El Anarquismo en la India: Un pensamiento revolucionario en el olvido

En la introducción del libro «Democracy and Power, the Delhi Lectures of Noam Chomsky (Three Essays Collective)«, Jean Drèze examinó la curiosa ausencia del Anarquismo en las tradiciones revolucionarias de la India. A pesar del desdén que mostraron tanto los movimientos de derecha como el de la izquierda leninista, Drèze hace un intento por rescatar las políticas e ideas anarquistas de una telaraña de malentendidos, para así crear un espacio para las ideas anarquistas en la matrix las culturas de resistencia indias.

Traducción: Revolución Internacional / World Revolution


En la India como en el mundo, el pensamiento anarquista es ampliamente malinterpretado. Como Bhagat Singh, uno de los pocos Indios revolucionarios con aprendizajes anarquistas explícitos, lo dijo: “La gente se asusta de la palabra anarquismo. Se ha abusado tanto de la palabra anarquismo que, incluso en India, los revolucionarios han sido nombrados anarquistas para desprestigiarlos.”

El cómo y el por qué la tradición anarquista en la India tomó una posición marginal no es una historia totalmente clara. Cierto es que muy pocos líderes de la izquierda, escritores y activistas indios no se pensaron a sí mismos como anarquistas. Sin embargo me parece que muchos de ellos fueron inspirados por el pensamiento anarquista de una u otra forma, y, pienso, que sería un gran beneficio tener un reconocimiento más explicito de esta influencia – tanto actual como potencial.

Bhagat Singh (27, Septiembre 1907 – 23, Marzo 1931), uno de los más influyentes pensadores socialistas durante el movimiento de independencia de la India.

Existen variantes dentro del pensamiento anarquista (algunas bastante extrañas), del mismo modo en que hay variantes en el pensamiento socialista; mi preocupación es hacia lo que normalmente se conoce como anarquismo cooperativo o anarquismo libertario. Este es, grosso modo, lo opuesto a lo que normalmente se considera que el anarquismo es y, como bien lo dijo Bhagat Sing, hace que los revolucionarios sean desprestigiados o caigan del aprecio general. Esta búsqueda de desprestigio típicamente se logra retratando a los anarquistas como personas impulsivas que se dedican a arrojar bombas con el único fin de destruir el Estado mediante la violencia (1). La resistencia a la autoridad y a la opresión del Estado «Resistance» es ciertamente uno de los principios fundamentales del anarquismo. También es cierto que muchos anarquistas creen en la posibilidad de una sociedad sin Estado y, tal vez, incluso en la necesidad de un derrocamiento violento del Estado.  Sin embargo el pensamiento anarquista ciertamente no toma esto como punto de partida. De hecho, como Chomsky ha argumentado, existe la posibilidad de que un anarquista comprometido ayude temporalmente a algunas instituciones estatales frente a otros centros de poder: “En el mundo contemporáneo, yo creo, que las metas de un anarquista comprometido deben ser las de defender algunas instituciones estatales del ataque contra ellas, tratando – al mismo tiempo – de abrirla hacia una participación pública más significativa – y en última instancia, desmantelarlas hacia una sociedad más libre, en caso de que las circunstancias apropiadas para esta situación sean alcanzadas.” (2).

Si el pensamiento anarquista no comienza con la idea de la una sociedad sin Estado, sin hacer caso de un derrocamiento violento del mismo, entonces, ¿en donde inicia? Comienza, yo creo, desde las mismas aseveraciones de estas conferencias    -una profunda suspicacia por cualquier forma de autoridad y una oposición primaria a la concentración del poder, siendo éste el poder del estado, de una corporación, de la Iglesia, de un terrateniente o un jefe de familia-. Como Chomsky argumenta, eso no significa que toda la autoridad y todo el poder sean ilegítimos, en cambio significa que si éste no puede ser justificado este debe ser desmantelado.

Algunas personas creen, en contra de toda la evidencia, que el poder es inofensivo si éste es ejercido en beneficio de la clase trabajadora. Esta es la base sobre la esperanza de la “dictadura del proletariado” se funda, pensando en achicar el espacio entre el Estado y una sociedad sin Estado. Los peligros de esta idea fueron expuestos en los periodos de gestación del socialismo por pensadores tales como Mijail Bakunin, contemporáneo de Karl Marx, quien dijo: “Me sorprende cómo es que Marx falla en ver que … el establecimiento de tal dictadura sería suficiente para matar a la revolución y distorsionar todos los movimientos populares.”

 

Una de las tantas propagandas diseñadas durante el proceso de la URSS para incentivar a la reproducción en otras geografías de la «dictadura del proletariado».

El hecho de que los pensadores anarquistas hayan predicho, con gran claridad, lo que sucedería en las sociedades basadas en una aparente dictadura del proletariado, no es un hecho menor para poner mayor atención a sus reflexiones. Del mismo modo, el pensamiento anarquista nos puede ayudar a desarrollar una sana suspicacia a varias formas vanguardistas, incluyendo la idea de que los intelectuales de izquierda son la vanguardia del proletariado. Esta idea es, por supuesto, un trato genial para los intelectuales ya que los posiciona al mando. El vanguardismo encontró tierra fértil en India con su larga tradición en el Brahmanismo, culto al gurú y defensa de la autoridad en general. (3) Todo esto está en desacuerdo con el espíritu del anarquismo, el que presupone una fe básica en la habilidad de las personas para hacerse cargo de sus propias vidas y de sus avatares.

Ciertamente, el pensamiento anarquista y el socialismo libertario no se limitan a una crítica fundamental del poder y la autoridad – lejos de esto-, ellos también erigen sobre ideas constructivas acerca de las relaciones sociales y la organización económica, incluyendo la colaboración voluntaria, la ayuda mutua, la autogestión, y el principio de federación. La idea básica es que una buena sociedad consistiría, de acuerdo con John Dewey, en «seres humanos libres en asociación con ellos mismo en un régimen de igualdad”.

Uno de los expositores más elocuentes del poder de la asociación libre y la cooperación voluntaria fue Piotr Kropotkin, el anarquista decimonónico y autor del libro El Apoyo Mutuo. Zoologista y geógrafo de profesión, Kropotkin vivió muchos años en Siberia, en dónde observó innumerables ejemplos de ayuda mutua entre los animales. Por ejemplo, él observó cómo, justo antes de la llegada del invierno, una gran cantidad de venados se reunían de cientos de millas a la redonda para congregarse en un punto exacto al lado del río (el Río Amur), el punto en dónde el río era lo suficientemente estrecho para que una horda pudiera cruzar sin peligro y alcanzara pastizales más verdes al otro lado (4). Él concluyó que el comportamiento cooperativo era un posible resultado de la evolución biológica –idea que ha sido re-descubierta ahora por biólogos evolucionistas y profesionales de la teoría de juego-.

[9, Diciembre, 1842 – 8, Febrero, 1921) fue un geógrafo ruso, economista, pensador revolucionario, filólogo, zoólogo, filósofo y escritor.

Kropotkin continúo sus estudios de apoyo mutuo en las sociedades humanas (que involucra muchos más elementos que la evolución biológica) y documentó, en gran detalle, cómo el apoyo mutuo jugada un papel generalizado en todos los estadios de la historia humana, a pesar de haber sido frecuentemente reprimido por los privilegiados y los poderosos. A más de cien años de la publicación del libro El Apoyo Mutuo, nosotros tenemos muchas más ejemplos de actividades humanas y de instituciones cimentadas en los principios de la asociación voluntaria y el apoyo mutuo. Los principios anarquistas de acción política han jugado un papel importante en el movimiento internacional por la paz, el movimiento ambientalista, la caída del muro de Berlín, la Primavera Árabe, el Levantamiento del EZLN en Chiapas, el Foro Social Mundial y el Movimiento por el Derecho a la Información en India. Experimentos vibrantes con cooperativas de trabajadores y de autogestión se han llevado a cabo en España, Argentina y en Kerala; también hay otros ejemplos de la puesta en práctica de principios anarquistas en el ámbito económico como el movimiento por el software libre.

En India, la organización de muchas comunidades tribales todavía se fundan en una fuerte tradición de apoyo mutuo y participación democrática, misma que se hace evidente en instituciones como Gram Sabhas (5). Incluso la edificación de la democracia electoral se sustenta en el simple acto del apoyo mutuo, concretamente en la participación electoral: el voto no implica una ganacia individual para ninguno de sus participantes, ya que el voto de una sola persona no puede influenciar el resultado de las elecciones, y aún así, mucha gente vota, frecuentemente perdiendo el salario de un día laboral o soportando largas filas, severos climas o posible daño físico. Sin la cooperación mutua no habría democracia, incluso en la forma más elemental como la democracia electoral. Como ilustra este ejemplo, la cooperación mutua no requiere necesariamente de altruismo o de un sacrificio personal; ésta también puede construirse en hábitos simples de pensamiento (específicamente, hábitos de sociabilidad y solidaridad) que una sociedad ilustrada debería ser capaz de albergar.

Dibujo animado de una asamblea voluntaria y libre (Gram Sabha), un proceso organizativo horizontal, descentralizado y que apunta al socialismo libertario.

Regresando a la tradición del pensamiento de izquierda en la India, es posible rastrear elementos del pensamiento anarquista de una forma u otra en los escritos de los pensadores indios, aún cuando estos nunca se hayan pensado a sí mismos como anarquistas, y en efecto no hayan sido anarquistas. Ya he mencionado a Bhagat Singh, quien tenía una clara simpatía con los postulados anarquistas. Y sólo para dar uno o dos ejemplos más, Ambedkar no fue de ningún modo un anarquista y aún así podemos encontrar trazos del pensamiento anarquista en sus escritos, por ejemplo, su noción de democracia como una “forma de vida asociativa” fundada en la “libertad, equidad y fraternidad”. También creo que muchos anarquistas estarían orgullosos de Periyar, quien enseñó a las personas a resistir la opresión del sistema de castas, el patriarcado y la religión y ha tener fe en ellos mismos. Incluso algunos líderes del pensamiento marxista pertenecen a la tendencia libertaria: por ejemplo, la crítica a la “intelectualidad de la clase dominante” tiene una afinidad con el análisis de Chomsky sobre el rol de los intelectuales en el mundo moderno. También al interior de la tradición marxista se encuentra K. Balagopal (uno de los pensadores más reflexivos y comprometidos del movimiento de izquierda indio), quien escribió al final de una larga vida de involucración con las luchas populares:

“Lo que parece ser necesario es la ‘localización’ (tanto espacial como social) de los movimientos que son lo suficientemente específicos para resaltar el pleno potencial y engendrar la plena auto-realización de varios grupos oprimidos, subsecuentemente federados en un movimiento más amplio que pueda (en un sentido libre y democrático) canalizar las energías suscitadas en un movimiento generalizado. Esto difiere de la noción leninista de una vanguardia partidista única que centralizaría todo el conocimiento para sí misma y dirigiría (de arriba hacia abajo) las luchas de las masas reprimidas. En este esfuerzo, las masas reprimidas no estaría ni medianamente conscientes de su potencial. Incluso cuando dicho partido afirmara que aprende del pueblo, aún cuando éstas fueran intenciones honestas, la mera estrategia sería inadecuada. Si pudiera existir un único ‘partido’ que liderara el movimiento hacia una transformación social, únicamente puede ser una organización estructurada federativamente, cuyas unidades libres e iguales fueran unidades políticas, con autonomía para la dirección de sus luchas en pro de los desfavorecidos.” (6)

Para mí éste es el pensamiento anarquista por excelencia. Como lo he ilustrado anteriormente,  los principios anarquistas están vivos no únicamente en el pensamiento político de la India sino también en la vida social y en los movimientos populares. Nada de esto lo expongo para decir que ha llegado el tiempo de acoger el anarquismo (o el socialismo libertario) y dejar atrás otras escuelas de pensamiento. Pero una mayor apertura hacia las ideas anarquistas significaría un respiro de aire fresco. Por ejemplo, yo creo que el pensamiento anarquista nos puede ayudar a pensar más claramente la relación entre casta y clase (7), en poner atención a todo tipo de autoritarismo, en expandir nuestro entendimiento de la democracia, y a abrir nuestros ojos al mecanismo del poder (tales como el patriarcado y la discriminación de castas) al interior de nuestros propios movimientos. Por último, si bien no menos importante, el pensamiento anarquista nos puede inspirar a cambiar el mundo sin esperar el poder del Estado y darnos la confianza que las luchas democráticas pueden ser, aquí y ahora, como Bakunin dijo, “las semillas vivientes de una nueva sociedad que remplazará al viejo mundo”.


REFERENCIAS

(1) Bhagat Singh sí arrojó una bomba una vez ( a la cámara de la Asamblea Legislativa Centeal), pero no era más que un pequeño cuete y el gesto fue realmente simbólico. No hubo ningún percance.

(2) Chomsky (1996), Powers and Prospects: Reflections on Human Nature and the Social Order (London: Pluto), p. 75. Esta declaración debe ser leída a la luz de la distinción que Chomsky sugiere entre “metas” y “visiones” (p. 70): “Por visiones entiendo la concepción de una sociedad futura que traiga a la vida lo que realmente hacemos, una sociedad en la que un ser humano decente realmente quiera vivir. Por metas entiendo las decisiones y las tareas que están al alcance de lo posible, que serán perseguidas, de una forma u otra, y que son guiadas por una visión que puede ser distante y brumosa.”

(3) Este punto es de vital importancia, pues el desarollo de los Estados teocráticos en occidente y medio oriente han sido especulados como el gen primo para perpetuar la autoridad y explotación en dichos territorios, y a partir del enunciado comentado, se vislumbra que en las culturas de Oriente (e incluso en las prehispánicas) no data diferencia alguna en la creencia del «gobernar» y el «ser gobernado». Desde siempre, la tríada Shiva, Vishnú y Brahma -que daba todo el poder mitológico a éste último- encerraron el verdadero pensamiento humano de creación y organizacionismo social fuera de la religión. Es curioso y risible que en la costumbre gnoseológica con relación a la danza de Shiva -tandava- hable del movimiento divino del Universo, desarrollándose en los distintos momentos de la destrucción, encarnación y liberación, con el motivo principal de liberar a los hombres de la ilusión, de la falaz confianza de las apariencias y de toda creación particular de «la cosa» -o la rex descartiana para nosotros-. ¿Hasta qué grado no-espiritual se ha de llegar para entender la diferencia entre la creencia y la conformación real de los hombres y sus acciones en el mundo? (N.E.)

(4) Kropotkin, Piotr (1902), Mutual Aid: A Factor of Evolution (London: Heinemann), Chapter 2.

(5) En el ensayo El Rol del Gram Sabha en el Proceso de Organización – Una Aproximación Analítica de Ramit Basu, se explica que es el Gram Sabha una herramienta de democracia participativa que instaura la necesidad de crear instituciones de auto-gobierno para implementar medidas económicas y de cuidado ecológico en pequeñas regiones, semejanzas apegadas a la toma de decisiones mediante la libre federación. Es el artículo 73 Constitucional de la India (Constitutional Amendment Act «CAA») el que delibera dicho órgano democrático como la «asamblea de civiles voluntarios». (N.E.)

Léase más en: Proceedings of the National Seminar on Grama Sabha.

(6) Balagopal, K. (2011), “Popular Struggles: Some Questions for Communist Theory and Practice”, In Ear to the Ground (New Delhi: Navayana), p. 375.

(7) Se ha convertido en un error cotidiano -y de la opinión pública convertida en dictadura de la comprensión- conceptualizar a la clase social y a la casta como sinónimos. Ridículamente la terminología de la lucha de clases marxista enmarca el enfrentamiento perpetuo del proletariado moderno con la conformación de «castas» antiguas (oligárquicas, feudalistas, etc.). La casta es la conformación de un cierto de número de personas bajo estratos biológicos y culturales, no económicos, como las clases sociales. (N.E.)

*** (N.E.) = Notas y planteamientos escritos por los integrantes del Comité Editorial «Revuelta Epistémica».

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