dio siempre a la historia el pueblo español» símbolo del «heroísmo femenino astur.» Así se reseña en Avance. Diario Socialista de Asturias, de Gijón:

Hace un llamamiento [Moreno Mateo en nombre del Partido Socialista Asturiano] a las mujeres para que en estos momentos de sacrificio impongan su fuerza de ánimo a los compañeros que desangra el dolor y la desesperación. Así legareis a vuestros hijos el patrimonio de su futura felicidad, para que puedan vivir otros destinos distintos a los que hoy viven sus padres. Hay que haceros dignas de las heroínas que dio siempre a la historia el pueblo español de la cual es una firme representante nuestra Aida Lafuente, que es todo un símbolo del heroísmo femenino astur.

17 de febrero de 1937, pág. 3.

Durante los años del tardofranquismo y de la transición el mito de Aida Lafuente fue recuperado con fuerza, pero falseando las circunstancias de Aida Lafuente, que deja de ser una heroína fallecida en combate, en pleno ejercicio consciente de la violencia revolucionaria, para convertirse en una niña de dieciséis años (recordemos que en realidad le faltaban cuatro meses para cumplir los veinte) que jugaba a la comba cuando llegó la huelga de octubre. Así comienza la canción, en bable, que desde 1976 popularizaron Víctor Manuel y luego Nuberu: «Deciséis años tinía / guapos años gayasperos / que xueguen y salten / semeyando xilgueros. / Yeres una neña Aida / que na rexón asturiana / xugabes dando a la comba / ú tos amigues saltaben. / Llegó la güelga d´ochobre / fuste revolucionaria / tu ya nun coyiste comba / que coyiste la metralla…» Numerosas niñas nacidas en los años de la transición fueron llamadas Aida por sus padres, pudiendo advertirse una mayor presencia actual del mito de Aida Lafuente (la niña de dieciséis años, heroica víctima de la represión militar contra la revolución de octubre) entre ideologías libertarias y comunistas, que socialistas.

El pleno del Ayuntamiento de Oviedo del 6 de abril de 1995 acordó por unanimidad conceder el nombre de Aida Lafuente al paseo principal del parque de San Pedro de los Arcos, añadiendo además un monolito con su efigie, en el que figura la falsa fecha de su nacimiento que necesita el mito para imaginarla como una niña: «Aida de la Fuente, La Rosa Roja, 1918-1934, y tus compañeros.» Y aunque José Ramón Gómez Fouz publicó en 1999 (en su libro Clandestinos, Oviedo 1999, página 241) el facsímil de la partida de nacimiento de Aida de la Fuente, el mito determina que se siga repitiendo la fecha de 1918 que pretende hacer niña a la heroica revolucionaria muerta en combate en Oviedo, nacida el 25 de febrero de 1915 en la calle Catalinas número diez de León, a las doce de la mañana.

Como es natural, la repercusión internacional de la Guerra Civil española y la presencia de Aida Lafuente en la propaganda comunista de entonces, difundió ampliamente el nombre de Aida Lafuente por todo el mundo en los años treinta, interés y curiosidad que no se apagó con los años. Brian D. Bunk, profesor de la Universidad de Massachusetts, que vivió en Oviedo mientras preparaba su libro Ghosts of Passion: Martyrdom, Gender, and the Origins of the Spanish Civil War (ISBN 0-8223-3932-3), es autor también de un estudio monográfico dedicado a Aida Lafuente: «Revolutionary Warrior and Gendered Icon: Aida Lafuente and the Spanish Revolution of 1934», Journal of Women’s History, volumen 15, número 2, verano 2003, páginas 99-122, E-ISSN: 1527-2036 Print ISSN: 1042-7961.

Cuenta la leyenda que, al ser increpada por sus atacantes «¿Tú cómo te llamas, niña?», su respuesta fue «¡¡¡Comunista Libertaria!!!».

Poesía a la memoria de Aida Lafuente escrita Raúl González Tuñón (1935)

Estaba toda manchada de sangre,
estaba toda matando a los guardias,
estaba toda manchada de barro,
estaba toda manchada de cielo,
estaba toda manchada de España.

Ven, catalán jornalero a su entierro,
ven, campesino andaluz a su entierro,
ven a su entierro, yuntero extremeño,
ven a su entierro, pescador gallego,
ven, leñador vizcaino a su entierro,
ven, labrador castellano a su entierro,
no dejeis solo al minero asturiano.

Ven, porque estaba manchada de España,
ven, porque era la novia de Octubre,
ven, porque era la rosa de Octubre,
ven, porque era la novia de España.

No dejeis sola su tumba del campo
donde se mezcla el carbón y la sangre,
florezca siempre la flor de su sangre
sobre su cuerpo vestido de rojo,
no dejeis sola su tumba del aire.

Cuando desfilan los guardias de asalto,
cuando el obispo revista las tropas,
cuando el verdugo tortura al minero,
ella, agitando su túnica roja
quiere salir de la tumba del viento,
quiere salir y llamarnos hermanos
y renovaros valor y esperanza
y recordaros la fecha de Octubre
cuando caían las frutas de acero
y estaba toda mezclada de España
y estaba toda la novia de Octubre
y estaba toda la rosa de Octubre
y estaba toda la madre de España.

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