Ante la visita de Ratzinger

PapaLa Iglesia Católica no sólo es uno de los principales baluartes ideológicos de la burguesía, sino que es uno de los miembros más importantes de la patronal.

A través de varias sociedades de inversión de capital variable (las Sicav), la cúpula eclesial obtiene suculentas ganancias procedentes de los mercados de valores. Los del alzacuellos son accionistas de empresas como Telefónica, Repsol YPF, Banco Santander (y numerosas cajas de ahorros), Endesa, Iberdrola, Sos Cuétara, Ebro Puleva o Campofrío. También tienen metido el santo hocico en la industria farmacéutica (por ejemplo en Zeltia). Posee numerosos medios de comunicación y entidades editoriales. Y por supuesto no le iban a hacer ascos al sector inmobiliario (eran accionistas de Fadesa, que en 2008 realizó la suspensión de pagos más importante de la historia económica española). A su vez, la Iglesia es propietaria de numerosísimos terrenos y bienes inmuebles (que aumentan cada año con el maná de las inmatriculaciones): cuenta con más de 100.000 propiedades, posee más del 70% del suelo habitable en ciudades como Toledo, Ávila, Burgos o Santiago, y más de 120.000 hectáreas en tierras agrícolas. A lo que hay que añadir un incalculable patrimonio en suntuarios (joyas, trajes, etc.) y obras de arte.
Si todo lo anterior refleja claramente los votos de pobreza jurados por sus autoridades, lo más sangrante es la escandalosa suma de dinero público que se embolsa cada año en diferentes conceptos. Las distintas administraciones del estado español entregan a la Iglesia Católica más de 10.000 millones de euros al año, entre exenciones tributarias, mantenimiento de patrimonio histórico y artístico, pago de salarios y subvenciones y conciertos de todo tipo.
La Iglesia es la entidad arrolladoramente  mayoritaria en la patronal de la enseñanza, controlando numerosos centros de estudio privados y la gran mayoría de los centros privados-concertados (por los que recibe unos 4000 millones al año). De esta manera, además de un suculento negocio se asegura la posibilidad, reconocida por ley, de adoctrinar a sus alumnos.
Por otro lado, la Iglesia es la principal beneficiaria de la privatización de los servicios sociales, a través de sus empresas oenegeras, gracias a las cuales controla numerosos centros de menores, casas de acogida para mujeres maltratadas, albergues sociales y todo tipo de recursos destinados a la población en riesgo de exclusión social. Y no sólo a través de sus instituciones religiosas. Desde muchas entidades sinónimo de lucro supuestamente laicas también nos llega el hedor cardenalicio. Como muestra dos botones: la Fundación O´Belen tiene entre sus fundadores al arzobispo Manuel Ureña, y por Nuevo Futuro pulula lo más granado del nacional-catolicismo.
Como vemos, no es necesario recurrir a casos de pederastia en su seno, a su responsabilidad en el robo y venta de bebés o a su complicidad con el genocidio franquista para exigir que tan divinas zarpas se alejen de lo público. Y para colmo ahora tenemos que sufragar la visita privada de Ratzinger. Por todo esto, luchemos:
  • Por unos servicios sociales públicos, democráticos y de calidad (no a la caridad subvencionada, sí a la justicia social).
  • Fuera la religión de las aulas.
  • Por un estado verdaderamente laico. Respeto absoluto a todas las creencias. Ni un euro a las jerarquías religiosas.
Porque sobran los motivos, movilízate.
ACUDE A LA MANIFESTACIÓN, 
17 DE AGOSTO, A LAS 19:30 Hs
TIRSO DE MOLINA-SOL
COLECTIVO NO A O´BELEN
Para más información, www.laicismo.org 

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