La insignia – León Felipe

León FelipeComparto este poema que descubrí hace un tiempo, para mí de incalculable valor. Sin poder decir que he leído mucha poesía, éste es, sin duda, mi favorita. Lo escribió León Felipe en Valencia en el 1937, a raíz de la caída de Málaga.

Es mucho más que un poema, es un texto lleno de sabiduría ancestral humana que hay que leer detenida y apasionadamente, y que contiene muchas reflexiones y aportaciones substancialmente necesarias hoy para entender las claves o exégesis del espíritu humano revolucionario que se entrega a la gran y noble causa de la justicia, por el fin de la opresión, las tiranías y las clases, por la libertad, la igualtad y la fraternidad posibles.

Aquí van los enlaces al poema, más abajo un par de fragmentos de éste:

En castellano (edición original de las oficinas de propaganda CNT-FAI)
En castellano
En catalán (recientemente traducido)

Que lo disfrutéis.

Que lo oigan todos. Todos.

Los que trafican con el silencio

y los que trafican con las insignias.

Chamarileros de la Plaza de Castelar,

chamarileros de la Puerta del Sol,

chamarileros de las Ramblas de Barcelona,

destrozad,

quemad vuestra mercancía.

Ya no hay insignias domésticas,

ya no hay insignias de latón.

Ni para los gorros,

ni para las zamarras.

Ya no hay cédulas de identificación,

ya no hay más cartas legalizadas

ni por los Comités

ni por los Sindicatos.

¡Que les quiten a todos los carnets!

 

Ya no hay más emblema,

ya no hay más que una estrella,

una sola, SOLA Y ROJA, sí,

pero de sangre y en la frente,

que todo español revolucionario ha de hacérsela

hoy mismo,

ahora mismo

y con sus propias manos.

Preparad los cuchillos,

aguzad las navajas,

calentad al rojo vivo los hierros.

Id a la fragua.

Que os pongan en la frente el sello de la justicia.

Madres,

madres revolucionarias,

estampad este grito indeleble de justicia

en la frente de vuestros hijos,

allí donde habéis puesto siempre vuestros besos más limpios.

(…)

El hombre heroico que afirma y que sostiene
que el verbo lírico de Cristo y de todos los poetas
no es una quimera
sino un índice luminoso que nos invita a la acción y al heroísmo, y que esta metáfora del camello y de la  aguja, del pobre y del rico, tiene un sentido que, desentrañado y realizado, puede llenar, sino de alegría, de dignidad, la vida del hombre.
Esta es la exégesis heroica.
La exégesis anarquista. Escuchad:
Hay que salvar al rico.
Hay que salvarle de la dictadura de sus riquezas.
Porque debajo de sus riquezas
hay un hombre que tiene que entrar en el reino de los cielos,
“en el reino de los héroes”.
Pero también hay que salvar al pobre.
Porque debajo de la tiranía de su pobreza
hay otro hombre que ha nacido para héroe también.
Hay que salvar
al pobre
y al rico.
Hay que matar al rico y al pobre para que nazca el HOMBRE,
el hombre heroico es lo que importa.
Ni el rico,
ni el pobre,
ni el proletario,
ni el diplomático,
ni el industrial,
ni el comerciante,
ni el soldado,
ni el artista,
ni el poeta siquiera, en su sentido ordinario, importan nada.
Nuestro oficio no es nuestro destino.
Nuestra profesión no es lo substantivo.
No hay otro oficio ni empleo que aquel que enseña al mozo a ser un héroe.
El hombre heroico es lo que cuenta.
El hombre ahí,
desnudo,
bajo la noche
frente al misterio;
con su tragedia a cuestas,
con su verdadera tragedia,
con su única tragedia.
La que surge cuando preguntamos,
cuando gritamos en el viento:
¿Quién soy yo?
Y el viento no responde,
y no responde nadie.
¿Quién soy yo?… ¡Silencio!… ¡Silencio!…
Ni un eco,
ni un signo… ¡Silencio!…
Para que grite conmigo, busco yo al rico y le digo:
Deja tus riquezas y ven aquí a gritar.
Para que grite conmigo, busco yo al pobre y le digo:
Salva tu pobreza y ven aquí a gritar.
Todas las lenguas en un grito único,
y todas las manos en un ariete solo
para derribar la noche,
y echar de nosotros la sombra.
No hay dictaduras humanas.
Estrellas,
sólo estrellas,
estrellas dictadoras nos gobiernan.
Contra la dictadura de las estrellas,
la dictadura del heroísmo.
Y las estrellas dicen:
Siempre habrá pobres y ricos
y el pez grande se come al chico…
Contra le voz de las estrellas,
el esfuerzo del heroísmo colectivo.
Para que grite conmigo,
contra estas dictaduras estelares, busco yo al hombre.
Para que junte conmigo su angustia y la funda con la mía en una sola voz, busco yo al hombre.
Esta es la exégesis heroica.
Esta es la exégesis heroica que tan bien le da al español,
al revolucionario español,
al anarquista ibérico,
al anarquista adámico y angélico,
para quien la vida no es ni ha sido nunca
una cuestión de felicidad,
sino una cuestión de heroísmo.
Y su sangre,
esa sangre que está vertiendo ahora
y la ha vertido a través de la Historia,
no se puede medir con un criterio pragmático.
Esta es la exégesis heroica.

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