El hombre y la tierra

reclúsEl geógrafo y anarquista Elisée Reclus fallece, en la noche del 4 al 5 de julio de 1905, en la localidad belga de Thourout. Lucien Gallois le dedicará un obituario, en la revista Annales de Géographie, en la que reconocía que Reclus era considerado a nivel internacional «el gran geógrafo francés»; desgraciadamente, esa condición no se reconoció en la geografía francesa por intereses muy concretos. Afortunadamente, de una décadas a esta parte la figura y la obra de Reclus se ha ido recuperando, seguramente, por la necesidad de una planteamiento geográfico radical y una mayor conciencia ecologista. La cuestión de la relación entre los seres humanos y el medio natural, así como el desigual reparto de la riqueza en el mundo, obligan a otorgar la importancia que merece a la obra del sabio francés.

La escritura de su obra cumbre, El hombre y la tierra, la efectuó durante los últimos años de su vida, cuando tal vez ya no se mostraba muy activo en el movimiento anarquista, pero sin abandonar un ápice las ideas ácratas. En esta obra, Reclus efectúa un recorrido por la historia de la humanidad, desde la prehistoria hasta el final del siglo XIX, dedicando varios capítulos al estudio de diversos fenómenos como las divisiones y el ritmo de la historia, el trabajo, el cultivo, la propiedad, el progreso, la industria o el comercio.

En el prefacio de la obra, Reclus se expresaba de la siguiente manera:

Hace algunos años, después de haber escrito las últimas líneas de una larga obra, La Nueva Geografía Universal, expresaba el deseo de poder un día estudiar al hombre, en la sucesión de las edades, como le había observado en las diversas regiones del globo y establecer las conclusiones sociológicas a que había llegado. Trazaba yo el plan de un nuevo libro en que se expondrían las condiciones del suelo, del clima, del todo el ambiente en que se han cumplido los acontecimientos de la historia, donde se mostrase la concordancia de los hombres y de la tierra, donde todas las maneras de obrar de los pueblos se explicasen, de causa a efecto, por su armonía con la evolución del planeta.

Sin duda, es en esta obra donde mejor se expresa la conexión entre la geografía y el pensamiento anarquista de Reclus. Puede decirse que el planteamiento geográfico de este autor, al igual que el de Kropotkin, es una síntesis de posturas positivistas, evolucionistas y anarquistas. Huelga decir que hablamos de planteamientos que hablan de armonía del hombre con la naturaleza y se alejan del socialdarwinismo imperante en el momento. Reclus nos habla de una ruptura primitiva en esa relación entre el hombre y el medio natural, algo que explica la aparición del Estado y de una sociedad dividida en dominantes y dominados. Por supuesto, Reclus, al igual que el pensamiento anarquista, no niega la lucha de clases, siempre presente en la sociedad. El garante para una sociedad libre será la libertad, la cual otorgue el desarrollo completo a cada individuo, ya que éste es la célula fundamental y debe asociarse libremente con otros individuos en una humanidad siempre en constante evolución. El objetivo es acabar con la dominación política y la explotación económica, por lo que Reclus plantea un conocimiento exhaustivo de la geografía, es decir, de las leyes que rigen la naturaleza; así, sería posible terminar con la falta de recursos que sufren tantos seres humanos cuando la tierra ofrece su riqueza para todos.

La principal aportación de Reclus es considerar la relación entre el hombre y el medio como una dialéctica; es decir, la influencia es mutua, el medio influye al ser humano y éste se ve influido por el medio a lo largo del tiempo. El geógrafo anarquista introduce entonces el factor tiempo como gran novedad en el estudio de estas relaciones. Por lo tanto, una visión amplia de la geografía, que se ocupe de los fenómenos físicos y humanos, debe integrar a la historia, atender tanto el espacio como el tiempo:  “Considerada desde elevado punto de vista, la geografía, en sus relaciones con el hombre, no es más que la historia en el espacio, del mismo modo que la historia es la geografía en el tiempo». Reclus distingue en la influencia del medio sobre el hombre entre estático y dinámico. Los elementos que forman parte del medio estático son el clima o la naturaleza del suelo, ante los cuales el hombre poco puede hacer. El medio dinámico estaría compuesto por los elementos que forman el Estado, el comercio o las relaciones laborales, que el ser humano puede obviamente transformar. En cualquier caso, es necesario conocer bien ambos tipos para comprender en profundidad la influencia del medio en las sociedades humanos a lo largo de la historia.

Llegamos así a lo que puede ser cierta paradoja en el pensamiento anarquista y geográfico de Reclus. Si se deduce cierto determinismo geográfico en el devenir de la humanidad, no puede hablarse de progreso y libertad absolutos. Evidentemente, hay que hablar de una tensión permanente entre ambas cuestiones en el conjunto del pensamiento de Reclus. Es precisamente cierto determinismo geográfico, la gran influencia de los fenómenos físicos en algunos pueblos de la tierra, lo que explicaría el desigual desarrollo de la humanidad; Reclus, como anarquista, creía en la igualdad y libertad del conjunto de la humanidad, por lo que se esforzó en buscar explicaciones ambientales para la existencia de esas grandes diferencias de desarrollo. Cuestiones como la moral, la religión, el carácter o incluso el físico de los diversos pueblos son explicados por Reclus en buena parte por la influencia del medio.  “… en virtud de la diferencia de los suelos, de las aguas y del clima hay contraste necesario entre el genero de vida, las ocupaciones, las costumbres, el modo de sentir y de pensar de los que viven al norte del gran muro [la Gran Muralla China] y de los que residen al sur».

No obstante, hay que explicar siempre que el determinismo ambiental en Reclus es siempre matizado, ya que el ser humano influye igualmente en el medio en la relación dialéctica antes mencionada:
“Cada nuevo individuo que se presenta, con acciones que admiran, con inteligencia innovadora, con pensamientos contrarios a la tradición, resulta un héroe creador o un mártir; pero, feliz o desgraciado, obra y el mundo se encuentra cambiado.(…) Las emigraciones, los cruzamientos, las proximidades de pueblos, las idas y venidas del comercio, las revoluciones políticas, las transformaciones de la familia, de la propiedad, de las religiones y de la moral, el aumento o la disminución del saber, son otros tantos hechos que modifican el ambiente y al mismo tiempo influyen sobre la parte de la humanidad bañada en el nuevo medio.”

De esa manera, Reclus se aparta de otras visiones de la época más rígidamente deterministas. Incluso, llega a sostener que el determinismo va a desaparecer gracias al progreso técnico y cultural. La influencia del medio, tanto positivo como negativo, se transforma a lo largo del tiempo y llegaría a ser prácticamente inexistente con determinado nivel de progreso y desarrollo. Por lo tanto, Reclus no tiene ningún tipo de añoranza por un supuesto «paraíso natural» perdido, lo mismo que tampoco posee una concepción del progreso ciega y devastadora, tal y se ha desarrollado en las sociedades capitalistas. La insistencia en restablecer una relación armónica entre el ser humano y el medio natural reposa en un esfuerzo constante de la humanidad para dominar el medio: “…se necesita una parte de obstáculos para solicitar un esfuerzo incesante; si las dificultades son demasiado grandes la especie sucumbe; más también perece allí donde la adaptación al medio se cumple con demasiada facilidad. La lucha es necesaria, pero una lucha que se ajuste a las fuerzas del hombre y de las que este pueda salir triunfante.”

Reclus también aclara cuáles son las mejores condiciones de desarrollo de las sociedades humanas:
“Las condiciones más favorables al desarrollo de un grupo humano, tribu o pueblo, consisten para este en vivir en paz, pero no aislado, en cambios frecuentes de visita con sus huéspedes, en relaciones activas con sus vecinos, teniendo, por lo demás, cada individuo su parte de tierra y de trabajo. De este modo no existe razón alguna para que la libertad y el valor del grupo disminuyan; éste hasta tiene grandes posibilidades de desarrollarse normalmente y de progresar en inteligencia y en moralidad.”

Hoy, la relación entre el ser humano y el medio sigue siendo un problema crucial. Reclus deduce de su obra tres principios fundamentales que rigen el devenir humano: la lucha de clases, la búsqueda de equilibrio y la acción libre del individuo soberano; siempre eludiendo toda rigidez y principio absoluto, y observando a la humanidad en constante evolución.

Capi Vidal
http://reflexionesdesdeanarres.blogspot.com.es/
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