Guerra de Clases: Del activismo de pancarta y hashtag a la militancia anticapitalista

Demián Reyes

La Historia de las Sociedades Bajo el Humo de las Guerras

Muy pocas personas han llegado al interés de interpretar la historia que los enmarca: las formas, los métodos de predominio y las relaciones sociales actuales han revestido modalidades múltiples de concebir la realidad y actuar ante ella. Es preciso saber que la población en general se encuentra bajo el influjo del triunfo personal (entendido como la producción monetaria y la búsqueda por obtener un status quo) y el voluntarismo ha caído en un inmerso grado de fatalidad, donde no es sino las masacres y los asesinatos con meros fines logístico-comerciales los que han hecho despertar gradualmente a los individuos, y aunados a su vez, la provocación de atentados, proyectos disidentes y demás formaciones de grupos militantes afines al anti-capitalismo que buscan la abolición de esta era histórica, que impera a través de su ‘razón’ moderna y posmoderna hacia el deterioro de la vida hoy conocida. Es en el espíritu inventivo y de acción revolucionaria donde radica el avance de las sociedades, y bajo cualquier régimen totalitario o “liberticida”, éste se manifestará hasta las últimas consecuencias.

Gaston Leval en su “Interpretación de la Historia” nos habrá de aclarar que a pesar del temprano nacimiento del capitalismo y las distintas corrientes del liberalismo económico, éstos se han añadido homogénea y armónicamente a los Estados modernos, organismos entregados sólo a sí mismos, pero ante todo a la opresión y a la guerra, preparados y auspiciados por la división ideológica producida también por el capital, limitando la acción en su contra a nuestra llama de cambio: la guerra de clases.

Son los espectros de la pseudo-izquierda y la derecha política, el liberalismo infundado en los intelectuales de institución, el nacionalismo como ideología de segregación y otros tantos sectores de la falseada “clase media”, quienes han negado que las actuales relaciones sociales representen una guerra de magnitudes imprescindibles, paradójicamente creando una nueva pugna de ideas en sus mismos libros, escritos y pronunciamientos: la guerra ideológica. Su importancia es tanto interesante en su estudio como en las consideraciones que hemos de tener como militantes, pues tendremos una doble tarea: 1) persuadir a las masas de que los ataques mediáticos y conceptuales a la oposición que enarbolamos es una estrategia de manipulación del poder estatal y a su vez, 2) la movilización de conciencias hacia la comprensión de las distintas guerras y arrebatos humanos que son perpetrados por los intereses económicosNo hemos de redactar cada una de los conflictos y teorías que han obstaculizado el proceso de transformación que buscamos, sino, los allanamientos y confusiones del hoy en día que no pertenecen más que al desconocimiento de la historia social.

México Bárbaro (o La República de la Muerte)

Hace unos meses, los periodistas de ContraLínea redactaron que “hasta marzo de 2015, en el país se enlistaron oficialmente 25 mil 821 personas “no localizadas” en el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, del Sistema Nacional de Seguridad Pública. De éstas, 10 mil 836 desaparecieron en lo que va del actual gobierno. El resto, es decir la mayoría, data de la administración de Felipe Calderón. Por su metodología, la base de datos gubernamental podría ocultar centenas de desapariciones, señalan organizaciones civiles.” (1)

El odio entre personas y la no-socialización de los medios humanos nos llevan a conflictuarnos frecuentemente, desde las escuelas y los primeros años de trabajo marcamos rupturas con las personas por puros prejuicios morales o de índole sociológica, y esto es un grave error, pues así se reproducen los arquetipos bélicos a los cuales buscamos enfrentar. Los únicos motivos para distanciarnos de otras personas es el odio de clase y las prácticas de explotación que éste conlleva, lo demás es un mero lujo que el mismo entorno nos otorga: la individuación. Por obviedad, no intercambiaremos las palmas con alguien (o algunos) que sea partícipe de la subordinación que nos lleva a seguir una línea irrompible visualizada en la rutina.

Siendo así, el México moderno se conforma por tres lazos unidos entre sí que propician la violencia y las masacres en el país: los conductos estatales, la alianza con los carteles del narcotráfico y la entropía de la población ante estos males, pues “no hay peor lucha que la que no se hace”. Quien niega el exterminio actual de inocentes y disidentes en la guerra actual por el dominio de los territorios de distribución de las drogas y el lavado de dinero, está completamente fuera de su realidad, ¡ES NUESTRA TAREA QUITAR LA VENDA DE LOS OJOS A LOS MEXICANOS Y AL MUNDO!

La Reproducción Inconsciente del Narcotráfico y sus Prácticas de Violencia

“¿De qué lado estás?” es la principal pregunta que se le debe realizar a quienes se les haya escuchado en tan solo una ocasión pronunciarse en contra de la represión, del acoso policial o de los mil y un males de toda la estructura militarista en el norte y sur del país. En redes sociales no es raro encontrar el mal llamado chistorrete en el cual se le pregunta a un niño de provincia: “¿y tú que quieres ser de grande?” a lo que responde: “-¡militar o narco!-“.

¡El poder y los lujos superficiales se han vuelto una necesidad inconsciente en las nuevas generaciones!, es por ello que para los diversos sectores nos es urgente la tarea de eliminar y rechazar tajantemente cada uno de los productos y relaciones comerciales que propician la militarización del país, tales como la distribución de narcóticos de alto porcentaje químico (alucinógenos y de éxtasis), la compra-venta de armas y productos de línea blanca exportados por estos carteles, pero sobre todo: LOGRAR LA FORMACIÓN DE AUTO-DEFENSAS Y BRIGADAS INTERNACIONALES QUE ENFRENTEN A TODO TIPO DE VIOLENCIA ESTATAL Y PARAMILITAR.

En un artículo previo, citábamos a cada uno de los municipios y pueblos que utilizan el sistema de usos-costumbres para generar las prácticas anti-capitalistas, que incluso sin saberlo, han logrado una remuneración de sus formas organizativas en activistas y militantes diversos. “¡Utópicos!”, gritarán algunas personas imberbes; “¡no pueden sobrevivir aislados del sistema!”, replicarán petulantes algunos otros. Las siguientes ejemplificaciones son el resultado de superar y destruir al individualismo exacerbado y la falsa creencia de que el orden existente es impenetrable: Cherán, Tecoanapa, Ayutla de los Libres, Eloxochitlán de Flores Magón, los Pueblos Rebeldes de la Comunidad de Álvaro Obregón, Centros sociales ocupados y espacios estudiantiles libertarios en todo el país dan muestra de que únicamente es a través del triunfo de una clase sobre los hilos represivos de la otra, cuando nacerá el inicio de una nueva formación de historia autónoma.

Del Activismo de la Entropía a la Acción Colectiva Militante

No hace ya algunas décadas que los adultos y trabajadores mexicanos se han acostumbrado a la ‘reincidencia de las marchas’ como actos de protesta (que de hecho muchos repudian dado el caos vial y la alabanza al régimen actual), pues el engrane que propició la ruptura con el fracaso de la Revolución Cultural del 68′ y sus métodos de movilización ha dado paso a que el mexicano no haya podido deshacerse de su pasado ni apoyarse coherentemente en su presente para la construcción de su futuro (2). Es por ello nuestra necesidad de utilizar prácticas colectivas que trasciendan en todos los ámbitos que al individuo respectan.

Activismo y Entropía: El activista puede llegar a ser un acarreado tanto como un afiliado/militante de diversas políticas, sin embargo, la diferencia fundamental entre ambos conceptos radica que el segundo trabajo en la construcción real de un sistema social de diversas tendencias: socialismo, social-democracia, comunismo, anarco-sindicalismo, etc. Estos sistemas no son ni siquiera pensados o desarrollados gradualmente por varias personas que se reivindican como “luchadores sociales”, pues el determinismo del confort no les ha hecho sentir la explotación o el deseo de un mundo mejor, en pocas palabras: que hoy vivimos en una guerra diaria necesearia de enfrentar a través de los medios al alcance.

Se ha dicho que el activista es sinónimo de militante, ¡ROTUNDAMENTE FALSO! Para los movimientos sociales de la actualidad, hacer activismo no implica una socialización ideológica para conformar ideas en común que luchen por objetivos en común. El activista es quien practica una vida activa por la concientización social en diversas temáticas emanadas del sistema imperante: la política, la racial, la cultural, la libertad de expresión o la especista. Regularmente estas hordas se dan cita en marchas, protestas pacíficas y mitines, acaecidos de una coyuntura que se gesta desmedidamente.

También se organizan mediante ONG’s u asambleas de estudiantes/ciudadanos, que manejan acciones bajo el marco de la ley y de no-resistencia en situaciones represivas. Casos de encapsulamientos vividos en el 15-M en España o en el #YoSoy132 en México, en los cuales los contingentes se tiraban al suelo mediante el grito al unísono de “¡no violencia!”, mientras en calles aledañas se golpeaba brutalmente y detenía arbitrariamente a transeúntes no es un proceso de egolatría risible, sino de grandes lamentaciones al conocer que estas personas se dejan pisotear cual gusanos, dándole signos de pasividad a los conductos represivos de quienes durante décadas se han encargado de provocar los problemas socio-políticos por los cuales salen masivamente a las calles. Apostar por el cambio a través de las estancias jurídicas y el sofisma de que el gobierno resolverá los problemas de la clase política, es sinónimo de complicidad con los males de todo Estado: “un movimiento que dice ‘haremos todo conforme a la ley’, es un movimiento que quizá sin saberlo sirve directamente a los intereses del gobierno” (3).

Es muy clara la postura anti-revolucionaria de gran parte de los sectores del activismo, pues es sólo el daño directo a sus intereses (mediante la privatización o el abuso de autoridad) la manera en la cual comiencen a “protestar”…

Las armas del activista del siglo XXI son las pancartas, los plumones y los hashtags, pensando que el cambio se da en la metafísica de las masificaciones o protestas colectivas desde sus distintas percepciones ideológicas (frecuentemente contradictorias a sus discursos), ¡pero nada de eso!, toda evolución humana consiste en crear una propuesta REAL, MATERIAL, ECONÓMICA Y ESTRATÉGICA que enfrente a las barbaries de la globalización y el arrebato de nuestros medios de subsitencia, es decir: a través de la militancia anti-capitalista organizada.

Militancia y Transformación Radical de las Estructuras Sociales: Los militantes manejan principios organizativos y estatutos que coinciden en el punto de reconciliación de sus objetivos, aunque también existen quienes se inclinan por la organización informal que da pie a una visión más espontánea y de autodeterminación de las acciones reivindicativas contra la estructura capitalista. Son muchas las formas contra-políticas que se organizan para mantener lo que se llama la “historiografía desde abajo” (4), tales como las federaciones locales y nacionales, alianzas, ligas, colectivos, grupúsculos insurreccionalistas, células de fuego, y en vistas más radicales: las guerrillas y frentes armados.

Redactar boletines, periódicos. fanzines, artículos (como éstos), proyectos culturales y bibliográficos también son formas de distribuir el pensamiento de oposición. Los militantes ponemos en práctica la vida activa que ya poseen los activas, pero a miras de transformar radicalmente las estructuras y relaciones sociales. La ideología, la identidad y los programas de lucha son resultado de un extenuante trabajo del estudio de nuestra realidad en torno a su modificación mediante la acción colectiva y directa.

Es también la solidaridad y el principio de la autonomía, elaboraciones que nos caracterizan (aunque no es visible en todas las organizaciones de México) en nuestras praxis, ya que es en la lucha nacional con miras a la internacionalización de la distribución de las riquezas nuestro triunfo como proletarios. La defensa del otro es la defensa propia.

Ahora bien, no sólo protestamos mediante diversas vías contra los problemas sociales, sino abogamos por la Revolución General que modifique lo que hoy se mantela como la “vida humana”, que va desde la defensa de los recursos naturales, la destrucción del trabajo asalariado para dar paso a la cooperación de producción libre (como motor de transformación y avance moral) y la educación como la obtención de las habilidades, además del desarrollo de la deconstrucción creativa de los anhelos y el pensamiento.

Los militantes no tenemos miedo de las consecuencias de decir la verdad, del hostigamiento policial o la desaparición forzada (5). Nosotros enmarcamos un silogismo inequívoco: “LIBERTAD O MUERTE”.


(1) “Tragedia nacional”: 25 mil 821 personas desaparecidas en México, por Flor Goche,ContraLínea, 26 de Abril 2015.

(2) Recomendamos una lectura a: Aguilar Carmín, Héctor, “Historia para Hoy” en Historia, ¿Para Qué?, México, Siglo XXI, 10 ed., 1989, pp. 145-168.

(3) Benítez Martínez, Erick, “Deducciones lógicas sobre las consecuencias del actuar del gobierno y complicidad de los movimientos pacifistas” en Marchas, Disturbios y Espectáculo: La Moda de la Rebelión, México, Revuelta Epistémica, 2015, p. 10.

(4) Término acuñado en nuestros últimos círculos de estudio como una necesidad de complementación gnoseológica ajena a la historia “oficial” dictada por el Estado y sus correas de transmisión educativa. Léase nuestro artículo sobre la necesidad de formar una educación libre ajena a los intereses del capital: “La Escuela como Estructura de Dominación Ideológica”.

(5) El caso de nuestros 43 compañeros de la Normal Rural de Ayotzinapa no es muestra de un “Estado fallido” como hacen llamar ciertas organizaciones, sino, la más clara ejemplificación de que los conductos represivos del Estado mexicano están dispuestos hasta las últimas consecuencias de perpetrar asesinatos con el fin de parar la disidencia de trabajadores y estudiantes. Quien se pronuncia “contra el gobierno” en verdad le declara una guerra y deberá considerar todos los malos ratos que esta lucha representa.

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