Hacer combativo el sindicalismo para que llegue a ser realmente revolucionario

Tras una atenta lectura del artículo del compañero José Luis Carretero “Notas sobre sindicalismo revolucionario. Debatiendo con Pepe Gutiérrez Alvarez”, en respuesta a otro elaborado por Pepe Gutiérrez-Alvarez “Garcia Oliver y el sindicalismo revolucionario. Notas al vuelo sobre unas reflexiones de Jose Luis Carretero”, me animo a entrometerme en el debate que están iniciando.

No me corresponde a mi realizar aportaciones desde la historiografia, pues en cualquier caso cómo mucho, he leído y releído “El eco de los pasos” y otros documentos históricos con la admiración e interés por encontrar allí referencias para construir hoy un movimiento sindical que se parezca en grados de combatividad y construcción de alternativas económicas y sociales al de la época narrada en esa autobiografía. De la historia narrada por Joan Garcia Oliver y, por uno de los para mi mejores trabajos históricos que no hace “historia política” sino que bucea en la praxis sindical desde la acción colectiva y la organización sindical en las empresas y sindicatos, “Militants: democracia i participació a la CNT dels anys trenta”, creo que se pueden extraer dos importantes conclusiones para hoy: cuanto más engrasada y perfecta funcione la maquinaria sindical, la acción sindical y la negociación colectiva, más posibilidades tiene de agrupar en su seno a una mayoría social que, gran parte de ella, apoyará los ideales emancipadores que defienda dicha organización u organizaciones. La segunda conclusión es que “las necesidades visualizan funciones y la función hace el instrumento”, por lo que los instrumentos de autodefensa de la clase trabajadora que coordinó entre otros Garcia Oliver, se constituyeron como necesaria respuesta al pistolerismo patronal -eliminación física de sindicalistas- y a la acción sistemática de vulnerar la potencia de las huelgas convocadas para conseguir reivindicaciones o importantes convenios colectivos, como por ejemplo la jornada laboral de 8 horas después de la gran huelga de “La Canadiense”. Siendo lo anterior “lo más” dentro de los instrumentos funcionales a la respuesta patronal para una efectiva acción sindical, hoy en día en niveles muy inferiores, veremos cómo hay “funciones” que una parte importante del sindicalismo no ha convertido aun en “instrumentos” o sencillamente éstos se encuentran desatendidos.

Dicho lo anterior, me atrevo ya a profundizar en el debate sobre la revitalización sindical hoy en día en el Estado español, debate que creo, antecede por una cuestión metodológica al de la posibilidad de construcción o no de un sindicalismo revolucionario de nuevo cuño. Para empezar quisiera dejar claro que acción sindical potente y sindicalismo combativo que cuestiona en sus cimientos el poder empresarial planteando alternativas económicas y sociales, existe hoy y va en aumento. Esto es así tanto en las organizaciones de sindicalismo de concertación (algunos conflictos cómo el de Coca-Cola o Panrico lo ejemplifican), cómo en aquellas que se reclaman del sindicalismo combativo, de contrapoder o revolucionario -anarcosindicalista-. Lo dicho es una constatación de las posiciones sindicales y resultados en negociación colectiva, de los posicionamientos públicos de trabajadores y trabajadoras inmersos en procesos de negociación colectiva y reestructuración empresarial o del grado de judicialización y de conflictividad laboral que se está dando en los últimos años.

Recogiendo el hilo de lo apuntado por José Luis Carretero, respecto a la huelga, sin duda un pilar crucial del poder sindical es la capacidad de gestión del conflicto laboral, las huelgas y los repertorios de presión. Es evidente que sin presión no hay negociación, y sin presión potente no hay negociación colectiva con contenidos que sirvan para el avance social. Desgraciadamente, el contexto de crisis económica y la falta de recursos sindicales en general, dificultan articular en todo su alcance la herramienta más potente de presión productiva, económica y financiera contra las empresas cómo es la huelga total (de días y horas de trabajo) indefinida (de extensión temporal), quizás también la máxima expresión de la acción directa colectiva de los y las trabajadoras. En su lugar las huelgas que se convocan -en realidad paros parciales o totales de unos pocos días- son más avisos de conflictividad a las empresas que mecanismos de presión económica y financiera real. El motivo por más que obvio no está de más señalarlo: los y las trabajadoras y sus familias no pueden lanzarse a huelgas totales indefinidas sin un apoyo financiero que ayude a cubrir o mitigar dejar de percibir ingresos por estar en huelga, aun cuando sea para mejorar sustancialmente las condiciones de empleo. Para solventar éste hándicap, uno de los instrumentos cruciales es la Caja de Resistencia, utilizada por sindicatos de ámbito estatal (USO) y nacional (ELA, LAB, ESK o CIG) que aportan de sus propios recursos internos, según los reglamentos prefijados, subsidios de huelga que cubren al menos el Salario Mínimo Interprofesional (764 euros en 12 pagas) para cada huelguista. Realizando un breve ejercicio de análisis, para el caso de una hipotética organización sindical de 10.000 personas afiliadas que dedicase 5 euros mensuales de una cuota sindical específica para una Caja de Resistencia Confederal, tendría capacidad de sostener con 50.000 euros mensuales la huelga indefinida completa de 65 trabajadoras recibiendo este subsidio de huelga mensual de 764 euros. Es cierto que en función del diseño de la estrategia de huelga, sería posible cubrir con esa financiación más huelguistas, seguramente hasta el doble. Además, todo ello sin contar con el factor ahorro continuo que implica el hecho de no convocar continuamente huelgas con esta intensidad, lo que implica multiplicar la potencia financiera sindical.

Teniendo en cuenta que la gran mayoría de empresas en el Estado español son Pymes ¿Qué empresa pequeña o mediana de hasta 250 trabajadoras puede resistir económica y financieramente una huelga indefinida total de esa afectación sin entrar a negociar y acordar convenios colectivos con contenidos para el avance social? ¿Acaso esta red de seguridad sindical no permite e incentiva la adhesión a la huelga y por extensión a la afiliación sindical? La experiencia demuestra que prácticamente ninguna empresa puede resistir huelgas de estas características, puesto que huelga y caja de resistencia multiplican el poder de negociación sindical, independientemente que estemos tratando o no con segmentos laborales o sectores estratégicos que disponen de mayor poder de negociación estructural. Ejemplos al respecto los tenemos en Euskadi y Navarra [1]. Si realizamos una atenta lectura a los contenidos de los convenios colectivos firmados en el marco de huelgas indefinidas de estas características, cualquier militante sindical se dará cuenta que ni por asomo son cláusulas que “por las buenas” acepta firmar una empresa o grupo empresarial, además de nada habituales en los convenios colectivos que se acostumbran a firmar a día de hoy:

-Cláusulas de ultraactividad indefinida de los convenios colectivos. Contra lo que establecen las reformas laborales.

-Clausulas que evitan el “descuelgue” de condiciones pactadas en el convenio colectivo -modificaciones salariales y de jornada-, ni tan siquiera alegando pérdidas económicas. Contra lo que establecen las reformas laborales.

-Clausulas que eliminan el “arbitraje” obligatorio.

-Cláusulas que incorporan bolsas de empleo con supervisión sindical, eliminando la discrecionalidad empresarial en la contratación.

-Cláusulas de subidas salariales lineales con incremento mayor de los salarios más bajos.

-Clausulas que incrementan los salarios muy por encima del IPC real y en algunos casos casi doblan los salarios hasta llegar a un salario mínimo de 1.200 euros netos por 14 pagas.

-Cláusulas que limitan o eliminan las dobles y triples escalas salariales impuestas por las empresas en convenios anteriores.

-Clausulas que mejoran complementos por enfermedad común.

-Clausulas que reducen paulatinamente la jornada laboral anual.

-Cláusulas que prohíben la distribución irregular de jornada para la plantilla. Contra lo que establecen las reformas laborales.

-Cláusulas que impiden el despido objetivo a causa de repetidas ausencias o absentismo en el trabajo derivadas de enfermedad común o incapacidad temporal. Contra lo que establecen las reformas laborales.

-Clausulas que elevan la indemnización por despido objetivo por causas económicas y otras, a 45 días por año trabajado por 42 mensualidades. Contra lo que establecen las sucesivas reformas laborales.

-Cláusulas que prohíben el despido y fomentan medidas de flexibilidad interna cómo alternativa.

-Cláusulas que introducen garantía de empleo por subrogación de plantilla en la finalización de contratos públicos o entre empresas privadas, que inicialmente no se contemplaban en ningún pliego de condiciones.

-Cláusulas que eliminan las mutuas y promueven la gestión y control de las bajas de I.T por enfermedad común y accidente no laboral en el sistema público.

-etc.

En algunos casos, quien da más, la consecución de convenios colectivos con las características citadas, ha venido en el marco de la convocatoria de huelga indefinida -con apoyo de Caja de Resistencia Confederal- para la retirada de medidas de despido colectivo o reducción salarial en paralelo a promover la negociación de un convenio con cláusulas de blindaje que dejen fuera de las empresas las contrarreformas laborales, consiguiendo ambos objetivos, algo impensable de conseguir de otra forma si lo analizan quienes hayan tenido que enfrentarse a la complejidad de procesos de este tipo.

En definitiva, cláusulas que son de facto la introducción por parte sindical de objetivos de política laboral y económica en la negociación colectiva cual legislador pro-obrero.

Dicho lo anterior, la pregunta que uno debe hacerse para el debate, por supuesto, es: sí una Caja de Resistencia Confederal es un instrumento que está demostrando hoy en día la posibilidad de conseguir resultados de este tipo, ¿por qué motivo no disponen de ella organizaciones que se reclaman del sindicalismo revolucionario? ¿acaso el sindicalismo revolucionario está consiguiendo estos contenidos de negociación colectiva utilizando otros instrumentos? Evidentemente, las mismas pregunta debiera hacerse a las organizaciones sindicales, en general. Me atrevo a avanzar dos posibles respuestas: o no se da centralidad a la negociación colectiva con los contenidos citados (o directamente de facto no interesa la negociación colectiva en general, entonces para qué disponer de instrumentos para ella), o en un análisis de pros y contras, se valora la existencia de dificultades insalvables de gestión dentro de las limitaciones de cada organización, o bien efectos contraproducentes con su uso.

Por ultimo, discrepo con José Luis Carretero sobre la posibilidad de “Un gran sindicato”, no porqué crea cómo él en el objetivo histórico de que la clase trabajadora no esté dividida organizativamente hablando, sino porqué partiendo de una realidad sindical, de políticas sindicales diferentes cuando no divergentes y de unas dinámicas organizativas concretas, esto es sin duda muy complicado. Quizás una alternativa a corto plazo sea la vía explorada por el sindicato CNT en su ultimo congreso (Zaragoza, 2015) sobre acuerdos estratégicos entre organizaciones sindicales pero basándose en defender contenidos concretos de acción sindical en la empresa y en la negociación colectiva.

La propia lógica del capital, de la patronal y los gobiernos serviles a ella, van a empujar, están empujando al sindicalismo a mayores grados de combatividad si éste quiere sobrevivir, están predisponiendo a la clase trabajadora a organizarse para enfrentarse ante los agravios crecientes, a discutir con las empresas en parámetros de control sindical económico y disputa de los medios de producción ante deslocalizaciones productivas o amenazas de cierres empresariales. Para todo ello, sin duda, el sindicalismo que saldrá fortalecido, será el que consiga ser realmente efectivo, el que se dote de recursos, instrumentos y orientaciones de política sindical acordes con las necesidades de los y las trabajadoras. Tal como fue en la época de Garcia Oliver.

Lluís Rodríguez Algans. Economista. Miembro del Instituto de Ciencias Económicas y de la Autogestión (ICEA).

[1] Huelgas indefinidas en los últimos años o abiertas en Euskadi y Navarra, tanto de empresa como de sector con apoyo de Caja de Resistencia Confederal, para conseguir buenos acuerdos o convenios colectivos, se han dado en Alstom-GE de Buñuel y TudelaEaton de Derio (60 días)Defontaine Iberia de Viana (14 días)Limpieza Viaria de Ortuella (14 días)Onduline de Gallarta (21 días)Emica Bombas (90 días)Korta de Zumaia (51 días),Limpieza de CAF-Beasain (108 días)Guardian Llodio (60 días)TS Fundiciones de Zestoa (30 días)Residencia Villa Sacramento de Donostia (9 meses)TUV Rheinland Ibérica (ITV Irun y Urnieta) (9 meses)Museo de Bellas Artes de Bilbao (41 días). Abiertas están en el sector de Residencias de BizkaiaReciclaje TMB-Arraiz,Mantenimiento de Carreteras de GipuzkoaLimpieza del Ayuntamiento del Valle de TrápagaKaiku Km0 en Gasteiz. Todas estas huelgas han sido o son gestionadas por el sindicato ELA. En algunos casos cómo Guardian Llodio, Mendiguren y Zarraua, TS Fundiciones de Zestoa, Marie Brizard o Newark San Andrés la consecución del convenio colectivo ha venido en el marco de la convocatoria de huelga indefinida para la retirada de medidas de despido colectivo o reducción salarial en paralelo a promover la negociación de un convenio con cláusulas de blindaje que dejen fuera de las empresas las contrarreformas laborales. Han sido también de relevancia elconvenio colectivo firmado por el sindicato CNT en la empresa Extracciones Levante de Valencia (2015-2017), pues contiene cláusulas de blindaje contra la reforma laboral conseguido después de la convocatoria de varias jornadas de huelga. Asimismo es de relevancia el convenio colectivo de la empresa Alumalsa firmado en 2015 después de una importante huelga total de 12 días con relevante impulso del sindicato CNT.

 

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