El fascismo como herramienta del capitalismo y la victoria popular de la extrema derecha

El fascismo no es más que una herramienta, un arma en manos del capitalismo que usa para su propio beneficio. La estrategia del capitalismo es enseñarnos los dientes del fascismo, decirnos: «¡Cuidado! que vienen los fascistas. O nosotros, o el fascismo que ya está llegando y está a la vuelta de la esquina, ¡Mirenlo!», para que la gente apoye y abrace de manera desmedida al actual Régimen capitalista.

El ejemplo más claro de esto que comento es lo que está pasando en Francia (y seguirá pasando por el resto de Europa, incluso a nivel mundial): El capitalismo usa la carta de la extrema derecha, para decir: «mira que cerca están, ya están aquí. Son una amenaza real», y así, la gente se volcará para apoyar al ultracapitalista de Macron, como la salvación contra la amenaza fascista.

Ante un Régimen en descrédito, que hace aguas por todos lados, que ha mostrado su fracaso, y que empieza a sufrir el rechazo social, ¿Qué estrategia mejor para conseguir el apoyo para lo «inapoyable» que usar la carta del fascismo para salvar sus privilegios, como ha hecho siempre, históricamente, los privilegiados? La jugada está saliendo nuevamente a pedir de boca.

Como dato, para los de la adoración incondicional del «Working Class Pride», la inmensa mayoría del apoyo a Le Pen viene de su amada working class… Esto, para mi, entre otras muchas interpretaciones que se vienen denunciando hace tiempo, está la lectura de que mientras la izquierda y anarquistas siguen enfrascados en debates intelectualoides, filosóficos, y nostalgias casposas del siglo pasado, que solo interesa a ellos y que asustan a cualquiera, la extrema derecha está sabiendo ganarse a las desposeidxs, oprimidxs, barrios,…Están ganando la partida claramente. Pero nada, nosotrxs sigamos a lo nuestro, con nuestros debates de guerras pasadas y discusiones de salón más propia de gente acomodada, que de barrio.

Esta victoria de la extrema derecha es un terreno que debería ser mas propicio para ideas y posturas antagónicas a las que defiende el fascismo se podría resumir muy brevemente en 4 puntos:

1.- El abandono a lxs oprimidxs, desposeidxs, gente de barrio,…o como queramos llamarnos, por parte del anticapitalismo/antifascismo, ya que nosotrxs, solo interesamos para ser utilizados para engrosar sus filas ideológicas, o las de su organización de turno (principalmente partidos y sindicatos, convirtiendo a la organización en un fin en sí mismo), o para pedirnos el voto,…en definitiva, para ser utilizados para su propio beneficio y sus ansias de poder, olvidándose de oírnos, y de ver cuales son nuestros intereses fundamentales, haciendo de las luchas anticapitalistas/antifascistas algo solo disponible de unos pocos elitistas intelectualoides, que el único barrio con el que se criaron es Barrio Sésamo, pero tienen la poca vergüenza de querer venir a «enseñarnos» como tenemos que hacer las cosas, organizarnos y demás…desde sus acomodadas vidas, mientras juegan a ser revolucionarios.

2.- La falta de una critica INDISPENSABLE, por lo menos dentro de un ambiente que rechaza el totalitarismo, los dogmatismos,… a todo lo que nos rodea, incluido a nosotrxs mismxs, para no convertir nuestras ideas en eso precisamente, en dogmas, en adoración ciega, en sectarismos «indiscutibles»,…

3.- La cabezoneria infantil de no querer aceptar que los tiempos han cambiado y que debemos adaptarnos a los tiempos que corren, más que nada para dejar de hacer el ridículo, principalmente.

Y 4.- El poner todo el empuje en lo colectivo, olvidando a la propia persona es otro gran error. Eso hace que podamos tener piquetes, o asambleas, o manifas,…todo lo numerosas que quieras (que ni eso), para luego, una vez acabe la «reunión colectiva», volver a nuestra vida habitual, cotidiana, llena de machismo, autoritarismo, especismo, discriminación, homofobia, destrozo del Planeta,…¡Pero cuidado, que no nos perdemos una manifa, una asamblea! La revolución, la verdadera, no la del postureo de cara al público, empieza en unx mismx, por lo cotidiano. Esto es básico e imprescindible.

En definitiva; Mas barrio, y menos iluminados. Más autocritica y menos dogmatismos. Pero para que que haya «más barrio» tiene que ser partiendo de la aceptación de la realidad, sin miedo a que caigan muchas de nuestras ideas preconcebidas, y la crítica profunda a la realidad que se vive en cualquier barrio, nos guste o no cual es esta realidad, no desde dogmatismos, ni cegueras ideológicas, y mucho menos idolatrías desmedidas que se alejan de un análisis real de estos entornos, queriendo adaptar esta realidad a nuestras ideas, y no al revés. Y esto, a su misma vez, solo es posible desde las personas del propio barrio, no desde iluminados jugando a la revolución que no han vivido lo que hablan, y por lo tanto, realmente no conocen y causan hasta rechazo en estos sectores poblacionales, como no podía ser de otra manera.

Xeben Riguez

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