¿Otra vida es posible?

Consumismo….Creo que sí, de entrada hay que romper con muchas cosas desde un@ mism@. Una de ellas es la mentalización de la propiedad privada sin renunciar a los espacios vitales que cada cual necesita por naturaleza, otras cuestiones es saber cual es nuestro lugar en este mundo y tener muy claro que somos seres sociales que necesitamos unos de otros sin tener que convivir con estructuras jerarquizadas que nos domine y se deslice por el camino de la obediencia.

Vivimos rodeados de esquemas y programaciones donde nos marcan pautas de convivencia basados en leyes coercitivas como debemos vivir y sobre todo como debemos pensar. El pensamiento más arraigado es el sustento mediante el trabajo explotador, como el único recurso de supervivencia a lo largo de nuestras vidas, estos valores superpuestos por los modelos productivos nos hacen ser seres dependientes de otros que crean empresas con las normas de capitalización de los bienes que todos creamos sin opinión, sin participación y sin ningún tipo de decisión.

Ya sabemos que todas las estructuras sociales están dirigidas hacia esta mentalización, privándonos de libertad y capacidad de decisión como debería ser los modelos productivos y la planificación de las mismas, es evidente que funciona así porque todo está derivado u objetivizado hacia negocios para obtener los máximos beneficios al mínimo coste posible, por lo tanto, bajo este prisma nosotros formamos parte de gasto y no del beneficio.

Por otro lado, se utilizan mecanismos políticos-sociales para darnos parcelas de libertad basado en convivencias llamadas democráticas, cuando en verdad el sustento de estas convivencias no contempla la democratización productiva, dejándolas al margen de quienes dirigen los sistemas productivos como el verdadero poder que domina las sociedades.

Todo lo que se produce, no corresponde con las necesidades reales del ser humano, hemos sobrepasado lo que puede reportar el Planeta hacia los seres que habitamos en ella, la sobre-explotación de los recursos, pero quién es capaz de renunciar a su coche, a sus aparatos electrónicos, a la explotación de la madera, al despilfarro del agua de grandes instalaciones de ocio, o los macro-hoteles a los viajes en avión… obviamente me dejo muchísimas cosas o un sin fin de recursos materiales sin planificación alguna.

Estamos atrapados con infinidades normas de subsistencia por cronos temporales en los cuales nos dejamos regir por el tiempo que marcan estas normas, siempre produciendo tiempos y horarios para que cada minuto sea rentable en nuestras vidas, desgastándola sin compasión hacia nosotros mismos. Otro rol muy extendido, en el cual nos etiquetamos constantemente, es el valor competitivo otorgando categorías o escalafones en nuestros ritmos, tipificando nuestra valía con nuestro grado productivo. No somos máquinas ni engranajes funcionales, somos seres humanos regidos por la propia naturaleza, esa que determina la noche y la mañana, en la salida y puesta del Sol.

Hemos olvidado las cosas sencillas, la espiritualidad del valor, la creatividad académica y cultural, la movilidad colectiva, los sueños de igualdad, el equilibrio de los recursos y la finalidad de nuestro tránsito. Por ello deberíamos luchar para conquistar, no para conservar los medios establecidos en los que nos hace ser anónimos con números identificativos y peones de recambio como útiles de consumo.

En estos momentos tan cruciales donde nos jugamos no solo el futuro sino nuestro destino como seres maleables según sople los vientos de los poderes que domina el mundo, nos vamos ha convertir en reducto de costumbres infranqueables en el cual seguiremos siendo seres estandarizados y controlados por los que se creen que dependemos de ellos.

La dependencia no es recíproca como nos quieren hacer creer, no puede existir consenso alguno ni corresponsabilidad alguna cuando somos los principales productores de riquezas los que elabora todo el tejido productivo socio-económico, sin olvidar todos aquellos servicios que cubre las necesidades asistenciales, no sobre el bienestar social sino sobre las necesidades básicas para que nuestras vidas sean saludables.

Ahora estamos intentando luchar por la conservación que consideramos que nos están arrebatando, pero esta realidad no puede conformarse con ello, tenemos que ir mucho más allá, cambiar nuestra realidad por un nuevo modelo global que equilibre la pobreza mundial con el reparto de las riquezas hacia un mundo no solo sostenible sino, un mundo donde cada comunidad tenga por derecho lo que la naturaleza nos regaló, sin poner precio al pan, ni al agua y abolir todos los privilegios que se han otorgado las jerarquías que se creen dueños del mundo y del propio Planeta.

Nunca he estado en contra del progreso pero si estoy a favor del equilibrio, nunca he estado en contra de la tecnología, pero si en contra del consumo como modelo de vida. La igualdad no es un sinónimo de oportunidad, es un concepto totalmente humanista…si no para que narices estamos en este mundo!!.

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