Días lluviosos desde las ventanas,
y por mi cuerpo cayendo gotas de agua
interminables, como ríos deambulatorios
en los aposentos de una “madame”
entregada a mal-reír a “sus” putas,
que espera entregada a decir:
“ríeme”
y se queda sentada en su asiento
a ver venir a los clientes que
se zafan de una y de otra hasta dar
con la más mediocre y tuerta de todas.
En los ríos incandescentes de mi alma
hay un varón que me entrega a los recuerdos
de un tiempo remoto, de un tiempo pasado,
que fluye, a través de mí, hacia lo más
profundo de mi corazón,
desenvolviéndose en un sin fin de secretos
e intimidades, que, quizás fueron, quizás no.
Esa es mi alma,
ese es mi secreto,
que deambula “sin ton ni son”
por las aceras y los bares,
que se pierde en el más ínfimo recodo
de la mente primordial,
que chorrea nada más verte
en el antiguo infinito de tu habitación.
Esa es la mente de un poeta, que,
si sabes algo de mí,
sabrás que a mí el hombre
es como decirme:
“¡apuñálate!”
Ese no es mi género,
ese no es mi sexo,
pues mi sexo es varón,
y mi género es distinto
al que conocen como “binario”:
Eso sí;
me enfado
cuando viejas compañeras
te dicen que eso no existe,
que el género es una invención del Patriarcado,
que es chusma, que es decrepitud…
¡Sí! ¡Tengo género!…
Y ese es “no-binario”;
esa es la “quiz” de la cuestión.
Nada de “nuevas masculinidades” heterosexuales;
yo, sin fin,
por ti.
-Richie punk-