Romance de Durruti – Lucía Sánchez Saornil [poema]

Poema de Lucía Sánchez Saornil, publicada tras la muerte de Durruti, el 20 de Noviembre de 1936 en la revista Mujeres Libres.

Durruti¿Qué bala te cortó el paso

-¡Maldición de aquella hora!-

atardecer de noviembre

camino de la victoria?

 

Las sierras del Guadarrama

cortan la luz y sombra

un horizonte mojado

de agua turbia y sangre heroica.

Y a tus espaldas Madrid,

con el ojo atento a tu bota,

mordido por los incendios,

con jadeos de leona,

tus pasos iba midiendo

prietos el puño y la boca.

 

¡Atardecer de noviembre,

borrón negro de la historia!

 

Buenaventura Durruti,

¿Quién conoció otra congoja

más amarga que tu muerte

sobre tierra española?

 

Acaso estabas soñando

las calles de Zaragoza

y el agua espesa del Ebro

caminos de laurel rosa

cuando el grito de Madrid

cortó tu sueño en mal hora…

 

Gigante de las montañas

donde tallabas tu gloria,

hasta Castilla desnuda

bajaste como una tromba

para raer de las tierras

pardas la negra carroña,

y detrás de ti, en alud,

tu gente, como tu sombra.

 

Hasta los cielos de Iberia

te dispararon las bocas.

El aire agito tu nombre

entre banderas de gloria

-canto sonoro de guerra

y dura función de forja-

 

Y una tarde de noviembre

mojada de sangre heroica,

en cenizas de crepúsculo

caía tu vida rota.

 

Sólo hablaste estas palabras

al filo ya de tu hora:

Unidad y firmeza, amigos;

¡para vencer hais de sobra!

 

Durruti, hermano Durruti,

jamás se vió otra congoja

más amarga que tu muerte

sobre la tierra española.

 

Rostros curtidos del cierzo

quiebran su durez de roca;

como tallos quebradizos

hasta la tierra se doblan

hercules del mismo acero

¡Hombres de hierro, sollozan!

 

Fúnebres tambores baten

apisonando la fosa.

 

¡Durruti es muerto, soldados,

que nadie mengüe su obra!

 

Sen buscan manos tendidas,

los odios se desmoronan,

y en las trincheras profundas

cuajan realidades hondas

porque a la faz de la muerte

los imposibles se agotan.

 

-Aquí está mi diestra, hermano,

calma tu sed en mi boca,

mezcla tu sangre a la mía

y tu aliento a mi voz ronca.

Parte conmigo tu pan

y tus lágrimas si lloras.

Durruti bajo la tierra

en esto espera su honra.

 

Rugen los pechos hermanos.

Las armas al aire chocan.

Sobre las rudas cabezas

sólo una enseña tremola.

 

Durruti es muerto. ¡Malhaya

aquel que mengüe su obra!

Lucía Sánchez Saornil

 

http://www.alasbarricadas.org/ateneovirtual/index.php/Luc%C3%ADa_S%C3%A1nchez_Saornil:Romance_de_Durruti
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