Las matemáticas en el régimen nazi

Hitler EducaciónUna de las características más importantes del nazismo fue la manipulación, a base de la propaganda y la educación, de la ideología de los ciudadanos. Desde pequeños, los alemanes eran educados para convertirse en verdaderos nazis. Las ideas del partido nacionalsocialista eran inculcadas en sus jóvenes mentes de formas inimaginables.

Medios de comunicación como la radio o la prensa se convirtieron en un simple método de adoctrinamiento político de las grandes masas. Pero, ante todo, los nazis veían como objetivo principal moldear a los niños a su imagen, ya que eran ellos, los jóvenes, los que mantendrían el Reich en el futuro. Había todo tipo de formas de lograr esto: Mediante cuentos infantiles, mediante canciones, mediante la adaptación de la historia a los ideales nazis… Sin embargo, también usaron formas muy poco comunes de adoctrinamiento. El ejemplo más representativo de hasta dónde podía llegar el gobierno era mediante el uso de las matemáticas como otra forma de «educar políticamente». Y es que, aunque parezca extraño, los ministros de educación nazi no dejaban ningún frente abierto y aprovechaban cualquier oportunidad para difundir sus ideas (de hecho, existía un ministerio dedicado especialmente a «la educación del pueblo y la propaganda»).

¿Cómo es posible que se aprovecharan las matemáticas como un arma ideológica? Es de sobra conocido que las escuelas nazis educaban políticamente a los niños para que no estuvieran en contra de Hitler con asignaturas como la historia o la filosofía, muy fácilmente manipulables, pero… ¿de verdad era posible usar también una materia como las matemáticas con ese objetivo?

Pues sí, los ministros de educación lo consiguieron con gran maestría. Nada mejor que ver un ejemplo de aquella época:

«Un loco cuesta cada día 4 marcos, un inválido 5’5 marcos, un criminal 3’5 marcos. En muchos casos, un funcionario no cobra más que 4 marcos, un empleado 3’6 marcos, un aprendiz 2 marcos. Calculad cuánto cuestan anualmente los 300000 locos y epilépticos de Alemania.

¿Cuánto se ahorraría el estado si estos individuos fueran eliminados? ¿Cuántos préstamos de 1000 marcos podríamos conceder a matrimonios si pudiéramos economizar ese dinero?»

El mensaje que hay tras ese sencillo problema de matemáticas está claro: Plantar una semilla de odio hacia todo lo que «sobraba» en la Alemania nazi. De esta forma, se conseguía que los jóvenes se indignaran ante el alto precio que costaba mantener a enfermos mentales o parados, y que, al mismo tiempo, pensaran que si éstos eran eliminados, este dinero se podría invertir en fines que los beneficiaban a ellos, como concediendo préstamos a jóvenes matrimonios. Es natural que con este tipo de argumentos, los chicos empezaran a desarrollar el odio del que hacían gala sus gobernantes.

Si observamos la escasa dificultad de este ejercicio, podemos observara que probablemente era resuelto en clases de niños de muy escasa edad. Ya entonces se les empezaba a inculcar esa cultura discriminatoria.

Veamos otro ejercicio matemático que aparece en los libros de texto nazis:

«Entre los tres grupos raciales más importantes de Europa, se detectó el siguiente crecimiento de la población entre 1900 y 1930:

– Población teutónica: De 124 millones a 149 millones.
– Población latina: De 103 millones a 121 millones.
– Población eslava: De 166 millones a 226 millones.

Asumiendo un nivel de crecimiento constante, calcula el crecimiento de estos tres grupos en un período de diez años. ¿Cuál será el porcentaje de población de los tres grupos en el año 1960 si esta tendencia continúa?

¿Qué riesgos para la población alemana puedes percibir si no ocurre un cambio en esta tendencia?»

Es especialmente interesante esta última pregunta. Uno de los rasgos más básicos del nazismo era el intento de que «la raza aria» se mantuviera pura y predominara sobre todas las demás. Los nazis consideraban como un derecho de la raza aria el imponerse sobre el resto y conquistar sus territorios.

Los judíos eran el enemigo absoluto de Alemania, y eran considerados los principales causantes de su decadencia; pero también se desprendía odio hacia cualquier otra raza, por ejemplo hacia los eslavos, como se puede observar en el problema.

El crecimiento de la población de otras etnias era considerado una amenaza. Lo peor de todo es que los niños se encargaban de llegar por sí mismos a esa conclusión tras hacer el ejercicio. Es decir, nadie les decía «los judíos son malos», sino que sus ejercicios de matemáticas (manipulados, por supuesto) hacían que ellos mismos razonaran esa conclusión y llegaran a ella.

Veamos un tercer ejemplo de problema matemático:

«Para la edificación de un manicomio se necesitan 6 millones de marcos ¿Cuántas casas residenciales, a 1.500 marcos cada una, se hubieran podido construir en lugar del manicomio?»

La respuesta es 4000 casas residenciales. Pero el trasfondo ideológico que se esconde detrás de tan sencillo problema es bien distinto a la intención de educar matemáticamente a los niños. De nuevo, se arremete contra enfermos mentales. Todo aquél que no era perfecto racialmente debía de ser eliminado. Desde los que presentaban problemas físicos (como inválidos o deformes) hasta aquellos que simplemente eran diferentes al ideal nazi (por ejemplo, la homosexualidad también se consideraba un problema mental y era tratada en manicomios), todos eran un problema para Hitler y no hacían nada más que suponer gastos para el gobierno.

Es bastante paradójico que una ciencia tan objetiva y alejada de la política como son las matemáticas pudiera ser manipulada de una forma tan vil por Hitler y su gobierno, pero así fue. Durante años, libros de texto llenos de problemas similares sirvieron para formar a juventudes hitlerianas en los ideales políticos del partido nacionalsocialista.

La ciencia nunca puede estar relacionada con una determinada ideología política, pero los tiranos sí pueden aprovecharse de la educación con objetivos más oscuros, como ocurrió con los nazis y las matemáticas.

Para terminar este artículo, dejo un pequeño extracto que Adolf Hitler escribió en su libro «Mi lucha»:

«La culminación de toda labor educacional del Estado racista consistirá en infiltrar instintiva y racionalmente en los corazones y los cerebros de la juventud que le está confiada, la noción y el sentimiento de raza. Ningún adolescente, sea varón o mujer, deberá dejar la escuela antes de hallarse plenamente convencido de lo que significa la puridad de la sangre y su necesidad.»

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