La personalidad posmoderna

CarrosCreemos que es algo ampliamente conocido que las sociedades turbocapitalistas de nuestro Occidente contemporáneo tienen como modelo cultural dominante eso que se ha venido a denominar Posmodernidad. Pero cuando a menudo se habla de la sociedad posmoderna no sólo se está haciendo referencia a “la cultura” como un conjunto de obras consideradas artísticas, sino que debemos pensar sencillamente en un sinónimo de la cultura y la sociedad de modelo económico capitalista (postfordista) y político democrático representativo. Dicho esto, no decimos nada nuevo si advertimos que toda sociedad tiene sus herramientas de socialización y control social que además de servir para la integración del individuo implican una forma de configurar a los hombres y mujeres que forman parte de dicha sociedad construyendo una red de valores tan simple o compleja como la propia sociedad.

Posmoderno, luego inestable

Durante siglos las sociedades occidentales se configuraban sobre la certeza de la inmutablidad. Toda sociedad sufre cambios pero el ritmo de los cambios durante todo este tiempo era lento, pues la vida transcurría sin grandes cambios. Nacer en un pueblo de Andalucía en el siglo XIX suponía para un porcentaje muy alto de la población una sencilla vida sin grandes cambios con respecto a la generación predecesora: con una relación con una geografía inmediata (de pocos kilométros de su lugar de nacimiento) y con un universo tecnológico idéntico en su momento de nacimiento y de muerte.

Con la posmodernidad, se ha instalado en nuestras vidas lo fragmentario, lo cambiante. La sociedad capitalista neoliberal (e hipertecnológica) ha ido dejando atrás todo lo estable, todos los proyectos que anteriormente se consideraban “para toda la vida”. Así muchas de las formas comunitarias propias del mundo premoderno han ido dejando espacio a las formas asociativas de la modernidad hasta los cada vez más frágiles vínculos de nuestro tiempo[1]. Los valores inmutables que tomaban forma en la familia, el matrimonio, la comunidad… se han ido debilitando, sin encontrar nuevos valores de semejante consistencia. Con la consolidación de las sociedades modernas, cobró fuerza entre determinadas clases sociales los principios del socialismo (revolucionario, no como los derivados socialdemócratas contemporáneos) que configuraban un universo de valores sólido, alternativa de consistencia similar a los valores premodernos.

Nuestro mundo contempóraneo, nos dicen los intelectuales, ha traído consigo la crisis de la identidad moderna en paralelo a la paulatina disolución de los valores que quedaban del mundo premoderno. Las identidades posmodernas no tienen valores sólidos perdurables, se puede cambiar de religión, de matrimonio y con él de familia, de amistades, de ideología, etc. La disgregación de los valores supone de hecho una crisis que ha dado como resultado eso que un sociólogo ha bautizado como la sociedad líquida.

El cambio de valores, en esta sociedad posmoderna, no ha sido fruto de la casualidad, ha estado interrelacionado, obviamente, con los cambios económicos y sociales. El hombre posmoderno ya no tiene un trabajo para toda la vida, debe vivir pensando en la inestabilidad laboral; el hombre posmoderno cambia de casa, de ciudad como puede cambiar de matrimonio, de amigos, de vacaciones, camisa, ordenador, calcetines o lo que haga falta. La nueva realidad social es, al mismo tiempo, una nueva realidad tecnológica que se caraceriza por el cambio. Si durante siglos los hombres y mujeres morían en el mundo tecnológico en el que habían nacido, sin casi diferencias, ahora ya no sólo moriremos en un mundo tecnológicamente diferente al que conocimos al nacer (como algunas generaciones del pasado siglo XX) , sino que vivimos en un acelerado cambio tecnologico-social que hace que vivamos varios cambios tecnológicos a lo largo de la vida.

Los ingredientes que hemos ido apuntando muestran la acelerada realidad cambiante de nuestro tiempo, que, indudablemente no es igual para todas las clases sociales. Dicen los sociólogos que el mundo posmoderno es, al mismo tiempo, un mundo de oportunidades y de incertidumbres. No es incierto, la diferencia es la cantidad de oportunidades/incertidumbres para las clases dominantes y las clases dominadas. Parece evidente que para las clases dominantes las oportunidades (entendidas como elementos materiales para la realización personal) son una realidad inevitable, mientras la incertidumbre es un incómodo ambiente de crisis existencial abstracto y, a menudo, vago; para las clases dominadas las oportunidades es el torpe sueño de ascenso social sostenido sobre la incertidumbre de su logro, símbolo de la vida de los perdedores de la sociedad posmoderna.

En este clima se forja la forma de vida cambiante de nuestra sociedad basada en la aniquilación de los proyectos vitales duraderos. Así, la vida se convierte en una sucesión de miniproyectos personales, proyectos interrumpidos, cambiantes, sin continuidad que constituye el inevitable molde para un carácter tendente a lo fragmentario, sin memoria, frágil, inmediatista, inconstante, etc. Es nuestro periodo histórico un proyecto sin rumbo cuya psicología tiene un correlato evidente en la de los individuos que pueblan la posmodernidad.

Por la anarquía.

[1] El análisis de ciertos aspectos de la posmodernidad no puede confundirse con una reivindicación de los periodos históricos anteriores pese a que no nos detengamos en su crítica por no ser ése el objetivo de este texto.

http://www.grupoheliogabalo.org/la-personalidad-posmoderna-141/
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