¿Qué importa quién gane? ¿Qué importa quién haya ganado?

Con estas cartas la suerte ya está echada, antes incluso de iniciarse la partida, porque el problema es que el modelo, el sistema, seguirá siendo el mismo, nada han cambiado ni pretenden cambiar. A ellos les va bien así, a ellos sí.

En estos últimos cuatro años el Estado, el PSOE-PP, han repartido a la banca 110.000 millones de euros, más una cifra incalculable de miles de millones de euros en prebendas fiscales, ventajas legales, etc. La banca manda, la banca gana a costa de todos sin importar que hayan sido los principales causantes de la actual situación de crisis y sin importar tampoco que ahora sean el principal obstáculo para salir de ella. Esta generosidad del Gobierno contrasta con los recortes y con la reforma laboral y pone de manifiesto de qué lado están.

No importa quien gane porque, en todo caso, ganan ellos. Ellos han dictado una ley electoral -y la mantienen- que restringe e incluso impide el acceso a todo lo que no sea el bipartidismo. Sin hablar de la inexistente ley de financiación de partidos, lo que hace que si las cuentas son por naturaleza poco claras, quedan así en la mayor opacidad. Que en Asturias el PP se haya desdoblado en FORO no es más que una anécdota que en nada modifica en triste panorama.

A todo este juego entran al trapo los partidos, que con esta ley electoral, nunca podrán pasar de ser partidos bisagra y, que paradójicamente, son fagotizados por los grandes para quedar enteramente a su servicio. En este punto, tampoco IU se salva de responsabilidades porque ha firmado pactos con un PSOE más que neoliberal. Es más, en Asturias, ha votado sí a la privatización de Cajastur (Liberbank) aunque, poco después de perdidas las anteriores elecciones, desde la oposición, reclamó la nacionalización de la banca. Algo similar, o idéntico, está ocurriendo con el PSOE que ahora se dedica a reivindicar la supresión de recortes sociales y reformas laborales que él mismo ha estado imponiendo sin contemplaciones.

La ética y, por supuesto la honradez, es justamente lo contrario de la demagogia, algo que se ha convertido en el norte de la nueva política de estos políticos y de sus partidos, a juzgar por sus hechos y, mucho más, a juzgar por la realidad a la que nos han llevado.

En estas condiciones dicen que es importante votar, participar, argumentando que este es el juego de la democracia, cuando el juego se reduce a votar (sin más) para así legitimar su victoria y, de paso, cualquier cosa que puedan hacer en los siguientes cuatro años. Aquí no es la historia quien los ha de juzgar, argumentan que serán las urnas en las próximas elecciones en las que volveremos, como los burros en la noria, a seguir dando vueltas sin más perspectivas ni más participación que no sea la de repetir y repetir el bipartidismo.

Esta vez la triste victoria ha sido para la mayor abstención, posiblemente cansados de este juego y puede que también por seguir el eslogan de que no ‘nos representan’ del 15-M, además de la corrupción y de las políticas antisociales.

Más allá del análisis de las elecciones en estas dos comunidades, en el bien planificado bipartidismo tan sólo se pretenden cambiar las formas, únicamente se cambian las apariencias y los empleos, no otra cosa.

Sirva de atenuante para estos partidos que no han de ser ellos los que cambien a mejor la degradada situación social, sino que será la presión de la calle quien lo ha de hacer o no se hará.

Miguel Ángel Llana
http://www.lahaine.org/index.php?blog=2&p=60556
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