Poema del libro Chamuyo. Todo es verso. Cuento. Ed. Dunken. Buenos Aires, 2005
Que el olvido no sea tan grande
como para silenciar los gritos
del que fue torturado.
Que el olvido no sea tan denso
como para ahogar los quejidos
que engendró la picana.
Que el olvido no sea tan hondo
como para enterrar aún más
los huesos sin nombre ya enterrados.
Que el olvido no sea tan sordo
como para acallar tanto llanto
del que fue perseguido
del que fue secuestrado
del que fue asesinado
de tantos hijos sin padres
de tantas madres sin hijos.
Que mi palabra se vuelva memoria
y que la injusta muerte
se haga palabra.
Por cada grito
por cada quejido
por cada hueso
por todo el llanto
queda prohibido el olvido.
Porque hay más hijos
que serán hombres
amasados en memoria plena.
Que el olvido no sea tan grande.
Que el olvido no sea.