Lo que sí podemos hacer con la Ley Mordaza

Mucho se ha escrito ya, analizado, debatido, enumerado y también difundido, acerca de todo lo que NO podremos hacer a partir de la entrada en vigor de la Ley Mordaza este 1 de Julio. Nos podemos hacer una idea bastante clara de lo que va a suponer para buena parte del activismo. Sin embargo, y por desgracia, muy poco estamos hablando sobre todo aquello que SÍ podríamos hacer aún a pesar de la aplicación de dicha ley retrógrada y fascista. Conste que, con esto, no se pretende en absoluto plantear que asumamos, sin más, una actitud conformista o buenrollista. La inminente, llamémosla, Ley Mierdaza supone una nueva agresión intolerable que se suma a toda la serie de medidas de control ciudadano que llevan implantándose, mermando derechos y libertades civiles de forma constante y progresiva bajo toda clase de gobiernos, desde el inicio de la democracia.

Tampoco vamos a hacer ninguna especie de compendio con todas aquellas actividades o acciones que sí podemos hacer aún con la implantación de esta nueva ley. El motivo es que resultaría ser un listado, sin duda alguna, interminable y en constante evolución. Más bien, la intención que hay detrás de este escrito es invitar a quienes lo compartáis a cambiar el chip sobre la forma de encarar la implantación de la susodicha ley. Cuando hablamos con tanta insistencia sobre todo aquello que NO podremos hacer, lo que estamos haciendo realmente es otorgar un protagonismo excesivo a los responsables de la prohibición, dando una mayor importancia aún si cabe a su poder y su capacidad de influencia sobre el imaginario colectivo. Y esto, posiblemente, nos está resultando contraproducente.

Ahora bien, si cambiamos el foco de atención y reflexionamos sobre aquellas cosas que sí podríamos hacer, o continuar haciendo, y sobre cuáles podrían ser más eficientes para el activismo que desarrollamos, lo que estamos haciendo es ponernos a nosotros mismos también como protagonistas, y ya no tanto como simples figurantes o extras limitados a hacer algo de bulto a merced de los designios de quien controla el escenario. Nos situamos a nosotros mismos en el tablero, permitiéndonos desarrollar la capacidad de tomar posiciones en él y plantearnos posibles estrategias y movimientos de un modo proactivo, y no meramente contestatario o reactivo.

Lanzamos, por tanto, esta invitación para que empecemos a pensar sobre cómo poder seguir desarrollando nuestra actividad aún a pesar de los nuevos obstáculos, para que nos planteemos si nos pudiera interesar o no cambiar de estrategia o de modos de actuar, y para que estudiemos bien esta nueva ley: ya no para saber lo que explícitamente nos prohíbe hacer, sino para conocer con detalle cómo podríamos sortear la mayor parte de trabas que pudiera suponer para nosotros. Revisemos quiénes somos, dónde estamos, qué queremos, con qué herramientas contamos y cuáles son los principales obstáculos que deberemos afrontar o esquivar. No somos tantas las personas que participamos con iniciativa propia en algún tipo de activismo, y ante un cambio unilateral en las reglas del juego, no está nunca de más volver a analizar nuestra situación con el fin de evitar complicaciones y poder guardarnos las espaldas con la mayor eficacia posible. Por supuesto, sin que ello suponga dar ningún paso hacia atrás, sino continuar siempre hacia adelante en la consecución de nuestros objetivos. Potencial, capacidad, fuerza, rebeldía, conciencia, creatividad y decisión, nos sobran. Hagamos buen uso de ellas.

Entonces, ¿en qué situación nos encontramos?

Si analizamos a grandes rasgos la situación actual a partir del contenido de esta Ley de Seguridad Ciudadana, y a partir también de las últimas actuaciones policiales dirigidas contra parte del activismo social desarrollado en todo el estado, podríamos concluir que la pretensión del gobierno es impedir que desarrollemos ciertas actuaciones y formas de organización muy concretas que parecen suponer una gran molestia para sus intereses. Y no me estoy refiriendo a las grandes manifestaciones, ni a las grandes organizaciones institucionales, como las sindicales subvencionadas por el gobierno o las ONG’s. Me refiero más bien a esas otras actividades y organizaciones que, habiendo renunciado a la pasividad del ruego y la exigencia, han pasado decididamente a crear espacios, herramientas y organizaciones con capacidad para producir y aportar soluciones por sí mismos. Veamos por qué:

Varios meses después de la Operación Pandora, recién anunciada por aquel entonces la propuesta de ley de seguridad ciudadana, las fuerzas represivas del estado han continuado asediando, allanando, destrozando, desalojando y secuestrando personas sistemáticamente en varios centros sociales por todo el país, y la mayor parte de los casos sin ningún tipo de orden de registro ni de detención, ni tampoco de explicaciones, por parte de la policía. Existe además una manipulación burda y deliberada de la prensa al ignorar en estos casos la presunción de inocencia, dando por hecho que todas estas detenciones son por una implicación de los detenidos en diversos actos delictivos. Sin embargo, tras todo este bombardeo inicial de manipulación mediática, lo que suele producirse es la liberación de la mayoría de los detenidos. Lo que demuestra judicialmente su inocencia. Claro que esto ya no lo mencionan.

Al final, con todo este despliegue, esa fuerza bruta, y el despilfarro de dinero del contribuyente en este tipo de operativos (que suponen gastos de cientos de miles de euros por cada única operación), lo único que les trae a cuenta es el impacto mediático, y el mensaje del miedo lanzado a la sociedad en general; que las personas ajenas a movimientos sociales asocie cierta ideología con terrorismos; y deslegitimar así ciertas practicas sociales que tanta ayuda prestan a la gente de los barrios, y que tanta capacidad de generación de autonomía introduce en dichos barrios, al ofrecer soluciones al margen de ayudas oficiales que al final nunca llegan, o llegan tarde.

Parece que el orden que tratan de proteger y prevalecer, tanto las fuerzas políticas como las policiales, es ese orden desprovisto de toda vida social en el que vamos del dormitorio al trabajo sin distracciones, reducidos a meras piezas dentro de una gran maquinaria de producción en cadena, deshumanizados, y aislados entre fugaces y efímeros momentos de ocio que nos sirvan de válvulas de presión para evitar que estallemos, y así hasta que muramos. Sin posibilidad de construir alternativas sociales y culturales independientes, en espacios de encuentro, de desarrollo y de creación, de forma que el estado pueda continuar extrayendo y acaparando para sí mismo todos los recursos de los que podríamos disponer entre todos, así como usurpar y apropiarse de gran parte de la riqueza que producimos.

Y justo en el momento en que mayor auge están adquiriendo otras lógicas y otras formas de hacer las cosas, de repente sacan de la chistera un supuesto terrorismo anarquista, inexistente. Como reflexiona Carlos Taibo con justa ironía, revisando la cantidad de registros, detenciones y acusaciones efectuadas por el gobierno: «Tras un rápido repaso a la hemeroteca concluyo que en los sangrientos atentados de la Almudena y del Pilar debieron participar unos seiscientos anarquistas. Otros tantos han sido detenidos por cuanto se estima que podrían atentar, en los meses venideros, en esos dos templos. Esta vez no he oído, eso sí, que el ministro del Interior afirmase que ha sido desactivado un ‘grupo anarquista sorprendentemente bien organizado’. Y es que organizar a 1.200 personas no es -parece- tarea fácil».

Demasiados problemas tenemos aquí, a todo nuestro alrededor, para tener que venir ahora a inventarse el de un supuesto terrorismo anarquista. ¿Para qué? ¿Para imbuir miedo a la población? ¿Miedo, de qué? ¿De que gente normal y corriente sea capaz de prestar soluciones allá dónde el gobierno no es capaz con sus leyes? Realmente, dan mucha pena. La verdad es que, haciendo una visión general, todas estas medidas represivas, que tanta repercusión mediática están obteniendo, al final no parecen más que respuestas torpes y desesperadas que el gobierno prueba ante ciertas cosas que sabe que no puede frenar, ya que están íntimamente ligadas a la propia condición humana, emergente, incontrolable, imparable….

Los movimientos libertarios, el anarquismo, no son una simple cabeza de turco que están utilizando para justificar la necesidad de abyectas leyes represivas. La capacidad creativa y creadora del anarquismo, que nos rodea en mayor o menor medida aunque no seamos conscientes de ello, es precisamente lo que pretenden mitigar y acallar. La intención no es otra que impedir o dificultar nuestra capacidad para dar respuesta, para ofrecer soluciones, y para atender necesidades sociales allá donde las autoridades no están siendo capaces de solucionar nada. Y evitar que esta capacidad, además, encuentre formas eficaces de comunicarse, organizarse y expandirse. Nuestra autonomía, a la hora de organizarnos por nosotros mismos y de aportar soluciones a nuestro entorno, es su mayor enemigo.  Y por más que intenten callarnos, por más que intenten frenarnos y cuanto más nos aprieten quienes dicen tener la potestad de organizar nuestra sociedad, pero que después se muestran incapaces de mantener una organización mínima capaz de cubrir nuestras necesidades básicas, mayor será entonces la capacidad creativa de respuesta que podremos ofrecer, y mayor será nuestra capacidad para dar soluciones por nuestra propia cuenta. Sin pretenderlo, nos están mostrando el camino. Y es que hoy se nos hace más evidente que nunca que ya no los necesitamos. Que no necesitamos sus ayudas, ni sus influencias, ni su protección. Que no necesitamos su repercusión mediática, ni su burocracia, ni sus juegos electorales, ni sus instituciones de poder. Que, por todo ello, se acabó ya el momento de pedir.

Comienza el tiempo del hacer.

 

Fuente: http://www.blackblog.es/lo-que-si-podremos-hacer-con-ley-mordaza/ 
¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio