Por una organización libertaria y global

En estas líneas se intenta aducir un puñado de razones que vendrían a justificar, en un momento como el presente, la creación, entre nosotros, de una organización libertaria de carácter global.

El escenario

Bandera negra1. Los activistas libertarios tienen hoy en día una presencia real pero discreta. Se manifiesta a través de instancias varias como es el caso de grupos de afinidad, ateneos, sindicatos y movimientos sociales de muy diverso tipo. Parece evidente que semejante dispersión, que no deja de tener sus ventajas, desdibuja un tanto la presencia pública de las ideas y de las prácticas correspondientes.      

2. Un mundo aparte es el sindical, en donde se hacen valer varias organizaciones de carácter anarcosindicalista. Aunque, de nuevo, exhiben virtudes innegables, arrastran como poco dos problemas. Si el primero es el hecho, palpable, de que el discurso sindical, por sí solo, tiene un alcance tan respetable como limitado –puede afirmarse que un sindicato es tanto más interesante y atractivo cuanto mayor voluntad muestra de romper las fronteras del sindicalismo y abrirse a otros mundos–, el segundo nos habla de cómo  la división y la confrontación marcan muy a menudo la relación entre las diferentes fuerzas anarcosindicalistas. Ello es así por mucho que parezca cierto que las tensiones son hoy más limitadas que antaño.

3. Sobran las razones para afirmar que la percepción libertaria del mundo, y las prácticas consiguientes, atrae a más gentes de lo que una primera lectura puede sugerir. En ella se dan cita por igual una visión similar de los grandes problemas y una crítica común del orden que padecemos.

4. Por si poco fuera todo lo anterior, hay que invocar, también, la influencia saludable que ejerce la existencia, orgullosa, de una poderosa tradición compartida, y ello por mucho que en ocasiones sea encarada con una nostalgia inhabilitadora.

El ámbito

5. Una organización libertaria de carácter global debe tener por fuerza un carácter confederal, esto es, debe otorgar una plena capacidad de decisión autónoma, sin limitaciones, a las unidades que la integren. Parece obvio, aun así, que la incorporación a una organización de semejante naturaleza reclama la aceptación previa de un mínimo de reglas del juego y de una base común de pensamiento y de acción.

6. Esa confederación bien podría tener en origen un carácter ibérico –a manera de lo que quiso ser, sin éxito, la FAI ochenta años atrás–, de necesaria ampliación a otros ámbitos geográficos más amplios, como es el caso, claro, del europeo –no hay que confundir éste con el propio de la Unión Europea– y del planetario.

El momento

7. La organización en cuestión cobraría cuerpo en un momento indeleblemente marcado por la crisis sin fondo de un capitalismo cada vez más corroído, incapaz de satisfacer eficientemente sus propios objetivos y empeñado en una lucha desesperada por sacar adelante sus mecánicas naturales de explotación, exclusión y agresión contra el medio natural.

8. Pero esa organización nacería, también, de la mano de una crítica urgente de lo que han supuesto a lo largo del último siglo dos fórmulas de socialismo de Estado: la socialdemocracia, en el mejor de los casos empeñada en gestionar de manera civilizada el capitalismo, y el leninismo, imbuido de la certeza de disponer de una ciencia social que debe ser administrada por una vanguardia claramente separada. Una y otra han sido incapaces de transcender el universo histórico y social del capitalismo, de la misma suerte que una y otra –a través de las urnas o a través de la toma violenta del poder– han generado sociedades lastradas por la explotación, la jerarquía, las exclusiones y las agresiones contra el medio.

9. Es fácil identificar, desde bastante tiempo atrás, el auge de movimientos de clara inspiración libertaria, conscientes de la necesidad imperiosa de defender la democracia de base y de luchar contra toda forma de jerarquía y separaciones. En el caso de estas instancias, y en particular en el de muchos de los que en su momento describimos como nuevos movimientos sociales, poco importa la autodefinición como libertarios: mayor relieve corresponde a sus prácticas históricas y a su conciencia de estar configurando nuevos sujetos.

10. A todo lo anterior se suma, como un estímulo más, la reiterada afirmación, formulada desde los sistemas que padecemos, de que el anarquismo, en particular, y el sinfín de fórmulas que se reclaman de la autonomía, en general, configuran ideologías y movimientos muertos, acompañada  de tramadas estrategias de represión. Esa insistencia es tanto más llamativa cuanto que coincide en su expresión con la ya mencionada e imparable corrosión del capitalismo realmente existente.

La propuesta ideológica

11. A la hora de describir las tareas a las que estamos convocados hay que otorgar prioridad al término libertario, que remite a una realidad más vivencial y espontánea, que al término anarquista, más vinculado con una toma de posición ideológico-doctrinal. Entiéndase bien: no se trata de negar en modo alguno la venturosa raíz anarquista de muchas de nuestras querencias. Se trata de esquivar cualquier planteamiento que vincule éstas con un dogma previamente establecido que determina la pureza y lucidez de los unos y la impureza y alienación de los otros. Parece que el adjetivo libertario define de manera razonable a gentes que comparten, vivencialmente, principios y valores saludablemente defendibles.

12. La organización en cuestión no puede ser sectaria y excluyente en el terreno ideológico. Pero tampoco puede serlo en lo que se refiere a los proyectos de acción. Ello significa que en su interior deben caber gentes muy diversas –desde insurreccionalistas hasta pedagogos ultrapacifistas– llamadas a aportar experiencias y modos de hacer también diferentes.

13. En esa organización deben darse cita, naturalmente, activistas que trabajan en los sindicatos y en los movimientos sociales del más diverso cariz. En modo alguno se tratará, sin embargo, de controlar, desde aquélla, unos y otros. Todas las experiencias del pasado que han acabado por dibujar vanguardias que se autoatribuyen la dirección de los movimientos de base han conducido a formidables fiascos. El respeto por la autonomía de sindicatos y movimientos habrá de ser, entonces, pleno.

14. A tono con una tradición de honda raigambre libertaria, cometido esencial de esa organización será promover la construcción de un mundo nuevo desde la base y desde ya. No hay que esperar a eventuales cambios institucionales ni a una indefendible toma del poder para empezar a crear espacios autónomos y autogestionados. Esto es, al cabo, lo que le otorga un perfil diferenciado a una alternativa libertaria.

15. Parece obvio que una parte significativa del esfuerzo de la nueva organización habrá de consistir en perfilar medios de comunicación nuevos y descentralizados, y en alentar, en paralelo, el despliegue de fórmulas de pedagogía libertaria.

16. La organización se asentará en la no delegación de las capacidades de decisión y, allí donde ésta no sea hacedera, en un control estricto y permanente, desde la base, sobre la acción de los beneficiarios de una eventual delegación de capacidades. En tal sentido, carecerá de dirigentes, de liberados y de profesionales de la política. Como quiera que, con toda evidencia, no estamos hablando de un partido político, la organización que nos ocupa en modo alguno concurrirá a unas eventuales elecciones. Su visión estratégica se alejará, por lo demás, del cortoplacismo de siempre vinculado con la lógica electoral.

17. El programa mínimo de la organización libertaria seguirá siendo la abolición del trabajo asalariado y de la mercancía. Semejante abolición habrá de verificarse en estrecha asociación con una defensa cabal de los derechos de los pueblos el Sur y de los de las generaciones venideras. En esa dimensión, la organización –que asumirá una contestación del capitalismo desde la lucha antipatriarcal, la autogestión y los principios del ecologismo radical– se propondrá contestar la doble dimensión de explotación sobre los seres humanos y sobre el medio natural que caracteriza al capitalismo realmente existente.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio