Diario de una estupefacta, habitante del mundo del revés

banco“El arte de engañar al prójimo que los estafadores practican cazando incautos en las calles, llega a lo sublime cuando algunos políticos de éxito ejercitan su talento. En los suburbios del mundo, los jefes de estado venden los saldos y retazos de sus países, a precio de liquidación por fin de temporada, como en los suburbios de las ciudades los delincuentes venden, a precio vil, el botín de sus asaltos.

Los pistoleros que se alquilan para matar realizan, en plan minorista, la misma tarea que cumplen, a gran escala, los generales condecorados por crímenes que se elevan a la categoría de glorias militares. Los asaltantes, al acecho en las esquinas, pegan zarpazos que son l aversión artesanal de los golpes de fortuna asestados por los grandes especuladores que desvalijan multitudes por computadora. Los violadores que más feroz, ente violan la naturaleza y los derechos humanos, jamás van presos. Ellos tienen las llaves de las cárceles. En el mundo tal cual es, el mundo del revés, los países que custodian la paz universal son los que más armas fabrican y los que más armas venden a los demás países; los bancos más prestigiosos son los que más narco dólares lavan y los que más dinero robado guardan; las industrias más exitosas son las que más envenenan el planeta; y la salvación del medioambiente es el más brillante negocio de las empresas que lo aniquilan. Son dignos de impunidad y felicitación quienes matan la mayor cantidad de gente en el menor tiempo, quienes ganan la mayor cantidad de dinero con el menor trabajo y quienes exterminan la mayor cantidad de naturaleza al menor costo. Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés” Eduardo Galeano. La escuela del mundo al revés.

CrisisParece que agosto se ha puesto, intencionadamente, de acuerdo con nosotros, habitantes de un poco-a-poco-construido mundo del revés: agoniza y va quemando sus últimos cartuchos temporales, del mismo modo que nuestro cuello, ya débil, se retuerce y agoniza, asfixiado, ahogándose un poco más con cada imperativo al que nos obligan obedecer.

En esta semana de este mundo al revés, llaman problema contable al “error imperdonable”, a la bala que asesta el remate de un homicidio lento, permitido por los mercenarios que ostentan el poder en la realidad del revés y ha hecho que más de 200.000 ciudadanos, de los que llevan tatuado con tinta de hambre la palabra parado, se quedasen sin la migaja humillante, de 400 euros, que el estado tienen a bien concederles. El ministerio de empleo, mercenaria organización que acoge y orquesta los acordes de una sinfonía que no está en absoluto promoviendo las oportunidades para que encontremos trabajo ni jóvenes ni adultos, habla también el lenguaje del revés y la mentira y “señala, a través de uno de sus portavoces, que no se trata de la perdida de esos euros, sino de un bloqueo temporal, debido a un ajuste contable, provocado por el nuevo presupuesto de 2012, aprobado hace apenas unos 12 días (!)” Menos mal que el ministerio mercenario se esmera en sus explicaciones y añade, sin inmutarse, que “el problema está en vías de solución”. Pienso en la facilidad que existe, en el mundo al revés, para que los desajustes se produzcan. Pienso en la capacidad eufemística de un mundo en el que somos ya menos que números. Pienso en las 200.000 familias, bloqueando temporalmente su hambre, su sed, el alimento de sus hijos. Bloqueando, en realidad, su respiración, porque para muy poco más les da esos 400 euros que les han sido secuestrados y robados, temporalmente, eso sí, por el mismo estado que les prometió darles un bienestar de película americana, una casa a precio de ganga, un cochecito, una atención médica en la que no se incentivaba a los médicos que probaban que no habían prescrito más del mínimo-mínimo, “aconsejado por lo bajini”, de pruebas médicas que ahora, en el mundo del revés, de repente se ven como “innecesarias”.

Leo que Alemania, considerada en este mundo del revés motor y no guillotina, se desfonda por la falta de actividad en buena parte del continente, atenazada por los ajustes y las tensiones financieras. De nuevo, en el mundo del revés, los ajustes son un cajón de sastre del desastre. Alemania nos ahoga, nos asesina con una dictadura ideológico-económica que se parece en mucho al último de sus dictadores y lo ha hecho, lo hace, aún a riesgo de caer ella misma infectada con el virus de la pobreza progresiva y la ruina. Siembra semillas venenosas, levanta el listón y ofrece un antídoto costosísimo para que el resto de Europa pueda desenfermar de la epidemia que ella misma ha propiciado y lo hace, arrogante caballo el que cree que puede cruzar un puente frágil sin despeñarse, sin percibir que ella misma caerá, la última, pero caerá en esta pandemia de muerte. Todo para evitar lo que, más tarde o más temprano sucederá en el mundo del revés: la unión europea, una unión hipócrita que no necesitaron jamás los ciudadanos sino quienes poseen  las manos, oficiales y con nombres y apellidos, que se llevan el dinero a los bolsillos, se vendrá definitivamente abajo. En el mundo del revés, ningún político mercenario se molesta en recordar algo importante: la primera encarnación de la Unión Europea, la Comunidad europea del carbón y el acero, en 1951, se creó con el objetivo primordial de establecer vínculos económicos entre las principales potencias del continente para prevenir otra guerra tan devastadora como las dos guerras mundiales. Bélgica, Alemania, Italia, Francia, los países Bajos y Luxemburgo querían unir sus fortunas económicas como medio para asegurar la paz, creyendo que si las llamadas industrias esenciales estaban bajo un control único y conjunto, ningún país podría movilizarse para la guerra. Seis años después se añadieron “vínculos” políticos a los económicos. Sesenta y un año después la Unión Europea es una mentira, el nido en el que se refugian los políticos rapaces, vendidos a los titiriteros de la banca, vendedores de armas a países sobre los que saben que caerá la guerra, jugadores únicos a la ruleta del “quiero más, no tengo suficiente”, un juego mortal en el que las fichas somos los ciudadanos y los dados su ambición. Crearon una unión europea para evitar la guerra y ahora, en el mundo del revés, se mantiene para asegurar que nuestra pobreza progresiva alimentará su boca insaciable. En el mundo del revés, no  interesa que sepamos que va creciendo la espiral mortal causada por las obligaciones crecientes de las pensiones y la emigración de los trabajadores especializados (la palabra trabajador cada día se escucha en menos ocasiones). Les interesa la ocultación de datos, tanto que, por si no lo sabíamos, la Unión Europea no publica desde hace muchísimos años cifras oficiales detalladas sobre la migración interna.

En el mundo al revés, una entidad que nos saqueó, con embustes y ofertas estafa, Bankia, con socios y directivos que venían de la riqueza y aspiraban a mantenerse en la cumbre del poder a costa de nuestros ahorros y esfuerzos, los de los ciudadanos-números, no sólo ha obtenido los mimos económicos del estado, implicado y parte de ella misma, sino que, consintiéndole durante años sus “errores mortales”, le ha permitido que su inmundicia nos salpique a todos nosotros, un país que ha tenido que escuchar que “no se tenía la certeza de la mala gestión del grupo y ante la falta de pruebas definitivas, se optó por darle un voto de confianza” y, mientras, apretar los puños; permitir que se saquearan las pequeñas arcas que guardaban los pocos fondos destinados a educación, investigación, arte y otras “partidas”, con el argumento de eslogan cantado por canta-autor en la tele de “todos con Bankia, todo  para Bankia”; consentir que se “inyectasen fondos” a los que se habían “equivocado en una gestión que parece mejorable” (!), para después asistir, esta semana al canto de la versión libre del  Himno de la Alegría: Bankia sube un 24% en un día y duplica su valor en un mes…”el repunte, alentado por las noticias sobre una inyección inminente (inminente oculta que está anunciada ya desde hace más de 2 meses) de capital europeo, del que Bankia necesita 19.000 millones.

En el mundo del revés, el delincuente, timador estafador y ladrón no solo no es juzgado, ni castigado, sino que además se le mima, se le inyecta riqueza, se le cuida y no se le deja “caer”. Claro que eso es en el mundo del revés, y según con qué mercenarios: a quienes intentan que tomemos consciencia, de cómo y de hasta qué punto este cáncer imperialista nos tiene cogidos de las partes íntimas, abducidos y condenados a ser fieles seguidores que se auto-inmolarán al darse cuenta de que es IMPOSIBLE dejar su secta, como el grupo de ciudadanos que alzaron la voz para tomar alimentos de un supermercado, no son ciudadanos dignos sino delincuentes que han de ser juzgados y, mucho me temo, objeto de aplicación de medidas legales. A los ladrones de Bankia se les premia con retiros y prejubilaciones de vértigo. A los compañeros del alcalde de Marinaleda se les espera, porra y citación en mano.

En el mundo del revés, hoy todos hablaban, convertidos en eruditos contertulios  por arte de abracadabra, acerca del “asalto” al supermercado. No he escuchado en meses la palabra “asalto”, ni “robo”, relacionadas con los actos de este gobierno miserable, mentiroso, maquiavélico, insolidario y premeditador de medidas de muerte, que dosifica semana a semana, aprovechando nuestro temor, el miedo a ni siquiera tener qué comer. No hablaban del hambre, del verdadero motivo que hay detrás de lo que han aprendido a no-llamar “robo famélico”, porque aceptar ese término significaría, de una puñetera vez, aceptar que somos africanos en Europa (permítaseme utilizar el término africano  no como palabra que denota rasgos negativos sino como traslación de la pobreza en la que permitimos estar a los ciudadanos de ese continente)

¿Qué pasa, que ahora duele y avergüenza decir que somos como quienes estamos permitiendo, desde hace décadas , que mueran en la miseria absoluta?

¿Qué nos pasa, que ahora que nos vemos reflejados en esas barrigas hinchadas es cuando nos entra la elegancia para hablar?

A Gordillo no se le llama emprendedor, ni líder, ni gestor de I+D, no. Se le llama, en los medios que hoy le juzgaban, con hipocresía y doble moral, “cabecilla”. El lenguaje, ya lo decía Saussure, estructura el pensamiento, es el pensamiento. A muy poco han estado de llamarle “terrorista”. A Merkel le llaman líder; a Rato, gestor; a Rajoy, presidente representante de todos los españoles. Alucinante lenguaje. Alucinante.

Escucho a una tertuliana, portavoz de un impresentable discurso que huele a “adoctrinamiento”, preguntarse, tras juzgar “la gravedad del robo de los de Marinaleda”. ¿Qué imagen tendrá de España Europa cuando vea esto en los medio? Hipócrita y vocera de falsas moralejas. Me asquea que no seamos un “país unido” ante el grito de los mineros, de los funcionarios, de los parados, de los ancianos a quienes se les deja sin atención, a los enfermos que han de utilizar varias veces la misma jeringuilla o esperar tres meses para que se les practique una ecografía y que ahora, porque sí, nos entre el síndrome de la tribu unida que jamás será vencida y nos importe qué piensa ese vejestorio avaro que es Europa, quien nos pone el pie sobre el gaznate y nos marca un ritmo imbailable. Hipócritas.

En Girona ponen candados en los contenedores, pero entregan llaves maestras a la banca para que haga con nosotros, y los pocos bienes que no nos han robado todavía,  lo que le interese.

En Tejas, ejecutan a un hombre con probado retraso mental (teóricamente esa condición, en la legislación americana, hace que sea ilegal la aplicación de la ejecución desde que 2002 se consideró esa práctica como un castigo “cruel e inusual”), que engrosa la letal lista de 484 ejecutados desde1976, fecha en que se reinstauró la pena capital en un país que está asesinando en Siria, lo ha hecho en Libia e Irán y que tiende su mano a asesinos como Netanyahu.

En el mundo al revés ya nos avisan de la penúltima vuelta de tuerca: bajarán los paupérrimos sueldos, una vez más, en septiembre. Ilusos, parecen decirnos, creísteis que cumpliendo los deberes y dándonos vuestra sangre esto iba a detenerse y volveríais a vivir. Ilusos. Esto no tiene fin: hay demasiadas falsos argumentos que podemos gritar para justificar vuestra agonía interminable.

Querido diario: hoy me parece, por muchas razones, que es un poco tarde para todo. Y, a la vez, siento necesidad de hallar un motivo, aunque sea sólo uno, para creer que aún hay tiempo, no sé muy bien para qué, pero lo hay.

Pura María García
La mosca roja
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