Propaganda y Capitalismo

La obsesión por el dinero que padece de forma neurótica la sociedad actual se la debemos en gran medida a la propaganda, debemos tener en cuenta que el materialismo histórico promulgado por Marx y Engels no deja de ser una doctrina que favoreció y favorece al capitalismo -en plena expansión-  que supo aprovechar las deficiencias de ésta y que pretendía en teoría contrarrestar el capitalismo, pero que en la práctica fue absorbida por las fuerzas primero del Estado y después del Capital, el pensamiento marxista fue asimilado finalmente por el capitalismo de Estado ya fuese en su versión socialdemócrata o «comunista».

Otra de las causas de la obsesión por el capital podría ser la seguridad que proporciona la acumulación de bienes, pero esto no deja de ser un contrasentido ya que tampoco aseguraría en última instancia la supervivencia del individuo hasta una cierta edad, los motivos psicológicos son más profundos y su principal causa es el temor a la pérdida o falta de recursos para poder sobrevivir.

En mi opinión habría que adentrarse en los motivos psicológicos y sociológicos que inducen y acaban conformando la conducta y el pensamiento del individuo y de las sociedades, como la voluntad de poder, el aumento del super-Ego, es decir, una serie de motivaciones que aparte de lo dinerario provocaran este tipo de conducta y pensamiento aberrante y nocivo.

Si la seguridad -en forma de acumulación de capital- es el concepto que rige la voluntad y el pensamiento de la inmensa mayoría de los hombres es debido entre otras causas a la desconfianza mutua que existe entre ellos, que no deja de ser una forma de temor al prójimo e inseguridad en uno mismo. Estos dos conceptos serían claves para el desarrollo y funcionamiento de una sociedad capitalista. «Leviatán» de Hobbes marca un hito en la historia de la humanidad y formula un nuevo entendimiento sobre el modelo y el estilo de vida que se debe instaurar dentro de la sociedad.

A esto también habría que añadirse factores sociológicos, culturales, religiosos, filosóficos, lo que en última instancia no deja de ser la propaganda ejercida y fomentada desde el poder para condicionar a las masas.

Esta propaganda se basa en la psicología para provocar deseos que suelen derivar en dependencias, de esta forma se tiene al hombre atado a una serie de circunstancias que le son ajenas.

Las emociones y sentimientos como el placer, el miedo, la alegría, el sufrimiento, el aburrimiento son las claves de la propaganda para alterar la conducta humana, éstas por ejemplo, son utilizadas por la autoridad, psiquiatras, psicólogos, sociólogos para modificar estados de ánimo con ayuda de los psicofármacos o mediante otro tipo de drogas legales e ilegales como el fomento del consumo a través de la publicidad de alcohol, tabaco, y también por medios más velados del cannabis.

La publicidad comercial utiliza este tipo de técnicas basadas en las emociones y sentimientos más primarios y a la vez más profundos para provocar deseos en base al placer que se obtiene cuando se compra un tipo de mercancía por ejemplo, un coche.

Los Estados también las utilizan cuando desean provocar, alterar u omitir algún acontecimiento que repercuta en las sociedades por ejemplo atentados terroristas de diversa índole.

A esto hay que añadir la influencia histórica heredara culturalmente y que ha estado condicionada por la difusión de la propaganda a través de una élite de poder como la religión, y que ha servido y sirve para modificar el pensamiento y la voluntad del resto de la humanidad a lo largo de los siglos.

El objetivo de la élite del capitalismo en el poder es tener el monopolio de la propaganda, para de esta forma conformar los pensamientos y con ellos las emociones y los sentimientos de las masas.

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