En el corazón de los movimientos vecinales (4ª Parte)

Toda aquella amalgama izquierdista me sorprendió, solo conocía los ideales anarquistas de mi padre y la labor activista concienciando a las gentes, nuestra convivencia la vivía con grandes dosis de libertad sin autoritarismo y hablando siempre de todo incluso las tareas domésticas estaban repartidas, más que un piso parecía un local de acogida y talleres de artesanía, tan pronto hacíamos juguetes de madera para venderlos en los mercadillos, como si se hacían reuniones de alto voltaje y secretas. El portero militar estaba muy mosqueado, quería saber que se hacía en el piso porque el tránsito de gente era inusual, para todo teníamos coartada y la ingenuidad era una de ellas, los vecinos conocían muy bien mi familia y había un respeto muy grande, conque también colaboraban para quitar hierro. Mi padre era un hombre muy servicial, su oficio de herrero y cerrajero le permitía hacer copias de llaves o abrir puertas cuando alguien perdía las perdía.

La ignorancia en la propia represión, hacía que se especulara sobre que clase de gente éramos, creando mucha confusión a la hora de etiquetar a alguien, se corrió el bulo de que éramos testigos de Jehová religión que iba despuntando sobre todo en las insumisiones para no hacer el servicio militar. Aquella paranoia extraña parecía sacada de un tebeo de Mortadelo y Filemón, hasta que un día vino el comisario de policía de San Andrés vecino del barrio para saber que ocurría en el piso, era de noche y en casa solo estábamos nosotros, echó una ojeada y advirtió a mi padre que si los porteros volvían a quejarse se lo llevaría a comisaría. Afortunadamente no pasó nada, pero durante un tiempo no se hicieron reuniones de alto voltaje, pero los jóvenes seguían viniendo sin problemas alegando al portero militar que eran los amigos de sus hijas adolescentes y prefería que vinieran a casa.

Con 15 años, empezó a caer en mis manos libros de Marx, Engels,  Lenin, Gorki, Trostky, Bakunin,  Rosa Luxemburgo, con tanta lectura empecé a diferenciar  desde la cuna de la revolución rusa y los Bolcheviques las tendencias ideológicas, pero la dictadura del proletariado, me sonaba contradictorio en cuanto la personalización de los dirigentes políticos y el control de las masas con un solo partido desde el estado, luego la dictadura no era proletaria sino partidista, sin despreciar las revoluciones proletarias desde las bases del pueblo. El anarquismo teórico lo entendía como la revolución interna del individuo sin resortes autoritarios con la convicción de que el colectivismo se podía desarrollar un tejido social que abarcara todos los ámbitos de nuestras vidas en autogestiones que el propio movimiento de las actividades desarrollaría una sociedad en su propio seno sin intervenciones subyugadas a intereses privados.

Este descubrimiento lo trasladé como principio en mi vida cotidiana sabiendo que en casa la libertad y la confianza  era un hecho, cosa que contrastaba con otras gentes en el principio de autoridad desde las familias tradicionales pasando por los profesores y los patrones explotadores, claro está por la dictadura feroz que estábamos padeciendo y la detestable iglesia que ya había puesto sobre la piel y la mente la peor de las represiones.

Salvador Puig AntichEl activismo radical llegó a ser otra seña de identidad en el seno de las movilizaciones proletarias, de los movimientos vecinales se trasladó a las empresas y estudiantes, aunque la represión se iba cebando a medida que el activismo político era más elevado. El atentado de Carrero Blanco, los presos de ETA, sobretodo el asesinato de Salvador Puig Antich a garrote vil fue una conmoción en Barcelona, obligaba a recordar otros anarquistas asesinados, nombres que sabía por las historias que nos explicaba mi padre. Las acciones bien orquestadas daban paso a crear barricadas en medio de los barrios, y en el centro de Barcelona, sobre todo en el barrio de  Sants con fuerte presencia anarkista donde mi padre iba muchas veces allí, los cócteles molotov y los piquetes eran nuestro mejor recurso de autodefensa, el FRAP también hacían apoyos logísticos por lo menos era lo que viví en nuestro entorno izquierdista.

Como medida de fuerza, para evitar la ejecución de Puig Antich se produjo un ataque en una pequeña central de fecsa al lado de los cuarteles militares y los edificios donde vivían los militares, una torreta de alta tensión habían colocado cuatro bombas en cada una de las patas, la explosión fue tan virulenta que la onda expansiva llegó hasta los bloques nuestros destrozando todos los cristales y movimientos de todos los muebles desplazándonos dentro de casa. Conmocionados vimos desde el balcón un enorme incendio y un trasiego de militares y sirenas impresionantes, la torreta no llegó a caerse, pero todo el barrio y buena parte de San Andrés nos quedamos sin luz. Al día siguiente intentaron silenciar una noticia tan clamorosa, enseguida adjudicaron la autoría a Terra Lliure, pero proclamaron un estado de excepción cosa habitual desde el atentado de Carrero Blanco. Se rumoreaba que había habido un militar muerto, pero no se publicó ninguna información, pero el barrio estuvo tomado por los militares y la guardia civil y La Meridiana con controles de alambre espino, a las 8 de la tarde no había un alma en la calle teníamos que dar un rodeo muy grande para moverse por las calles y acudir a nuestras actividades.

La consigna era, estar un tiempo sin moverse a la expectativa por si hacían redadas domiciliarias y capturaban algún vecino o compañero, a mi padre lo interrogaron en el cuartelillo, durante algunas horas temíamos que se lo llevaran a otras dependencias, pero el objetivo estaba en Barcelona, en otras zonas más significativa que nuestro propio barrio, lo soltaron con algunas ostias en el cuerpo, creo que fue una venganza propia de la benemérita porque le tenía muchas ganas de pillarlo, los vecinos estaban pendientes de él, pero no pasó de ahí.

Para concluir estos relatos con una larga lucha de más de 15 años, todo lo que llegamos a vivir con la ilusión de haber sido parte anónima de una verdadera lucha revolucionaria, siempre hemos creído que todos los movimientos que surgieron desde los barrios obreros, fuimos la mecha que incendió el resto de los movimientos contra la dictadura, aunque los partidos reformistas como el PSUC se adjudicó los triunfos políticos, nunca los vimos viviendo en nuestros barrios, apoderándose de la parte intelectual política cuando las organizaciones sociales autogestionadas con nuestro sentido común de convivencia y solidaridad  fuimos el motor del espíritu combativo, arrancando el miedo de las mentes y anular el silencio de las gargantas, gritando a viva voz nuestra dignidad humana….como decía mi padre, para ser un buen anarquista y revolucionario hay que empezar por uno mismo, por las gentes y las cosas que amas por la libertad!! 

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