«Mayo del 68 fue una sorpresa para todo el mundo»

Jean Pierre Dutueil, quien peleara codo con codo con Cohn-Bendit en el mayo parisino, nos cuenta el surgimiento y evolución del levantamiento estudiantil, acontecimiento que sorprendió al mundo entero.

Jean Pierre Dutueil (1944, París), militante anarquista y editor francés. Participa con Daniel Cohn-Bendit en 1968 en la fundación del Movimiento 22 de marzo. Profesor de psicología social en la Universidad de París-Dauphineau a principios de la década de 1970. Entre 1975 y 1976 colabora con Roland Biard y Annie Moreau en el boletín de profesores comunistas libertarios Conformation. Después de unirse a la OCL (Organización Comunista Libertaria) en 1978, se traslado al País Vasco en 1979. Allá crea una imprenta asociativa y las ediciones Acracia en 1980, militando en el movimiento antinuclear y en el movimiento abertzale. 

Pregunta.- ¿Qué motivos son los que provocaron la rebelión popular de Mayo del 68? ¿Existía un ambiente de agitación previo?

Respuesta.- Mayo del 68 fue una sorpresa para todo el mundo. Con el tiempo pudimos dar algunas explicaciones y encontrar algunas causas. Entre ellas el crecimiento de una juventud nacida después de la guerra y que sólo podía constatar la contradicción entre el «Estado de paz» proclamado en los medios de comunicación y en la escuela tras la derrota de los nazis, y la realidad: una sucesión de guerras coloniales (Indochina y sobre todo Argelia, guerra con la que convivían). Además una nueva clase obrera, los OS (Obreros llamados «especializados», Ouvriers Spécialisés en francés) casi siempre provinciales y de origen rural y que no estaba enmarcada en ninguna organización sindical y que por lo tanto para luchar debe tomar caminos menos tradicionales (violencias, ocupaciones, secuestros, comités de base, etc.). Para muchos obreros Mayo del 68 empieza en 1966 con las revueltas de Caen, Lorraine, Fougère, Redón o Saint-Nazaire; con un movimiento campesino en plena mutación que redescubre los enfrentamientos con la policía y en la que emergen los análisis de clase, ajena hasta entonces en este sector. 

P.- ¿En qué momento la lucha estudiantil conecta con la obrera? ¿Qué aspectos positivos y negativos provocó esa unión?

R.- Hay que precisar que la lucha estudiantil afectó sólo a una minoría de estudiantes. Y es precisamente el hecho de aceptar ser una minoría y de romper con la estrategia sindical, que consiste en querer representar al conjunto de estudiantes, lo que llevó al éxito de los anarquistas en Nanterre. Si hubo una unión de luchas, sólo fue en la calle y en los comités de acción. En las fábricas casi nunca, en la medida en que la burocracia sindical lo controlaba de cerca. Pero no hay que sobrevalorar esta unión ya que en realidad si la lucha estudiantil despertó a una parte de la clase obrera (sobre todo los jóvenes OS, citados anteriormente, y los más mayores quienes conocieron el Frente Popular de 1936 y la Resistencia), los estudiantes como tal no enseñaron nada a los obreros. 

P.- ¿Fueron los comités de acción el motor de la revolución?

R.- Seamos prudentes cuando hablemos de «revolución». En cualquier caso los comités de acción fueron el esqueleto mismo del movimiento y expresaba al mismo tiempo los aspectos más radicales y los más diversos. Conservando la prudencia también aquí, en cuanto a las comparaciones, fueron como los soviéticos en 1917 en Rusia o los consejos de fabricas en Italia en 1920, una expresión organizada nacida al margen de los partidos políticos y de los sindicatos. Lo interesante en los comités de acción es que representan otra forma de expresión y de organización diferente a la de los partidos y los sindicatos tradicionales. Han sido también la expresión de una resistencia replegada cuando el poder, los partidos y los sindicatos retomaron el mando. Pero sobre todo y probablemente lo más importante, han dejado su huella a la decena de luchas que han seguido  hasta ahora. En cada tentativa de lucha, son los comités creados  (de lucha, de huelga, de barrio, de mujeres, antinuclear, etc.)  los que representan una voluntad de la base. Son nuevas formas de organización que veremos durante cuarenta años.

P.- ¿Fue más una revolución cultural que política?

R.- No se puede disociar lo político de lo cultural. La realidad es que después de Mayo algunas fuerzas (la burguesía y l’intelligentsia de la izquierda han querido reducir Mayo del 68 a una simple dimensión cultural (ella misma vaciada de contenido subversivo) borrando el aspecto político para erradicar toda idea de revolución. De este modo la huelga general, las ocupaciones de las fábricas y sobre todo los movimientos obreros que precedieron a Mayo han sido totalmente ignorados por esta misma intelligentsia en los «aniversarios» celebrados. Hubo que esperar hasta 2008, en el cuarenta aniversario, para sacar a la luz el aspecto político y social de Mayo del 68. 

P.- La represión, enfrentamientos internos, la falta de apoyo social… ¿Qué consiguió minar y acabar con la revolución?

R.- La revuelta no necesitó estos ataques para disolverse, más que para destruirse. Fue implemente por la falta de perspectivas: el movimiento, no podía ir más allá sin pasar por el trago de dibujar materialmente el contorno de otra sociedad, no solo cultural sino también política y económica. Mas hay que darse cuenta que el viejo eslogan, según el cual los oprimidos no tienen más que sus cadenas que perder, resultante del viejo movimiento obrero, ya no describía la realidad.

Hacia julio y agosto del 68 hubo un «deseo de orden», de » vuelta a la normalidad» por parte de un sector de la población que había, hasta ahora, seguido o fue incluso actor/actriz en el movimiento. Las tentativas de existencia autónomas, como los comités de acción, no tenían ni la fuerza, ni sin duda las ganas en realidad, de convertirse en la fuerza que permitiera seguir hacia otra cosa que el cambio de personal político a la cabeza del Estado.

P.- ¿Qué papel jugó el movimiento libertario en las revueltas? ¿Hubo algo de herencia por parte del exilio español?

R.- De forma colectiva ninguno. Las organizaciones desperdigadas anarquistas como tal no hicieron más que propaganda y aún así a pequeña escala. Sin embargo, individualmente los militantes y otros tantos millones que habían abandonado la militancia y que se despertaron (cómo no hacerlo con tanta «fiesta») se interesaron (en barrios, fábricas, en las calles, problemas específicos, etc.) en las luchas y jugaron un papel no omisible en la voluntad marcada de hacer que el movimiento no se escapara de sus actores. Sabemos que después de la guerra, el exilio español se debatía entre dos actitudes. Una consistía en participar en la lucha de clases; la otra se preparaba a la posible vuelta a España por lo tanto a actuar primero con respecto a la situación como exiliado español. Mayo se posicionó en favor de los primeros. La gran mayoría de los militantes en exilio entre los cuales muchos eran todavía activos profesionalmente se unieron a sus camaradas de clase, tanto de fábricas como de oficina, participando a las ocupaciones y a las manifestaciones. 

P.- Desde entonces abunda mucha literatura al respecto, ¿Cuáles dirías que son los lugares comunes que falsamente se han construido -bien de forma idealizada o con la idea de desprestigiarla-en relación a aquella revuelta?

R.- Así que me vengan a la cabeza:

– La sociedad pre-68 hubiera sido una sociedad donde la gente se «estrepitaba» hacia el consumo (Charlotte Rotman, coautrice des Années 68). Puede que sea verdad para una pequeña parte de la población, digamos la pequeña burguesía intelectual de donde proviene de hecho este tipo de análisis pero no del resto. Según esta gente, sería Mayo del 68 quien haría iniciado una crítica del consumismo aunque al contrario, esto empezó antes. Los activistas se reían abiertamente de las publicidades y las manipulaban El sistema de los objetos de Baudrillard data de antes de Mayo como las críticas virulentas emitidas por la Internacional situacionista.

– Los sesentayochistas se volvieron unos chaqueteros y se convirtieron en los dirigentes de la sociedad. ¡Solo podemos aceptar esto excluyendo los 8 o 10 millones de huelguistas de lo que llamamos sesentayochistas! ¿Podemos pretender que 8-10 millones de obreros y empleados se hayan convertido en los jefes de la sociedad? ¡No! Los y las que se sí lo hicieron son los que se encuentran en la vanguardia, en el lado intelectual y por supuesto no es la mayoría. 

P.- Daniel Cohn Bendit ha pasado a la historia como uno, sino la principal cabeza visible del movimiento. ¿Crees que trayectorias como la suya han empañado de alguna forma la imagen que se pueda tener de aquel movimiento y fortalecido al sistema?

R.- Ni lo uno ni lo otro. No le podemos poner al mismo nivel que a los Maoístas que se convirtieron en leaders de la prensa, nuevos filósofos o que volvieron a su religión inicial (espiritual o política). La mayoría de ellos han dejado el militantismo para consagrarse a tareas » más nobles» de » curas de opinión». En realidad no han traicionado nada, es un error creer eso siguieron siendo lo que ya eran pero cambiando de costumbres: jefes que quieren seguir siéndolo sirviendo a otros dueños. Cohn-Bendit él, cualquiera que sea el juicio negativo que pueda tener yo sobre sus posturas, ha seguido militando y defendiendo las causas en las cuales ha creido siempre. Y finalmente, ha sido él de nuevo quien ha encarnado el lado más transgresor y festivo del 68, en el imaginario francés.

P.- ¿Qué consecuencias provocó y qué enseñanzas podemos tomar hoy de aquel suceso?

R.- Brevemente, las consecuencias son de dos tipos. Primero, y es lo más conocido, los movimientos que se han desarrollado después contra las opresiones específicas: mujeres, sexualidad, niños, escuela, antimilitarismo… Y segundo, las formas de organización de los movimientos sociales que han cambiado con un debilitamiento de las viejas estructuras sindicales y la emancipación de modelos de organización  tales como las coordinaciones y las asambleas generales abierta a los no sindicados. Se puede decir también que la ruptura entre el pueblo y la élite, que se acentúa lentamente a lo largo de los años hasta convertirse en la principal ruptura, data de entonces.

P.- Cuando en España explosionó en 15M hubo quien lo comparó, salvando las distancias y en su magnitud, con Mayo del 68. ¿Qué opinión te merece esa idea? ¿Vés algún paralelismo?

R.- Pienso que se puede hacer un paralelismo a condición de hablar tanto de las diferencias (es otro periodo de desarrollo del capitalismo)  como de los parecidos. No conozco bien el 15M pero es evidente que se inscribe en el contexto mundial de toma de la palabra de la base de la sociedad fuera de los marcos sindical-político existente. En ese sentido si, se puede hacer un paralelismo con Mayo del 68.

P.- Y en pleno siglo XX los problemas de ayer continúan y se agudizan cada vez más, ¿Cómo combatimos? ¿Deberíamos explorar nuevas vías de lucha o a estas alturas está ya todo inventado?

R.- Las estrategias no se inventan a priori, no en el absoluto, ni en las mentes de los intelectuales aunque sean militantes. Son fruto de la prácticas colectivas que nadie controla en realidad, ¡Y menos mal! Es por esto que lo esencial me parece ser a la vez priorizar lo colectivo y de atreverse a hacer colectivamente lo que tenemos ganas de hacer, sin esperar a que una mayoría quiera darnos su aprobación. Existir como minoría activa y abierta al exterior,  y dialogar siempre con el resto de la sociedad. Explicarse siempre, claro, dejar de masturbarse con las grandes fórmulas mágicas siempre más radicales, pero no hay que esperar a que las explicaciones hayan convencido para actuar.   

P.- ¿Es el Frente Nacional (FN) una vieja amenaza del pasado? ¿Cómo se ha llegado a esta situación?

R.- El Frente Nacional se ha dejado llevar siempre por bases bautismales por dos «grandes» de la política francesa: El partido gaullista y el partido socialista que han tenido, tanto el uno como el otro, interés, en momentos diferentes, a que naciera una fuerza que permitiera denunciar al otro como «haciendo el paripé». Pero su criatura se ha hecho autónoma con un trasfondo que siempre ha existido en Francia a lo largo de la Historia, bajo diferentes apelaciones, y que representa a groso modo un 20% de la población (boulangisme, antidreyfusards, les Ligues como la acción francesa monárquicos antes de la Segunda Guerra mundial y después el Poujadismo, OAS, la derecha más conservadora de del gaullismo, el Frente Nacional. Con un trasfondo más o menos racista y antisemita.   Digamos que el FN puede servir de salvavidas en caso de derrumbamiento de los partidos tradicionales y del aumento de las luchas sociales. Pero esto no cambiará gran cosa. Igual que los dirigentes izquierdistas de 68 o los de la lucha armada en América Latina que acceden al poder, serán más neutrales y realistas una vez tomen el control….Harán lo que el Capital necesite.  

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