El Hombre Gris [Relato]

lecturaEn esta pequeña narración-introspección-reflexión intervienen un protagonista -el Hombre Gris-, y cinco personajes: la Madre, el Profesor, el Párroco, la Novia y el Patrón.  En una sala grande, en el centro, se encuentra un escritorio y una silla, en ella se encuentra sentado el protagonista. En su tobillo derecho tiene colocado un grillete y de él se encuentra soldada una cadena con un peso redondo de prisionero; el resto de los personajes traen arrastrando su respectivo grillete. Paulatinamente caminarán en torno a él.  Comienza su soliloquio, comienza su introspección y tortura.

Hombre Gris.

Bien, aquí estoy de nuevo, en el vacío, en el aburrimiento, queriendo volar cuando me cuesta enormidades caminar, deseando soñar cuando me asusto de mi propia sombra.  Por lo menos conciente de mí, de ello, y también del superyó, aquello que propuso el viejo agorafóbico, Sigmund Floyd, ¿o era Pink Freud?  Bueno, ese.

Sí, estoy conciente, conciente de mis miedos que han sido fracasos al no superarlos, como una llanta ponchada que me impidió llegar a la cita. Pero en serio, aunque me doy cuenta de mis trabas, de mis ataduras, de mis corrales conductuales, religiosos y emocionales; aunque lo reconozco, no puedo superar ese círculo, no puedo dejar de repetir lo mismo, ¡solo soy un humano!  Compréndanme; solo quería ser el orgullo de mi familia, y tener un buen trabajo y ganar bien.  Y si, ya estoy trabajando, pero…, aun no me encuentro, me aguanto y permanezco en el trabajo por el sueldo, porque lo necesito, porque necesito ayudar a mi mama con sus medicamentos, y para ayudar a mi papa con la despensa y los gastos, y porque me quiero comprar mi carro, y pagar el enganche de mi departamento. Lo necesito, bueno, lo quiero, el dinero digo.

Sigo avanzando, voy consiguiendo mis objetivos pero sigue sin llenarse ese vacío; la carne que entra en mi cerebro, el oro que llena mi panza, y la cerveza que llega a mi alma, por un rato me complacen, me atarantan, y me siento bien, vivo, por un instante, por un momento, pero luego viene el bajón, y queda la insatisfacción aun más grande, el dolor más vivo, la herida continúa.

Necesito…, bueno, quiero hacer muchas cosas.  Trabajo, me vendo, hipoteco mi alma y algo obtengo, pero dejo energía y vida, y cuando llego al objetivo ya estoy cansado, desgastado, empieza a aumentar el cansancio, poco a poco se va convirtiendo en agotamiento.  Voy en el camión y me duermo, estoy leyendo y me da sueño, estoy en la iglesia y cabeceando.  A mis treinta años.   Algo me está desgastando.   Rabia ante el supervisor, frustración por el tráfico, llanto ante lo oscuro; no, si, digo, me está yendo más o menos, hay una vacante, un puesto disponible, mejor sueldo, más carne, aplausos y corbatas. Y una probadita de poder.  Eso me va a alivianar.

Queda pensativo. Y entra la madre.

Madre.

Hijo, corre, ve por las tortillas, apúrale.  Ve por la verdura.  ¿Ya hiciste tu tarea? Ve con mi comadre que te mande mi encargo. Ya llegó tu padre, quítale los zapatos y llévale su cena porque trae hambre…  Mi hijo está en la máxima casa de estudios, va a ser licenciado en cienciología, y una comadre lo va a recomendar para un trabajo en la Falfurrias Internacional.  Siempre ha sacado puros dieces, y ya me dijo que me va a comprar mi estufa y un semanario para mi cumpleaños.  Es un buen muchacho, muy trabajador, muy serio, no fuma no toma, yo meto las manos al fuego por él.  Ahorita nada más termino de hacer de comer y le plancho su camisa para que vaya muy guapo a la oficina.

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Sigue dando vueltas en su pequeño feudo, limpiando y buscando alejar los últimos gramos de conciencia, de pasión, abatida por la inercia y la insatisfacción.

Llega el docto profesor.

Profesor.

Juliancito Bravo, -presente-, Pedro Páramo, -presente-… Pues mucho esfuerzo no requiere este trabajo, nada más desgañotarme con los niños y traerlos a raya (mejor dicho: solventar de forma constructiva sus problemas de sujeción a la autoridad), pero de ahí en fuera no tengo que pensar ni esforzarme mucho. ¡Guarden silencio!  A ver tú, ¿cuánto es dos más dos? ¿Quién dio el abrazo de Acatempan? ¿Cómo se resuelve esta operación de segundo grado?

<>

Madre.

Pobre hombre, a fuerza de hablar ya no tiene nada que decir, de tanto enseñar se le olvidó aprender; tanto repetir las palabras de alguien más, le impidieron descubrir otras opciones, posibilidades, percepciones, diferentes formas de vida.

Pero ya habló con el sindicato y ya le van a dar otra plaza, y cuando se jubile, dos pensiones, que bárbaro.

Profesor.

¿Hiciste tu tarea?  ¿El examen lo firmó tu papa?  El lunes te tocan los honores a la bandera.

Esa palabra no se escribe así, a esta le faltó un acento y esta lleva diéresis, ¿cuáles eran las tres calaveras de Colón? No, eso está mal, mañana me traes a tu mamá.

Pero…, no se le pueden pedir tunas al huisache; él no tiene la culpa, véanla a ella, examinen su entorno familiar, analicen a sus figuras primordiales, vean a su mamá: dependencia económica genera dependencia emocional, atada a alguien que sólo buscó como solución inmediata para aliviar su soledad y su temperatura; deseando salir del conflicto para entrar en la violencia, se alejó de la obediencia para entrar a la intransigencia; quiso un apoyo y se convirtió en tapete; deseaba un compañero y comprensión, no lo obtuvo, y a cambio perdió su respeto, su dignidad, su autonomía y libertad.

Pobre, de mente y de amor, una niña aun idealizando a su padre, comparando a su maridito con su papaíto, como si no hubiera otros puntos de comparación. Y de hecho, es así, no lo hay: el ensimismamiento existencial deviene de pocos referentes, sin referencias no hay comparación, tampoco reflexión. El hogar como maquila, fuente de la adoctrinación, si no hay más puntos de comparación, siempre estaremos bajo la ignorancia y deficiencias y vicios de padre y madre: transmitiendo la inacción.

Bien, ahora, saquen su cuaderno de ciencias naturales…

Y sigue enseñando…, no a pensar pero si a memorizar, y cuantificar y producir y obedecer, sin razonar.

Aquí tenemos a nuestro Párroco.

Hermanos, han pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión, por su culpa, por su culpa, por su regrandísima culpa, por eso rueguen a Santa María siempre pura, a Mil Mascaras y al Santos (para variar, los congregantes rezan, se arrodillan y se persignan), para que perdonen sus pecados, amén.

Uno les dice que vengan a las pláticas, que hagan su primera comunión, pero antes la confirmación y la bautización, pero que también se acuerden que viene la fiesta del pueblo, que no se olviden, pero les vale, tienen cerebro de camarón, pero allá ellos, yo les dije que cuidaran a esa niña que escandalizaba con sus vestidos y risotadas, y que anda con ese muchachito, moscas muertas los dos, chamaco tibiecito que no rompe un plato en su casa y en la calle es el mismísimo acólito de Voland.

A ver tú, dime el padrenuestro, ¿cuáles son los pecados capitales?  Incluye en tus rezos al cardenal Onésimo y al pedófilo Norberto.  Ojala y ya me saquen de este pueblo bicicletero, ya vienen los cambios y a ver si me toca la Curia Provincial, ya quiero cambiar este carro, ahora quiero una camioneta, otra para mi mama y un carro para mi hermana y terminar de pagar el departamento de mi sobrino, y otros besitos de ese monaguillo. Ya metí mi proyecto de las confesiones económicas y comunales, a ver si me mandan el incentivo, porque lo del mes y lo poco que me dejan los servicios no alcanza, y luego mi mamá se puso mala.

Profesor.

Ah, que cómodo el viejo, la gente anda en camión y él en carro nuevo, y gordo que está el condenado, y rosa de que se alimenta bien y no le pega el sol; pues un buen trabajo sí que lo tiene, si a eso se le puede llamar trabajo.

Aunque de hecho, aguantar una máscara es bastante esfuerzo, encubrir sus pulsiones vitales y esconderse para hacer y ser, es algo que a cualquiera desgastaría, y de hecho al final desgasta y destruye: la represión libidinal en sus liberaciones exabruptas se manifiesta como sadismo o irracionalidad. Sublimar y tendenciar su sentido gregario y su instinto de relación, eso implica una distensión; pero a cambio tienen su refrigerador lleno, sus cuentas y tarjetas y coches a la puerta. ¿Tendrán vergüenza?  Vivir en la mentira, comer del miedo y las culpas y temores del otro, explotar sus inseguridades, perpetuar sus infantilismos, promover la dependencia, hacer y mantener a seres faldilludos, necesitados de una guía, alguien que les señale el camino, el hacia donde y el por qué, que les dé palmaditas en la espalda cuando hacen una pirueta, y les pone una bendita en su rodillita cuando se caen y se raspan, pobrecitos.  Explotando a los que siguen atados al miedo, al terror cósmico, a la soledad y a la inmensidad. Son profesionales de la mentira, fantasía autocomplaciente y malintencionada, construcciones de tabiques metafísicos, dulzones y atemorizantes.

¿Dónde quedo el Cristo serio, comprometido, austero, revolucionario?  Colérico con los injustos y amoroso con los aplastados, amoroso y humilde, justo y bueno, ¿dónde quedó?  Quedó en una marca, registrada ante notario, porque deja muy buenos dividendos, de hecho, una franquicia, ¿quién quiere tajada del pastel?  Máscara incluida, bolsillos llenos, mentiras permanentes.

Párroco.

Resignación hijos, así lo quiso dios, sean buenos y no dejen de poner moneditas y billetitos mientras rezan, y recuerden que diosito que es muy bueno, les va a dar más.

El maldito sigue oficiando, y en el templo entra la Novia.

El que quiera salir conmigo debe de tener carro, estar alto, saber bailar y llevarme a buenos lugares, les va a costar llevarse esta reina, tú derraparías por andar con alguien como yo.  Cuando voy al baile hasta me hacen rueda para verme bailar; esas otras viejas gordas y feas me odian, no pueden ni verme pero no dejan de verme, envidiosas.  Ahí viene otro de mis pretendejos.  Solo lo soporto porque es licenciado y va a empezar a ganar bien, pero está bien feo, bueno, mientras llega algo mejor.

Lo que me choca es su mama, ¡que lo deje hacer lo suyo!  Ella ya tiene su casa, ahora él debe pensar en mí, yo necesito seguridad, ¿quién me va a mantener?  Solo estudio mientras me caso, para eso es la escuela, a ver qué agarro y no quedar como mis amigas con nacos del barrio que andan de taxistas.  Voy a tener sirvienta y carro.  Pero ya, que se apure, primero por lo civil y luego la iglesia.  Va a ser en el santuario de San Susanito, con un camino al altar bordeado con velas y rosas rosas y el piso con pétalos.  En el salón Jardines del Ocotal, con meseros de negro y una estatua de hielo, y el conjunto, y yo en la mesa con mis papas y padrinos.  Y la mesa de regalos del Batracio de Hierro, llegando a la fiesta en limusina, y mi vestido con cola, escote y alerones.  De ahí, la luna de miel en los Cabos, y llegando, mi coche y mi laptop.

Párroco.

¿En verdad se conocen? ¿Qué los une? ¿Qué sabes tú de él? ¿Cómo estás haciendo tu elección, con los ojos, con el corazón o con el monedero?

¿Ya no existe el contacto de almas?  La coincidencia, la similitud, esa dulce sincronía de pensamientos, respiración y sueños, ¿ya no existe?

¿Ya no es posible en este mundo derruido, en esta sociedad fascista y en degeneración, una interacción pura y desinteresada con el otro? ¿Se ha perdido el contacto prístino humano? ¿El básico y sencillo equilibrio entre dar y tomar, amar y ser amado? ¿La ecuanimidad?

¿Ya solo queda el egoísmo, la separatividad y el truequismo vital, el comercio en el trato humano, en el contacto de géneros, en la interacción hombre-mujer? ¿Tú me das dinero y yo te ofrezco genitalidad, yo te doy liderazgo y tú me proporciones hijos, tu eres la amante y yo soy tu papá, serás mi mamá y yo cubriré uno de los arquetipos sociales de tu programación, ella satisfacerá su necesidad de predominio y yo seré el único de esa beldad? ¿Hay algo más allá de ese truequismo intergenérico? ¿Esto es todo lo que hay? Espero que no, en verdad, deseo que no…

Novia.

Y ahora que sea nuestro aniversario, ojalá y no se le olviden mis regalos y llevarme a comer, si no, le va a costar, va a tener que batallar, rogarme para encontentarme.

Aparece el Patrón.

Como batallo con la rotación de personal, y batallo porque eso afecta mi productividad, y como siempre el sindicato de blandengue, no presiona lo suficiente, voy a tener que presionarlos yo a ellos, para que encarrilen al personal, si no, baja la producción, y obviamente la planta no se puede retrasar.

No hay margen de error y retraso en el cumplimiento de los objetivos redundantes en el incremento de nuestras posibilidades pecuniarias.  Y luego, esos licenciaditos e ingenieritos de nuevo egreso, andan como potritos corriendo de un lado a otro y hasta los obreros los aleccionan y se ríen de ellos, ¿qué no aprendieron nada en las escuelas?  Cada día me mandan peores remesas, cada uno de ellos más inútil que el anterior, sin iniciativa, para todo tengo que andarlos correteando, y con todo se quejan del sueldo, ¿cómo quieren ganar más si no colaboran en el aumento de la producción?  Con el contrato me protejo, y es bueno saber de qué lado se va a inclinar el sindicato en un litigio.   Y viene otra vez el proceso ridículo de la certificación, afortunadamente estamos en México, el reino de la apariencia, el planeo y la improvisación, pero siempre es molesto tanto papeleo y sus estúpidas visitas. Nada hay más ridículo e inútil, casi tanto como mis directivos, casi tanto como los obreros.

Novia.

¿A esto hemos llegado?  ¿Este estado totalitario y utilitario donde el hombre es solo una pieza, una herramienta prescindible, un fruto al cual la máquina habrá de exprimirle todo el jugo posible en pos de la producción, de la productividad y la eficiencia, del objeto, de la ganancia de unos pocos, poquísimos, derivada de la explotación de cientos de humanos?

¿Éste es el fetichismo al que se refería el prusiano aquel, cuando se otorga primacía al objeto por encima del sujeto?

¿Es verdad también que la acumulación está sustentada en el despojo?

¿El que tiene, accedió a su posesión y poder a través de la violencia, por el engaño, la intriga y desconsideración?

Si examinas la mercancía, ¿encontrarás la sangre coagulada?

¿Es verdad que sólo vivimos en un sueño, a velocidad vertiginosa, y luego nos quitamos para dejarles el espacio a otros?  ¿A otros a quienes debemos dejarles un lugar limpio en donde colocarse?

¿No hay trascendencia?  ¿El individuo no cuenta para nada?

¿Sólo preservamos las características generales de la humanidad?  ¿Los lineamientos básicos?  ¿No podemos pasar al otro lado del muro?

¿Puedes responder estas preguntas?  Bueno, de todos modos podemos intentarlo.

Caminemos juntos.  Compartamos el banquete.

Tal parece que solo queda esta carrera de ratas, todos corriendo en pos del pedazo de carne, pisándose, empujándose, matándose en el empeño por escalar algunos rangos dentro de la pirámide carroñera, vanagloriándonos y alimentándonos del despojo, la desgracia y debilidad del que quedó bajo nosotros, al que superamos arrollándolo.

Finalmente nos convertimos en una especie de hombres-hiena que solo se mantienen juntos por debilidad, para no estar solos, siempre entre peleas, conflictos, envidias y violencia; lágrimas de impotencia y rencores heredados, miedos atávicos, una continua nata de tristeza y pesar.  Seres cuyo común objetivo es alimentarse, desgarrar y triturar al otro para alimentar a las nuevas jaurías que heredarán nuestro egoísmo, nuestro dolor, nuestra maldad.

¿No existe ya la posibilidad de crear aquel antiquísimo y al parecer olvidado mundo nuevo?  ¿Es improbable el surgimiento del hombre nuevo que creará y fomentará la vida buena, justa y amorosa, un mundo en verdad libre donde no existan las diferencias de raza, género o condición social?

¿Es el amor un producto que ya cumplió su fecha de caducidad? ¿La comprensión ya fue descontinuada de las fábricas? ¿Es la comunión un rescoldo de los viejos buenos tiempos?  Sueños extintos, casi disipados, ecos de un tiempo distante.

¿Los viejos buenos tiempos se han ido para nunca volver? ¿Ahora sólo existirán en nuestros recuerdos?

Recuerdos…, recuerdos que a su vez van muriendo, se van desgajando, conforme se marchitan nuestras sinapsis, nuestras funciones cerebrales. ¿Con ellas desaparecerán nuestros amores, nuestros sueños e ilusiones?

Si el tiempo desbasta y devasta nuestro cerebro, ¿dónde quedarán grabados los abrazos, los besos, los cumpleaños y las sonrisas pretéritas, los hermanos, amigos y padres que ya no están?

¿Se reencontraran alguna vez nuestras sendas?  ¿Nos volveremos a mirar y a amar?

Y muerto el recuerdo, y con una sociedad industrializadora y cosificadora donde el valor de la persona se establece por su capacidad y eficiencia en la producción, ¿tendrán cabida las ideas de amor y comprensión, verdad y justicia, y libertad, la dulce y frágil libertad será liberada por sus captores?

O acaso, ¿ya solo tendremos libertad de animal de granja, para elegir este u otro alimento?

¿Libertad para caminar los pocos pasos que nos permite nuestra cadena, hasta donde llegan los barrotes de esas nuestras cárceles autoimpuestas?

¿Será posible salir de nuestros corrales ideológicos, religiosos, conductuales y emocionales para encarar lo nuevo, lo desconocido?

¿Podremos romper el andamiaje, la sintaxis, los consensos conceptuales y emocionales que restringen nuestra vida, nuestras emociones, nuestras posibilidades?

¿Será posible romper ese detestable efecto de invernadero que nos impele a cuidar de nuestro pequeño rebaño mientras excluimos al resto, a los otros?  Siendo a su vez rechazados por los otros, atacados por las otras familias, por los que no comparten nuestra sangre y apellido.

Quizás, en verdad, ha quedado caduca la antigua formula de amar los unos a los otros, de poner la otra mejilla, de contestar dulzura a violencia.

La nueva religión: egoísmo e intransigencia; desconsideración.

Nadie quien nos tome de la mano, nadie que cante canciones de cuna.

Llega el frío, la oscuridad, queda la tristeza, el dolor.  Rabia y frustración.

Patrón.

Pero con todo no se pueden quejar, tienen sus vales de despensa y sus bonos de puntualidad, y el seguro, eso me lo deben agradecer, velo por su seguridad, y con todo, no me lo saben agradecer; vienen las horas extras, a muchos voy a ayudar, claro, mientras se mantenga la productividad.

Mientras sigue planeando, se acerca nuestro protagonista.

Hombre Gris.

Oh, madre, padre, dios, ¿por qué no fueron honestos, porque no me dijeron cuanta iniquidad y oscuridad iba a encontrar aquí?  Cuánto dolor y agresión y tristeza iban a permear mi existencia, mi corazón.

Las alegrías, emociones, intensidades que en otro tiempo me animaban, ¿a dónde han ido a parar?  ¿Se apagó la flama?  ¿Acaso se desgastó el sentimiento?

¿Es mi corazón el que se ha enfriado, o es el mundo que poco a poco se marchita y pierde fuerza, congruencia, color y entereza?  Hasta los sabores que antes me inundaban han perdido su capacidad de excitación.

No se cumplieron las promesas que me hicieron en la infancia, he recorrido caminos, alcanzado metas y no encuentro la satisfacción, sentirme pleno, lleno, y ustedes orgullosos de mi.   He estudiado, entregado proyectos, concluido procesos y estoy inserto en la vida productiva del país, y aun no encuentro mi complementación, voy a la iglesia a aburrirme, estoy con mi novia, y tras los primeros terrones de azúcar, el resto se vuelve querella, mentira, sospecha, desazón.

¿Es la única manera de relacionarse?  ¿No hay otra forma de vivir? ¿Estoy condenado a repetir ese eterno ciclo, esa esclavitud vital, esa maldición heredada de nacer, crecer, reproducirse y morir?

Tras ese mandato, tras ese ciclo, más allá de él, ¿existe una mejor manera de vivir?

¿Estoy condenado a repetir los pecados del padre y perderme y consumirme en esfuerzos enfocados a conseguir pan y defender mi pedazo de carne y territorio?

¿Ante todo tengo que elegir aquello que está predispuesto, aquello que está predeterminado, como las opciones de una rata en el laberinto en pos del queso?

¿Esa es la vida, la inserción en un cuadro preestablecido, rígido y repetitivo, tomando una y otra vez las mismas decisiones, padeciendo una y otra vez los mismos dolores, cometiendo una y otra vez los mismos errores?  La vida: Lo repetitivo, lo mecánico, lo estéril, lo rígido.

Pues bien…

No lo quiero; elijo no elegir.

Deseo ser mi propio hombre, quiero ser mis propias decisiones, quiero caminar y caer y recorrer mi propia senda, no seguir los pasos de alguien, y no por ser único, sino por ser genuino.

Mis elecciones, mi vida, mi muerte, eso quiero yo: decidir.

Pero…

Los pensamientos de los otros me atan, sus valores me influyen, sus acciones me cortan, mientras esté atado a ellos, en relación satelital con ellos, su fuerza de gravedad, sus sentimientos y expectativas, me van a impedir salir al espacio exterior, al aire puro, a la libertad.

Entre más compromisos sociales mantenga, menos rangos de oportunidades puedo optar. Entre más inserto en la maquinaria social, menos opciones y genuinidad.

La religión, la ética, la ciencia, la filosofía y la semántica son creaciones consensuales, que dependen del contexto, de la época, de la necesidad de la comunidad, y van cambiando con ella, así, son volubles, volátiles, unas rameras.

Y estando en comunidad, ¿cómo me puedo liberar? ¿Cómo romper esta cadena?  ¿Cómo salir de este laberinto?   Y de hecho…, ¿quién me puso en él?

Claro que dios, claro que mis padres, aunque a su vez…, ellos mismos recibieron la cadena y la maldición repetitiva de sus predecesores; entonces, son cómplices, no del todo culpables.  Quizás, hasta inconcientes; víctimas, al no poder ver, al no querer ver más allá del mandato y la tradición.

Pero yo, ¿quién cerró el grillete, existe una llave?

¡No!  No está asegurada, ¿qué la mantiene ahí?

Quizás podría…  ¡Gran dios, está abierta!   Imposible, imposible, debe ser una trampa, o una ilusión, veo una luz, está aquí, tan cerca, pero no, debe ser una trampa, es imposible, tengo miedo, mi mamá, mi papá, ¿dónde están?  ¿Y el padre de la iglesia, y mi novia?  ¿Dónde están?

Ayúdenme, tengo miedo, la cadena ya no me calienta, ya no tengo mi etiqueta adjunta, ¿quién me asegura que no voy a ser castigado?

Siento que he perdido gravedad, ¿y si un huracán me arroja al limbo, y si una bestia me ataca, y si olvido el camino de regreso a casa?

No.

Nada ha pasado, ni el cielo ni el infierno se han abierto, ¿nadie me va a castigar?

¿En verdad yo he mantenido asegurado mi cerrojo?

El Hombre Gris comienza a caminar en torno a sus allegados y a observarlos.

¿Y el de los demás?  El de mi madre parece estar sobrepuesto…, también el de mi novia, también el del párroco, pero…, ¡es una trampa!  Lo sé, como es posible que nadie pueda darse cuenta de eso, que son cadenas de papel, superficiales, sobrepuestas, ¡no!  Alguien me quiere engañar.

¿Podría acaso mi familia mentirme?  ¿El maestro no estudió para enseñar la verdad? ¿Y el párroco no desarrolló la Teofanía, no se puede comunicar con la divinidad y saber lo que quiere y espera de nosotros?  ¿Y mi novia?  Ella me quiere mucho, dice que no soy como los otros hombres, ¿ella no se dará cuenta de esto?

Pareciera que nosotros mismos mantuviéramos con nuestra pasividad y nuestra repetitividad esa cerradura sobrepuesta en su lugar…, un leve tirón…, un poco de voluntad…, y saldría; el grillete quedaría ahí…, inerte, inerme, sin poder, sin peso.

¿Qué lo mantiene ahí?  O mejor dicho, ¿quién lo mantiene ahí?

¿Dios, mi madre, la escuela, el trabajo?  ¿Quién?  Y en todo caso, ¿para qué?

¿Quién se beneficia?  ¿Cuál es el beneficio?  Un poco de pan, calor y seguridad.

¿Seguridad de qué, contra qué?  ¿Cuál es la amenaza?

Pero si solo existe el hombre, ¿de quién nos protegemos…, del humano?

Pero si somos hermanos, de la misma especie, ¿para qué las cerraduras y las armaduras y las policías?

Aun existe (con todo), suficiente aire y tierra y pan para todos, ¿por qué peleamos?

¿En algo retrasaría la fama, las posesiones o el poder, el paso y la aparición de dolores, enojos y enfermedades?  Aunque…, tal parecería que van juntos, egoísmo-exclusión-dolor, ¿qué pasa?

¿Qué pasará si camino, solo un poco?

Gran Lobo, siento aire, viento, olores, algo ya olvidado, recordado…, lo desconocido, si…, esa vivencia por encima de lo secular y la tradición, es… inefable, lo nuevo…, lo desconocido…

Siento energía, fuerza, en torno, arriba y debajo de mí, pero son…, no, no son amenazantes, son ¡mareas!  Si, un fluir como de…, continuo, calmado, constante, es…, la vida, si, la existencia, fluye, va, no se detiene, no tiene principio ni final, y yo soy parte de ella.

Si, solo es cuestión de abrir los ojos y los oídos, no estoy aislado, estoy con todo, formo parte de todo, yo soy el todo, la existencia.

El pasado, la memoria, los sentidos, arquetipos y estereotipos, esas eran las cadenas, lo que me separaba, me aislaba y detenía, no ellos, ellos son construcciones, funciones, ¿de quién?  ¡De mí!

Yo era mi propio amo y esclavo, carcelero y celador, esa, esa parte de mí me detenía, era mi mano sofocando mi propio cuello, pero eso me daba seguridad, algo, un poco de contacto; en la repetitividad: seguridad y certeza.

Ahora, ¿qué sigue?

Lo nuevo, lo renovado, lo desconocido, sin pasado, sin tradición, sin roles y sentimientos heredados y aprendidos, ¿para qué?

Solo son minúsculas partículas de la gran marea vital, existen corrientes frías, cálidas, ascendentes y descendentes, no son malas, solo implican una expresión vital, una manifestación explicada del orden implicado

¿Qué es mejor, la ballena o el topo?  ¿El delfín o la gaviota?

No hay punto de comparación, todos somos todos, no estamos separados, estamos interconectados, y todos los caminos llevan a la luz, todos llegan y llevan a ella, por aire, mar, arrastrándose, saltando. Es la misma vía, el mismo destino, el objetivo final, la expansión e integración con el todo, la unión con la existencia, comunión, sin separación ni discriminación, ni bueno, malo o mejor.  Entre menos yo, más dios.

Es el mismo, el aire que respiramos, el sol que nos calienta, las mismas moléculas y células, solo reorganizadas de una diferente manera, pero los mismos componentes, un diseño básico, un destino común.

Ya no soy satélite, la gravedad antropológica ya no me ata, ¿qué va a pasar con ellos?  ¿Qué será de su cerradura?

El Hombre Gris empieza a recorrer a sus allegados. Ellos se levantan y comienzan a rodearlo.

Madre.

Comete tu sopa, hijo.  Siempre te ha gustado.

Profesor.

¿Cuál es el cuadrado de la hipotenusa?

Párroco.

Asiste a las pláticas prenupciales, sin sello no hay boda.

Novia.

¿Por qué no me hablaste?  Te mandé un mensaje, ¿con quién andabas ayer?

Patrón.

Hoy tenemos junta a las seis, no se vayan, lleven sus avances programáticos y su informe detallado.

El Hombre Gris intenta hablarles y quitarles sus cadenas, pero es agredido por cada uno de ellos, sale del círculo, pero lentamente lo empiezan a perseguir. Se hace a un lado y logra un momento de respiro.

Hombre Gris.

¿Qué les pasa?  No, no entiendo, las cadenas y los grilletes están sobrepuestos, son autoimpuestos, nosotros los mantenemos, perpetuamos y heredamos, ¿por qué no se las quitan, por qué no me entienden, por qué no me permiten quitárselas?

Ahh. Ya…, ya lo entiendo: sólo el preciso sello, presión y huella de la mano propia sobre la superficie de la cadena tiene la clave para retirarlo.  Ya…, eso viene del cerebro, una sinapsis se cierra y miles de conexiones nuevas se abren, se forman.  Nuevas y diferentes maneras de sentir, de percibir, contactar, conocer y amar sin ritmo, estilo o modelo predeterminado.  Libertad.   Nuevas maneras de percibir e interactuar con el entorno, accionando en actitudes y decisiones genuinas y congruentes, innovadoras, fuera del influjo de la memoria, de lo mecánico y lo secular.

De ahí, de la observación, de la conciencia, del espectador desinteresado, de la mente clara y silenciosa, de la aceptación, del dejarse ir, lo krístico, la comprensión: esa es la firma energética que desune la sujeción electromagnética de la superficie del cerrojo.

Es nuestra mente -nosotros-, los que formamos ese campo electromagnético de miedo-enojo-intransigencia; con nuestra actitud creamos ese campo, esa polaridad que mantiene la cadena en su lugar.

El desfase existe, es posible dejar de lado esas fuerzas milenarias que nos quitan libertad y genuinidad.

Es tan fácil, más bien sencillo, sólo abrir los ojos, los oídos, callar el diálogo interno, silenciar las voces del pasado, de la tradición, de la autoridad, eso… El silencio y la observación crean una claridad que cierra las sinapsis seculares y cambia la polaridad, la tendencia separatista y egocéntrica de nuestra mente.

Es hacer sin forzar, intentar sin esfuerzo, hacer sin ser, fluir, el espíritu del agua, tan sencillo como respirar o dormir, algo que ya sabíamos, eso éramos, solo lo olvidamos, eso fuimos.

En el proceso de transducción nos dejamos arrastrar por la nata gris antropológica, esa inercia de egoísmo y desconsideración que es la fuente del conflicto y la exclusión.

Pero la clave, el truco para salir de su influencia está aquí: es sólo el silencio y la atención suave, flexible, sin tensar ni forzar nada, sin esperar, sin juicios, ni alabos ni comparaciones.

Solo fluir en las existencias de lo existente; en instantes indiferenciados.

Esa es la claridad, y de ahí, emana la calma, la paz, comprensión y amor.

Ecuanimidad, nada mejor, nada peor, sin expectativas, intrigas ni preferencias.  Solo ser.

Los personajes comienzan a moverse y tratan amenazadoramente de aferrar al Hombre Gris.

Hombre Gris.

Pero…,  ¿nunca tendré paz? ¿Qué hacen?  Soy Lázaro, ¿seré devuelto a la tumba?

¿Me arrastrarán los zombies para volver a su rebaño?

Soy Arturo recuperado de las heridas, ¿me quieren enclaustrar de nuevo en Ávalon?

Superé el Rubicón, ¿quieren que vuelva sobre mis pasos?

Manderley ya ardió, Graymalkin fue derruida, ¿para qué volver a lo vetusto, a las cenizas?

¡No!  Mejor, el vacío fértil.

La libertad al principio espanta, y tiene su costo, pero implica una dulzura, maravillas que el rebaño no ve, desconoce y desprecia; la libertad no es un regalo, no es un estado permanente, es una actitud, un compromiso, una senda, una forma de vida que implica seriedad, congruencia, honestidad, compromiso. ¿Cómo mantenerlo si ellos me quieren arrastrar a su tren de miedos, enojos y autocomplacencias?

Sólo se inventan alegrías y disgustos para colorear momentáneamente una vida que por lo repetitiva y reducida es gris.

¡No!  Que los muertos entierren a los muertos, dijo el hijo del carpintero.  Dejemos a las hienas con su carroña.  A los tiburones con su festín.  Ya no más crueldad, ya no más máscaras, ya no más mentiras. Ya no para mí.

El Protagonista cambia su actitud sumisa-defensiva, y comienza a atacar a sus allegados, los ataca, los ahorca y los va matando uno por uno.

Hombre Gris.

Madre.  Ahora tengo alas, tengo alas de fénix, y dejaré tu nido, ésta cárcel, éste hastío.  Muere.

Profesor.  Las letras y los números fueron un inicio, pero son obra humana, son rígidos y finitos, ya no me sirven, ni tú.  Letras muertas, hombre muerto.  Tu fin.

Párroco.  Quédate con tus figuras de arcilla, con tu alarma y espantos ficticios, ya no quiero nada con tu dios contentadizo y voluble; tus antecesores mataron a los profetas, tú adornas sus tumbas y engordas con ello.   Quédate con tu carne, ya eres como ella, putrefacta, inerte.  Muere.

Novia.  El mismo espectáculo de anoche y de hace mil años, lucha de poder, ejercicios de violencia y dominio, mucha convivencia sin verdadero conocimiento, sin comprensión ni amor.  Confusión entre pasión y emoción, instinto sin sentimiento.

No lo quiero, no las quiero, tu volubilidad y dobles expresiones, tu cero honestidad.  Te mato, y no muero.

Ya no quiero esos crueles lazos, que desde la secular hipocresía del apellido y la línea consanguínea atrapan, lastiman y matan al amor, a la libertad, a la espontaneidad y genuinidad.

Deseo vínculos, aunque pocos, profundos y valiosos, en los cuales impere la ecuanimidad y comprensión, donde no use al otro para escapar o para mentirme a mí mismo.

Vínculos en los cuales no sea necesaria ni indispensable la cercanía geográfica, el contacto físico o la retribución; un contacto visceral, una cercanía de almas, el contacto prístino donde el tiempo y la distancia son irrelevantes.  Sin contrato social, sin truequismo vital, solo amar porque sí.

Sin objetivo, ni justificación, sólo el fin, un estado permanente de comunión e integración.

Humanos libres, vidas libres, amores libres.  Eso quiero yo.  Esa es mi apuesta e intento.

¿Alguna vez fuiste tú, genuina y sincera?   Lo siento.  Te mato, y no muero.

Patrón.  Puedo relacionarme contigo, pero nada me obliga a tomarte en serio, mi vida no gira a tu alrededor y no eres un dios indispensable, puedo trabajar contigo sin dejarte convertir en mi amo.  Me voy, pero consuélate, encontrarás muchos deseosos de lamer botas y agachar las orejas por un plato de lentejas.  No yo.  Eres como las máquinas, ambos del mismo metal, frío e insensible.  Y ahora te dejo sin energía, sin movimiento.  Muere.

Tras matar al resto de los personajes, el Hombre Gris queda sólo, tranquilo, las manos en los bolsillos.

¿Qué sigue? ¿Qué pasará ahora?  Ya se me ocurrirá algo.  Ya se verá; sin planear, en el camino, en el fluir y ritmo de la carretera, de la existencia.  Una estepa amistosa, cálida, posibilidades infinitas, no hay límites.

La noche no es mala. La oscuridad no es perjudicial. La soledad no es mi enemiga. Muerte, no es tan mala.

El enemigo soy yo. Vencido, sólo queda el contacto, comprensión y compasión con los otros.  La aceptación incondicional de la diferencia de momentos, de la igualdad de sendas. Todos juntos vamos yendo. Nos encontramos, conocemos, amamos, y seguimos.  Caminando.

Y ahora…, a lo que sigue:

La gaviota al cielo,

la flor al oasis,

y el lobo al abismo.

Un buen trato.

Sale caminando.

FIN

Erick Daniel Granados Monroy.

NOTAS SOBRE LA MUJER.

Pequeña reflexión sobre el origen de las condiciones ideologizantes para el Género Femenino.

¿El dialogante?, mi profesor, una extraña clase de persona: Wilhelm Reich.

En la mayor parte de especies sexuadas, y de manera más específica en los mamíferos superiores, los Géneros poseen ciertas características que los definen; ciertos roles y funciones.  En un número representativo de especies, las hembras son: más grandes, más rápidas, fuertes, agiles, hábiles; más aptas.  Juegan un rol más activo y primordial para la existencia del grupo.

En la especie humana, las hembras poseen mayores capacidades cognitivas que les permite variabilidad, adaptabilidad y resolución de problemas; poseen mayores y más refinadas funciones cerebrales superiores, que las manifestadas por los machos humanos[1].

Ahora.

En México y en las neocolonias crecemos y vivimos en circunstancias de brutalidad, violencia y explotación, que es mantenida por élites que controlan toda la estructura social: los Corporativos.  Esas elites no son tontas ni ingenuas; no controlas un imperio siendo descuidado o confiado.

Esas élites se dieron cuenta que las mujeres eran, son, más inteligentes que los hombres.

Se dieron cuenta que una mujer reflexiva, inteligente, influye de cierta manera en su círculo de convivencia:

– Mujer inteligente: crea hijos e hijas inteligentes que no soportarían ni justificarían un régimen imperialista.

– Mujeres irreflexivas, tontas: promueven descendencia tonta, irreflexiva, apta para la manipulación y la explotación.

Lo conveniente para mantener el poder y la superioridad de la Corporativocracia, es el segundo modelo de mujer.

Por ello, usan sus recursos para moldear un tipo de sociedad que produce un tipo de mujer que se ve reprimida en sus capacidades cognitivas superiores.

Para evitar que la mujer denote y aplique su Cerebro, se le implantan más cadenas psíquicas que al hombre.  Le ponen más candados mentales, más restricciones cognitivas, más limitaciones reflexivas y existenciales para que no extiendan sus alas.

Existen más restricciones, rigidizaciones, prejuicios, tabúes, esquemas y hábitos irracionales heredados y mantenidos para las mujeres, que para los hombres.

El objeto de esos lastres cognitivos, el propósito de los márgenes epistémicos, es evitar que la mujer se convierta en factor de reflexión, cambio y revolución.  Por ello, vemos más comerciales televisivos, más mercadotecnia, más prejuicios y “valores” para mujeres que para hombres. Más ideología, más condicionamiento para crear cierto molde de lo femenino.

Los Corporativos saben que es necesario evitar que la mujer sea un catalizador racional, factor de cambio y reflexión, un Ser transgresor, por eso, son más las facciones que la afectan, que la vuelven objeto, temerosa, dependiente, reactiva, y de esa manera, no peligra el estatus de las Clases Altas, al no haber mujeres reflexivas que critiquen su régimen e influyan de manera reflexiva en sus allegados y allegadas.

Se enfocan más esfuerzos adoctrinadores en la mujer, por su mayor capacidad mental y por la influencia que tienen en las personas cercanas a ellas.

Y lo que queda, es lo irracional, lo reactivo: el peso de la tradición estupidizante y del pasado anquilosador; el influjo, restricción e influencia de los fracasos del padre y de las frustraciones de la madre introyectados.

Dolor, culpa, duda, desazón, angustia, rabia y soledad.

Miseria compartida, heredada.

Autocomplacencia, ignorancia, desidia, inercia.

El horror; el dolor.

Erick Daniel Granados Monroy.


[1] Tan sólo, hay varias interpretaciones que enuncian que el Encéfalo femenino posee más Cuerpo Calloso, más comunicación interhemisférica que el masculino; en otras palabras, poseen procesos cognitivos más refinados o que el masculino no desarrolla.  D.G.

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