La revolución de los peones

AjedrezEn España, la lucha político-social es como una partida de ajedrez —las blancas, a la derecha; las negras, a la izquierda— que siempre termina en tablas. Como en toda partida de ajedrez, a quienes la juegan no les pasa nada. Se dan la mano y empiezan otra. A quienes les duele es a las piezas que han caído en la caja: la mayor parte son peones, como tú y como yo; también hay algunos alfiles y caballos. Todos han luchado encarnizadamente, a muerte, alineados con los suyos.

El sistema político español es una partitocracia sin independencia de poderes y sin representatividad. Quienes dirigen el mundo han invertido aquí mucho dinero para crear un régimen en el que sólo se pueda escoger entre blancas o negras. ¿Por qué funciona el fraudulento sistema, si los españoles sabemos que los políticos nos van a traicionar en cuanto lleguen al poder? Porque pensamos como peones, y nos sentimos moralmente obligados a alinearnos con una de las ideologías sociales del mercado político. «Soy peón negro, de izquierdas, voto al PSOE o al PCE, aunque sé que me van a sacrificar dentro de dos jugadas». «Soy peón blanco, católico, y voto al PP o a la derecha nacionalista, aunque el Papa no sea ni español.» La gente acude a las urnas e insufla vida al sistema, que persiste una partida tras otra. Y la caja de las piezas sigue llenándose de peones muertos.

Pero ¿acaso hay algún destino para los peones que no sea la caja de las piezas? ¿Hay otra salida?  Sí que la hay. De hecho, hay dos: una ideal y otra realista. La solución ideal sería que los peones no concurriéramos a la partida, no votando, no alineándonos en ningún bando. ¡Que se maten las piezas de calidad entre ellas! Pero no es viable porque requiere unanimidad, y la mayor parte de nuestros compañeros, de acuerdo a sus atávicos sentimientos, creen que la partida les atañe. Peón: si eres rabiosamente de izquierdas, un ácrata o un revolucionario, en la pantomima electoral debes abstenerte, porque tu minúscula cabecita cree aún que existe algún sistema político justo, aunque sea en la galaxia de Andrómeda. Pero tu abstención no servirá para cambiar nada.

La segunda solución es pragmática, depende sólo de una minoría de peones que sepan usar sus pequeñas células grises. Aprende primero, peoncillo, la cruda verdad: cualquier partido en el Gobierno hace política económica y social de derechas. Como ésta no es una frase más de este artículo, debes releerla una y otra vez hasta que se te quede grabada. Política de derechas hicieron Suárez, Calvo y Aznar; política de derechas hizo Felipe; y con política de derechas nos atormenta Zapatero. Es una de las reglas del juego, este régimen se diseñó para explotar a las clases trabajadoras, tanto a los peones blancos como a los negros.

El régimen monárquico-partitocrático no va a cambiar nunca, peón, a menos que sea a tiros en las calles, porque todos los partidos están de acuerdo en sostenerlo. Ésta es la segunda verdad que debes aprender. Reléela hasta que te escuezan los ojos. No cambiará mediante movimientos sociales cuyas soluciones no existen más que en las frías y cartesianas mentes de sus creadores, gentes de elevado nivel intelectual, acomodados unos, industriosos otros, siempre brillantes, pero completamente ajenos a la tragedia del paro y el hambre de la plebe. Alégrate de que existan esos movimientos, apoya sus ideas y sus ideales, pero no fíes tu integridad estomacal a ellas, porque no contienen grasas, proteínas ni hidratos de carbono suficientes. Mientras no llega la muy deseable República Constitucional, por ejemplo, o la simplicísima modificación del artículo 99 de la Constitución Española que propone este diario acrático, habrás de pelear con las armas de las que nos dota el propio sistema (muy a su pesar, porque nos querría completamente desarmados), sin confiar en que el resto de la peonada se conciencie y defienda su libertad política.

En el equilibrio actual de fuerzas en España, las blancas manejan el tejido económico y financiero (mira las torres, peón: son bancos y multinacionales); y la izquierda el mediático, como acaba de demostrar una vez más con la crisis del estado de alarma (mira detrás de ti, peón, las torres UGT y CCOO, es la izquierda que domina la calle, e igual monta una macro-manifestación por el «No a la Guerra» que hace fracasar la Huelga General del 29-S; mira las piezas subalternas, los periódicos, la televisión). La agitación es el firme terreno de la izquierda; en cambio, no sabe nada de economía y siempre, tras unos años en el poder, corrupta y negligente, deja las arcas del Estado saqueadas y escuálidas.Y, por si fuera poco, no tiene moral, ni ética ni principios de ninguna clase. Nada es peor, peón, que Rubalcaba y su banda de maleantes manejando los resortes del Estado, porque cuando se ensañan con los españoles (los matan de hambre retirándoles el mínimo subsidio para comprar pan y chópez que dar a tus hijos), no tienen oposición ninguna, a los sindicatos estatales les da igual, siempre que no les quiten las subvenciones; a los intelectuales y artistas les parece bien, siempre que haya dinero para el cine, trabajo en los periódicos y premios para los libros; y al PP le parece poco, que lo que desea es vender la madera de las piezas muertas para pagar la deuda. Y la peonada se queda sola, desorganizada, asustada; y sucumbe. Si fuera el PP el que hiciera todo lo que está haciendo el PSOE, los intelectuales y artistas, los sindicatos y los partidos de izquierdas movilizarían a las masas para impedirlo, y las masas iríamos con ellos para enfrentarnos al poder; y éste no osaría recortarnos ni un derecho.

Este régimen fue pensado para que el Gobierno del Estado sea de psico-izquierdas, con el encargo de ir arrasando poco a poco los derechos de los trabajadores españoles. Esta es la tercera verdad importante, peón. Reléela hasta que la indignación te nuble la vista. En el poder, las izquierdas practican sólo políticas simbólicas y de libertades accesorias para que se note menos que son una banda de corruptos que expolian al pueblo y le quitan sus derechos fundamentales. No hay cosa peor que la izquierda gobernando en una crisis como la actual, porque la partida de ajedrez se desquicia, subvierte sus reglas, como si los peones fuéramos todos de un bando y las piezas de calidad estuvieran todas del otro. Y el juego se convierte en una gran matanza. Los peones tenemos que recomponer la partida, y el arma poderosa capaz de organizar nuestra defensa es el uso del propio voto partitocrático dirigido contra el sistema: Pongamos a nuestro enemigo en el poder y que muevan las blancas; para que las negras se le opongan e impidan la masacre del pueblo, nos movilicen en las calles, nos lleven a la huelga general si hace falta, defiendan nuestros derechos, aunque sea con el interesado propósito de recuperar el gobierno algún día. Ya procuraremos, por nuestro bien y el de nuestras familias, que no lo recuperen nunca jamás.

Peón: si eres pragmático y quieres mantener a tu familia a base de tres comidas diarias, tienes que expulsar al PSOE de La Moncloa para, un minuto después de la victoria electoral del PP, echarte —echarnos todos— a la calle con los socialistas para partirnos la crisma contra la derecha como unos radicales con vocación de eterna oposición. Porque con la izquierda gobernando, la carnicería es intolerable, la peonada cae en medio de la confusión, la mayor parte a causa del «fuego amigo». ¿Cómo es posible que nadie se dé cuenta de lo que sucede, peón? ¿Cómo juegan las negras la partida de una manera tan mezquina e irresponsable? ¿No te imaginas la causa? Ah, si pudieras ver las manos que mueven las piezas, entenderías el motivo. Son las de un solo demiurgo que, displicente, juega la partida contra sí mismo.

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