Un embarcadero literario hacia la derecha

La literatura es un instrumento que puede ejercer como pasarela para que uno entre leyendo como “rojo” o «rojinegro» y salga con la cara “azul”. En España hay un especialista en ese rito de paso.

¡Qué tiempos aquellos de «El País»(España) cuando uno de sus entonces críticos D. Andrés Trapiello redescubría con alborozo a los escritores del franquismo! De artículo explorador a artículo descubridor, loando poquito a poco a tan postmodernos periodistas del viejo régimen que ya entonces pulía y exponía como escritores.
¡Ah, aquel director del diario apoyando el revivir de lo que ya estaba enterrado! Dándole carrete. Poniéndolo en su escaparate impreso para degustación de una progresía sin duda engañada por el comunismo (o desengañada por no obtener de él prebendas y empleos) y que suspiraba con confundirse con el orden con mayúsculas o sea con coches de marca, cenas, secretarias y segundas esposas o esposos.

Aquella neblina de cadáveres desenterrados de la prensa del Movimiento iniciaba la ruta de una revisión (¡pues debían leerse!) y actualización del pasado franquista en literatura que después seguiría D. Pío Moa en historia.
Al leer las apologías de las rutas azules literarias, muchos recordaron su primera edad, y como recordar es volver a vivir revivieron su paso por la O.J.E. (Organización Juvenil Española) o alguna otra organización del Movimiento Nacional, y una multitud de acomodados consideraron volver a sus lecturas de juventud, primero permitiéndoselo en privado y después dándoles pabilo público.

Tiempos aquellos de la reconversión intelectual (el cambio de la bandera roja a la bandera rosa y blanca) y moral del felipismo, una variante hispana del social-liberalismo, modo de expresión del Partido Demócrata usaco en cualquier latitud.

Una reconversión fundamentada a partir del año 1979 con la supresión del marxismo en un congreso extraordinario del PSOE. Una reconversión que normalizaría trajes grises y alegrías de bolsa y boca por el disfrute continuista del poder.
Tras la improba tarea de sacar de sus tumbas literarias a literatos de tercera división (la tercera división por generosidad porque la inmensa mayoría eran grafómanos panegiristas del fascio, la religión y la propiedad) D. Andrés Trapiello, el equivalente en literatura y predecesor de D. Pío Moa, ha adjuntado por su cuenta, y tal está el patio que nadie le pide cuentas, a su tercera «liberal» de «ni derechas ni izquierdas» a Juan Ramón Jiménez.

No hay ninguna tercera España, tampoco la literaria inventada por D. Andrés Trapiello, que retoma aquello de «ni derechas ni izquierdas» tan posguerra civil, arrimando su ascua a lo que le conviene, barnizar y sacar del baúl a los que disfrutaron de los periódicos y las editoriales de la «Victoria» sustentados en la censura o el exilio, cuando no la muerte, del resto.

 
Federico Garces
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