Ya han pasado 20 años…

Parece mentira pero han pasado ya 20 años desde aquel Junio de 1992 en el que Severn Suzuki silenciara al mundo en el encuentro de las Naciones Unidas en Río de Janeiro.

Me pregunto si aquel día, después de aquellas palabras tan desde las entrañas y la más sincera indignación de una niña de 13 años, sus señorías pudieron levantar sus señoriales posaderas de sus señoriales escaños e ir a cenar tranquilamente.

Me pregunto si después de que aquella niña levantara la manta y dejara al descubierto delante de sus señoriales narices la cruda realidad y su cruda responsabilidad sobre ella; si después de estas sinceras y directas acusaciones, sin tapujos y a la cara, me pregunto si sus señorías y demás señorías no presentes en la sala pudieron dormir en paz consigo mismos aquella noche.

“En el colegio, incluso en el jardín de infancia, nos enseñáis a comportarnos bien, a no pelearnos con los demás, a arreglar las cosas mediante el diálogo, a respetar a los demás, a limpiar lo que ensuciamos, a no herir a otras criaturas, a compartir y a no ser avaros. Entonces, ¿por qué vosotros hacéis las cosas que nos enseñáis a no hacer?”

Entonces yo era una niña, recuerdo mi admiración por el valor de Severn para hablar así en una conferencia de la ONU, y recuerdo también emocionarme. Pero sobre todo recuerdo creerme que las cosas serían diferentes después de que una niña hablara así al mundo entero. Había hablado de una forma tan contundente y clara, y en un sitio tan importante: “¡Ni más ni menos que las Naciones Unidas!”, que era imposible  que no supusiera el principio del fin de “el fin”, estaba claro que era el revulsivo que el mundo necesitaba para cambiar el rumbo.

Como he dicho yo era una niña, una ingenua adolescente, idealista y desconocedora del funcionamiento real de nuestro mundo y de los hilos que lo mueven; no vi lo pequeña que era en realidad Severn luchando para cambiar el mundo

Mi mirada veinte años después es ya mucho menos ingenua, por suerte igual de idealista e inconformista, pero mucho más realista también. Realismo que la actualidad de cada día nos escupe en la cara cual jarro de agua fría cada vez que nos detenemos a soñar como Severn lo hiciera en su día que otro mundo es posible.

Inmersos en una gravísima crisis mundial, que además de sus impredecibles nefastas consecuencias para miles de personas, tiene el macabro añadido de mostrarnos a diario los verdaderos entresijos del chiringuito que nos hemos montado, con sus miserables miserias, con su corrupción infinita, su fraude, sus estafas, sus sueldos vitalicios, sus comisiones, sus sobornos, sus abusos, sus despilfarros…etc. que constatan lo que ya denunciaba Severn:

“Incluso cuando tenemos más que suficiente nos da miedo compartir, nos da miedo perder nuestras riquezas”

Mi conclusión después de 20 años de cruda realidad es que sus señorías durmieron aquella noche a pierna suelta. Pero no por tener ahora esta certeza debemos resignarnos a la “Crónica de una muerte anunciada”; sino que precisamente nuestro deber es luchar para cambiar esas certezas, como hiciera Severn en Río de Janeiro en 1992.

Elena Vélez
http://blog.elenaeduca.com/
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