Mercenarios españoles, comparsa del imperialismo estadounidense en el Congo Belga

Capítulo «Mercenarios españoles: contra la religión y el Estado, pero con sus bendiciones y dineros» del libro publicado en «Cuadernos» con el título «España, comparsa del imperialismo estadounidense en el Congo Belga».

MercenariosLos que dicen defender la libertad del hombre no tienen empacho en recabar para sus objetivos el apoyo de los partidarios de la libertad de matar a tiros a quien sea a cambio de dinero: los mercenarios. Obviamente éstos se ponen de parte de Tshombe a cambio de una paga sin necesidad de otras justificaciones. Al olor del dinero acuden a Katanga soldados de fortuna de Bélgica, Francia, Sudáfrica y otros países, entre éstos, en menor número, de España.

El coronel francés Roger Faulques puede considerarse un prototipo de esta chusma: formado en una escuela militar especial, paracaidista de la Legión Extranjera, curtido, herido y hecho prisionero en Vietnam, fue colega de otro espejo de mercenarios, Bob Denard. Éste, también militar francés, es considerado el más famoso mercenario anticomunista que ha trabajado en África en la etapa de las post-independencias y compartió con aquél aventuras en la República del Congo.

Estos personajes en la vida real también aparecen en la imaginaria que presentan novelas bélicas y de acción, así como en películas del mismo corte y no existen apenas diferencias entre ellas salvo que en la primera las muertes son de verdad, por eso se les conocía en el Congo como “les afreux”, los terribles. Esta confusión alcanza a la gente corriente y por ello no es nada raro escuchar o leer sobre sus crímenes como si fueran hazañas, de sus barbaridades como obras bien hechas, eso cuando no se justifica su actuación o incluso se ensalza.

Las “batallitas del abuelo” del siglo pasado hoy se difunden mediante los foros de Internet. Produce inquietud saber que están escritas por militares, ex militares, asimilados, admiradores… en general miembros de esa hidra llamada fuerzas armadas y de seguridad. En el caso concreto que nos ocupa ahora, en foros de este jaez en España se puede leer lo que con toda tranquilidad y convencimiento ha escrito probablemente un militar aficionado a la historia: “Con sus jeep y blindados ligeros actuaban como cabeza de lanza de las Fuerzas de Tshombe por todo el Congo Oriental, rescatando misioneros y monjas, aniquilando simbas y liberando pueblos y ciudades. También ‘liberaban’ de paso propiedades y bancos”10.

Sobre la participación de mercenarios españoles en el Congo se dice en los mismos foros que “Tshombe se puso a reclutar mercenarios blancos por todos sitios y cómo no, también en Madrid. El agregado militar del Congo en España, coronel Botete, se pone a reclutar a ex-miembros de las Fuerzas Armadas Españolas”.

Esto contradice lo que mantiene el testigo entrevistado por Antonio Burgos visto anteriormente: “ninguno de ellos ha sido enrolado en España, como se ha dicho por ahí. Todos se han alistado voluntarios en Francia (…) pude saber que eran de Madrid, de Mataró, de Barcelona…”.

Botete lógicamente actuaba por orden de Tshombe. De éste escribe el periodista Vicente Talón en la revista Defensa -editada por el Ministerio de Defensa- que estaba apoyado por “el general (José) Díaz de Villegas, a la sazón director general de Plazas y Provincias Africanas (y jefe de estado mayor de la División Azul con mando desde el 17 noviembre de 1943 hasta su disolución definitiva, quien) quiso que esos hombres se los diese el propio Ejército español y sólo cuando los pasos abordados en tal sentido fracasaron, optó, sin abandonar su plan, por efectuar una recluta al uso clásico: esto es, mediante cauces extraoficiales”11.

No dice si Franco dejó actuar a Díaz de Villegas de esa manera para que la ONU no denunciase a España si le autorizaba a llevar a cabo la propuesta de forma oficial, o si aquél –junto con otros altos cargoshizo toda la operación por su cuenta. Esto quizás explica que el número de mercenarios no sea elevado. Una nueva ironía de la historia surge casi cincuenta años después, en 2008, con el teniente general Vicente Díaz de Villegas y Herrerías, que fue nombrado jefe de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUC), jefatura que abandonó menos de dos meses después de su nombramiento y para lo que alegó “motivos personales”12.

La Federación de Comités de Solidaridad con África Negra apunta otra causa más razonable: “Hace un mes, miembros del ejército congoleño interceptaron una comunicación de un miembro de la MONUC que estaba llamando con urgencia a un mando del ejército ruandés y le pedía que desde Ruanda acudieran refuerzos rápidamente en apoyo a Nkunda porque el ejército congoleño estaba en una posición de superioridad con respecto a él. No es de extrañar que si son ciertas estas acusaciones que hacen los congoleños que están sobre el terreno, el Teniente General Villegas opte por dimitir, si ve que le es imposible poner un poco de cordura en esta situación y estar realmente al mando de sus tropas. Los cascos azules están favoreciendo una situación en la que podrían perder la vida cientos o miles de civiles inocentes”.

Díaz de Villegas, en “su participación en la XIII Jornada de Comunicación siglo XXI en el Colegio Mayor Albayzín -el 25 de abril de 2009, Granada- en la sesión titulada ‘Gestión de Crisis. Una experiencia concreta de resolución de conflictos’, ha destacado la necesidad de investigación y desarrollo, para elevar una sociedad de la edad de piedra, algo que es posible pero que necesita de mucha inversión. (…) Además se presenta el problema de que no existen clases intermedias, sino por un lado se encuentra la mayoría de la gente que vive muy pobremente y por otro una clase dirigente que en muchos casos no se ha comportado de la forma adecuada” tal y como aparece en la página web del Colegio Mayor Albayzín.

Independientemente de esta notable casualidad, lo importante es que en 2008, como en 1965, la ONU es duramente criticada por dos razones principales: no resuelve los problemas que por su mandato está llamada a solucionar, sino que los empeora, y es un instrumento de los países poderosos que la usan para sus propios intereses. Así lo afirma el 29 de octubre de 2008 la Federación de Comités de Solidaridad con África Negra: “Lo que hasta hace poco era sólo una sospecha ha ido tomando cuerpo gracias a las numerosas denuncias de la sociedad civil: la MONUC, con 17.000 cascos azules en la región, no está cumpliendo con los objetivos de su misión de paz y de protección a la población. Fuentes fidedignas sobre el terreno acusan a estas ‘fuerzas de paz’ de trasladar soldados ruandeses en sus helicópteros, entregarles uniformes de la MONUC, permitir el paso de la frontera a militares ruandeses y trasladarlos a los lugares donde están las guerrillas de Nkunda; les acusan de permanecer inactivos cuando atacan las guerrillas, de no dar su apoyo al ejército gubernamental cuando éste más lo necesita… Ante todo esto se comprende que la población se haya manifestado estos últimos días contra las fuerzas de la MONUC acusándolas de apoyar al enemigo y pidiéndoles que se marchen de la RDC.

Deberíamos preguntarnos cómo es posible que esta Misión de Naciones Unidas, que pagamos entre todos, esté actuando siguiendo las directrices del todavía presidente de los Estados Unidos. ¿No tendremos que arrepentirnos –demasiado tarde- de haber permitido esta nueva guerra de agresión y saqueo? Sin embargo, la prensa occidental se limita a informar de la crisis humanitaria silenciando el nombre y los motivos de los verdaderos agresores. Los políticos y la ONU expresan su ‘gran preocupación por el aumento de la violencia en el Este de la RDC’ y luego miran hacia otro lado… seguramente hacia los tablones de la Bolsa o los Bancos en apuros. Lo que les ocurra al más de un millón de refugiados que ya se agolpan sin medios para sobrevivir les parece ‘lamentable’, pero siguen apoyando o no ponen obstáculos a Ruanda en su afán por anexionarse esa riquísima zona del Congo”13.

Entre los mercenarios reclutados estaban dos ex-capitanes del Ejército de Tierra, Martínez de Velasco y Alfonso Abeijón, éste ya veterano de Katanga, varios antiguos suboficiales y cabos primeros y un puñado de ex paracaidistas, casi todos licenciados del Ejército del Aire. También 3 o 4 especialistas en automoción y en transmisiones. A este núcleo se unieron otros que ni siquiera tenían el servicio militar cumplido y estaban estudiando sus carreras. La mayoría eran españoles, pero no faltó algún peruano, colombiano o filipino. Hay que recordar que durante sus estancias en Madrid Tshombe se siente como en su casa. Aquí realiza con total libertad sus actividades con colaboradores como Botete y recibe visitas para que progresen a buen ritmo. Así, en marzo de 1964 se reúne con el coronel Cassart en Madrid, lo cual irrita a Kinshasa porque anteriormente estuvo acusado por atentar contra la seguridad del Estado y condenado por tráfico de armas.

El gobierno español no presta atención a las preocupaciones legítimas del gobierno del Congo y ni siquiera a las de la propia ONU, que en el mismo año dice haber “recibido las noticias más alarmantes acerca de un reagrupamiento del ejército de Tshombe y sus mercenarios a lo largo de la frontera de Angola con el Congo”. (Fernández, p. 118) El grupo de mercenarios españoles formó el ‘segundo choc’, o segunda fuerza de choque, del comando número 6 de Bob Denard, en teoría una unidad tamaño batallón, 90 mercenarios más 400 soldados congoleños. Dependía de la quinta brigada del Ejército Nacional Congoleño. Martínez de Velasco fue nombrado Jefe de la Unidad con el Grado de Mayor. Denard luchó en beneficio propio y de los intereses de Francia en África en Argelia, Congo, Zimbawe, Angola, Gabón y Comores. Como recuerda Afrikara, “no es un hombre cualquiera, sino Gilbert Bourgeaud –llamado Bob Denard-, semilla del infierno, criminal oficioso del estado francés en África, adonde llegó hace medio siglo a verter la sangre inocente de negros, árabes y asiáticos. (…) siempre actuó por el interés de una Francia convencida de que debía mantener su presencia en África a cualquier precio que tuvieran que pagar los africanos. Él lo recordó siempre y durante toda su ‘carrera’ mantuvo relaciones más o menos directas con los servicios secretos franceses”.

Muerto en 2007, no hay que olvidar que “por todos esos delitos, crímenes y matanzas para los que se agarró a la justicia francesa en vez de a la de los países en los que cometió los crímenes, Bourgeaud, el mercenario de la Francáfrica, no pagó más que molestias de prórrogas y penas menores suavizadas al final de su vida por la incapacidad. Después de medio siglo de guerra por la colonización, contra las independencias africanas y por el apartheid, desestabilizando países enteros, Bob Denard ha muerto sin rendir cuentas a los africanos por sus crímenes y sin que se haya señalado claramente la culpabilidad de Francia y su obligación de reparar sus acciones criminales”.

El año 1964 se conoce como “el año de los gigantes blancos” en referencia a la riada de mercenarios que luchan en África. También en ese año tiene lugar la primera de las 75 reuniones que celebra el Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos sobre la RDC, lo que da una idea de la importancia de este país para aquél, a pesar de que el gobierno estadounidense no creó un departamento gubernamental para África hasta 1958. Resulta interesante comparar las motivaciones de los mercenarios con las de los voluntarios que acudían al Congo para ponerse del lado de las víctimas, esto es, de los que aquellos atacaban.

Dicen compañeros de armas sobre uno de aquellos: “He estado leyendo en un viejo Historia y Vida la experiencia de un mercenario español en el Congo. Como os podéis imaginar, dinero, alcohol y muchas mujeres… El periodo de rotación era al parecer muy rápido, ya que nadie aguantaba más de un año. 60.000 pesetas al mes, más una prima, 10.000 pesetas más al mes por ser cabo y 100.000 pesetas al final como prima de desmovilización. Armamento: un FAL, munición, un machete y una pistola para defensa personal. Había cierto número de oficiales españoles, y con ellos, argentinos, bolivianos…”14.

Así explica Ernesto Che Guevara su participación en la Guerra del Congo: “Porque, en cuanto al imperialismo yanqui, no vale solamente el estar decidido a la defensa; es necesario atacarlo en sus bases de sustentación, en los territorios coloniales y neo coloniales que sirven de basamento a su dominio del mundo”. El grupo de cubanos que fue con él abunda en el significado de su misión: “Nuestro país, solitario bastión socialista a las puertas del imperialismo yanqui, manda sus soldados a pelear y morir en tierra extranjera, en un continente lejano, y asume la plena y pública responsabilidad de sus actos; en este desafío, en esta clara toma de posición frente al gran problema de nuestra época, que es la lucha sin cuartel contra el imperialismo yanqui, está la significación heroica de nuestra participación en la lucha del Congo”.

Hubo más cubanos, los de Florida, Estados Unidos, pero éstos luchaban a favor del imperialismo, algunos pilotando aviones proporcionados por este país. Entre los africanos, europeos y de otros lugares, se calcula que hubo unos mil mercenarios en 1964. Un grupo de estos cubanos a las órdenes del mercenario y ex oficial del Ejército Británico Mike Hoare, cuya vida proporcionó abundante material para libros y películas e incluso actuó en una, Patos Salvajes, se enfrentó militarmente en varias ocasiones al grupo comandado por el Che Guevara. Finalmente el Che tuvo que salir del Congo empujado por aquél. Fue sucedido por el general Ochoa, quien orientó su misión de entrenamiento de soldados africanos hacia Angola. En cuanto al grupo español, los efectivos reales de la unidad en el verano de 1964 eran de “un mayor, un capitán, un teniente, un capellán, dos alférez, dos brigadas, nueve sargentos y 41 voluntarios europeos, más 389 soldados auxiliares negros. El armamento consistía en fusiles FAL de 7.62mm, fusiles Lee Enfield, éstos para los auxiliares de color, morteros de 50mm, lanzagranadas Instalaza, ametralladoras de 7,62mm y algún CSR de 75mm”. Al parecer los lanzagranadas eran cuatro y falta por añadir un jeep Santana y las armas cortas más la munición correspondiente. Interesa observar que al menos una parte de este material bélico se fabrica en España y que por tanto ésta no sólo contribuye con apoyo político a Tshombe, sino también con recursos humanos y con armamento, lo cual lleva consigo un beneficio para las empresas que lo fabrican y los que lo venden.

Instalaza S.A. se anuncia hoy como una empresa fundada en 1943, con sede social en Madrid y producción en Zaragoza, cuyos “productos equipan a las fuerzas armadas de países de todo el mundo, con resultados muy satisfactorios y con un máximo nivel de operatividad y eficacia”. El lanzagranadas que equipaba al ‘segundo choc’ hoy se llama C90-CR (M3), un “arma de infantería de un solo uso, disparable desde el hombro y transportable por un solo infante”. También interesa tener presente que la formación militar previa al “ejercicio libre de la profesión militar” ha sido provista por España, lo que significa que los recursos nacionales destinados según la ley a que españoles se preparen para la defensa de la patria, etc., son realmente utilizados para el beneficio de unos particulares.

Estas observaciones permiten concluir que las acciones de los mercenarios españoles, además de repugnar la conciencia de una persona moralmente sana, casan muy mal con el sentido común y hasta con la Ley de Principios Fundamentales del Movimiento de 1958, ya que: “El principio II declara el acatamiento de la Nación española a la Ley de Dios formulada por la Iglesia, cuya doctrina inseparable de la conciencia nacional, inspirará las leyes. El principio III señala la aspiración de España a la instauración de la justicia y la paz entre las naciones. El principio IV otorga al Ejército el deber de defender la unidad, la integridad y la independencia de la Patria. El principio V funda la comunidad nacional en el hombre y en la familia. Subordina el interés particular al bien común y pone a todos los españoles bajo el amparo de la Ley”. No hace falta insistir en que también contradicen los principios católicos, sin embargo cabe la sospecha de que éstos sean una pantalla para esconder los auténticos fines de sus proponentes, como ocurre con los principios políticos.

Notas

10. Foro de Historia Militar El Gran Capitán, 6 de septiembre de 2006, http://www.elgrancapitan.org/foro/v…

11. Vicente Talón, ‘Mercenarios españoles en el Congo’, Defensa, extra nº 47, marzo 1997 p. 10.

12. Información oficial sobre la MONUC se encuentra en su página web: http://www.un.org/spanish/Depts/dpk…

13. http://umoya.org/index.php?option=c…

14. Véase Nota 10.

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