Daniel, el poeta cohete. De Manuel Rojas

“De pronto una gran sombra por la estancia se advierte… Todos quedamos mudos a la invisible suerte… Temblando, por las sombras, pasó una sombra fuerte… Y, todos sollozamos presintiendo la muerte…” José Domingo Gómez Rojas (Elegías, Editorial Nascimiento1935)

Gómez RojasEn la memoria de José Domingo Gómez Rojas(1896-1920), en conmemoración de los 92 años de su muerte, quién más que Manuel Rojas, lo puede  mostrar al mundo;  amigo personal del poeta, aprendiz y oyente de éste, como lo describe en Sombras contra el muro, Manuel  desde su llegada de Argentina  principio del siglo XX  participó  junto al Gómez Rojas  activamente  en  la difusión de ideas anarquistas, en el  Centro de Estudios  Sociales Francisco Ferrer, “ cuando apareció  en el salón… Chumingo,  como le llamaron  después sus amigos, produjo asombro, no era frecuente ver allí individuos que lucieran  cuello de pajarita y  corbata negra de lazo de rosa,  menos aun  era escuchar a alguien  declamar,  con la desenvoltura y el énfasis  con que lo hizo” quién más  que Manuel puede reflejar el espíritu  libertario de este gran personaje (el  bohemio argentino como le  llamaba Gómez Rojas). personalmente  con  enorme nostalgia, por  estar  lejos de las tierras y olores que me unen a ellos, y en modo de homenaje,    les presento una pequeña recolección  de poemas, prosa  y  fragmentos, dedicados por  Manuel Rojas  al enorme anarquista   Gómez Rojas, gran poeta,    su querido amigo “poeta cohete”, esto tácitamente refleja  parte de su  escritura  más profunda y una critica directa a su obra. Fragmentos de Sombras contra el muro (1964) Oscura vida radiante (1971) y  publicaciones en el diario la batalla (1912- 1915)

 

Oscura vida radiante y sombras contra el muro.

Obra protagonizada por Aniceto Hevia;  Visiblemente Manuel plasma, escribiendo con la sangre del corazón, la relación personal  y literaria, los sentimientos, la jovialidad y tristeza.  Su enorme amistad con  Gómez  Rojas   personificado  como  Daniel Vásquez, el poeta cohete .«sus conocimientos literarios  eran muy superiores a los mios y me dio consejos, que me parece no haber aprovechado, animándome a seguir  un camino que a él le fue  cortado  en plena  repechada».

Sombras contra el muro

“Daniel apareció en una tarde  en el Centro de Estudios  Sociales Francisco Ferrer, muy joven, delgado, moreno, más bien bajo, limpio y casi elegante, aunque su elegancia  consistía sólo en que su ropa, hasta  su corbata  con nudo  de mariposa y  el bigotito  que le hacia juego, eran de color negro. Fue anunciado, por un compañero, como  un poeta revolucionario. Se paró detrás de la mesa, miró hacia  el  auditorio  que lo observaba  con curiosidad, ya que no  era  costumbre  ver aparecer  por ahí  jóvenes de esa catadura, y  leyó. Con voz  que pareció increíble  en un  individuo de sus características, una larga  y detonante  tirada de versos. Las palabras, las rimas, las metáforas, resonaron,  contras las paredes de  adobe revestidas  de apenas  una capa de cal,  como truenos. -Este es el Poeta Cohete – Murmuró el pintor.”

Oscura Vida Radiante

“Daniel, el poeta que el pintor Gilbert llamara El Poeta Cohete debido a la explosividad de sus versos, lo había metido entre las palabras —igual cosa había hecho con Gutiérrez—. “Con las palabras y nada más que con las palabras y algunos signos, se puede hacer prosa y se puede hacer poesía, es cuestión de saber usarlas, relacionándolas entre sí por medio del significado y el sonido, el color y el carácter. Tú debes escribir prosa —dijo a Gutiérrez— y reproducir, por medio de las palabras que elijas, lo que ves, lo que te sugiere eso que ves y lo que sientes: aquí tienes esta carretela: su caballo, el carretelero, el chicuelo que lo acompaña, todo hay que describirlo. Si el caballo anda, sus herraduras producen sonidos. Debes reproducirlos. A la vez el tiempo es fresco o caluroso, el cielo está limpio o nublado. El rostro del conductor acusa un estado de ánimo. Deberás captarlo y relacionar las circunstancias físicas y de cualquier índole que le sirvan de marco”; y así, hablando y caminando durante cinco horas, el poeta Daniel insufló a su joven amigo el afán de, por lo menos, averiguar si todo era tan fácil; a Aniceto le habló de otras cosas, en la noche, aunque con la misma finalidad, diciéndole cómo, por medio de las palabras, las poco independientes palabras, pues pertenecen al cabrón y al historiador, al policía y al ladrón, al alcahuete y al héroe, se puede hacer de todo: se puede, podría él, Aniceto, expresar todo lo que sentía en sí mismo, lo que pasaba en él y por él, la impresión que le  causaba todo, absolutamente todo, porque nada escapa al que está despierto y puede sentir; no es necesario que describas, el poeta no debe describir, sólo debes decir lo que sientes ante algo y por algo, y si no puedes describir puedes sintetizar, por medio de comparaciones, la impresión que lo que sientes o ves o has visto te causa; si encuentras las palabras adecuadas y los elementos exactos que deberás usar para las comparaciones y las frases, habrás dado con el secreto, porque es un secreto que no todos pueden conocer; todo lo que existe en el mundo y el hombre o la mujer ven, todo lo que se dice que existe y nadie ve, es útil, y si sabes tratarlo con las palabras debidas serás un buen poeta, llegarás a ser un buen poeta; y Aniceto no preguntó para qué servía un buen poeta; le pareció que, primero, había que intentar serlo, y aunque Daniel no habló las mismas cinco horas que había hablado con Gutiérrez, pues habló menos, unas cuatro y media, fue bastante: Aniceto quedó con el diablo de las palabras adentro y escribía, peleando con ellas, poniéndolas y sacándolas; era un trabajo difícil, pero tal vez en eso estaba el encanto; escribía toda vez que podía, y podía bastante; sin embargo, al revés de Gutiérrez, que empezó escribiendo introspecciones, él empezó hablando de asuntos que nada tenían que ver con él, de seres y cosas que no conocía o que no tenían valor alguno para nadie, es decir, valor comercial; algunas ni siquiera existían en el país; era un juego, apasionante juego, y estaba lleno de él, lleno de palabras, de luces, de colores, de sonidos, de intenciones. Era esa su perspectiva, no valía gran cosa, pero era una. ¿Adonde llegaría? No lo sabía ni le importaba.”

“Gutiérrez, por su lado, andaba siempre con una cara mustia: le habían destrozado no sólo la imprenta, le habían destrozado también la Federación de Estudiantes. Además, sus amigos de la Federación estaban presos o escondidos. No tenía con quién conversar ni dónde trabajar, nada, y siempre daba a su compañero las peores noticias: Juan está escondido, Santiago está preso, estaba escondido también, pero salió de su escondite y lo agarraron, Pedro…, etc.; pero cuando dijo a Aniceto que Daniel, el maestro de ambos, estaba preso también, aquél no le creyó:

—¿Por qué va a estar preso? Es radical y los radicales acaban de

ganar una elección presidencial.

—¿Quién te ha dicho que Daniel Vásquez es radical?

—Así lo creo desde hace tiempo.

—Estás equivocado: Daniel es de la I.W.W.

El linotipista quedó con la boca abierta, asombrado.

—¿Daniel era, es, de los Trabajadores Industriales del Mundo?

¿Anarcosindicalista ?

—Por supuesto, uno de los secretarios de la directiva, junto con

Juan.

—¿Y por qué está preso?

—¿No lees el diario en que trabajas?

—No. Salgo tan cansado que no tengo ánimo de nada, ni de leer

un diario.

—Te vas a embrutecer si sigues ahí. La policía de Investigaciones

hizo lo que ha hecho muchas veces: urdió un complot terrorista, con

cartuchos de dinamita y todo, y lo colocó en la I.W.W. Están presos todos,

Daniel entre ellos.

—¿Y no has ido a verlo?

La cara de Gutiérrez se desencajó un poco”

“Un amigo común, Bernardo, un joven judío que estudiaba Medicina, le dio la idea de ir a visitar a Daniel en la Penitenciaria. La tarde anterior habían comprado entre los dos algo para llevar al poeta preso: cigarrillos, azúcar, café, té, y hoy, que era día domingo, día de visita en ese lugar en que “acaban muchos guapos”, como dice la canción, irían a visitarlo. Encontró a Bernardo en el centro, tomaron un tranvía y se fueron conversando. Era un día espantoso, un domingo helado, nuboso, y unas ráfagas como de hielo lo dejaban a uno tiritando.

—¿Qué has sabido de él? —preguntó Aniceto.

—Malas cosas. Parece que se ha puesto a pelear con el Ministro en

visita que ha nombrado el Gobierno, un viejo carajo, y éste lo tiene entre ojos.

—¿Qué le ha dicho?

—Cuentan que el Ministro le preguntó si era anarquista. Daniel le respondió de una manera que irritó al vejete: “No tengo, señor Ministro, suficiente disciplina moral para pretender ese título, que no mereceré nunca.” ¿Te das cuenta? El viejo se enfureció y le contestó: “Usted aparece complicado en uno de los más graves delitos que pueden cometerse en una república: atentado contra la seguridad interior del Estado.” ¿Sabes lo que le contestó Daniel?

—¡No! Dilo, por favor.

—Le dijo, encogiéndose de hombros: “¡No hagamos teatro, señor

Ministro!” ¡Puchas! El viejo casi se cagó de rabia; Lo mandó al calabozo, de vuelta. Está furioso con Daniel. Aniceto hubiera podido reír, celebrando a su amigo, pero no tenía ganas de reír, peor aún, temió por Daniel: algunos verdugos no perdonan al que es, delante de ellos, arrogante, orgulloso, ni siquiera hermoso moralmente; buscarán aplastarlo, hundirlo, afearlo, para eso han sido creados, para acabar con todos los que no son como ellos.

“Magallanes”, que viajaba a Punta Arenas. Había que embarcar. Y como si el pito hubiese sido tocado para llamar a un vendedor de diarios, un muchacho apareció corriendo en el muelle, voceando varios periódicos. Alguien lo llamó y Aniceto compró uno y miró su primera página. Casi se echó a llorar: anunciaba la muerte de Daniel. Decía: “Quien conoció a Daniel Vásquez, quien lo trató y supo lo que su alma deseaba y sentía, sufriría la misma sorpresa que nosotros al imponerse de que había sido encarcelado por subversivo. ¡El poeta delicado siempre, a veces pesimista, el autor de estrofas a la vida y al amor, tildado de tenebroso y confundido en una celda con el ratero vulgar y con el asesino analfabeto! Y así como nos extrañó su encarcelamiento, por lógica, de la situación que se presentaba para Daniel Vásquez, recibimos la noticia de su locura con mayor dolor pero con menos extrañeza. Aquel cerebro que en compañía de las musas voló a regiones de belleza y de bien, se le emparedaba con torpeza y naturalmente se le hacía estallar….”

Periódico Anarquista la Batalla

Medallón

A José Domingo Gómez Rojas (1914)

Quisiera en una gema de oros bizantinos

con mis manos de artista perfilar tu cabeza

y engastar los diamantes de tus alejandrinos

en el joyel de ensueños de tu blanca tristeza

En el vaso de plata algún templo pagano

-decorado con ricas y finas miniaturas-

yo grabara la euritmia de tu perfil romano

y escanciara la esencia de todas tus locuras.

Y juntando mis gemas, mis joyas y mis vasos

en un raro soneto de tembladores pasos,

Yo te los ofreciera como un regalo presente;

Y así grabado en alma, con diamante y con oro,

seria como un astro mi medallón sonoro,

enjoyado en el mármol moreno de tu frente.

Rebeldías Líricas (critica de Manuel Rojas)

Mayo 1913

Con el titulo que me sirve de epígrafe para estas líneas, hechas con apresuramiento, ha aparecido el opúsculo de poesías de D.G Rojas, nuestro buen compañero de redacción

La poesía que me dedica en el libro y los datos de amistad y de lucha que me unen a él, me imposibilitan, casi, para hacer un juicio critico del libro

Sin embargo- y haciendo a un lado a esta señora parcialidad que a toda fuerza quiere colarse en este artículo- diré algo de lo malo que le encuentro al folleto.

1 lo que más afea a la obra son los dibujos, que –dicho sea en engrandecimiento de la verdad- son bastantes malos

2 luego viene esa manía de Rojas de que a todos los que les dedica poesías, los hace comulgar, sino con una persona, con un algo.

“a Gilberto que comulga con Federico Nietzsche; a Guevara que comulga con natura; a Silva que ha comulgado con las muchedumbres”

Esa dedicatoria a Silva y Lillo yo no la habría puesto, aunque me la hubieran pedido

No es porque Silva y Lillo sean más grandes, como dijo alguien (y si han ido más lejos, fue, porque empezaron primeros), sino porque no les importa nada de lo que diga Gómez en su folleto

Al decir de D.Rojas en las poesías que ha escrito a Silva últimamente, como es “Oda a la bandera”, “ Romancero Naval”, no se ve en ellas el mismo nervio, ni la misma sinceridad que el autor de “La nueva Marsellesa”, “Bajo el sol de la pampa”, o “ El derrotero”

Lillo, ese cantor de una raza como le llama Rojas, y cuando la matanza de Forrahue, no fue capaz de protestar (¿por qué?), es un patriota y uno de los que cree en el progreso, la civilización y otras mentiras son buenas y verdaderas.

Y Rojas rompe lanzas en contra de la patria, el progreso y la “edad moderna”

Y se comprende que no estará muy de acuerdo con él

Eso es todo lo malo que encuentro en el opúsculo de poesías de Rojas, nuestro buen compañero de redacción.

Si en las poesías hay forzamiento en el ritmo, no lo sé. Me parece que no.

Si en los temas hay poca originalidad, tampoco lo sé.

Sólo sé que grandes poetas como ser: Chocano, Rubén Darío, Bórquez Solar, y otros han escrito todo sobre el mismo tema variando solamente la métrica. El ritmo y las palabras.

Se objetará que esos grandes poetas. ¡Que lo sean! No por eso estarán exentos de faltas

Por lo demás Rojas lo creo un poeta, del cual se esperan buenos frutos

Sus gritos del alma, son sinceros. Quizás lo sean demasiado. Varios han dicho que su rebeldía es vaga, sin razón y éste demuestra muy poca sicología en el que dice. Poco conocimiento de la vida y de las almas.

Yo que he visto muchos que fueron más rebeldes y que lo son, sin haber sufrido mucho, niego eso.

Yo me quedo creyendo que Rojas llegará a ser buen poeta

Rojas me parece un concepto muy simpático. A los que estimen su crítica, les diré que no hay que ser verdugos con las flores que nacen.

¡Y allá va un grito de aliento para el hermano que dentro de poco, se unirá más y más a mí, que hoy digo lo malo que tiene su libro!

Eso es todo lo que tengo que decir de Rojas, nuestro buen compañero de redacción.

Y para finalizar este breve homenaje al gran Poeta Cohete, qué mejor que un poema donde muestra la savia de la libertad, cólera de rabias y sentimientos.

Fantasía sobre la estatua Misere

1912, Rebeldías líricas, José domingo Gómez Rojas.

Y al ver ante mi le mármol que impregna la tristeza, comprendí toda injusticia humana y comprendí que existía la miseria. Y vi , ante mis ojos desfilar las visiones mas horrendas: esas que arrancan jirones del alma esas que crispan la inerte materia… y vi con angustias infinita el arrabal inmundo y su laceria; las vírgenes vi en los duros lechos reclinar sus cabezas ; vi mujeres gemir en el vil parto de crueles bajezas y las vi lamentarse y vi al verdugo infame que las veja, y al rico que las viola y abandona al olvido , al dolor y a la pobreza. Y yo vi desfilar ante mis ojos. horrorizados de ver tal escena, niños semidesnudos y hambrientos que marchaban mas tarde a 1as tabernas que eran después carnada de hospitales , o bien de cárceles crueles y horrendas y comprendí el porque hay algunos que odian a1 que enseña.

Y vi la explotación de os inicuos , vampiros de un secta , parásitos infames que corroen , la sociedad moderna y a1 ver yo con dolor la hipocresía a mi alma toda invadi6 la pena…Siguieron las visiones…y yo vi desfilar larga caterva de obreros miserables que las Urbes humanas hacen bestias: y vi rudos mineros, los que esforzados bregan por extraer el oro a las montañas, fecundas de la tierra; y yo vi a los obreros asesinos que marchan a la guerra ¡pobres que van a defender la Patria y que nunca han sabido lo que es ella, pues solo han ido a defender terruños o trapos viejos que es de ricos esa patria y que la patria de ellos es la tierra!

Ellos no saben que los trapos viejos de la Patria no son el sacro emblema, por la patria para ellos no existe, y si existe la patria que es aquella que los vampiros negros llaman fieros – ¡La humanidad: Quimera!…

Y vi los sacerdotes de los cultos falsos, hipócritas de la modestia, y cual visión fatídica vi la raza plebeya, la que sufre y no sabe que su Patria es la tierra y que su emblema hermoso es el gran cielo azul con sol y estrellas!…

Y vi marchar cual fieros asesinos, al compás de una música de guerra, obreros llenos de odio para dar muerte a hermanos en la guerra y profanar con sangre la faz bendita de la madre tierra.

Y vi caer el plomo de cañones la carnada…

Después vi la osamenta fecundando la tierra do sus hijos para otros han de producir riquezas; y yo vi con el dolor del alma toda esa raza plebeya que marcha hacia los campos de batalla a matar a sus hermanos de miseria…

La visión se deshizo antes mis ojos, pero no la tristeza y cuando abrí mis húmedas pestañas y vi a la pobre, moribunda vieja, – ¡ Esa es la sociedad actual!- me dije, la sociedad moderna, la que es toda laceria y la que es cual sepulcros blanqueados llenos por dentro de larvas infectas.

Y cuando vi la chica que tirita y busca tibieza, me pareció la juventud. La Pléyade de revolucionarios que a levantarse empieza y que ha de apostrofar a los que explotan con el rudo anatema, con el desprecio vil de la horca y la vergüenza.

Y mire por vez ultima la estatua que impregna la tristeza, aquella estatua que el dolor humano quiso llamar “miseria” y que expresa el dolor de los que sufren y que de dolor es: Todo poema!

Y como bello símbolo mire a lo lejos la estatua “quimera” ¡OH la aurora se acerca! ¡Futuras rebeliones, el toque del clarín vibrante suena! ¡Yo sé que un día el triunfo se entonara al vibrar de Marsellesas!

Fuente: http://tierranarquista.blogspot.mx/2012/09/a-jose-domingo-gomez-rojas-daniel-el.html
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